El Museo Olsacher de Zapala suma una nueva especie a su colección

El Museo Olsacher de Zapala (MOZ) continúa ampliando su colección de fósiles. Recientemente sumó una nueva especie de ictiosaurio –reptil marino- denominado Catutosaurus gasparinae, proveniente de la Formación Vaca Muerta.

Hace varios años el material se encuentra depositado en el MOZ. Se trata de un ejemplar casi completo que, por su excelente grado de preservación, permanece en las salas de exhibición del Museo y es una de las principales piezas de atracción.  Recientemente ha sido reestudiado bajo la dirección de la Dra. Marta Fernández, del Museo de La Plata.

Respecto a la pieza, el director del MOZ, Alberto Garrido, indicó que “sumar nuevos holotipos al museo es una gran satisfacción, es un gran logro institucional ya que enriquece las colecciones a nivel científico”. Y agregó: “En este caso se demuestra que el estudio de los fósiles es dinámico, constantemente se van reestudiando fósiles cuando los casos así lo ameritan, y también eso nos permite afinar algunos conceptos”.

Garrido destacó la colaboración entre el Museo de La Plata y el Museo Olsacher de Zapala, al comentar que “desde hace varias décadas están trabajando en conjunto y muy específicamente con reptiles marinos”.

Cabe destacar que el trabajo fue publicado la semana pasada en la revista científica Journal of Vertebrate Paleontology, en el cual participó Garrido, como parte del Museo Provincial de Ciencias Naturales “Prof. Dr. Juan A. Olsacher” que depende del Ministerio de Energía y Recursos Naturales, la Dra. Marta Fernández y el Lic. Lisandro Campos de la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata, el Dr. Erin Maxwell del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart (Alemania), y el Centro de Investigación en Geociencias de la Patagonia – CIGPat (Universidad Nacional del Comahue).

El hallazgo en una cantera minera

Según los registros, el espécimen fue donado por el ciudadano José Mallid Jalil en el año 1985, quien en su momento era titular de la cantera de piedra laja en la zona de Los Catutos, al suroeste de Zapala. En 1960, la familia Jalil -reconocida en el sector minero- empezó a extraer este tipo mineral y en 1969 instaló la primera cortadora de piedra laja.

Al respecto, Garrido, resaltó que “no deja de ser un hecho loable de la persona que hizo esta donación ya que pondera la responsabilidad que tiene que tener la población ante el hallazgo de restos fósiles”.

Antecedentes

En 2013 se realizó un estudio completo de la pieza y los investigadores lo atribuyeron a un ejemplar juvenil de oftalmosáurido: una familia de ictiosaurios que poblaron las aguas de los antiguos mares jurásicos alrededor del mundo.

Los avances en el conocimiento de estos antiguos reptiles marinos permitieron que -en este nuevo estudio- se reconozca y defina a este ejemplar como un nuevo género y especie. Su nombre genérico hace alusión a su localidad geográfica de procedencia: Los Catutos; en tanto su epíteto específico se estableció en honor a la Dra. Zulma Gasparini, paleontóloga argentina de amplio reconocimiento mundial y que desarrolló numerosos trabajos en el ámbito de la Cuenca Neuquina.

El nivel de procedencia de Catutosaurus, corresponde a depósitos de las denominadas “calizas litográficas” del Miembro Los Catutos, perteneciente a la Formación Vaca Muerta con una edad adjudicada al Jurásico Superior.

Recuperado de Noticias Deneuquen (2021). 

Barbosa: concluyó inventario sobre museos de Puebla, “nos vamos a sorprender”.

El inventario de las piezas de los más de 20 museos pertenecientes al Estado de Puebla ya se concluyó, informó el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, quien dijo que será dado a conocer el próximo martes 22 de junio. “Nos vamos a sorprender”, afirmó. 

Acompañado virtualmente por el titular de la Secretaría de Cultura (SC) de Puebla, Sergio de la Luz Vergara Berdejo, señaló que esta es la primera vez -apoyado por la Secretaría de Función Pública-, que se hace un inventario de este tipo sobre el patrimonio material con el que cuenta el gobierno estatal. 

“Hay hallazgos importantes que se darán a conocer el próximo martes Es la primera parte de una ruta hacer el inventario de los museos que se hace por primera vez, (para saber) cuántas piezas tienen los museos de Puebla; nos vamos a sorprender”, dijo en la videoconferencia de prensa de este 15 de junio. 

Barbosa Huerta acotó que los acervos de los museos se han “manejado con un descuido enorme”, por lo que aseguró “se van a tomar acciones para tener un control exacto de las piezas y de los faltantes”. 

Como ejemplo, está el caso del Museo Internacional del Barroco construido en la administración del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, construido por el arquitecto Toyo Ito, que representa una deuda superior a los ocho mil millones de pesos y requiere alrededor de 31 millones de pesos mensuales para su operación. 

“DeMuseo Barroco y del fraudesote con dinero público para adquirir acervo, con 300 millones que se dieron se ocuparon 30 y tantos millones de pesos, y lo demás ´Good bye´”, refirió el mandatario estatal. 

Destaca que en febrero de este 2021, el titular de Cultura denunció el robo, expolio sistemático e intercambio de piezas en espacios como el MIB o la Biblioteca Palafoxiana, además de cambios en los números de inventarios. Asimismo, informó sobre la notificación a la Auditoria Superior del Estado y a la Secretaría de Función Pública de 50 contratos celebrados por 16.7 millones de pesos que no presentan información competente y relevante.
 
De paso, refirió a las fallas en la construcción de museos detectables al momento de entrega, aumento y opacidad en costos de adquisición de obra. Como ejemplo, es la construcción del Museo de la evolución de Tehuacán, abierto también en la administración de Rafael Moreno Valle, el cual presenta deterioros que se “presentaron casi al momento de su entrega”. En este recinto se buscan los 150 minerales fluorescentes incluyendo un meteorito que supuestamente fueron adquiridos para formar parte de la museografía, y que incluso, según documentación, están en “préstamo”.
 

Continúa la refacción edilicia del museo Roverano

El Municipio de Quilmes informa que siguen avanzando las obras de refacción edilicia en el Museo de Artes Visuales Víctor Roverano, ubicado en la calle Rivadavia 498 esquina Pringles, del centro de Quilmes, que son financiadas por el Fondo Educativo.

“Este es un lugar que encontramos completamente abandonado, con un montón de mobiliario amontonado y en mal estado. Y ahora, por primera vez vamos a tener un espacio con las instalaciones necesarias para desarrollar las actividades del Taller de Muralismo y de los Talleres Barriales”, expresó la secretaria de Desarrollo Urbano y Obra Pública, Cecilia Soler.

En este marco, la intervención incluye la reparación de filtraciones en la cubierta y la construcción de un Salón de Usos Múltiples (SUM) con equipamiento y sanitarios. A su vez, se creará un Taller de Muralismo, por lo que se pondrá en valor un espacio del museo, en donde se realizarán tareas en los sanitarios, como cerámicos, artefactos y griferías nuevas.

Esta tarea también abarca la reparación de las instalaciones, la colocación de nuevas luminarias LED y de equipos de aire acondicionado, al mismo tiempo que se realizarán trabajos de pintura en ambos espacios. Se estima una totalidad de 250m2 en intervenciones y mejoras.

Desde la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obra Pública, a cargo de Cecilia Soler, se destaca que en las tareas se llevan adelante la supervisión de la ejecución y la implementación de las medidas de Higiene y Seguridad, dispuestas por el Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, en el marco de la pandemia COVID-19. 

Recuperado de La Noticia del Quilmes (2021).

La deuda colonial de los museos Una conversación con Walter Mignolo y Francisco Carballo

El pasado mes de abril, el gobierno alemán anunció la devolución de los llamados “bronces de Benín” a Nigeria. Producidas entre los siglos XVI y XVIII para decorar el palacio del Reino de Benín —en territorio que hoy pertenece a Nigeria—, estas afamadas piezas de arte africano viajaron a Europa durante el siglo XIX tras ser saqueadas por colonialistas de Gran Bretaña. La mayoría fueron a parar al Museo Británico, pero una de las colecciones más completas de estas obras de latón (cuatrocientas, para ser exactos) terminó en el Fórum Humboldt de Berlín y otras fueron desperdigadas entre distintas instituciones alemanas. La noticia de su restitución marca un “hito histórico” en cuanto a la responsabilidad moral de las grandes potencias coloniales de Europa, como lo expresó la ministra de cultura alemana, Monika Grütters, y volvió a incendiar la conversación en torno a la descolonización de sus museos. Al mismo tiempo, en México veíamos, nuevamente, que se llevaban a cabo subastas de antigüedades prehispánicas en Estados Unidos y Francia, organizadas por las casas de subasta más prestigiadas del mundo y en complicidad con los gobiernos de sus respectivos países, que hacían oídos sordos a los reclamos del gobierno de la República o encontraban cualquier excusa posible para no entrometerse. Si bien las historias de saqueo y robo que involucran a la producción artística de países colonizados no siempre tienen un final feliz para los agraviados, lo cierto es que el tema ha cobrado cada vez más importancia en el debate público.

En un año de tanta agitación en torno a nuestro propio pasado colonial —con la remoción del Colón de Reforma, el cambio de nombre de la avenida Puente de Alvarado y la campaña #PoderPrieto en redes sociales—, El Museo Universitario del Chopo organizó una serie de conferencias y mesas virtuales bajo el título Arte, política y contracultura, para fomentar la discusión en torno al quehacer museístico. Una de las charlas más esclarecedoras fue la que entablaron Walter Mignolo, académico y director del Centro de Estudios Globales y Humanidades en la Duke University, y Francisco Carballo, codirector del Centro de Estudios Poscoloniales de la Universidad de Goldsmith en Londres. Bajo el título “El cambio de época y la descolonización de los museos”, los especialistas en estudios poscoloniales problematizaron el museo como un proyecto colonial en sí mismo. A propósito del tema, entablé con ellos lo que Mignolo definió como una metaconversación sobre aquella charla, para puntualizar cómo esto impacta en los museos latinoamericanos.

Para muchos de nosotros, el museo podría parecer a primera vista un espacio neutral, abocado simplemente a la conservación, investigación y divulgación del patrimonio, llámese artístico, histórico, arqueológico, antropológico, etcétera. Son espacios que disfrutamos, de goce estético, de esparcimiento y de reflexión que, además, fomentan nuestra apropiación de eso que vemos montado en muros y vitrinas como un reflejo de quiénes somos. Vistos sólo de esa manera, pensaríamos que su trabajo es un esfuerzo loable que debemos apoyar y defender a toda costa; no se nos ocurriría cuestionar que sean cualquier cosa excepto entidades inocuas. Pero si se le ve de cerca, el museo es la institución que sostiene el orden occidental y, por lo tanto, colonial.

Para Mignolo la pregunta que debemos empezar a plantearnos es qué función han tenido los museos en el patrón colonial de poder. Si rastreamos la historia del museo, su genealogía está en los gabinetes de curiosidades del siglo XVIII, donde se exponían toda clase de objetos y que derivarían en los museos de historia natural, de arte y de etnografía. “Estos últimos se tienen que ver más específicamente con relación a la colonización, cuando los viajeros saquean o compran. De esta manera, los grandes museos de Europa —el Museo Británico, el Louvre, etcétera—, tienen que ver con la expansión colonial, pero también con la fundación de la idea misma de Europa”, asegura Mignolo. Por otro lado, para el argentino, los museos de historia natural “están relacionados con la idea que Europa tiene del Nuevo Mundo, refuerzan esa imagen de un mundo nuevo en relación al viejo”. Es precisamente por esta turbulenta historia que debemos comenzar a cuestionar lo que el museo representa, el cual, siguiendo a Mignolo, es junto con la universidad una de las “dos instituciones seculares que controlan el conocimiento y la sensibilidad; es decir, los museos no solo están relacionados con el saber sino con los valores estéticos”.

¿Qué significa esta historia para el contexto latinoamericano? No es arriesgado afirmar que el museo ha contribuido a perpetuar dinámicas coloniales en nuestras sociedades en la medida en que ha creado un imaginario sobre los territorios colonizados, pero sobre todo porque aún en América Latina opera bajo los mismos códigos que están cimentados en ese orden colonial y occidental que señala Mignolo. Carballo resalta la idea que Mignolo propuso en El Chopo del museo latinoamericano como una sucursal del museo europeo, característica que para él es particularmente significativa en México. “El primer museo de México es de 1790. Se crea en el espíritu de Humboldt; es decir, con la idea de ir a descubrir el continente, pero no necesariamente por un orgullo, sino con la intención de hacer un nuevo catastro del territorio. La segunda etapa del museo es la consolidación del estado nacional. Después del museo de historia natural viene el museo de historia del arte y, en ese sentido, es un museo que trata de enfatizar la modernidad de los países americanos con todos estos pintores que se forman en Europa y regresan a pintar los paisajes locales; ahí es donde empieza a contruirse esta identidad nacional a través del arte. Entonces el museo es como una importación de la modernidad y después es una forma de solidificar el estado nacional”, apunta.

El tercer capítulo de esta historia lo ubica Carballo en las postrimerías del siglo XX y los primeros años del XXI, con la creación del museo neoliberal. México dejó de voltear a ver a Eruopa e hizo de Estados Unidos su modelo a seguir. Comenzaron a proliferar los museos privados, creados a partir de colecciones de empresarios. “Esa también es una sucursal del museo occidental —considera el académico mexicano—  [y], de esta manera, se puede trazar la historia de América Latina a través de sus museos y, en ese sentido, su historia colonial”.

En el museo se consolida entonces la idea de modernidad, cimiento del colonialismo y la cultura occidental. “El museo ayuda a ver estas etapas históricas que son la calca de la modernidad occidental —considera Carballo— es una de las instituciones más consecuentes con esta idea de copiar la experiencia de la modernidad, traerla a nuestros países. Todo país que se respete debe tener un museo nacional y debe tener una proliferación de museos; cada pueblo chico o ciudad mediana debe tener un museo a escala de la población. Así como hay una carretera o un auditorio, tiene que haber un museo; es una infraestructura absolutamente necesaria para dar la impresión de que hemos alcanzado la modernidad”. Mignolo coincide: “no queremos estar rezagados del progreso y no queremos que nos vean como incivilizados”.

Las propias instituciones que regulan y supervisan el actuar de los museos también, de cierta forma, perpetúan estas dinámicas coloniales. Pensemos, por ejemplo, en la UNESCO o en el ICOMOS. Ambas siguen imponiendo una visión occidentalizada de lo que un museo debe ser o no, y a partir de ésta marcan las pautas para su operación, tema que Carballo señaló en la conferencia. Sin embargo, el hecho de que semejantes discusiones existan, como lo propone el Museo del Chopo, muestra un cambio de época. Para Mignolo, es una realidad contundente: “lo que está pasando ahora es una toma de conciencia de que el museo desnuda su propia colonialidad”, afirma. En ese sentido, así como hay una trampa velada en el actuar de las instituciones internacionales, Carballo añade otra en la que considera que no debemos caer: que sean los europeos quienes ahora nos enseñen cómo descolonizarnos. Aunado a esto, habría que considerar los alcances de sus prácticas en este sentido. Es cierto que los museos de las grandes potencias imperiales de Europa han iniciado ejercicios interesantes de descolonización, precisamente en el tenor de esta toma de conciencia de la que habla Mignolo, sin embargo, hay aún límites. “Esas instituciones tienen apetito de contratar gente que aporte una crítica al museo y la dejan hacerla, pero hasta cierto punto —considera Carballo— [pues] esas estrategias no cuestionan el ente museo, entonces no se cambian en realidad los términos de la conversación en un sentido amplio y, sin embargo, el museo puede vestirse en las túnicas de la pureza descolonial. Ahí hay un problema. Algo se gana, evidentemente. No es que sea una cuestión perdida, pero son esfuerzos algo tímidos. Curiosamente, el problema con ello es que después puede volverse otra forma de imperialismo cultural. Es decir, la modernidad imperial descoloniza y nuestra modernidad periférica aún no entiende que hay que descolonizar y ahí hay un peligro”. “Tenemos que estar insistiendo en la necesidad de cuestionar la institución museo porque si no se convierte en el salvador de los mismos desastres que produjo”, puntualiza Mignolo.

¿Cómo romper entonces con la lógica colonial y occidental de los museos? Para Mignolo, lo que hace falta es sacudir los cimientos de lo que él llama la entidad museo, es decir, la idea misma del museo. Esto no es un tema aislado, sino que se inserta en una conversación mucho más amplia que abarca los cuestionamientos recientes al racismo y a la construcción de una narrativa histórica desde perspectivas colonialistas. En México, el debate sobre los monumentos y las calles que, en esta cuenta regresiva a la conmemoración de los quinientos años de la caída de Tenochtitlan, ha generado una acalorada polémica. “Para mí esto también tiene que ver con esa idea de que debemos dejar las estatuas, el pasado es el pasado, así ocurrió. Tenemos que cuestionar eso, pero tenemos que cuestionar también la historia que construyó ese pasado, eso es fundamental”, opina Mignolo. A propósito de este debate, recordó también la conversación que surgió en Estados Unidos a partir del asesinato de George Floyd: “Cuando la cuestión de las estatuas [confederadas] en Estados Unidos, recuerdo a una periodista afroamericana que decía que tirar abajo las estatuas es cuestionar la historia; es decir, no contar una nueva historia, que es importante, pero cuestionar la historia y cómo se construyó, porque ese es el pasado de acuerdo a cierta narrativa. Recuerdo también a un hombre blanco que decía que está bien tirar las estatuas de los founding fathers, pero ojo: los founding fathers escribieron la constitución”. En el caso de los museos, no sólo se trata de modificar los discursos curatoriales o proponer nuevas narrativas en torno a las colecciones; hay que ir más allá de las cédulas y plantear un verdadero cuestionamiento lo que el museo representa.

Hay caminos posibles para lograr ese cuestionamiento de raíz o, por lo menos, para modificar los términos de la conversación. Carballo ve una salida desde lo que él llama la lógica del parásito: “hay que entrar como parásito, usar el museo y aprovechar algunas de sus facultades. En ese sentido, es importante restituir culturas, lenguajes, conocimientos. En buena medida, la nueva política pasa por la restitución de todo aquello que fue destituido por la colonización y entonces ahí la institución museo funciona bien, precisamente porque es institución, porque tiene el peso simbólico de la institución”. Otra alternativa, desde la perspectiva de Mignolo, es el museo comunitario o ecomuseo, de acuerdo al término propuesto por Hughes de Varine-Bohan, que supone el uso de esa misma institucionalidad por parte de una comunidad a partir de estrategias autogestivas y en una búsqueda de autoconocimiento. Mignolo considera que “son museos de memoria, de constitución de la sensibilidad de gente que sólo iba al museo a ver las grandes obras de los otros”.

Para profundizar en esta problemática, el argentino destaca una cuestión fundamental sobre la función tradicional del museo: “el museo está montado sobre objetos, sobre la sacralización de los objetos y el objeto es básico en la cosmología de occidente”. El museo comunitario, de cierta forma, revierte esa lógica y, por lo tanto, al orden occidental del museo; rompe con las dinámicas colonialistas porque el museo deja de ser el ente que tradicionalmente observa a esas comunidades: “El museo los ha estado usando y ahora la gente empieza a usar al museo. Ya no se trata de traer los objetos de seres extraños y exóticos, sino a las personas, que tienen sus saberes y tienen cosas que decir”. Si bien los museos comunitarios no cuestionan a la institución, tanto Mignolo como Carballo ven en esos esfuerzos una posible alternativa para la descolonización de los museos, pero también para su desoccidentalización. En este sentido, el uso del museo se vuelve muy significativo: “usan el museo para poner sobre la mesa lo que la institución museo, con todas sus regulaciones, criterios estéticos e históricos, dejaba fuera: lo popular, es decir, lo que era significativo para mucha gente. Ahora esa mucha gente tomó sus destinos en sus propias manos y creó museos o hizo intervenciones a los que ya había,” considera Mignolo. Por otro lado, Carballo afirma que el uso del museo desde una perspectiva descolonial es importante “a sabiendas de las limitaciones —muy grandes— que tiene. Al final de cuentas, el trabajo fuerte es cómo podemos cambiar la conversación y quizás, si es necesario pensarlo, salir del museo y dejarlo atrás. No es una conversación para hoy, pero es algo que quizás hacia el futuro debemos tomar en cuenta”.

Los museos cumplen un rol de primera importancia en la conformación de nuestro imaginario y, por lo tanto, tienen una responsabilidad moral que atender. Esa función social los obliga a cuestionar su impacto en la consolidación y continuación de sistemas coloniales y racistas en nuestras sociedades. En ese sentido, explicar el origen colonial de una pieza o restituir obras de arte saqueadas en contextos de colonialismo tiene gran valor simbólico, pero no podemos aceptarlo como única alternativa. No se trata de sólo cambiar los contenidos, sino la institución. Como concluye Mignolo, “no podemos perder el horizonte de constantemente cuestionar los términos y poner nuevos, crear nuevas conversaciones, como estamos haciendo ahora. Lo que estamos cuestionando es la idea de museo o la entidad museo y cómo usarla. Esto ya está en marcha y va a crear conflictos, pero es inevitable; es decir, los privilegios no se pueden mantener para siempre, no son eternos, no fueron dictaminados por el Señor”.

 

Recuperado de Vecka Duncan (2021).

Museo Soumaya exhibirá pintura inédita de Diego Rivera que se creía que era falsa

Condenado a permanecer oculto porque la crítica de arte Raquel Tibol cuestionó su autenticidad, durante más de una década el cuadro Peregrina tlaxcalteca que Diego Rivera pintó en 1946 estuvo resguardado en las bodegas del Museo Soumaya. El equipo del recinto decidió realizar una investigación y recopiló información para demostrar que la pintura sí es de Rivera. Finalmente, Alfonso Miranda Márquez, director del Museo Soumaya, encontró una prueba más para argumentar que la pieza es de la autoría del muralista mexicano (Guanajuato, 1886-Ciudad de México, 1957). 

En su afán por fortalecer la colección, Miranda Márquez sostiene que no es resultado de un acto de fe, sino de una investigación con la que se logra comprobar que dicha obra es de la paleta de Diego Rivera. Una vez demostrado lo anterior, anuncia a MILENIO que por primera vez la pintura se mostrará en una exposición, la cual será organizada próximamente en el Museo Soumaya Plaza Loreto. 

“No es un lindo Diego, tengo que decirlo, pero eso no importa, es un Rivera. Que la obra no tenga todos los elementos simbólicos del artista, es lo de menos, hoy está documentada la existencia de esa pintura y hay pruebas de que se colgó en la muestra inaugural del Museo de Arte Moderno, el 20 de noviembre de 1964, y eso no es cosa menor”, aclara el historiador. 

El hallazgo

Siempre con la mirada atenta, el director del Soumaya relata que un día, al estar revisando un acervo, se encontró con una sorpresa: “cuando veo la foto de Peregrina tlaxcalteca colgada en el Museo de Arte Moderno, con una carta de Misrachi que la identificaba, me dije: ¡esta es la obra!”. Miranda Márquez supo de la polémica protagonizada por Raquel Tibol (Argentina, 1923-Ciudad de México, 2015) alrededor de esta obra comprada en Estados Unidos, como parte del programa de repatriación de obra de la Fundación Carlos Slim, ya que tiene 18 años de laborar para esta institución. 

Recuerda que les cuestionaron con vehemencia que ese cuadro era falso. Incluso la historiadora de arte Tere del Conde (Ciudad de México, 1938-2017), opinó que “era un falsísimo” y cuando se le informó que se investigaría a profundidad el caso, respondió que ella no creía en las indagaciones a menos que las hiciera alguno de sus alumnos, cuando el propio Miranda Márquez fue su discípulo. De igual forma, la propia Raquel Tibol manifestó que estaba en duda la autenticidad de la pieza, por lo que expresó que ella no la expondría nunca. Por esas circunstancias, refiere el especialista, el Museo Soumaya nunca la había mostrado al público. Recientemente Miranda Márquez dio con parte de la historia de esta obra donde menos se lo esperaba, en el acervo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, mismo que está conformado por cientos de documentos, entre los cuales ocupa un lugar muy especial el archivo del Museo de Arte Moderno. 

La obra cuesta más de 278 mil dólares

La obra Peregrina tlaxcalteca, de Diego Rivera, de 67 por 48 centímetros, está identificada por el Museo Soumaya con el número 38908, es un óleo sobre lienzo con marco de madera tallada con aplicación de hoja de oro, de 101.5 por 81.2 centímetros, firmado en la parte superior izquierda y con la fecha de 1946. MILENIO consultó el catálogo de la casa de subastas Sotheby’s del 26 de mayo de 2011, donde se informa que Peregrina Tlaxcalteca se vendió en 278 mil dólares, aunque tuvo un monto de salida de 250 mil a 300 mil dólares. Sotheby’s sustentó que la obra aparece en el libro Diego Rivera: pintura de caballete y dibujos, editado por el Fondo Editorial de la Plástica Mexicana en 1979, así como en Diego Rivera: catálogo general de obra de caballete, edición del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes en 2003. Pero no siempre las obras de Diego Rivera se han vendido como pan caliente. De acuerdo con la agencia AFP, en mayo de 2001 Sotheby’s de Nueva York no pudo rematar los cuadros Peregrina tlaxcalteca y Juana Rosas. Según la casa subastadora, por ser patrimonio nacional de México, de ser adquiridos no podrían salir del país, lo que ahuyentó.

La protección del patrimonio cultural como forma de contribuir a la política de promoción de DD.HH

Funcionarios y referentes en DD.HH de la región se reunieron hoy en la jornada pública “Protección del Patrimonio Cultural vinculado con Derechos Humanos. Experiencias Mercosur” y repasaron los avances de la postulación del Museo Sitio de Memoria ESMA a la Lista de Patrimonio Mundial de Unesco.

En un debate que se realizó por medios electrónicos, los participantes abordaron “la importancia de consolidar políticas públicas” y alentar la “protección del patrimonio cultural” como forma de promover los pilares de Memoria, Verdad y Justicia, indicaron fuentes de esa entidad.

“Así como el Plan Cóndor tuvo un proceso muy aceitado en nuestros países, es muy importante que podamos intercambiar experiencias entre los países vecinos, compartir avances y retrocesos y trabajar para consolidar políticas públicas vinculadas a los Derechos Humanos del hemisferio Sur de nuestra querida Patria Grande”, expresó el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti en el encuentro.

El funcionario estuvo encargado de la apertura de la jornada y destacó el camino encarado por Argentina en materia de Derechos Humanos desde el 2003, “así como la resistencia del pueblo argentino ante los intentos por desviarlo”.

También participó el subsecretario de Asuntos de América Latina de Cancillería, Juan Valle, quien destacó “el esfuerzo conjunto por reunir a expertos que piensen sobre cómo la protección del patrimonio cultural puede contribuir a consolidar la política de promoción y protección de todos los Derechos Humanos en nuestra región”.

Además postuló que “Argentina ha desarrollado una política de estado basada en los pilares de Memoria, Verdad y Justicia” y que las candidaturas del Museo Sitio de Memoria ESMA a la Lista de Patrimonio Cultural del Mercosur y del Patrimonio Mundial de la Unesco se enmarcan en ese camino.

También fueron invitados a esta jornada la Secretaria Ejecutiva del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur, Ariela Peralta; el vicepresidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) Leonardo Castriota, y la directora nacional de Gestión Patrimonial del Ministerio de Cultura de Argentina, Viviana Usubiaga y la directora Ejecutiva del Museo Sitio de Memoria ESMA, Alejandra Naftal.

“Los Sitios de Memoria pueden contribuir a la transmisión de memorias colectivas, pero además son herramientas útiles y fundamentales para una pedagogía que favorezca la garantía de no repetición de los hechos que allí ocurrieron. Contribuyen, además, a restablecer la dignidad de las víctimas”, sintetizó Peralta.

Restauraron último puente colgante inca construido hace 500 años en Perú

El puente colgante Q’eswachaka, que data del imperio inca en Perú y cuyo ritual de conservación es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, fue restaurado por pobladores tras colapsar en marzo pasado por la falta de mantenimiento debido a la pandemia de coronavirus, informó el Gobierno regional de Cusco.

La renovación del puente peatonal ocurre cada año, entre los meses de mayo y junio, pero el confinamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus en marzo de 2020 impidió la labor, lo que provocó su deterioro y caída el 23 de marzo pasado.

La pasarela y barandilla de sogas de fibra vegetal fue restaurada en su totalidad por centenares de campesinos del aledaño distrito de Quehue, en Cusco, quedando listo para su uso desde el miércoles pasado, luego de permanecer tres meses fuera de servicio, informó la agencia de noticias AFP.

El trabajo comunal involucró a 1.000 hombres y mujeres, quienes se repartieron las tareas: mientras los hombres se encargaban de armar la estructura, casi suspendidos en el aire, las mujeres tejieron y entrelazaron las sogas en tierra firme durante tres días.

El gobernador de Cusco, Jean Paul Benavente, afirmó que “gracias a la labor que desarrollaron los pobladores de Quehue, las generaciones heredarán los conocimientos y sabidurías ancestrales para conservar el puente Q’eswachaka, símbolo de la extraordinaria ingeniería inca que sorprende al mundo”.

“Nuestros ingenieros andinos se encargan de tejer el puente; están colgados, no usan arnés. Toda la población tiene mucho respeto y admiración por ellos”, dijo el alcalde de Quehue, Mario Tacuma.

El puente está ubicado en Quehue, sobre el caudaloso río Apurímac, a 3.700 metros de altura, y su estructura es de 28 metros de largo y poco más de un metro de ancho.

El Q’eswachaka fue construido por los incas hace más de 500 años como parte del Qhapaq Ñan (camino inca) y es el único que sobrevive gracias a la perseverante e infatigable labor de las cuatro comunidades quechuas.

Este puente es el único de su tipo que se conserva y que ha mantenido su estado original, de generación en generación, por más de cinco siglos.(Télam)

Recuperado de El Periodista (2021)

Roban piezas de un museo y los vecinos ayudan a buscarlas

Fue en el histórico museo regional de Malargüe, al sur de la provincia de Mendoza; los objetos tienen más de dos mil años.

Había diferentes tipos de pipas

Fue en el histórico museo regional de Malargüe, en el sur de la provincia de Mendoza; son objetos arqueológicos de hasta 2000 años de antigüedad.

MENDOZA.– Un robo inesperado, que altera y conmociona a un pueblo sureño, alejado de la capital provincial. Así viven estas horas los habitantes de la tranquila ciudad de Malargüe, a más de 320 kilómetros del centro mendocino. El histórico Museo Regional Jorge Luna fue violentado por un grupo de delincuentes que se llevó piezas arqueológicas invaluables, de hasta 2000 años de antigüedad.

Ya se inició una investigación para intentar dar con los responsables del golpe; lo llamativo es que personal de seguridad que se encontraba en un edificio aledaño no se percató del accionar de los ladrones, quienes ingresaron durante la madrugada del martes rompiendo rejas, vidrios y candados. En tanto, las autoridades comunales, de la mano de la Dirección de Patrimonio de la provincia, lanzaron una campaña de búsqueda, con la ayuda de los vecinos, para que puedan brindar datos certeros. “El impacto es muy grande en la sociedad; ha sido un robo significativo. Se han llevado piezas arqueológicas invaluables y trascendentales. Todo está en investigación. Ya hemos dado aviso a las autoridades provinciales, a los puntos limítrofes y a las fuerzas de seguridad. Se están levantandopruebasquepuedanayudar a esclarecer el hecho”, contó a la

Facundo Lineros, director nacion de Cultura de Malargüe. Incluso ya se hicieron los contactos pertinentes para advertir de la situación a Interpol.

El funcionario indicó que comenzaron un plan de difusión de las piezas sustraídas para que los vecinos puedan aportar información concreta. “Invitamos a todos los que puedan tener datos que los hagan llegar a la Dirección de Cultura del departamento”, destacó Lineros, quien aseguró que se está invirtiendo en cámaras de seguridad para reforzar la vigilancia en el lugar, luego de que los delincuentes vandalizaran los accesos del museo.

Entre los elementos robados, se encontraban más de 20 puntas de flechas, collares con cuentas de piedras y caracoles, adornos de latón, pipas, tembetás, agujas de hueso de choique y varios objetos no solo de los pueblos originarios, entre ellos puelches y pehuenches, sino de poblaciones de hasta 2000 años de antigüedad, además de monedas y puntas de lanza de la época de la colonia.

El museo está ubicado en la antigua estancia La Orteguina, una casona de finales del siglo XIX con habitaciones continuas con puertas principales que dan a una galería en común. Pegadas a esas salas de exposición hay oficinas de investigación de técnicas en arqueología y biología. Además, aledaño al lugar, está el mercado artesanal. La mañana del martes, la bióloga que llegó primero al lugar se encontró con el lamentable escenario: todo el museo revuelto y varias piezas históricas faltantes, además de una cámara fotográfica y estufas eléctricas.

Por su parte, Francisco Parada, coordinador de la Dirección de Patrimonio de la comuna sureña, mostró su malestar con lo ocurrido en el emblemático espacio de la cultura local. “Es un triste acto de vandalismo y robo. Más que valor económico, es un ataque al valor patrimonial, de la cultura de Malargüe, sobre todo por lo que significa encontrar restos arqueológicos”, indicó.

“Nos sirve ahora dar difusión a lo ocurrido para estar alertas por si hay ventas de estos objetos”, comentó Parada, a la espera de que se logre recuperar parte de la historia del departamento sureño.

Recuperado de La Nación (2021)

La razón de ser de las Áreas Silvestres Protegidas Estatales

Por nuestra naturaleza y bellezas escénicas somos un país rico. Poseemos una enorme e invaluable riqueza natural que nos permite hoy en día recibir grandes beneficios biofísicos (agua, aire, suelo, biodiversidad), beneficios socio-económicos (ingresos por turismo, pago de servicios ambientales) e intangibles (beneficio mental y espiritual). Nuestra industria turística y nuestra imagen y liderazgo mundial en este campo, dependen sin duda de esa rica y diversa naturaleza.

Debido a presiones y tendencias históricas destructivas, como la deforestación o la cacería, nos hemos visto en la necesidad, a veces con carácter de urgencia, de proteger y resguardar gran parte de esa naturaleza. Esa necesidad de protección surge entonces fundamentalmente por la existencia de una amenaza o una fragilidad ambiental que obliga a tomar medidas para evitar o restringir acciones humanas que puedan afectar o degradar dichas áreas del territorio nacional.

Es así que se han establecido diferentes categorías de protección, denominadas áreas silvestres protegidas, con lo que hoy en día contamos con un 25% de nuestro territorio protegido con alguna categoría de ASP, tanto estatales como privadas. Estas van desde las más restrictivas, como los parques nacionales y las reservas biológicas, hasta otras con menores restricciones, como las reservas forestales o las zonas protectoras.

 

En particular, para el Patrimonio Natural del Estado (PNE), que abarca ASP y bosques estatales, es apropiado y necesario que se hayan establecido restricciones de uso, limitando las actividades humanas a ecoturismo, investigación y educación ambiental, según el artículo 18 de nuestra ley Forestal, en aras de la salvaguarda de estos sitios. Recientemente se agregó el tema de acueductos, lo cual puede ser discutible. Hoy en día, nuestro ordenamiento jurídico contiene elementos que favorecen en forma amplia la protección de estas importantes áreas, en consonancia con el derecho constitucional a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Por lo tanto, la conservación de estos territorios no responde a visiones románticas ambientalistas como creen algunos, sino a un uso apropiado del territorio, a una necesidad ambiental, a un marco jurídico consolidado y al logro una mejor calidad de vida integral para las actuales y futuras generaciones.

Resultan entonces totalmente improcedentes e inadecuados los reiterados intentos por parte de ciertos sectores que con visiones desarrollistas y aperturistas pretenden modificar nuestro marco jurídico, con proyectos de ley o políticas públicas para abrir los parques nacionales y otras áreas del PNE, para desarrollar infraestructura, entre ellas geotermia, hidroeléctricas, carreteras, turismo masivo, petróleo, forestal, etc. Esta ha sido la tónica de los últimos 20 años en cada administración legislativa, intentos reiterados por destruir la visión del PNE y de las ASP estatales que ha imperado hasta ahora. El último intento se incluye en el proyecto de ley denominado DUA (expediente N°22391), aún en discusión. Usualmente se escudan en el manipulado y difuso concepto del desarrollo sostenible, como excusa para la explotación de esos territorios protegidos en el PNE.

Es hora de acabar con esta destructiva tendencia y reconocer de una vez por todas, que el PNE, sobre todo las áreas silvestres protegidas estatales, son zonas cuyo objetivo fundamental y razón de ser es la conservación de la biodiversidad y no el desarrollo de infraestructura comercial . Las ASP representan un paradigma de conservación que debe imperar a futuro, lamentablemente hay sectores que aún no tienen esto claro, o no les interesa entenderlo. Ya basta con ese ataque constante contra nuestras ASP, que podría llevarlas a su destrucción, conceptual y física.

El PNE, en especial las áreas silvestres protegidas estatales, son vitales y estratégicas para el surgimiento de una nueva conciencia social y ecológica y para el logro de una mejor calidad de vida integral para todos. Por ello, es vital mantener el PNE como una zona para la conservación de la biodiversidad y el paisaje, y evitar mayores aperturas. Apoyemos y fortalezcamos esa visión y sentimiento, para que nuestras áreas silvestres protegidas tengan vida para siempre.

Recuperado de El Mundo.cr (2021)

Costa Rica fortalecerá la protección de la biodiversidad de la Isla del Coco

El Gobierno de Costa Rica informó este martes que fortalecerá el programa de protección de biodiversidad marina e insular de la Isla del Coco, denominada Patrimonio de la Humanidad, y que le hará frente a las amenazas como la pesca ilegal, el cambio climático y la contaminación.

El Ministerio de Ambiente y Energía costarricense indicó en un comunicado de prensa que, en el 43 aniversario de la declaratoria de la Isla del Coco como Parque Nacional, el país velará por continuar con una adecuada gestión de conservación y manejo de la isla.

Entre las medidas se encuentran controlar la pesca, la mayor amenaza que enfrenta el parque, lo que incluye patrullajes y operativos especiales; control de áreas críticas y demarcación de límites y medidas para garantizar la seguridad del personal, de los visitantes, de la infraestructura y del equipo del parque.

La ministra de Ambiente y Energía, Andrea Meza, expresó que el Parque Nacional Isla del Coco cuenta con un régimen efectivo de protección legal que trabaja de forma estricta para la conservación de los atributos naturales.

“A pesar de los esfuerzos realizados en el sitio por las autoridades nacionales y por organizaciones amigas, las múltiples amenazas a las que se enfrenta la conservación marina requieren de un esfuerzo continuo para la protección de sus recursos y para la creación de conciencia pública dentro del sector productivo”, manifestó Meza.

La Isla del Coco está localizada a 532 km de la costa pacífica del país y tras su creación como Parque Nacional en 1978, fue declarada Sitio de Patrimonio Mundial (1997), Humedal de Importancia Mundial (1998), Patrimonio Histórico Arquitectónico de Costa Rica (2002) y Corredor Marino del Pacífico Este Tropical (2004).

DIVERSIDAD DE ESPECIES

Debido a la gran presencia de especies exóticas terrestres y el desarrollo de actividades turísticas en el entorno del Parque Nacional Isla del Coco, las autoridades también promueven la investigación y el monitoreo permanente de sus atributos.

El objetivo es sustentar la adopción de medidas oportunas y efectivas de manejo que permitan preservar su valor universal excepcional.

El director ejecutivo del Sistema Nacional de Áreas de Conservación, Rafael Gutiérrez, explicó que el parque nacional es un hábitat que ha sufrido perturbaciones humanas desde su descubrimiento.

“Esta Área Silvestre Protegida por tener la categoría de Parque Nacional, no es objeto de extracción de recursos marinos e insulares. Sin embargo, sufre la expansión o intensificación de actividades extractivas con la industria pesquera. La lejanía del continente hacia el Parque Nacional y los esfuerzos por controlar la pesca ilegal ha permitido que esta Área Silvestre Protegida sea uno de los sitios con mayor biomasa de peces que existe”, agregó el jerarca.

Entre otros de los retos se encuentra la protección de las rutas migratorias que conectan la Isla del Coco con otras zonas, como el Domo Térmico de Centroamérica, las Islas Galápagos o la Cordillera Submarina del Coco, que comunican ese territorio insular con áreas de importancia, como los humedales del Pacífico sur del país.

El Parque Nacional Isla del Coco cuenta con un área de 24 kilómetros cuadrados de superficie terrestre y 12 millas náuticas de protección absoluta, en donde habitan unas 2.600 especies, de las cuales alrededor de 100 son únicas en el mundo. 

Recuperado de Swiss Info (2021).