Serie: Testimonios, experiencias y docencia de los Talleres ILAM
Acciones para combatir el tráfico ilícito de Bienes Patrimoniales
Por Cecilia Bákula Budge
La palabra “patrimonio” significa lo que se recibe de los padres y que por lo tanto es de uno por derecho sin que eso sea discutible. En un sentido más amplio que el particular o familiar, puede referirse al patrimonio de una nación, entendido como la riqueza cultural heredada y conformada no sólo por bienes materiales sino también por expresiones inmateriales que le son propios y que, en su conjunto, tipifican, diferencian e individualizan a un grupo humano.
De acuerdo a lo que señala la Convención de UNESCO de 1970, el patrimonio cultural se compone de aquello que a lo largo de la historia, han creado los hombres y mujeres de una nación y que en el momento presente, sique enriqueciéndose por el aporte de los contemporáneos.
A partir de la II Guerra Mundial los pueblos empezaron a tomar más conciencia explícita respecto a los valores del patrimonio cultura y se inició su asociación a la idea de identidad. El resultado de esa guerra fue tan desastroso que al finalizar, los hombres que la habían vivido y sufrido, podían difícilmente reflejarse en la realidad que observaban y contemplaban con horror como ellos o todos, habían contribuido a crear una realidad en la que no se reflejaban, no se reconocían, no se encontraban. Con una necesidad imperiosa de recuperar esos elementos fundamentales para su existencia, esos pueblos iniciaron paulatinamente recuperar su identidad a fin de renacer de los escombros de una destrucción que afectaba la esencia del hombre en sociedad.
Surgió así una nueva actitud que fue involucrando cada vez más a la comunidad internacional y se produjo la simiente de una pólitica cultural orientada a descubrir los valores heredados: el “patrimonio cultural”. Muchas naciones destruidas en su ser por el odio y la guerra, quebradas en sus raíces y cimientos, se lanzaron a la búsqueda y rescate de su pasado, de los valores con que se identificaban y poco a poco, un silencioso entendimiento que luego se convirtió en acuerdo público de buscar formalmente formas de actuar en conjunto respecto al rescate de ese patrimonio, muchas veces perdido de manera irreparable.
En esas circunstancias fue que se suscribió en 1954 la denominada Convención de La haya, referida a la protección del patrimonio cultural en caso de conflicto armado.
Se entendió, entonces, que el patrimonio cultural lo conforma aquellos elementos sobre los que se construye o define una identidad y que ésta es, en realidad, la consecuencia del conocimiento, respeto y custodia de ese patrimonio. Surgió, entonces, una preocupación por expresar formalmente necesidades y normas y es así como hoy en día, el mundo cuenta con una serie de Convenciones, Acuerdos, Cartas, Declaraciones, Recomendaciones que, lejos de ser “letra muerta” son el reflejo de una creciente inquietud por motivar el conocimiento del propio patrimonio cultural a fin de generar esa conciencia clara respecto a su valoración, como eslabones en la cadena de nuestra propia visión, como peldaños para alcanzar la comprensión de nuestra realidad.
Conocer esos documentos, saber hacer un correcto uso de ellos, propender a su puesta en práctica, orientar en su aplicación, es una responsabilidad de todos, máxime en los tiempos actuales, cuando el fantasma del tráfico ilícito, creciente y poderoso, hace que nuestros países, creadores de cultura, se vean expuestos a mafias internacionales que buscan, a cualquier precio, obtener objetos que comercian inescrupulosamente, buscando sólo el enriquecimiento económico y dañando de manera irreparable los lazos que unen y dan sustento al patrimonio cultural.
Es por ello que resulta de la mayor importancia conocer a cabalidad los documentos internacionales sobre este tema; ser capaces de analizarlos a la luz de las propias legislaciones nacionales y no cesar en la batalla tenaz por propiciar su difusión y lograr su actualización ya que la acción ilegal respecto al patrimonio cultural, avanza rápidamente y es necesario que las herramientas legales sean eficientes.
Conocer las Convenciones Internacionales referidas al patrimonio cultural, es también una ventana al descubrimiento del pensamiento político y filosofía de los pueblos sobre este apasionante tema.