Chile: Museo de Arte y Artesanía de Linares vuelve a abrir sus puertas

LINARES. La reapertura del Museo de Arte y Artesanía de Linares era esperada en esta ciudad y en el mundo de la cultura. Y se concretó ayer con la presencia de la directora nacional del Servicio del Patrimonio Cultural (Serpat), Nélida Pozo, la seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Ángela Campos, y la directora regional de Patrimonio, Ana Paz Cárdenas.

Durante siete meses, el museo permaneció cerrado mientras se llevaban a cabo trabajos exhaustivos de reparación y mejoramiento, tras los severos daños ocasionados por el sistema frontal que en agosto del año pasado golpeó a la zona centro sur del país. Estas labores incluyeron la preservación del acervo patrimonial, la recuperación del mobiliario, así como la implementación de medidas para fortalecer la infraestructura, como la mejora del sistema eléctrico y la instalación de nuevas bombas de agua.

Uno de los logros más destacados fue la recuperación de casi 350 objetos que resultaron afectados por el agua durante las inundaciones. Gracias a un meticuloso proceso de rescate y salvataje, todas estas piezas pudieron ser recuperadas sin sufrir daños mayores.

La directora nacional del Serpat, Nélida Pozo, expresó que “para nosotros es un hito muy importante poder abrir nuevamente este museo, que es un espacio muy visitado que alberga valiosas colecciones de arte y artesanía de la región y también obras de nivel mundial. Después de siete meses de cierre, hoy volvemos a poner a disposición de las comunidades las obras y los objetos que aquí se resguardan. Además, quiero reconocer y agradecer la labor de las funcionarias y funcionarios del museo cuya rápida respuesta fue clave para salvaguardar estas piezas”.

Por su parte, la seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio del Maule, Ángela Campos, agregó que “estamos felices de ver cómo este espacio se abre nuevamente a la comunidad de manera gratuita, lo cual es fundamental para que los ciudadanos de Linares y de toda nuestra región puedan acceder al patrimonio cultural. También extendemos la invitación a personas de todo el país a que nos visiten. Este museo es único en su género, por lo que su reapertura es de gran importancia”.

RECUPERACIÓN

El proceso de preservación implicó acciones como el traslado de las obras afectadas a espacios adecuados para su secado controlado, evitando así la proliferación de hongos. Aquellas piezas que requerían tratamiento especial fueron colocadas en cuarentena para su posterior atención, sin riesgo de contaminación para otras obras. Además, se implementaron medidas de seguridad para proteger las piezas de la humedad ambiental que afectó al edificio durante meses.

Fue clave para el éxito de esta empresa el esfuerzo conjunto de los siete funcionarios del Museo de Arte y Artesanía de Linares, junto con la colaboración de alumnos en práctica del Liceo Comercial, estudiantes de la Universidad Autónoma de Chile sede Talca, voluntarios y profesionales especializados. Asimismo, se contó con el apoyo del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR), para el tratamiento de las obras más deterioradas.

La directora (s) del museo, Margarita Valenzuela, destacó que “afortunadamente la pérdida fue mínima. Aunque aún estamos trabajando en la conservación y restauración de algunas obras, de las más de 300 piezas afectadas por el agua, solo alrededor de diez sufrieron daños significativos. Quiero agradecer especialmente a nuestro equipo, a los voluntarios y a los profesionales del CNCR por su valiosa ayuda en este proceso, que nos permitió actuar de manera segura y pertinente”.

Mujeres y Patrimonio Cultural Inmaterial: Tensiones y luchas por la igualdad de derechos

Una revisión del patrimonio inmaterial que ha sido calificado como Patrimonio de la Humanidad, proyecta una escena que reproduce mayoritariamente los roles tradicionales de género, al recaer en las mujeres el resguardo de un saber de la comunidad que también debe transmitir. De esta manera, existe una relación entre la gestión del patrimonio cultural inmaterial y los procesos de construcción del género.

A comienzos del siglo XX la lucha de las mujeres por mejoras en sus condiciones laborales, y la denuncia por la histórica opresión a las que se encontraban sometidas en distintas dimensiones de la vida cotidiana, comenzó a ser visibilizada en la esfera pública a través de manifestaciones, huelgas y marchas cuya principal consigna era igualdad de derechos entre hombres y mujeres, en definitiva, los Derechos de la Mujer.

Bien sabemos que en un comienzo la lucha se concentró en los derechos laborales, sin embargo, esta fue ampliando sus márgenes e incluyendo en las demandas aquello que tenía que ver con la política, la educación, los vínculos familiares y el control sobre el cuerpo, entre otros aspectos.

En esta lucha por la igualdad de derechos, el campo del patrimonio cultural y sus prácticas de conservación, organizadas en el binarismo de material e inmaterial, permite dar cuenta de un espacio en el cual se tensionan -manteniéndose algunos y transformándose otros- los roles atribuidos a lo femenino. En todo ello, y atendiendo a una acepción más clásica del patrimonio, como “herencia cultural” (Ibarra, Bonomo y Ramírez, 2014).

Desde el año 2003, con la aprobación de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial por UNESCO y su definición como los “usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural”, se promovió la construcción de instrumentos que permitieran identificarlo y tender a su salvaguarda.

Consiguientemente, una revisión del patrimonio inmaterial que ha sido calificado como Patrimonio de la Humanidad, proyecta una escena que reproduce mayoritariamente los roles tradicionales de género, al recaer en las mujeres el resguardo de un saber de la comunidad que también debe transmitir. De esta manera, existe una relación entre la gestión del patrimonio cultural inmaterial y los procesos de construcción del género.

La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) dio paso a tres Listas de Patrimonio Inmaterial que se reconocen como Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere Medidas Urgentes de Salvaguardia y Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia. En ellas, desde el año 2008 a la fecha, se han inscrito 730 elementos entre los cuales existen varios vinculados al conocimiento y transmisión atribuidas a la mujer, particularmente en lo relacionado a prácticas culinarias, textilería, alfarería, bordado y tejido, así como también al cuidado de las personas y la curación de enfermedades.

Para enumerar algunos, encontramos la tradición de la fabricación de alfombras en Chiprovtsi, Bulgaria (2014), la ornamentación mural tradicional “al-Qatt al-Asiri”, Arabia Saudita (2017), y el Tejido Tradicional Al Sadu, también de Arabia Saudita (2020). El arte del bordado en Palestina: conocimientos, técnicas, prácticas y rituales, de Palestina (2021). El arte de la alfarería del pueblo chăm, de Vietnam (2022), la xhubleta, conocimientos tradicionales, artesanía y formas de utilización, Albania (2023). Las técnicas ancestrales y tradicionales para la elaboración del ‘Poncho Para’í de 60 listas‘, de la ciudad de Piribebuy en Paraguay (2023) y la Partería: conocimientos, competencias y prácticas, Colombia/Chipre/Alemania/Kirguistán/Luxemburgo/Nigeria/Eslovenia/ Togo (2023), entre otros.

En el caso de Chile el año 2022 se inscribió en esta Lista de PCI la tradición de la alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca, desarrollada por varios siglos en la actual región del Ñuble y que ha sido dominio exclusivo del saber femenino y la transmisión de este conocimiento se ha desarrollado mediante la línea materna, generándose con ello estilos y diseños específicos de cada familia o linaje.

Ahora bien, la multiplicidad que condensa el patrimonio cultural como manifestación abre también otros rasgos menos visibles y que lo tensionan. Por ejemplo, muchas de las manifestaciones locales de PCI también han brindado a las mujeres la oportunidad de generar ingresos económicos y con ello transitar a mayores grados de independencia. Las creaciones que resultan de las técnicas y conocimientos que poseen y transmiten las mujeres, son comercializadas en diferentes espacios permitiendo con ello la difusión e impacto en contextos diferentes al de su origen.

Sin embargo, al ser desarrolladas por las mujeres en el ámbito doméstico y en conjunto con la crianza, han sido históricamente subestimadas, obviando, incluso, que algunos de estos conocimientos permitieron la sobrevivencia de grupos, ya sea desde la alimentación, los cuidados o la sanación.

Visibilizar estas tensiones y puntos de encuentro en la gestión del patrimonio en el contexto de otro 8M, no es sólo “una oportunidad, sino un imperativo ético”, pues el desarrollo de políticas de salvaguarda nos permite pensar en cómo aseguramos que el PCI contribuya a seguir sosteniendo luchas por la igualdad de derechos teniendo en este patrimonio «una garantía de creatividad permanente” (Quirosa y Gómez, 2010: 87).

Referencias

  • Ibarra, Macarena, Bonomo, Umberto, & Ramírez, Cecilia. (2014). El patrimonio como objeto de estudio interdisciplinario: Reflexiones desde la educación formal chilena. Polis (Santiago), 13(39), 373-391. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-65682014000300017
  • Quirosa, V. y Gómez L. El papel de la mujer en la conservación y transmisión del patrimonio cultural. Asparkía, 21; 2010, 75-90.
  • UNESCO (2008). Patrimonio cultural y género. https://ich.unesco.org/doc/src/34300-ES.pdf [Consultado: 4 de marzo, 2024]
  • UNESCO. La alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca. https://ich.unesco.org/es/USL/la-alfareria-de-quinchamali-y-santa-cruz-de-cuca-01847 [Consultado: 4 de marzo, 2024]

Chile: Serpat inaugura seminario internacional sobre negacionismo, crímenes de odio y memoria

Con las palabras de la directora del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural (Serpat), Nélida Pozo; la directora del Goethe-Institut, Verena Lehmkuhl; el consejero de Cooperación y de Acción Cultural de la Embajada de Francia y director del Instituto Francés de Chile, Patrick Flot; y la subsecretaria del Patrimonio Cultural, Carolina Pérez, se dio por iniciado esta mañana el seminario internacional “Pensar el negacionismo y los crímenes de odio desde la perspectiva de la memoria y el patrimonio cultural”.

Organizado por el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, este encuentro que se realiza este 13, 14 y 15 de marzo busca proveer de un espacio de intercambio de ideas, experiencias  artísticas, territoriales y comunitarias, destinadas a pensar y analizar el fenómeno del negacionismo desde la perspectiva del patrimonio y los procesos culturales vinculados a la memoria.

Esta jornada inaugural inició con el saludo de la directora nacional Serpat, Nélida Pozo, quien destacó el relevante diálogo público que se generará producto de este encuentro. “Nos preguntaremos ¿qué lugar ocupa la memoria al interior de la producción de comunidad? ¿por qué es un derecho cultural? Y, todavía: ¿por qué el negacionismo debe ser abordado desde la gestión pública y la sociedad civil desde un enfoque intersectorial e interinstitucional? Estamos seguros de que este espacio y la riqueza de los intercambios, será un aporte para el fortalecimiento de la política pública en memoria y patrimonio y, por añadidura, del mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de nuestro país”, afirmó.

Asimismo, la subsecretaria del Patrimonio Cultural, Carolina Pérez señaló que “este seminario nos presenta un desafío relevante desde el sector patrimonial, que es trabajar el negacionismo desde la perspectiva de la memoria. Sin duda alguna, este seminario nos pone muchísimas preguntas interesantísimas que podamos abordar de manera internacional. Podemos recoger mucha experiencia internacional relativa a cómo trabajar de memoria y, sobre todo, cómo fortalecer la política pública y nuestras legislaciones vigentes relativas a un enfoque de derechos humanos y no repetición”.

En la ocasión también se ofreció un reconocimiento a Verónica Reyna y Claudio González, abogada y secretario ejecutivo, respectivamente, de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC), por la promoción y defensa de los Derechos Humanos que ofrece la fundación en los ámbitos legal, social y de salud mental. Se les obsequió una arpillera de la artista nacional Aurora Ortiz.

Presentación de apertura y mesas

La presentación de apertura estuvo a cargo de Anne Thomas, coordinadora internacional de la Fundación Stolpersteine quien expuso “Stolpersteine como práctica memorial: Las piedras del tropiezo del artista alemán Gunter Demnig” donde la especialista dio a conocer el desarrollo artístico de este proyecto que ha instalado alrededor de 100 mil Stolpersteine o “piedras de tropiezo” en más de 30 países con el fin de ser un recordatorio de la historia y de las personas que fueron perseguidas por los nazis. Este proyecto simbólico y de largo plazo,  considera la instalación de piedras de hormigón que llevan placas metálicas que se instalan en el último lugar donde vivió una persona y que el artista  Gunter Damnig prepara y graba letra por letra para recordar, impedir el olvido y traer el nombre de la persona perseguida a la memoria. “La piedra es un lugar de memoria, dedicada a aquellas personas que no tuvieron una lápida”, explicó la especialista.

Posteriormente se llevó a cabo la Mesa I: Pensar el negacionismo desde las ciencias sociales, a  50 años del golpe de Estado, con la participación de Manuel Antonio Garretón, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales; y Jorge Magasich, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Comunicación Social (IHECS), Bélgica, moderado por Constanza Symmes, encargada nacional de la Unidad Sitios de Memoria del Serpat.

Por la tarde se desarrolló la Mesa II: Geopolítica, memoria y alteridad integrada por Sandra Piñeiro, jefa de Educación y audiencias, Museo de la Memoria y los Derechos Humanos; a Deín Portela, antropólogo de la Universidad Alberto Hurtado; y a Luis Campos, sociólogo de la Universidad de Chile y Rodrigo Karmy, filósofo de la Universidad de Chile. Moderó Osvaldo Torres, asesor de la Subsecretaría de Derechos Humanos.

Se continuó con la Mesa III: La no repetición y la memoria como una política de Estado compuesta por Leigh A. Payne, académica de sociología y especialista en Latinoamérica, Universidad de Oxford, Reino Unido; Verónica Reyna, abogada de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC) y moderada por Nélida Pozo, directora del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural (Serpat).

Esta primera jornada cerrará con la Cantata memorial, a cargo de Mario Cárdenas, Carolina Gallardo, Gunter Monroy, Mauricio Arismendi y Judith Chávez. Grupo Melipulli, Puerto Montt.

La programación de este primer seminario internacional sobre negacionismo, crímenes de odio y memoria está disponible en www.patrimoniocultural.gob.cl y la transmisión de las tres jornadas del encuentro se realiza vía streaming en el canal YouTube del Servicio del Patrimonio www.youtube.com/@patrimonio_cl/

Destrucción del legado ancestral: Dos sitios arqueológicos en el sur de Chile fueron gravemente dañados

En diversas regiones del sur de Chile, los sitios arqueológicos milenarios, portadores del invaluable legado de las culturas ancestrales, enfrentan una creciente amenaza, que da cuenta de la falta de implementación de medidas más efectivas para su protección y conservación.

Desde conchales hasta espacios con obras rupestres, estos lugares han sido víctimas de la contaminación industrial, el avance inmobiliario descontrolado, y el turismo irresponsable. Dos recientes casos, uno en Chiloé y otro en Aysén, resaltan la magnitud del problema, revelando una lamentable realidad que pone en peligro la comprensión del desarrollo cultural y la conexión ancestral con la naturaleza.

Según lo reportado por Cecpan, en Chiloé, a fines de febrero de este 2024, la denuncia realizada por la Asociación de Comunidades Indígenas Costa Norte de Quemch en el marcó de la gestión del Espacio Costero Marino de Pueblos Originarios (ECMPO) evidencia la destrucción del conchal de Punta Huite, comuna de Quemchi, sitios de relevancia histórica y espiritual para las comunidades indígenas.

Este conchal, que alberga vestigios de hasta 4.000 años de antigüedad, ha sido afectado por la instalación de servicios básicos por parte de una inmobiliaria, a pesar de conocerse la existencia de sitios arqueológicos en la zona desde años atrás. La omisión de medidas de protección y el desdén por el patrimonio cultural constituyen una afrenta a la historia compartida de la región.

Acceder a galería de Cecpán

Por otro lado, de acuerdo con el reporte de CONAF Aysén, la «Cueva de las Manos» del Río Pedregoso, reconocida como uno de los sitios arqueológicos más emblemáticos, enfrenta una situación similar. La irresponsabilidad, la falta de respeto y la falta de conciencia sobre el valor cultural de este lugar han llevado a la intervención irresponsable en sus grabados rupestres, desafiando la Ley de Monumentos Nacionales.

La magnitud de los daños no solo afecta la integridad física del sitio, sino que también socava el vínculo que une a las generaciones presentes con sus antepasados. La gravedad resuena en las palabras de los involucrados en la preservación del patrimonio.

Ronald Valenzuela, de CONAF Aysén, expresó a medios locales, su consternación ante el vandalismo que atenta contra las expresiones culturales de los pueblos nómades de la estepa patagónica, subrayando la importancia de conservar estos lugares como legado para las futuras generaciones. Andrea Bahamonde, también de CONAF, hace un llamado urgente a proteger estos monumentos arqueológicos como parte esencial de la identidad nacional y como testigos silenciosos de la historia humana en el territorio.

Ante esta alarmante situación, existe claridad por parte de diversos actores defensores del patrimonio, de la necesidad de un mayor compromiso conjunto de las autoridades, las comunidades, y la sociedad en general, para proteger y preservar estos tesoros arqueológicos para las generaciones venideras.

Se ha señalado que es imperativo que se implementen medidas más estrictas de protección y vigilancia, así como programas educativos que promuevan el respeto y la valoración del patrimonio cultural. La conservación de estos sitios no solo es un deber legal, sino un acto de justicia histórica y un tributo a la diversidad cultural que enriquece la identidad de los territorios y un país.

Costa Rica repatria desde Estados Unidos 395 piezas de arte precolombinas

Las autoridades de Costa Rica presentaron este martes un lote de piezas de arte precolombinas que fueron repatriadas desde Estados Unidos con el apoyo del Gobierno de ese país y tras haber sido devueltas voluntariamente por ciudadanos norteamericanos.

Se trata de 395 piezas de piedra, cerámica y jade que, si bien salieron de forma ilegal de Costa Rica, fueron devueltas por ciudadanos estadounidenses que las tenían en su poder y que desconocían que representaban un valor histórico y cultural para Costa Rica, o simplemente consideraron que debían devolverlas.

Las piezas, entre las que hay vasijas, ocarinas, joyas, metates, figuras de animales y humanas, así como una esfera de piedra de 70 centímetros de diámetro, estuvieron por años en custodia de los consulados de Costa Rica en Washington, Los Ángeles y Miami, a la espera de recursos para costear la elevada inversión que requería su envío de regreso a Costa Rica.

Las autoridades explicaron que hay piezas que personas encontraron en cajas luego de la muerte de algún familiar y otros que simplemente conservaban las obras y decidieron que estaba mal tenerlas en su poder. Ningunas de las 395 piezas llegó a poder de las autoridades por medio de decomisos.

La repatriación se logró gracias a un acuerdo de cooperación entre Costa Rica y Estados Unidos y a la acción de varias instituciones costarricenses como el Museo Nacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Cultura y el Parque La Libertad.

La directora del Museo Nacional, Ifigenia Quintanilla, dijo a EFE que las piezas fueron devueltas voluntariamente por ciudadanos estadounidenses y que muchos de ellos desconocían su valor histórico y cultural, mientras que otros posiblemente se llevaron las piezas compradas como un recuerdo de alguna visita al país años atrás.

“Para Costa Rica esto significa mucho porque es parte de la recuperación de la memoria y la historia y porque tenemos la responsabilidad de resguardar esos bienes”, declaró Quintanilla.

La directora del Museo Nacional resaltó que Costa Rica no está acostumbrada a recibir este tipo de bienes arqueológicos por medio de devoluciones voluntarias y además subrayó la importancia de que puedan ser exhibidos al público en exposiciones y campañas de información.

La ministra de Cultura y Juventud, Nayuribe Guadamuz, alabó el trabajo colaborativo con Estados Unidos y entre las instituciones costarricenses, así como el “amor” con el que los funcionarios se esforzaron para conseguir la repatriación.

“De esta forma honramos a nuestros antepasados, a nuestros ancestros, recuperando lo que nos pertenece”, manifestó.

Por su parte, la embajadora de Estados Unidos, Cynthia Tellez, comentó que la cooperación estadounidense en este ámbito abarca más allá de la repatriación de piezas, pues se pretende invertir en capacitación de funcionarios y en iniciativas de educación y divulgación para que la población costarricense conozca de la riqueza arqueológica y cultural de su país.

“Estoy feliz de este acuerdo y de la inversión fuerte del Departamento de Estado para poder traer estas piezas que estaban en Estados Unidos y que son piezas valiosas y frágiles en las que había que invertir para trasladarlas de manera apropiada”, aseveró

Tragedia ambiental: Incendio forestal en Biobío consume cientos de araucarias milenarias

Desde hace varios días, el siniestro ha consumido 469 hectáreas de valiosa vegetación nativa, generando preocupación entre los residentes y autoridades locales. Entérate de toda la Información aquí.

Un devastador incendio forestal ha arrasado un bosque de araucarias milenarias en la Laguna El Barco, ubicada en el Alto Biobío, Región del Biobío.

Desde hace varios días, el siniestro ha consumido 469 hectáreas de valiosa vegetación nativa, generando preocupación entre los residentes y autoridades locales.

Paulina Purrán, delegada provincial de Biobío y habitante del Alto Biobío, informó que, debido a las desfavorables condiciones climáticas, los esfuerzos para contener el incendio se han visto obstaculizados. A pesar de los intensos trabajos de brigadas y aeronaves en días anteriores, el fuego aún no ha sido controlado por completo.

«Lamentablemente, este viernes no será posible continuar con las labores de contención debido al clima», expresó Purrán. Sin embargo, destacó que hasta el momento no se reportan daños a viviendas ni personas, aliviando en parte las preocupaciones de la comunidad local.

La delegada provincial también señaló que la zona afectada es un lugar de veraneo para muchas familias, lo que aumenta la tristeza y la preocupación por la pérdida del invaluable patrimonio natural.

Las autoridades continúan monitoreando la situación y trabajando arduamente para controlar el incendio y proteger la biodiversidad del área afectada.

Sin embargo, la magnitud del desastre subraya la urgencia de reforzar las medidas de prevención y combate de incendios forestales en la región, así como la necesidad de preservar y cuidar los ecosistemas vulnerables como el bosque de araucarias milenarias del Alto Biobío.

Una nueva especie de venado descubierta en los bosques del Perú

En los verdes bosques de Piura, al norte de Perú, se ha hecho un descubrimiento innovador: una nueva especie de venado, conocida localmente como pudú. Este descubrimiento revela la rica biodiversidad de América Latina y genera un llamado a intensificar los esfuerzos de conservación.

Explorando las riquezas ecológicas de América Latina

En las exuberantes extensiones de América Latina, donde la biodiversidad prospera en medio de culturas y civilizaciones antiguas, un avance científico reciente ha puesto de relieve la riqueza ecológica de la región. En la región de Piura, en el norte de Perú, un esfuerzo colaborativo de científicos peruanos, chilenos y brasileños ha llevado al descubrimiento de una nueva especie de venado enano, conocido localmente como pudú. Este descubrimiento enriquece nuestra comprensión de la fauna de América Latina y enfatiza la importancia de la colaboración transfronteriza para preservar el patrimonio natural del continente.

Publicado en el Journal of Mammalogy, el estudio “Primeras especies de ciervos vivientes descritas en el siglo XXI y revalidación de Pudella” marca un hito importante en la investigación zoológica. A través de una combinación de análisis morfológicos cualitativos y cuantitativos y evaluaciones de variación genética, el equipo de investigación ha revelado una especie que había permanecido oculta entre el denso follaje de los bosques de Perú.

Tesoros escondidos en los bosques del Perú

El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas del Estado del Perú (Sernanp) anunció que esta investigación diferencia lo que antes se consideraba una sola especie, Pudu Mephistopheles, en dos especies distintas. Una, Pudella mephistophila, reside en la parte norte de la depresión de Huancabamba en Piura, mientras que la otra, Pudella carlae, se encuentra al sur.

Pudella carlae, en particular, es la primera especie de venado viva descrita en el siglo XXI y la primera en el Nuevo Mundo en más de 60 años, un testimonio de las historias no contadas que encierran los ecosistemas de América Latina. Caracterizado por sus patas cortas, este pequeño venado es endémico del Perú y se extiende desde el sureste de la depresión de Huancabamba a través de las yungas peruanas (bosques enanos y nubosos) a lo largo del lado norte y central oriental de los Andes peruanos.

Esta nueva especie habita en varias de las áreas protegidas del Perú, incluido el Parque Nacional Río Abiseo, el Parque Nacional Yanachaga Chemillén, el Santuario Nacional Pampa Hermosa, el Santuario Nacional Cordillera del Colán, el Bosque de Protección Pui Pui, el Bosque de Protección Alto Mayo y la Reserva Comunal Chayu Nain. La distribución de Pudella carlae en estos variados ecosistemas subraya el papel fundamental que desempeñan las áreas protegidas en la conservación de la biodiversidad y la supervivencia de especies únicas.

El descubrimiento de Pudella carlae es un llamado de atención para fortalecer la gestión de las áreas naturales protegidas donde reside. Sernanp enfatiza la necesidad de identificar amenazas a la especie, realizar estudios sobre su estado de conservación, biología y ecología, e implementar medidas para asegurar su preservación para las generaciones futuras. Este enfoque se alinea con estrategias de conservación más amplias en toda América Latina, donde la protección de la biodiversidad es cada vez más reconocida como primordial para el desarrollo sostenible y el equilibrio ecológico.

La historia de la conservación de la biodiversidad en América Latina es rica y compleja, moldeada por el conocimiento indígena, los legados coloniales y la investigación científica moderna. El descubrimiento de nuevas especies como Pudella carlae contribuye a la comprensión científica de la diversidad ecológica de la región y resalta la importancia de preservar sus hábitats naturales. A medida que América Latina enfrenta desafíos de deforestación, cambio climático y urbanización, identificar y proteger especies únicas se vuelve aún más crucial.

La colaboración entre científicos de Perú, Chile y Brasil para descubrir Pudella carlae ejemplifica el potencial de la cooperación regional para abordar los desafíos ambientales y de conservación. Al aunar recursos, experiencia y conocimientos, los países latinoamericanos pueden proteger mejor su biodiversidad compartida y promover un frente unificado contra las amenazas ecológicas.

Misterios sin explotar y exploración en curso

Además, este descubrimiento nos recuerda los misterios sin explotar dentro de los bosques de América Latina y la necesidad de continuar la exploración e investigación. Con vastas áreas del continente aún relativamente inexploradas, el potencial para encontrar nuevas especies y comprender la dinámica ecológica es inmenso. Estos descubrimientos enriquecen el catálogo mundial de biodiversidad y proporcionan información valiosa sobre las estrategias de conservación y las funciones ambientales de diversas especies.

Perú: ¡Mujeres en la historia! Declaran patrimonio cultural al expediente sobre las “rabonas” en la guerra con Chile

El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación, al expediente sobre mujeres que acompañaron al personal de tropa, conocidas como “rabonas”, en los batallones del Ejército durante la guerra con Chile (1880).

Estos documentos se custodian en el Archivo Histórico Militar del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú. Esta declaratoria se da en el marco del Día Internacional de la Mujer.

Este expediente presenta una serie de valores históricos, científicos y sociales, relacionados a la identificación de su autenticidad, antigüedad y contenido. Representa, además, el desarrollo del papel de la mujer peruana en la guerra a finales del siglo XIX.

El valor histórico de este expediente permite dar a conocer diversos aspectos del período de la República del Perú durante la guerra con Chile.

Además, muestra como valor de fuente de la historia de nuestro país, por la forma en que el Ejército del Perú organizaba a las mujeres para asistir a los regimientos de infantería y caballería, con la finalidad de preparar la defensa de Lima en diciembre de 1880. Legitimando así, su papel en la logística que anteriormente cumplían las mujeres en estos batallones militares, personificado en las llamadas “rabonas”.

El valor científico de estos expedientes presenta un notable potencial como fuente primaria para la investigación histórica, en especial como complemento de las fuentes más conocidas sobre la guerra con Chile, en especial en lo relativo a la participación de la mujer y sectores populares en la defensa de Lima.

El valor económico-social radica en que se muestra una coyuntura en la que las necesidades y urgencias de la guerra posibilitaron que el gobierno organice el papel de la mujer en los regimientos, que durante mucho tiempo se halló invisible o menospreciado.

Aunque en el caso peruano, como el boliviano y parcialmente el chileno mismo, la imagen antigua de la rabona aun persistía, siendo la base de alguna de estas listas, la unión conyugal de la auxiliar con su soldado.

Según estudios, las “rabonas”, generalmente, marchaban detrás de la columna de soldados, preparaban la comida y atendían a sus maridos, parejas, familiares o hijos; reparaban uniformes, los parchaban y reforzaban para su mejor resistencia frente al combate, además, realizaban otras tareas domésticas.

Esta declaratoria se efectúa a través de la Resolución Viceministerial N°000062-2024-VMPCIC/MC, que lleva la firma de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Victoria Rosas.

¿A quién pertenece el millonario tesoro del Galeón San José?

España, Colombia y Estados Unidos disputan, en la actualidad, el ‘santo grial de los naufragios’ que tiene un valor de entre 4.000 y 20.000 millones de dólares.

Conocido como el ‘santo grial de los naufragios’, el millonario tesoro del Galeón San José tiene un valor de entre 4.000 y 20.000 millones de dólares y su pertenencia se encuentra, en la actualidad, en medio de una disputa legal entre una empresa estadounidense y Colombia.

Ahora bien, la historia es mucho más compleja y hay circunstancias que pueden ser determinantes a corto plazo. Según la ‘BBC’, existen acuerdos internacionales cuyas reglas rigen una serie de partes del proceso de la búsqueda de tesoros.

“Es un panorama muy complejo”

Robert Mackintosh, abogado de la Universidad de Southampton, ha explicado al citado medio que “la decisión de quién tiene el derecho a quedarse con el valioso contenido de la nave tiende a ser tomada entre países bajo “la ley internacional”.

“Es un panorama muy complejo, ya que muchos estados y personas pueden tener intereses variados y frecuentemente rivales en el naufragio, intereses que tienen sus orígenes y diferentes conjuntos de leyes”, ha señalado este experto.

A tener en cuenta

Es el caso del dueño original de la embarcación, el cual tiene un derecho viable de propiedad. Eso sí, ese derecho puede ser reemplazado por el país que tiene el reclamo de las aguas territoriales donde se descubrió la nave naufragada.

En este contexto, cabe destacar que un documento de la convención de la UNESCO de 2001 sobre patrimonio cultural submarino incluye reglas que ayudan a llevar prácticas adecuadas para las excavaciones submarinas y guías que estipulan cuáles deben ser los certificados de las personas que participan en la conservación y manejo del sitio.

Situación actual

No obstante, ningún estado, organismo o privado, ha contactado a la entidad internacional para establecer una resolución de reclamos sobre naufragios. España, de hecho, también puede reclamar posesión sobre un naufragio si fue dueño de la embarcación.

También, ha habido casos en los que un país transfiere la posesión de una embarcación a otro país para que la nave sea expuesta en un museo. Todo este proceso puede complicarse según la ubicación del naufragio, sobre todo si yace en aguas territoriales de otro estado. Está por decidir.

¿Cómo se protege el patrimonio en una guerra?

Una organización, del carácter de la Cruz Roja, promueve la instalación de “escudos azules” para proteger el patrimonio cultural en zonas de conflicto. Su violación puede ser considerada un crimen de guerra.

Alberto Escovar, Arquitecto, exdirector de Patrimonio del MinCultura, actualmente en el Instituto Argamasa.

El ”escudo azul” es un emblema protector promovido por la organización del mismo nombre con la intención de alcanzar la relevancia de la Cruz Roja, pero para proteger el patrimonio de la humanidad, sin inmiscuirse con los bandos en conflicto que pudieran ponerlo en riesgo. La entidad toma su nombre del símbolo del escudo azul diseñado por el arquitecto polaco Jan Zachwatowicz (1900-1983), quien fue responsable de la restauración de los edificios arrasados durante la Segunda Guerra en su país.

En este punto es necesario recordar que tras el sitio de Varsovia, que culminó con la invasión alemana de Polonia en 1939, se reconstruyeron partes del casco antiguo, pero inmediatamente después del Levantamiento de Varsovia (agosto-octubre de 1944), el ejército alemán voló de manera sistemática lo que había quedado en pie. Al finalizar la guerra, el equipo de profesionales que lideró Zachwatowicz reconstruyó el casco antiguo, reutilizando el mayor número posible de ladrillos y piezas ornamentales que se rescataron en los escombros.

Fue idea suya utilizar un símbolo constituido por un escudo en punta, partido en aspa, de color azul ultramar y blanco, para señalar los sitios culturales protegidos y así evitar repetir la tragedia que su pueblo había vivido. Para aquellos que en medio de un conflicto ignoren este emblema y destruyan el sitio o monumento señalizado con él, se atienen a ser considerados como criminales de guerra y pueden ser juzgados por la Corte Penal Internacional de La Haya.

La destacada labor que adelanta esta institución lleva a preguntarse por qué el patrimonio llega a convertirse en un “objetivo militar”. Y una posible respuesta es que justamente al representar ese patrimonio la identidad, la historia y la diversidad cultural de una comunidad o de toda una nación, por esa misma razón, en medio de un conflicto entre dos naciones, está condenado a convertirse en un objeto de deseo para ser destruido.

El ejercito contrario sabe que con su destrucción su oponente pierde parte de la memoria de la nación que representa y por la que lucha. Por otro lado, quien sufre su pérdida le falla a sus antepasados y reconoce que su recuerdo y el de todos aquellos que lo antecedieron, se lo puede llevar el viento. Esta parece ser una lección que la humanidad tiene aprendida desde hace mucho tiempo.

En la península Ibérica, los árabes construyeron sus mezquitas sobre los templos visigodos y a su vez los cristianos al expulsar a los moros hicieron lo propio levantando sus iglesias. No se podía esperar que hicieran algo diferente de los españoles que al llegar a América construyeron sus ciudades y templos sobre los restos de los antiguos imperios indígenas. La capital de los Aztecas dio paso a la ciudad de México, la de los Incas a Cuzco y en los terrenos del Zipa se erigió Bogotá. Y así los ejemplos siguen y siguen casi al infinito y explica por qué los nazis dinamitaron Varsovia, como ya se mencionó, o por qué ahora los rusos se han ensañado bombardeando los centros históricos de Kiev, Ivov y Odesa.

Una situación semejante se está viviendo ahora mismo en la Franja de Gaza. De acuerdo con el Ministerio de Cultura palestino, alrededor de 24 centros culturales se han visto afectados. Entre ellos se puede mencionar el museo Al Qarara, que funciona en un inmueble que cuenta con columnas romanas de más de 5.000 años de antigüedad o las ruinas de un antiguo puerto fenicio.

Cualquiera como yo podría preguntarse ¿por qué a mí, como individuo que vive en una ciudad de América Latina, tendría que haberme afectado que los polacos perdieran su capital, que en este momento a los ucranianos les bombardeen el patrimonio cultural de sus ciudades o que los palestinos vean como se destruyen sus centros culturales y sitios arqueológicos? Quizás la respuesta más inmediata sería, a mí eso no me afecta nada.

Sin duda, parte de los problemas que vivimos hoy en día, por ejemplo con el ambiente, han tenido su origen en esta indiferencia con lo que sucede en otras latitudes. Es innegable que cuando vemos una botella de plástico que deposita el mar en una playa, por un momento podemos concluir que ese objeto no fue producido ni consumido en sus alrededores, sino que fue lanzado al agua por alguien, quizás a kilómetros de distancia, que no era consciente de que le ocasionaría un problema a otros que además no pueden sentarse a esperar 500 años para que ésta se disuelva.

Es evidente que cada acción nuestra en un lugar de la tierra tiene repercusiones en otro en eso que algunos han denominado el “efecto mariposa” y que explica por qué el aleteo de un insecto en una parte puede ocasionar un huracán que arrasa una población entera en otro sitio. Si ya tenemos esa conciencia con el clima, si ya sufrimos sus rigores cuando no cae una gota de agua del cielo o cuando empieza a llover y no vuelve a parar, y sabemos que somos responsables por la manera como nos comportamos con el planeta, ¿por qué entonces no tenemos la misma conciencia con esas obras colectivas de las que nos deberíamos sentir orgullosos y que hacen parte de nuestro patrimonio cultural sin importar el lugar geográfico donde se encuentren o haya sido gestadas? ¿No deberíamos sentir el mismo orgullo al ver una pirámide egipcia o mesoamericana? ¿No se nos estremece el alma al visitar los jardines de la Alhambra en Granada; Machu Picchu en el Perú o la Muralla China? ¿Y no nos debería afectar por igual lo que pasa con estos lugares? La respuesta obvia es que sí y fueron justamente los daños ocasionados al patrimonio los que llevaron en 1954 a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), menos de una década después de haber sido constituida, a redactar una convención en este sentido.

La Convención para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado que se firmó en ese año concluyó que como consecuencia del desarrollo de la técnica de la guerra, este patrimonio estaba cada vez más amenazado por la destrucción y que su pérdida o afectación: “constituyen un menoscabo al patrimonio cultural de toda la humanidad, puesto que cada pueblo aporta su contribución a la cultura mundial” y que era deseable que ese patrimonio contara con una protección mundial.

Este fue un primer paso para lo que sucedería en 1972 con la Convención de Patrimonio Mundial que lideró la misma Unesco para asegurar la conservación de esos bienes únicos e irremplazables de cualquiera que sea el país a que pertenezcan, y que llevó a crear la lista de Patrimonio Mundial en donde nuestro país tiene inscritos varios sitios culturales y naturales, como el centro histórico de Santa Cruz de Mompox, los parques arqueológicos de Tierradentro y San Agustín o el parque natural de Chiribiquete.

Pero es entendible que por múltiples razones, desde políticas, económicas, técnicas o simplemente temporales, el patrimonio cultural que no está inscrito allí no deja de ser importante y, en ese sentido, es loable y útil la creación en 1996 del Escudo Azul.

Hoy en día, esta entidad privada está adscrita a la ONU y considera que tanto las obras de arte como las bibliotecas y las colecciones científicas deben protegerse de todo daño evitable en medio de un conflicto. Para este año el Escudo Azul ya cuenta con 31 comités nacionales y viene trabajando desde hace años en varios países Latinoamericanos, como Argentina, en donde más de 40 lugares cuentan con la protección del Escudo Azul y van desde la Casa Curutchet en la Plata, obra emblemática de la arquitectura moderna diseñada por el arquitecto franco-suizo Le Corbusier, hasta el museo Sívori, que funciona en una antigua casa quinta en el tradicional barrio de Palermo.

La organización ha prestado asesoramiento también en Perú, Ecuador y Costa Rica. Esta es la segunda pregunta que alguien como yo podría hacerse. ¿Si en esos países que no tienen guerra ya se están empleando acciones para proteger su patrimonio, por qué en nuestro país, que sí vive en medio de un conflicto, no tenemos ningún lugar señalizado con un Escudo Azul? ¿No haría falta contar con una organización de estas características en nuestro medio? Sin duda, la respuesta sería de nuevo sí.

Si bien es cierto que en nuestro país el patrimonio cultural protegido no se ha visto seriamente afectado por el conflicto armado, el resto que por el contrario no está protegido legalmente, sí ha sufrido daños. Por eso, esperar a que nuestras instituciones públicas encargadas de velar por la protección del patrimonio solo se limiten a defender aquel patrimonio que ha sido identificado y declarado como tal, nos enfrenta a la pérdida de un acervo cultural cuya desaparición nos afecta y que cada individuo o comunidad debería involucrarse en su defensa. Al final, más allá de contar o no con un adversario que se encargue de hacerlo por nosotros, quizás el mayor enemigo en la defensa de ese patrimonio cultural somos nosotros mismos con nuestra indiferencia.