La razón de ser de las Áreas Silvestres Protegidas Estatales

Por nuestra naturaleza y bellezas escénicas somos un país rico. Poseemos una enorme e invaluable riqueza natural que nos permite hoy en día recibir grandes beneficios biofísicos (agua, aire, suelo, biodiversidad), beneficios socio-económicos (ingresos por turismo, pago de servicios ambientales) e intangibles (beneficio mental y espiritual). Nuestra industria turística y nuestra imagen y liderazgo mundial en este campo, dependen sin duda de esa rica y diversa naturaleza.

Debido a presiones y tendencias históricas destructivas, como la deforestación o la cacería, nos hemos visto en la necesidad, a veces con carácter de urgencia, de proteger y resguardar gran parte de esa naturaleza. Esa necesidad de protección surge entonces fundamentalmente por la existencia de una amenaza o una fragilidad ambiental que obliga a tomar medidas para evitar o restringir acciones humanas que puedan afectar o degradar dichas áreas del territorio nacional.

Es así que se han establecido diferentes categorías de protección, denominadas áreas silvestres protegidas, con lo que hoy en día contamos con un 25% de nuestro territorio protegido con alguna categoría de ASP, tanto estatales como privadas. Estas van desde las más restrictivas, como los parques nacionales y las reservas biológicas, hasta otras con menores restricciones, como las reservas forestales o las zonas protectoras.

 

En particular, para el Patrimonio Natural del Estado (PNE), que abarca ASP y bosques estatales, es apropiado y necesario que se hayan establecido restricciones de uso, limitando las actividades humanas a ecoturismo, investigación y educación ambiental, según el artículo 18 de nuestra ley Forestal, en aras de la salvaguarda de estos sitios. Recientemente se agregó el tema de acueductos, lo cual puede ser discutible. Hoy en día, nuestro ordenamiento jurídico contiene elementos que favorecen en forma amplia la protección de estas importantes áreas, en consonancia con el derecho constitucional a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Por lo tanto, la conservación de estos territorios no responde a visiones románticas ambientalistas como creen algunos, sino a un uso apropiado del territorio, a una necesidad ambiental, a un marco jurídico consolidado y al logro una mejor calidad de vida integral para las actuales y futuras generaciones.

Resultan entonces totalmente improcedentes e inadecuados los reiterados intentos por parte de ciertos sectores que con visiones desarrollistas y aperturistas pretenden modificar nuestro marco jurídico, con proyectos de ley o políticas públicas para abrir los parques nacionales y otras áreas del PNE, para desarrollar infraestructura, entre ellas geotermia, hidroeléctricas, carreteras, turismo masivo, petróleo, forestal, etc. Esta ha sido la tónica de los últimos 20 años en cada administración legislativa, intentos reiterados por destruir la visión del PNE y de las ASP estatales que ha imperado hasta ahora. El último intento se incluye en el proyecto de ley denominado DUA (expediente N°22391), aún en discusión. Usualmente se escudan en el manipulado y difuso concepto del desarrollo sostenible, como excusa para la explotación de esos territorios protegidos en el PNE.

Es hora de acabar con esta destructiva tendencia y reconocer de una vez por todas, que el PNE, sobre todo las áreas silvestres protegidas estatales, son zonas cuyo objetivo fundamental y razón de ser es la conservación de la biodiversidad y no el desarrollo de infraestructura comercial . Las ASP representan un paradigma de conservación que debe imperar a futuro, lamentablemente hay sectores que aún no tienen esto claro, o no les interesa entenderlo. Ya basta con ese ataque constante contra nuestras ASP, que podría llevarlas a su destrucción, conceptual y física.

El PNE, en especial las áreas silvestres protegidas estatales, son vitales y estratégicas para el surgimiento de una nueva conciencia social y ecológica y para el logro de una mejor calidad de vida integral para todos. Por ello, es vital mantener el PNE como una zona para la conservación de la biodiversidad y el paisaje, y evitar mayores aperturas. Apoyemos y fortalezcamos esa visión y sentimiento, para que nuestras áreas silvestres protegidas tengan vida para siempre.

Recuperado de El Mundo.cr (2021)

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