Estado de la Situación en América Latina

El tráfico ilícito del patrimonio arqueológico en Latinoamérica es una actividad que ha adquirido dimensiones enormes, no solo debido a los robos en los museos arqueológicos y los museos históricos con colecciones arqueológicas, sino principalmente por la cantidad y calidad de sitios que se expolian día a día y por las consecuencias culturales que esto conlleva, ya que las alteraciones que se perpetran devienen en pérdidas de información, imprescindible para comprender las historias locales y regionales.

Pero no solo los bienes arqueológicos sufren este expolio. Aparte de lo anterior, existe un mercado negro de obras de arte a nivel internacional, en el cual el arte religioso latinoamericano (principalmente el colonial o virreinal) es muy apetecido.

En cuanto al arte sacro, este es de gran riqueza cultural al ser el resultado de quinientos años de interacción de los pobladores con la religión católica y de la catequización por parte de diversas órdenes religiosas que han producido una gran cantidad de obras de arte de carácter religioso.

El tráfico ilícito ha ido incrementándose, así como las medidas para darle coto. El aumento en el nivel de pobreza, las influencias foráneas, la debilidad en la transmisión de valores y pérdida de la identidad cultural, entre otras, han provocado en las últimas décadas el incremento del vandalismo y robo debido a que éstas se encuentran en una situación de muy alta vulnerabilidad, y a la falta de seguridad y de legislaciones que protejan a los bienes culturales coloniales o actuales.

El vandalismo y el robo deben combatirse y sobre todo, prevenirse, especialmente por parte de los responsables directos de dichos bienes. Se deberán tomar medidas que desalienten el robo, como la identificación de los bienes culturales y la activación de los mecanismos para alertar rápidamente a las autoridades para la recuperación de los objetos expoliados.

Las Colecciones más vulnerables

Organismos internacionales dedicados al patrimonio y a la seguridad del mismo reconocen la importancia de contar con mecanismos de identificación, para lo cual han establecido las Listas Rojas del ICOM que muestran los objetos modelos más codiciados y con mayor valor en el mercado para que puedan ser detectados por las autoridades competentes en caso de expoliación. Sin embargo, estas listas aún son limitadas y muy generales; entre ellas están la de América Latina, la de Centroamérica y México, Colombia, Argentina, Perú, Haití y recientemente la de República Dominicana.

Al analizar las Listas Rojas, se evidencia la existencia de colecciones que son particularmente vulnerables a ser víctimas del tráfico ilícito: las arqueológicas y las de arte sacro; exponemos brevemente el contexto en que éstas se encuentran.

Las colecciones más numerosas en la región son las de arte (aproximadamente 1,121) de las cuales 214 son de arte sacro, y las 1,111 colecciones de arqueología. Estas colecciones se ubican en más del 50% de las instituciones patrimoniales, ya sea en museos especializados de Arte o Arqueología (también sitios con colecciones), así como en Museos Históricos.

Muchos de estos museos históricos fueron establecidos con el fin de dar una visión integral de una nación o región, contando con colecciones locales de diversa naturaleza y siendo por ello “objetos únicos”, por lo que son entidades de gran importancia, pero que lamentablemente tienen niveles de seguridad muy limitados.

Colecciones Arqueológicas

El tráfico ilícito del patrimonio arqueológico en Latinoamérica es una actividad que ha adquirido dimensiones enormes, no solo debido a los robos en los museos arqueológicos y los museos históricos con colecciones arqueológicas, sino principalmente por la cantidad y calidad de sitios que se expolian día a día y por las consecuencias culturales que conlleva, ya que las alteraciones que se perpetran devienen en pérdidas de información, imprescindible para comprender las historias locales y regionales.

El crecimiento poblacional, la apertura de nuevas áreas para el desarrollo y la importancia creciente de nuevas industrias como el turismo, devienen en la construcción de carreteras, represas y diversas edificaciones que sacan a la luz infinidad de nuevos sitios. Posteriormente, estos son saqueados por personas inescrupulosas, muchas veces provenientes de comunidades cercanas, vendiéndolos por unos pocos dólares e iniciándose así una cadena que lleva a los grandes mercados internacionales.

Muchos de los objetos saqueados, tanto de museos como de sitios arqueológicos, son incorporados a colecciones privadas y públicas; en general, la situación es difícil de contrarrestar, ya que existen limitaciones en las leyes vigentes y escasos recursos económicos por parte de las entidades responsables para llevar a cabo la protección, investigación, recuperación y promoción del patrimonio.

En contraste, quienes realizan el saqueo de forma organizada cuentan con los recursos y la logística para actuar con rapidez a la hora de sacar los objetos y comercializarlos, pasando por los lugareños, los compradores-intermediarios nacionales y los tratantes y proveedores internacionales.

Colecciones de Arte Sacro

La relevancia del patrimonio religioso en América Latina y el Caribe es resultado de la permanente interacción de las civilizaciones precolombinas y más de quinientos años de religión católica y de catequización por parte de diversas órdenes religiosas que han producido una gran cantidad de obras de arte de carácter religioso (diversos objetos, artefactos en arcilla cocida, joyas, cuadros, imágenes de bulto y de vestir, altares, monumentos religiosos, entre otros). Muchos de ellos magníficos en su confección y en su espiritualidad provenientes de maestros artesanos indígenas, mestizos y criollos. También abundan obras provenientes del viejo continente traídas con propósito de culto o de adorno de villas, palacios, conventos e iglesias.

Los bienes de arte religioso, y particularmente el arte sacro, al servir para las ceremonias tradicionales y el culto, tienen una estrecha relación con los fieles y el público en general que interactúa con estas obras.

En las últimas décadas, debido a una serie de situaciones concomitantes (aumento en el nivel de pobreza, influencias foráneas, debilidad en la transmisión de valores y pérdida de la identidad cultural, entre otras), han provocado el incremento del vandalismo y robo de obras; en gran parte quizás por la falta de sólidas creencias, como por la disminución de la “reprobación social” hacia estos actos delictivos.

La alta vulnerabilidad de este patrimonio se debe a las siguientes razones:

  • Hay falta de seguridad en los recintos religiosos, principalmente de uso público, lo cual alienta el vandalismo y el robo;
  • En varios países de la región, si bien existen legislaciones que protegen los bienes culturales precolombinos de su venta y exportación, quedan desprotegidos los bienes culturales coloniales (virreinales), entre los que se encuentran importantes ejemplos del arte sacro y religioso.
  • La mayoría de las obras de arte religioso y de arte sacro no se encuentran debidamente registradas o catalogadas, lo cual no permite su seguimiento en caso de robo o de tráfico ilícito.
  • Pocos esfuerzos para capacitar e informar dirigidos específicamente a aquellas personas (religiosos o laicos) responsables directos de la manipulación de los objetos de arte religioso y de la integridad y seguridad de los recintos;
  • Muchas de las obras expuestas al culto (principalmente pinturas o imágenes de bulto y de vestir) no cuentan con el debido proceso de conservación preventiva o de restauración idóneo para evitar su total deterioro.

A lo anterior se suma la existencia de un mercado negro de obras de arte a nivel internacional, en el cual el arte religioso latinoamericano (principalmente el colonial o virreinal) es muy apetecido. Esta situación no es fácil de solucionar. El vandalismo y el robo deben combatirse (y en la medida de lo posible prevenirse) por medio de un conocimiento actualizado y de la puesta en práctica de las técnicas de prevención y salvaguarda existentes por parte de los responsables directos de dichos bienes.