Brasil: Descubren restos fósiles de un pterosaurio antártico entre los escombros del incendio del Museo Nacional

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Cuando un infierno arrasó el antiguo palacio que albergó el Museo Nacional de Brasil en el 2018, dañó millones de artefactos valiosos, incluidos muchos fósiles de importancia mundial. Pero ahora, un hueso de 70 millones de años recuperado de los escombros está ofreciendo a los científicos una rayo de esperanza.

Junto con un segundo hueso que estaba en un edificio no afectado por el fuego, este fósil representa la primera evidencia de que los pterosaurios gobernaron los cielos sobre la Antártida cuando la edad de los dinosaurios llegó a su fin.

“Es fabuloso escuchar que al menos parte de la colección de pterosaurios no solo se está recuperando, sino que está en buenas condiciones y con suficientes registros, que puede continuar informando a la ciencia”, dice Mark Witton, un experto en pterosaurios de la Universidad de Portsmouth en el Reino Unido que no participó en la investigación.

Recogido de la isla Vega en la Península Antártica, el fósil rescatado pertenecía a un pterosaurio azdárquido o pteranodontiano, dos variedades que fueron comunes durante el período Cretácico tardío. Pero mientras que la Antártida era mucho más cálida y estaba cubierta de exuberantes bosques de coníferas que aparentemente eran el hábitat ideal de los pterosaurios, la evidencia de estos aviadores reptiles en la masa continental del sur ha sido difícil de rastrear. Los huesos del pterosaurio tienen paredes increíblemente delgadas y están llenos de bolsas de aire que los hacen reconocibles al instante, pero que también son muy delicados y es poco probable que resistan la prueba del tiempo como fósiles.

Con los huesos recuperados en la mano, los paleontólogos finalmente han presentado un caso convincente de que esos pterosaurios impresionantemente grandes alguna vez volaron sobre la región: se cree que el hueso que sobrevivió al incendio del museo proviene de una criatura con una envergadura de 4,9 metros.

“Hay muchos fósiles importantes y otros artículos recuperados del palacio, pero el hueso ennegrecido es el primero de cualquier tipo que se estudie después del incendio”, dice el paleontólogo y director del Museu Nacional, Alexander Kellner, quien reveló el descubrimiento a fines de la semana pasada en la reunión de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados en Brisbane, Australia.

“Cualquier historia sobre fósiles o especímenes que sobrevivieron es genial”, comenta Liz Martin-Silverstone, quien trabaja en pterosaurios en la Universidad de Bristol en el Reino Unido. “No contrarresta la inmensa tristeza y devastación de todo lo que se perdió, pero en al menos sabemos que algunas cosas sobrevivieron”.

De hielo y fuego

Hasta ahora, la única evidencia de pterosaurios conocida de la Antártida era el pequeño hueso de la parte superior del brazo de una criatura del tamaño de un cuervo que se encontró en la década de 1990. Ese hueso mostró que los pterosaurios habían estado presentes en lo que ahora son las Montañas Transantárticas hace unos 190 millones de años, a principios del Jurásico.

Los nuevos descubrimientos se encuentran entre cientos de fósiles diversos recuperados por un equipo brasileño que visitó la Península Antártica en cuatro expediciones entre el 2006 y el 2019. Esta región del continente, que se extiende hacia Sudamérica, es la única parte de la Antártida que la marina brasileña puede tenerlos a salvo, dice Kellner. Incluso entonces, cada expedición implica muchas semanas de caza infructuosa de fósiles en condiciones muy difíciles.

“La Antártida es uno de esos lugares donde el clima cambia abruptamente”, dice Kellner. “Puedes tener este día realmente hermoso, y en menos de una hora, puede convertirse en una gran pesadilla donde puedes estar encerrado durante una semana o más en la carpa”.

El equipo descubrió sus primeros restos de pterosaurios allí en la isla James Ross en el 2016, desenterrando dos partes de un hueso del ala de un pterosaurio que probablemente tenía una envergadura de 3 a 4 metros. Luego encontraron el fósil de la isla Vega, de un pterosaurio aún más grande, en el 2017. Ambos grupos de fósiles datan de 70 a 80 millones de años, a fines del Cretácico.

Después de las expediciones, los fósiles fueron llevados a las colecciones del Museo Nacional de Río de Janeiro. Afortunadamente, al menos la mitad del espécimen de la isla James Ross estaba en un laboratorio separado en el 2018 y escapó del incendio, mientras que la ubicación de la otra mitad aún no se ha determinado.

“Los hallazgos son particularmente significativos, ya que se ha descrito muy poco material de la Antártida, principalmente debido a que está cubierto en gran parte de hielo y nieve”, dice Adele Pentland, paleontólogo de la Universidad de Swinburne en Melbourne, quien recientemente describió un pterosaurio cretáceo tardío de Australia.

Rayo de esperanza

Australia todavía estaba conectada a la Antártida en ese entonces, como el último vestigio restante del supercontinente meridional de Gondwana. Los fósiles recientemente descritos aumentan un registro muy irregular de los pterosaurios de ambas regiones, lo que nos ayuda a comprender cuándo y por qué los pterosaurios se extinguieron, dice Witton.

No está claro si los pterosaurios ya estaban disminuyendo en el Cretácico tardío y simplemente fueron aniquilados por el impacto del asteroide Chicxulub hace 66 millones de años, o si “eran un grupo saludable y relativamente exitoso hasta el final”, dice. Estos nuevos registros de la Antártida indican que los pterosaurios estuvieron presentes en todo el planeta en los últimos días del Cretáceo, un signo a favor de este último caso.

“Estamos viendo muchos indicios de que los pterosaurios estaban en mejor forma a medida que se acercaban a la extinción final del Mesozoico de lo que se había dado cuenta anteriormente”, dice Witton.

Con los últimos hallazgos descritos, los investigadores esperan obtener fondos para las expediciones en curso a la Antártida para encontrar más fósiles de pterosaurios que darán vida al capítulo final de su historia.

“Ahora que sabemos que están allí”, dice Kellner, “es solo cuestión de tiempo hasta que salgan a la luz más especímenes”.

 

Foto de ilustración por Mark Witton

Por: John Pickrell

Tomado de: https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2019/enorme-pterosaurio-antartico-en-un-museo-incendiado

El mexicano que sustrajo y recupero el códice “Tonalámatl Aubin” en París.

CODICE.jpgEn junio de 1982 el abogado José Luis Castañeda del Valle se presentó en la Biblioteca Nacional de Francia y solicitó ver una serie de códices mayas. Ante la reticencia de la responsable de la sección, expuso que era mexicano, que estaba en su derecho, y ofreció su credencial de elector. 

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En junio de 1982 el abogado José Luis Castañeda del Valle se presentó en la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) y solicitó ver una serie de códices mayas. Ante la reticencia de la responsable de la sección, expuso que era mexicano, que estaba en su derecho, y ofreció su credencial de elector. Una vez frente a los códices tomó el Tonalámatl Aubin, lo guardó debajo de su saco y se lo llevó consigo hasta su residencia en Cancún.

El caso fue mencionado por el doctor en derecho Lee Keun-Gwan, de la Universidad Nacional de Seúl, Corea, durante el Seminario. La globalización de la protección del legado cultural. La Convención de la UNESCO de 1970. Los nuevos desafíos, a propósito de la figura técnico-jurídica de “préstamo vitalicio” a revisarse cada tres años, que hubo que establecerse para que el conflicto de nueve años entre México y Francia pudiera tener una resolución.

Pierre Charasse, ministro consejero de la embajada de Francia en México en 1991 y también embajador en Pakistán, Uruguay y Perú, y exdiplomático en Guatemala, fue localizado por Proceso para conocer los intríngulis del suceso.

“Yo fui el responsable de entregar en las manos de Roberto García Moll, en ese entonces director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el códice. Estaba a cargo del asunto porque el embajador Alain Rouquier se encontraba fuera en esos momentos.

“Debo decirle que la solución fue técnica, más que jurídica, había que llegar a un acuerdo porque el asunto era una piedra en la cooperación internacional de los dos países. Incluso había una prohibición para que los mexicanos entraran a la Biblioteca Nacional de Francia.

sustrajo         El mexicano que sustrajo y recupero el códice “Tonalámatl Aubin” en París.    

                                               El mexicano que sustrajo y recupero el códice “Tonalámatl Aubin” en París.

“Se tuvo que resolver el problema de forma diplomática, más que jurídica. Si bien el códice representa a la cultura de México, había sido adquirido legalmente por su anterior dueño y había pasado por todo un acuerdo para que pudiera ser aceptado en la Biblioteca Nacional de Francia como una donación de la viuda de su último coleccionista.”

En la versión de la responsable de los códices en Francia, Castañeda del Valle se había hecho pasar por un investigador profesional del tema, había visitado varias veces el lugar y se había granjeado la confianza del personal de la biblioteca. En cierto momento decidió sustraer el manuscrito –fundamental en la adivinación sacerdotal–, lo escondió y con tranquilidad entregó las cajas que se le habían permitido ver, una de ellas vacía, recogió su credencial y huyó al extranjero. Era un viernes en la tarde. La responsable se dio cuenta días después del ultraje, y se notificó a la Interpol.

Según Charasse, Castañeda del Valle “intentó vender el códice en Nueva York, pero como la Interpol había emitido una denuncia no pudo hacerlo. De vuelta en Cancún esa corporación lo encontró en agosto de ese mismo año, Castañeda entregó el libro sagrado a la Procuraduría Federal de Justicia y se dispuso que quedaría resguardado en la bóveda de seguridad del Museo Nacional de Antropología e Historia”.

El escándalo mediático alcanzó proporciones ilimitadas: mientras que en Francia y Europa se denunciaba “el robo al patrimonio histórico y cultural de Francia”, en México se señaló a Castañeda del Valle como una suerte de héroe que había emprendido la cruzada de “rescatar” los bienes del país para “devolverlos al pueblo”, sin tomar en cuenta cuál había sido el periplo del códice para salir de México, permanecer escondido y viajar de mano en mano hasta llegar a Francia.

La polémica tuvo consecuencias funestas: el destacado historiador francés Emmanuel Le Roy Ladurie, director de la BNF a mediados de los ochenta, exigía la devolución del códice.

En la respuesta que se observó en México se estableció que el códice era “parte de los monumentos históricos de México y por lo tanto debería permanecer en el país y no regresar a Francia”. En el acuerdo final de 1991 se asentó que el códice seguiría siendo propiedad de Francia, pero en calidad de préstamo a México, renovándose cada tres años, a condición de que el documento se preservara óptimamente e investigadores tuvieran acceso a él. Para Charasse la respuesta que surgió fue resultado de la voluntad de ambas partes “de encontrar con la mejor voluntad una solución, es decir una propuesta pragmática. Además, se trataba de no establecer un precedente que abriera la puerta al robo de bienes culturales con el supuesto objetivo de ‘recuperar’ ciertos objetos”.

Castañeda del Valle estuvo detenido dos días y la procuraduría determinó que no había causa en su contra. Contento, el abogado le envió una carta al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari cuando se solucionó el problema, y se vanaglorió de lo que había hecho.

Para el doctor Lee Keun-Gwan, de Corea, participante también en el seminario mencionado, que se efectuó en el Instituto de Investigaciones Jurídicas los días 22 y 23 de marzo, el arreglo mexicano es clave para resolver el caso de un Buda “extraído” de Japón por un grupo de coreanos del sur. Los encargados de la “extracción” lo hicieron perforando el techo de un templo, con tecnología de punta. Al regresar a Corea lo devolvieron directamente y fueron recibidos como héroes.

 

Tomado de: http://cienciaparatodos.org/antropologia-e-historia/el-mexicano-que-sustrajo-y-recupero-el-codice-tonalamatl-aubin-en-paris/

Ecuador: Pueblo Indígena Waorani gana fallo contra petroleras en la Amazonía

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Los Waorani o Huaorani son un pueblo indígena de la Región Amazónica del Ecuador ubicado en las provincias de Napo, Orellana y Pastaza que actualmente cuenta con cerca de 2.000 habitantes. Se caracterizan por su cosmovisión tradicional en la que no hay distinción entre el mundo físico y el mundo espiritual, teniendo a la selva amazónica como base esencial de su supervivencia física y cultural. Para esta comunidad indígena el bosque es el hogar que brinda protección contra el ataque y la esclavitud del mundo moderno.

Es en base a este arraigo por el territorio, la naturaleza y las distintas formas de vida,  el pueblo Waorani presentó una demanda para exigir protección por parte del gobierno frente a la extracción petrolera en el llamado bloque 22, en licitación por el Ministerio de Energía e Hidrocarburo. El argumento principal en el que se basaron los demandantes fue en la vulneración del derecho a la consulta previa, teniendo en cuenta que en Ecuador este mecanismo de participación tiene como base el artículo 6 del Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo.

En dicho documento, que es el referente internacional para la reivindicación de derechos de miles de pueblos indígenas,  se establece que “los Gobiernos deberán consultar a los pueblos mediante los procedimientos apropiados frente a medidas legislativas y administrativas susceptibles de afectarles, así como de participar libremente con los medios adecuados y bajo el principio de buena fe».

La victoria que no solo es para los Waorani sino para todo el mundo teniendo en cuenta la importancia de la Amazonía, se dió el pasado 26 de abril en un tribunal de Puyo, capital de Pastaza.  Con un fallo a favor de los demandantes se reconoció la vulneración del derecho a la consulta previa libre e informada, además de la autodeterminación de los pueblos ante la explotación petrolera en la zona.

No obstante, aunque la Ley reconoce la jurisdicción  indígena del territorio, mantiene la potestad del Estado sobre el subsuelo, lo que representa la continuidad de la lucha en tanto no se garantiza la protección a largo plazo del territorio y sus ecosistemas. Cabe mencionar que este triunfo evidencia la capacidad que tienen los pueblos indígenas para hacer frente a las situaciones que a diario amenazan sus formas ancestrales de vida y así mismo invitan a la reflexión sobre la normalización que han creado los gobiernos ante este tipo de atentados a la naturaleza.

Por: Karina Porras Niño. Periodista.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.

Tomado de: https://www.elcampesino.co/pueblo-indigena-waorani-gana-fallo-contra-petroleras-en-la-amazonia/

Ekekos y miniaturas invaden Bolivia por la tradicional fiesta de las Alasitas

alasitas-portyap.jpgLa feria de Alasitas se celebra en honor al Ekeko, un ídolo familiar aymara que simboliza la fecundidad, la alegría, la abundancia y la prosperidad. El motivo original religioso, fue transformándose en una devoción profundamente arraigada hacia el antiguo Dios de la Abundancia, el Ekeko.

alasitas-portyap.jpgLa Fiesta de las Alasitas se festeja principalmente en la ciudad de La Paz, constituye la más importante muestra artesanal de la ciudad, son dos semanas y media de miniaturas, juegos de azar, comidas y tradición. se realiza el 24 de enero, al inicio del solsticio de verano y se prolonga oficialmente hasta el 4 de febrero, aunque generalmente permanece hasta fines de ese mes y no será la excepción la Alasitas 2016.

Sebastián Segurola, gobernador e intendente de La Paz dispuso el año 1781 que se realice este festejo en homenaje a quien salvó a la ciudad del asedio indígena, y así fue ordenada la fiesta del mercado de miniatura, costumbre que los indígenas traían desde de los antiguos collas.

En el Cerro Santa Bárbara conocido antes como el Cerro del Calvario es donde ahora se realiza feria de Alasitas, allí los brujos aymaras, detentaban el negocio de la venta de medicinas, hechizos, sahumerios y se mezclaban cultos religiosos y superstición, allí se simulaba la compra de terrenos donde los nuevos propietarios construían sus casitas con piedritas, se celebraban matrimonios, se adquirían diferentes artículos y esta práctica era motivo de la Ch’alla con cerveza y licores, celebrando el acontecimiento y pidiendo la protección de la Pachamama.

La Alasita, voz aymara que significa comprame, no es exclusiva de Santa Bárbara, durante muchos años la zona de la plaza de San Pedro la albergó,y todo el barrio se convertía en feria de Alasitas. La plaza de Churubamba y la avenida Montes también la cobijaron, hasta que, por el crecimiento de la ciudad y de su parque automotor se decidió reponerla a la zona Santa Bárbara. El campo utilizado para este propósito se extiende en todo lo que era el zoológico de La Paz, sigue por las calles que lo circundan, la avenida del Ejército, la calle Roosevelt y toma por algunos días la plaza Alfredo Domínguez, en el atrio del Teatro al Aire Libre y el Parque del Scout.

La feria de Alasitas se celebra en honor al Ekeko, un ídolo familiar aymara que simboliza la fecundidad, la alegría, la abundancia y la prosperidad. Se trata de un personaje rechoncho y sonriente que se va cargado de una variedad de productos en miniatura, de primera necesidad y también otros, que simbolizan lo que cada persona ansía obtener como casas, vehículos, dinero, etc. El motivo original religioso, fue transformándose en una devoción profundamente arraigada hacia el antiguo Dios de la Abundancia, el Ekeko.

Por un momento, las personas dejan de lado sus actividades y preocupaciones cotidianas y salen a las calles para comprar las representaciones de sus sueños y luego ofrendan sus nuevas pertenencias a este dios de la abundancia y a los santos.

Durante esta celebración el tiempo parece detenerse, aunque paradójicamente la ciudad está más conmocionada que de costumbre. Es natural, el dios de la abundancia está llegando como cada año y trae una carga de fortuna para los que creen en él.

La fe es tal y las necesidades tantas, que el campo ferial ya no es el único lugar de reunión para quienes salen de sus casas y oficinas llevando aquellas miniaturas que representan sus máximas aspiraciones materiales.

Alasitas tradición extendida al mundo

“Alasitas” de la palabra en aymara Alasiña que significa Comprar para sí. Es la celebración al Ekeko, el dios de la abundancia a quien se le obsequia miniaturas, para convertir los sueños en realidad, por ejemplo: los billetes para que no falte dinero, la maleta para ir de viaje, un coche para tener uno, las canastas llenas de conservas para que no falte alimentos durante todo el año, un saco de granos de cereales para la buena cosecha, una pequeña tienda para que prospere el negocio que se tiene, una negrita o un negrito de yeso para tener una pareja.

Según la tradición todas las personas acuden, justo al medio día del 24 de Enero, a la compra de las miniaturas que deben ser cha’lladas por el Yatiri con incienso, alcohol, vino y posteriormente bendecidos en una iglesia católica, pues así éstos se harán realidad durante el presente año.

La costumbre también dice que el Ekeko tiene que ser atendido todos los martes y viernes poniendo en su boca un cigarrillo encendido y nada le faltará a la familia. Se dice que para tener un mayor efecto, es necesario que el Ekeko sea un regalo de amigos o familiares que desean la prosperidad.

Esta manifestación, convertida en la “Feria de Alasitas” tuvo su inicio en la actual Plaza Murillo, luego se extendió al Paseo del Prado que se conocía como la Alameda. Posteriormente a la Plaza de San Pedro, la Av. Montes, la antigua Aduana, la Av. Tejada Sorzano y ahora, tiene su asiento en el ex parque zoológico o Parque Urbano Central.

Los residentes de Bolivia en el mundo, han difundido esta tradición en distintas regiones, sobre todo, en el Norte Argentino y en el Sur del Perú, y no es extraño ver en varios países de Europa, Norte y Centro América, manifestaciones de esta tradición milenaria, expresión de fe para conseguir prosperidad y bien estar de las familias que provienen de la región de los Andes Tropicales.

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Las investigaciones del sociólogo especialista en patrimonio cultural, David Mendoza, muestran que la celebración de las Alasitas y su relación con el Ekeko no han dejado evidencias escritas acerca de su origen. Sus antecedentes más conocidos están sostenidos en mitos y leyendas.

Esta festividad de la miniatura se celebra en la ciudad de La Paz al mediodía de cada 24 de enero, y en diferentes fechas en el resto del país.
Los autores más conocidos que escribieron sobre esta festividad fueron Antonio Paredes Candia, Rigoberto Paredes, Antonio Díaz Villamil, Carlos Ponce Sanjinés, Ernesto Cavour y Arthur Posnasky, cuyas obras están envueltas en leyendas y mitos sobre la feria y el personaje en miniatura.

Mendoza elaboró un expediente sobre esta festividad, pero no detectó una evidencia histórica en los archivos del país sobre la tradición, aunque sí memorias orales que atestiguan la celebración.

Una de las causas por las que no existiría documentación, según el investiador, habría sido «la colonización española que no permitió desarrollar ciertos sistemas de creencias; entonces la historia ha sido proscrita, atacada, por eso no se tiene bien definido (la fecha, la localidad de las Alasitas) qué es el Ekeko, porque hay muchas interpretaciones».

Para comenzar, el nombre de Alasitas tiene diferentes significados, en aymara el más conocido es el reflexivo «cómprame». «Trata de la compra de las illas, ispallas (amuletos, imágenes), miniaturas con el atributo de volverse reales, en medio de un ritual celebrado por el yatiri (adivinador) a las 12.00. Antiguamente, indígenas de comunidades venían a la feria a comprar illas, ispallas, animales y semillas, y duraba un día hasta dos, pero hoy dura como 15 días».

Las versiones sobre el origen geográfico de la festividad son diversas, pero coinciden en que sucede en la región andina de Bolivia. Unos autores dicen que es en Tiawuanaku (antes Kollasuyo), en los pueblos kallawayas (enclave quechua) y otros en Chuquiago Marka (ciudad de La Paz), todos en el departamento de La Paz.
Sobre Chuquiago Marka, una versión dice que estaba formada por comunidades y ayllus, y la Alasitas habría nacido en la actual zona de Santa Bárbara, antes ayllu Uturuncu. Posteriormente la exposición recorrió por la plaza Murillo, la plaza San Francisco, el paseo El Prado, la Terminal de Buses y la avenida Tejada Sorzano, hasta asentarse en el ex Parque de los Monos o campo ferial.

Tampoco existe claridad respecto de la fecha de celebración. «La alasitas se fue ubicando en una época, unos dicen en octubre, otros el 21 de diciembre (solsticio de verano), al final se quedó en 24 de enero, relacionado con la fiesta de Nuestra Señora de La Paz y después del cerco del caudillo Tupac Katari, en 1781».
Esta afirmación fue abstraída de una obra de Antonio Díaz Villamil, pero Mendoza observa que no existen pruebas para afirmar que, evidentemente, en 1781 se haya instaurado oficialmente la Alasitas.

«Gran parte de los historiadores -afirma Mendoza- eran hijos de hacendados quienes les contaban lo que hacían los campesinos. Por ejemplo, Antonio Paredes, Rigoberto Paredes son hacendados y seguro recogieron de algunos cuentos de los indígenas (sobre la Alasitas y el Ekeko) y le dieron una narrativa literaria. Por tanto, son cuentos de tatarabuelos a abuelos, lo más particular y sospechoso es que esta fiesta no existe en el campo. En fin, la leyenda no surge de la nada seguro tiene algún sustento».

Tres versiones sobre el origen de las Alasitas

El investigador Galo Illatarco elaboró el estudio Alasitas: Festividad ritual del Eqeqo y las Illas. Una tradición andina viva, en la que analiza tres versiones y coincidencias sobre esta tradición.

La primera versión que comparte Illatarco dice que la Alasitas deriva del verbo aymara Alathaña (comprar), es una festividad sagrada de culto a la deidad andina de la reproducción y la fertilidad animal, vegetal y humana, de la buena fortuna, del amor y propiciador de las uniones sexuales (Ekeko), es además una festividad prehispánica celebrada en el Qhapaj Raymi cada solsticio de verano (21 de diciembre), caracterizada por la presencia e intercambio de dijes y miniaturas como símbolos de la tradición andina.

La segunda explicación dice que Alasitas proviene del verbo aymara Chhalaqa o Chhalaqasiña (intercámbiame). En el pasado habría sido un ritual sagrado (en el Qhapaj Raymi) dedicado al dios Sol con la presencia del Eqaqo Illa a través del intercambio de miniaturas illas, llallawas e ispallas que representan la fuerza reproductiva de los objetos, alimentos, animales y personas o símbolos con poderes reproductores y propiciatorios de producción y fertilidad.

Una tercera versión señala que Alasitas derivaría de la festividad incaica llamada Sitwa o Alaui Situa y sería una fiesta ritual del Eqeqo, de las takas y de las illas vinculadas a la fertilidad y a la salud, supuestamente realizada desde el 21 de septiembre hasta el 21 de diciembre.

En conclusión Illatarco considera que actualmente la Alasitas es «una festividad paceña de carácter cíclico y se caracteriza por la tradición de adquirir, intercambiar y/o comprar illas de muchos tipos y formas vinculadas a la producción agrícola y ganadera, a la fertilidad vegetal, animal y humana, y en general, al bienestar material, físico y espiritual».

Tanto Illatarco como Mendoza coinciden en que no se conoce información fehaciente de esta fiesta en el momento de la fundación de La Paz.

    La leyenda del Ekeko

    Las versiones existentes sobre el origen del Ekeko son variadas, sin embargo, la tradición menciona que nació a raíz de las sublevaciones indígenas de 1781 y el cerco de Tupac Katari a La Paz.

    El año de la revolución que enfrentó a blancos e indios, dio fuerza a la tradición indígena del 24 de enero, fecha elegida por el gobernador Sebastián Segurola para rendir homenaje a la Virgen de Nuestra Señora de la Paz en agradecimiento a la liberación de la ciudad de La Paz.

    El rebelde Julián Apaza y su esposa Bartolina Sisa emprendieron un crudo encuentro con españoles y criollos dirigidos por Don Sebastián de Segurola.

    El 14 de marzo de 1781, La Paz se vio rodeada por miles de indígenas que habían guardado el rencor de muerte hacia blancos.

    Mientras se presenciaba esta gran pugna, acontecía otra escena en Laja, donde Paulita Tintaya, una humilde muchacha perteneciente al repartimiento del español Don Francisco de Rojas, se encargada a servir a Doña Josefa Ursula de Rojas Foronda, esposa del Brigadier Don Sebastián de Segurola, quien fue Gobernador y Comandante de armas de esta ciudad. Sin embargo, para Paulita, fue dolorosa la despedida del lugar donde dejaba a su amado el galán Isidro Choquehuanca que con dolor entregó a paulita, un pequeño amuleto de yeso que él mismo lo había fabricado como muestra de su cariño.

    Según la tradición era el amuleto que guardaba la felicidad. Isidro tomó la imagen del encomendero Rojas y la copió en la estatuilla que tenía forma de hombre, pequeña, de rostro enrojecido y grueso de cuerpo, pues dependía de Rojas el destino de los dos amantes. Además de la apariencia puesta por Choquehuanca, le puso pequeñas bolsitas con alimentos y otros bienes que formaban parte de la felicidad que soñaba el joven Isidro.

    Pasó mucho tiempo de esperanzas para el reencuentro del gran amor, mientras la ciudad se encontraba aislada. Cerca de siete meses toda la ciudad sufrió la escasez de alimentos, las despensas donde se guardaban los víveres se encontraban vacías. Solo por algo inexplicable había un poco de alimento en el rincón de una casa y que una vez consumidos eran renovados por arte de magia. Esas provisiones las poseía Paulita, una bolsa de maíz tostado, kispiña (galleta de harina de quinua) y un trozo de charque(carne seca) de llama, que casualmente puso junto al Ekeko que
    Isidro le había dado.

    La situación empeoraba cada día más, Isidro decidió protegerla y salvarla, por eso vino a su encuentro y trajo consigo algunos alimentos como tostado, kispiña y charque. Desde es día, nunca más faltaron esas provisiones que misteriosamente estaban colocadas junto al Ekeko.

    Ya en el quinto mes de asedio, la esposa del Brigadier Segurola, se encontraba en una situación de muy grave de desnutrición, su esposo no podía atenderla pues su preocupación mas importante era vigilar, organizar y dirigir la defensa de la ciudad encomendada a él. Pero Paulita encargada de su protección y al sentir lástima por ella, le dio una parte de sus alimentos. Desde entonces fueron el Brigadier, su esposa y Paulita quienes podían alimentarse un poco.

    Al sexto mes cuando las esperanzas se agonizaban, llegó la noticia de la aproximación de un ejército a la ciudad, dirigida por el Comandante General José Reseguín. Entonces la ciudad fue liberada y la paz había vuelto otra vez La liberación de la ciudad de La Paz también trajo la resurrección de una tradición que fue difundida de generación en generación: La feria de Alasitas en la que se permutaban piezas pequeñas que tenían valor cambiario.

    Así fue que el Brigadier Segurola devoto de Nuestra Señora de La Paz autorizo que el 24 de enero de 1783 se restaurase el mercado de miniaturas Alasitas; donde reapareció el Ekeko.

    El Ekeko

    El Ekeko es un muñeco de terracota que puede presentarse en varios tamaños, pero que generalmente tiene alrededor de 20 cm de altura. Representa a un hombre con las típicas vestiduras de la región andina, de su cuerpo cuelgan pequeñas bolsitas, que a modo de alforjas contienen cereales, tabaco y billetes enrollados. El poseedor del Ekeko puede agregar nuevas ofrendas en miniatura que se colgarán de la estatuilla o se ubicarán a su lado, representando aquello que se desea obtener.

    El Ekeko era considerado por los antiguos collas como el dios de la fortuna y la prosperidad, según las creencias este ídolo se encargaba de traer al hogar fortuna y alegría, además ahuyentaba las desgracias, debía ser el compañero inseparable de la familia. Pero también se cree que es vengativo, ya que si no se le presta atención castiga quitando todo lo que su dueño tiene o con enfermedades, una de las formas de rendirle culto, y para lograr los favores solicitados, hay que hacer «fumar» al Ekeko en el momento en que se pone el objeto, la figura presenta un hueco en la zona donde debería estar la boca, y es allí donde debe colocarse un cigarrillo encendido. Si el deseo o pedido es aceptado, del cigarrillo saldrá humo como si realmente el Ekeko fumara.

    En ese marco, todo lo que uno quiere poseer en el año se compra en Alasitas, además de objetos en miniatura: casas pequeñas, bolsas de arroz, de azúcar, fideos, pan, se pueden adquirir artesanías en mimbre, barro, madera, ropa de alpaca, vicuña, instrumentos musicales. Por el principio de la magia imaginativa, la gente del campo adquirirá con preferencia, figuras de animales, vacunos, ovinos, llamas y aves, camiones, camionetas, bicicletas; que representaban las necesidades de su entorno, en cambio, se prepara para los vecinos de las ciudades: casas, edificios, artículos de construcción, palas, ladrillos, celulares y dinero, para ello ya se imprimen bolivianos, dólares y euros.

    Entre los pobladores antiguos, la fiesta del Ekeko se realizaba en el solsticio de verano, reunían de sus cosechas los elementos más extraños, si alguien no los tenía debía recoger piedras con formas raras para cambiarlas por objetos, nadie podía negarse al intercambio. Al haberse reintroducido esta fiesta donde los indígenas practicaban el intercambio de objetos pequeños por monedas, se reestableció paulatinamente este culto, donde el Ekeko debe conseguirse ya sea regalado o robado, jamás comprado, ya que los sueños nunca se compran con dinero y cada viernes o cada martes hay que colocar un cigarrillo encendido en su boca, si este se mantiene encendido hasta el final, los sueños se harán realidad.

    Tal vez el origen de esta tradición en el Altiplano, en la región sur de los Andes, donde la comparten Perú y Bolivia, alrededor del Lago Titicaca, se remonte a aquellos comerciantes españoles que viajaban solitarios por todo el país, visitando los pueblitos y llevando consigo diversas mercancías para intercambiarlas por productos locales. Muchas de estas mercancías eran productos totalmente inútiles para los indínegas, chucherías, pero constituían símbolos procedentes de un mundo dominante. En cierta forma estos viajeros blancos representaban también sueños hechos realidad a través de productos que venían de lugares lejanos, así el viejo comerciante español se fue convirtiendo en un símbolo de buena suerte y felicidad.

    Durante la Colonia, los Ekekos se fabricaron en oro y plata, también en estaño y cobre, actualmente se hacen en yeso o arcilla, pero a pesar de lo humilde de estos últimos materiales, este ídolo ha extendido su influencia a otras regiones andinas y costeñas y continúa llevando felicidad a la gente que cree en él.

    Quien lo posea, se sentirá más confiado para conseguir lo que necesita y podrá creer que este amuleto le ha de proporcionar dinero, trabajo, alegría y especialmente mucha esperanza. En los tiempos difíciles que vivimos esta ayuda es generalmente muy buscada.

    Publicado por EaBolivia


    Fiesta de las Alasitas: cuando los bolivianos vuelven a ser niños

    Por Mónica Savdie

    En el muelle internacional de El Dorado es medianoche. Largas filas de personas aguardan ser llamadas a bordo con rumbo a Ciudad de México o a Buenos Aires. La sala de espera de los que vamos hacia La Paz está casi vacía, como casi vacío despega el avión que nos llevará a la capital boliviana. Es 23 de enero, víspera de una fiesta nacional esperada por los paceños todo el año: las alasitas, el festejo de las miniaturas.

    Durante el vuelo me pregunto qué adquisiciones nuevas podrán engrosar mi colección de miniaturas. Me lleno de expectativas desde que contemplé en la embajada de Bolivia unas fotos de las calles paceñas atiborradas de puestos donde se venden miles de miniaturas, cuando ciertamente encontrar una sola de estas requiere de mucha paciencia y un agudo entrenamiento ocular. De eso doy fe después del último inventario de mi Museo: 2.500 coleccionadas en medio siglo.

    Es oportuno aclarar que heredé las miniaturas de una dulce mujer llamada Lucía Pulido, quien dedicó su vida a la pasión de buscarlas por el mundo. Las ordené por temas en pequeñas vitrinas y les di el nombre de Museo.
    A pocas personas les comenté el motivo de mi viaje, por demás muy largo, en busca de lo más pequeño. Me limitaba a comentar que iba a realizar un reportaje y punto. Una lástima que la jaqueca, producto del poco sueño y del mal de altura, no se presentase en formato pequeño. El 24 madrugo ya más recompuesta, para no perder detalle del festejo, y aun cuando las frías calles están vacías, el expendio de periódicos ya está abierto.

    Primera sorpresa: ¡la prensa se vende en miniatura! Los periódicos de habitual tamaño tabloide en este día no miden más de quince centímetros, y es preciso esforzar la mirada para leer el contenido de La Razón, Opinión o Página Siete en su versión alasitera. Hoy, como ningún otro día, aprovechan para decir con desparpajo lo que seguramente callan el resto del año. Contienen, a vuelo de pájaro, todo lo opuesto a un periodismo serio, pues abordan con acidez y burla situaciones de personajes de la farándula y la vida política, sus mejores blancos. Periódicos y revistas en miniatura son productos que los ciudadanos aprecian cada vez más por su ingenio y su espíritu alegre, ideal para abrir la fiesta.

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    Los bolivianos mantienen viva una tradición ancestral que consiste en la fabricación de miniaturas. Se trata de un festejo heredado de sus antepasados, los aimaras, quienes intercambiaban productos de siembra y objetos religiosos para augurarse prosperidad en la vida cotidiana. Incluían en ello objetos alusivos al amor, el sexo y la felicidad, y el encargado de exhibirlos tenía por nombre Ekeko.

    Según cuentan los historiadores, los conquistadores españoles apropiados de La Paz y sus alrededores, y abiertamente temerosos de los ritos andinos, que consideraban satánicos, emprendieron una cruzada de “extirpación de idolatrías” que afectó la pintoresca festividad de las Chalasitas, como se la llamaba. El trueque de los buenos deseos no tuvo otra opción que pasar de la plenitud a lo prohibido, y por ahí a lo clandestino, pues era imperativo mantener vivo el ritual de intercambio de deseos.

    Para facilitarlo, todas las ofrendas cambiaron de tamaño hasta llegar a su mínima expresión, de manera que el intercambio pasaría inadvertido por los invasores. Siglos después vendrían el renacimiento y la expansión de esta costumbre, hoy celebrada libremente y conocida como la Fiesta de las Alasitas.

    La Paz es una ciudad convertida por excelencia en miniatura. Según cuentan los herederos de esa lejana tradición, que se repite año tras año, “en los pequeños objetos habita el espíritu de todas las cosas”. Y ‘Comprame’ es el eslogan de esta fiesta, en la que los objetos elaborados a escala se hacen bendecir por las dos grandes autoridades religiosas, para que estas adquisiciones se materialicen en algún momento del año, en la vida real.

    A los curas no les quedó otra opción que unirse al rito indígena oficiado por el chamán o yaitiri, para confiar la realización del deseo. Jesús repetiría con toda justificación su arenga del templo al ver a los miles de desaforados fieles ingresar a las iglesias cargados de miniobjetos propios de los tiempos modernos para ser bendecidos. A mano llena intentan persignarse las personas, mientras sostienen con recelo sus más recientes adquisiciones: computadores, cámaras, iPods, iPads y hasta celulares que no superan los 3 centímetros, mientras esperan la comunión bendita (del cura) o el vino de la tierra (del chamán). Este sincretismo entre las autoridades católicas y la religión indígena es lo máximo para un boliviano.

    Rompen récord de venta los billetes de todo el mundo impresos en variados tamaños. Después de estos, los minigallos y gallinas, elaborados con pasta, se llevan el segundo lugar en ventas, pues están destinados a ellas (los gallos) y a ellos (las gallinas).

    No es difícil percibir en ello el implícito deseo de una pareja. A veces una gallina va acompañada de huevitos, ¡más procreación, para desespero del escritor Fernando Vallejo!

    Internarse en la festividad de las Alasitas es compartir no solo el fervor hacia los objetos más pequeños, sino el deseo de atesorar algún día lo más grande. Se trata de una pasión silenciosa, casi mística, que comparten fabricantes, vendedores, devotos y aquellos que afinan la mirada para encontrar ese objeto preciado que represente su deseo.
    “Es el comienzo del juego, un día en que los bolivianos vuelven a ser niños”, comenta la periodista boliviana Lupe Cajías.

    Largas cuadras de toldos organizados entre el olor del incienso, el cerdo asado y la empanada salteña enmarcan la escenografía paceña, hasta que en ese eclecticismo de sensaciones entra en escena el estallido de un petardo.
    Sin darme cuenta, me he salido de los límites de la fantasía hasta llegar al Ministerio de Minas, donde un centenar de indígenas le reclama al Gobierno que les permita tomar en arriendo las minas. Un tema de grandes proporciones, en medio del festejo de las cosas más pequeñas.

    Me reintegro velozmente a la calle de las Alasitas, en esta ciudad sitiada por cerros tapizados con ladrillo. Miles de casas que no dan tregua a la mirada cercan a La Paz de hoy. Por algo será el ladrillito la tercera miniatura más vendida. Tanta construcción en los cerros permite creer sin mucho esfuerzo aquello de los deseos cumplidos, a pesar de cualquier norma ambiental.

    También se venden pequeñitos terre

    Contrabandistas chilenos intentaron llevarse 230 piezas catalogadas como bienes culturales de la Argentina

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    La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), a través de la Dirección General de Aduanas, impidió en las últimas horas el contrabando de 230 piezas de bienes culturales que intentaban ser trasladadas desde el Paso Internacional Río Futaleufú hacia Chile.

    Se trata de piedras y madera petrificadas que no fueron declaradas por un grupo de viajeros chilenos y que, como pertenecen al bosque petrificado Sarmiento, en la provincia de Chubut, no pueden ser retiradas del país.

    Todo salió a la luz cuando personal aduanero que realizaba sus tareas habituales de control en el paso efectuó la revisión de una camioneta 4X4 que egresaba del territorio argentino.

    Las piedras que intentaron sacar del país

    Las piedras que intentaron sacar del país

    A los agentes les resultó sospechosa la cantidad de equipaje que llevaban la conductora del vehículo y sus acompañantes, todos de nacionalidad chilena, por lo que comenzaron a observar con detenimiento los distintos bultos que transportaban.

    Con la utilización del escáner, funcionarios de la Aduana visualizaron unos objetos dentro de los bolsos de mano que llamaron su atención. Los abrieron y encontraron piedras y partes de árboles petrificados.

    A continuación, prosiguieron con la revisión física del automotor y detectaron más piedras ocultas debajo de los asientos. Dentro del equipaje, también había piedras envueltas en ropa y escondidas en el calzado.

    La maniobra fue advertida a través del uso de escáneres

    La maniobra fue advertida a través del uso de escáneres

    Todo este material, valuado en USD 1.400, no puede ser trasladado por los viajeros como equipaje. Por lo tanto, se determinó el secuestro de las piezas porque incumplía con el régimen de equipaje.

    El procedimiento se llevó a cabo en conjunto con personal de Gendarmería Nacional, que dio aviso al Juzgado Federal de Esquel y solicitó la ayuda de agentes especializados en bienes culturales.

    Los turistas fueron acusados por infracción a la Ley 25.743 (Protección del patrimonio arqueológico y paleontológico) y al régimen de equipaje.

    Con este tipo de tareas, la AFIP refuerza su compromiso con el cuidado y protección del patrimonio argentino, a través del control de entrada y salida de restos fósiles, bienes arqueológicos, obras de arte y materiales históricos, entre otros elementos.

     

    Tomada de: https://www.infobae.com/sociedad/policiales/2019/07/04/contrabandistas-chilenos-intentaron-llevarse-230-piezas-catalogadas-como-bienes-culturales-de-la-argentina/

    Agoniza el Museo del Caribe de Barranquilla

    museo-caribe-heraldo-780x514.jpgAllí está el sabor, el olor, la música y la creatividad Caribe. Todo parecía marchar bien… Hasta que los aires acondicionados comenzaron a fallar, los bombillos de las lámparas comenzaron a fundirse y los jardines a marchitarse poco a poco. ¿Qué pasó?

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    Todo parecía estar bien. Locales y visitantes ponderaban la originalidad de la museografía -bastante alejada de la de los museos tradicionales- y  elogiaban el diseño de las salas, los dispositivos audiovisuales y la programación cultural que se realizaba en la Sala Múltiple, en la Mediateca Macondo y en la plazoleta Mario Santo Domingo.

    Había logrado institucionalizar varios espacios de divulgación como los Jueves del Gran Caribe y la Noche del Río, siendo este último un evento que conquistó y formó, durante sus trece versiones, a un público variopinto entusiasta de las músicas tradicionales del Caribe colombiano. También alcanzó a realizar varias sesiones de la Cátedra de Cocinas del Caribe, que lastimosamente desapareció.

    Tenía también, el Museo del Caribe, una pequeña tienda con una bonita colección de objetos creados por jóvenes diseñadores locales con la marca del museo.

    Todo parecía andar bien. Gracias a los convenios establecidos con los entes territoriales, docenas de escuelas y colegios de Barranquilla y el Atlántico enviaban a sus estudiantes a ver la exposición de la cultura caribeña y hasta los profesores universitarios encomendaban a sus alumnos trabajos sobre el museo. Los convenios, que alcanzaron a representar $26.197.890.801 en 9 años, no son un negocio que le reporte al museo mayores beneficios, pero al menos garantizaba un flujo de visitantes de los estratos más bajos de la ciudad y el departamento.


    Varias de las exposiciones eran más sensoriales y dinámicas, innovadoras – Foto: zonacero.com

    Los visitantes extranjeros se iban gratamente impresionados y los de otras regiones del Caribe se llevaban el orgullo regional mejor puesto que nunca. Se reconocía como  espacio para el fortalecimiento de la identidad y la construcción de un nuevo imaginario de región.

    Además de todo eso, y como parte de su necesidad de generar recursos, el Parque Cultural del Caribe vendía servicios de museografía a otras instituciones, asesoraba proyectos, alquilaba espacios y como si fuera poco, llevaba con éxito el restaurante La cocina del museo.

    Todo parecía marchar bien… Hasta que los aires acondicionados comenzaron a fallar, los bombillos de las lámparas comenzaron a fundirse y los jardines a marchitarse poco a poco. ¿Qué pasó? ¿Por qué no funcionaron los planes de sostenibilidad? ¿Hubo un plan de contingencia? ¿Se crecieron los problemas ante la mirada impotente de una junta directiva donde se sientan socios tan poderosos como la Fundación Mario Santo Domingo, Argos y Promigas?

    Quizás los recursos comenzaron a fluir más lento que sus necesidades, quizás sus directivos no dimensionaron adecuadamente los retos que les plantearían el mercado y las dinámicas económicas de la ciudad. Quizás el perfil de la dirección fue erróneamente definido y la estructura interna de la entidad no fue la más acertada.

     

    En pleno calor al mediodía en Barranquilla, el museo ofrecía ventiladores a sus visitantes para apaciguar un poco la snesación – Foto: elheraldo.co

    Lo cierto es que el déficit se hizo cada vez más grande. Mientras que el presupuesto de operación de los 9 años sumó 28 millones, 194 mil, 400 pesos, los aportes efectivos de la ciudad y el departamento juntos fueron de 8 mil 965 millones. Los 19 mil 200 millones de pesos restantes (el 68% del presupuesto), tenía que proveerse por gestión de la entidad: ingresos por taquilla, eventos, restaurante, tienda, aportes de empresas privadas y servicios de consultoría, que no alcanzaron para cerrar la brecha. Entre otras cosas, el informe de gestión presentado por la Dirección del Parque Cultural en 2018 no indica cuánto se gestionó en estos 9 años. Lo que sí revela es que la reinversión realizada entre 2009 y 2017 fue de $3 mil 950 millones, de los cuales un poco más de $2 mil millones figuran en el rubro “Renovación tecnológica del museo. El remanente iba a reparaciones locativas, mantenimientos de ascensores,  servicios, etc.  Sería interesante solicitar una actualización del presupuesto de operación del Museo del Caribe, para saber cuánto cuesta y qué se requiere realmente para sostener el museo, independientemente de los gastos administrativos del Parque Cultural del Caribe.

    Llama la atención, de las cifras contenidas en el informe, que el presupuesto de operación de 2017 fue fijado en $4.888.551, cifra parecida a la de los gastos operacionales del Museo de Antioquia en 2013 ($4.985.000), siendo aquella una entidad con más de 500 empleados y una oferta de servicios apreciablemente mayor.

    Un museo anquilosado

    De cualquier manera, los ingresos no alcanzaban y el deterioro tomó un ritmo galopante, no sólo sobre la planta física sino sobre el discurso mismo del museo. A los 7 años de creado se imponía una renovación, por lo menos parcial, de la exposición. Era un período más que prudencial para instalarse en la ciudad y la región con un lenguaje distinto desde donde narrar la cultura caribe, y cumplido ese período era necesario mostrar más de lo que se tenía. Porque el museo cuenta con una inmensa cantidad y calidad de información que puede ser vertida en guiones museológicos para las cinco salas; información que, según lo previsto inicialmente, no solo estaría a disposición del público mediante pantallas táctiles colocadas estratégicamente en cada piso, sino que alimentaría la renovación de los contenidos en los próximos años. En esas terminales los visitantes podrían ampliar su visión sobre temas centrales de la narración con documentos, diagramas o enlaces relacionados, teniendo la posibilidad de acceder a cientos de recursos a través de la red.

    Pero no se implementaron las pantallas, por lo cual muchos visitantes ya encuentran superficial el contenido de la exposición. En 2017 un estudiante de la Maestría en Historia de una universidad privada escribió en su trabajo sobre el museo: “Hoy es un sitio para turistear y que sirve para darle atractivo a Barranquilla como un lugar donde hay cosas interesantes. Es una posición endeble que con el tiempo dejará de ser relevante, a menos que se utilice como un punto de partida para establecer acciones que lleven al cumplimiento del objetivo más valioso: fortalecer la identidad del ser Caribe mediante la apropiación de sus gentes. (…)  Las condiciones están dadas y hay que aprovecharlas. No es justo que solo en algunos periodos del año, sobre todo en vísperas de Carnaval, el Museo del Caribe sirva de epicentro para las manifestaciones de la cultura.”

    ¿Por qué no se instalaron unas sencillas terminales con información complementaria?

    Quizás porque al no haber una dirección académica en la institución no se dimensionó la importancia de su función educativa en el museo. ¿Y por qué el museo no tenía una dirección propia? Quizás porque los directivos estimaron que una sola persona podía ejercer de dirección del museo y la del centro cultural y que ambas funciones las podía ejercer con lujo de competencia una persona con perfil gerencial y experiencia en el sector público. Se dirá, con razón, que para ambas labores la dirección contaba con un equipo de trabajo y unos asesores, pero quizás estos no fueron los suficientes o los más indicados.

    Entre las deudas grandes que tiene el museo con su público está el montaje  del gran panel sobre el río Magdalena que se había previsto en la sala de la acción; un tema apenas perceptible en el discurso  del museo, a pesar de tener en sus archivos todos los elementos para construir un gran relato audiovisual y sensitivo de nuestra arteria mayor.

    En algún momento de 2007 o 2008 se consideró, con pragmático criterio, que no era necesario que el museo tuviese una planta de personal especializado, sino que un mismo equipo de diseño, educación, comunicaciones, administración y finanzas podía trabajar para el museo y para el Parque Cultural del Caribe al mismo tiempo. No importaba que, una vez inaugurado el Museo del Caribe, la directora del parque cultural quedara a cargo de su administración, mantenimiento, descentralización y actualización museal, al tiempo que continuaba con su plan estratégico de construcción del Museo de Arte Moderno y la Cinemateca del Caribe, más los servicios de extensión a la comunidad.

    La sala dedicada a Gabriel García Márquez y a Macondo – Foto: EFE y elmundo.es

    Para cuando el museo adoptó el nombre Museo del Caribe Gabriel García Márquez, la crisis tocaba a las puertas. En 2016 la institución cumplió siete años, la “edad de la conciencia”. Sin embargo, aún no tenía derecho a tener NIT propio, es decir, mayoría de edad como museo y por tanto, poder decisorio: qué exponer y cómo exponerlo. Tampoco tenía vocería académica (a través de un departamento de publicaciones, por ejemplo) que se encargara de divulgar el conocimiento y de paso comercializar parte del acervo de imágenes y sonidos que respalda la producción del museo. Así estuvo pensado desde el principio, era parte de un plan estratégico que inició con Carmen Arévalo pero que no fue completamente acatado después.

    En las memorias de las reuniones de trabajo de la época sería posible encontrar ejercicios de estructura organizativa que preveían equipos de trabajo museológico y museográfico, como lo exige, por demás, el  Código de Deontología del Consejo Internacional de Museos, ICOM (por sus siglas en inglés). Este tiene en cuenta los principios globalmente aceptados por la comunidad museística internacional al establecer UNA NORMA MÍNIMA PARA LOS MUSEOS. Dicha norma se presenta como una serie de principios sobre las prácticas profesionales que es deseable aplicar en un museo, con  directrices  y  evaluaciones de cumplimiento con mira a acreditaciones, habilitaciones o sistemas similares de evaluación. Cuando no hay normas definidas en el plano local, se  pueden  obtener  directrices  por  conducto  de  la  Secretaría  del  ICOM  o  de  los Comités Nacionales o Internacionales competentes.

    El código tiene, asimismo, un capítulo dedicado a la Política Comercial (1.10) donde reza: “El órgano rector debe dotarse de una norma escrita relativa a los ingresos que puede generar con sus actividades o que puede aceptar de fuentes externas. Cualquiera que sea la fuente de financiación, los museos deben conservar el control del contenido y la integridad de sus programas, exposiciones y actividades. Las actividades generadoras de ingresos no deben ir en detrimento de las normas de la institución, ni perjudicar a su público.”

    No sabemos si el museo tiene una norma escrita al respecto, pero sí que intentó generar ingresos con actividades de consultoría, alquileres y restaurantes, pero dejando de explotar el enorme potencial de sus activos intangibles, los derechos de autor. A manera de referencia podemos ver que el Museo de Antioquia generó en el 2013 la nada despreciable suma  de $1.675.000.000 por actividades comerciales.

    Me consta, por razones profesionales, que al menos desde el 2013 la dirección de Parque Cultural del Caribe recibió diversas propuestas de merchandising que le hubieran permitido explotar sus derechos de autor; sobre todo ese banco de imágenes, música y fotografías producidas para alimentar la museografía de las salas. En otras palabras, el museo no le apostó a sus propias capacidades como productor cultural, mucho menos fue el gran promotor de las industrias culturales y creativas de toda la región. Un museo puede mover todo un clúster de cultura, con precios justos para los creadores y artesanos y una hermosa labor de responsabilidad social.

    Un proyecto presentado por Prodim Asociados y Ediciones Amaranta contemplaba la instalación de una gran tienda en el lobby, donde los visitantes podrían, desde tomarse un café hasta comprar juegos didácticos, videos, libros, calendarios y toda una línea de productos atractivos, como se lo merecía un museo de su envergadura. Ese proyecto de tienda quedó archivado por falta de fondos para la inversión. Pero tampoco prosperaron otras propuestas creativas que buscaban fortalecer la generación de ingresos para la institución. Fueron varias las empresas que le propusieron desarrollar nuevos productos para la venta a partir de la exposición, pero ninguna tuvo la oportunidad con el museo.

    Sí, todo parecía ir bien, hasta que a los conferencistas invitados al Jueves del Gran Caribe se les dejó de pagar por sus conferencias; hasta que comenzó a suceder –y fui testigo de ello- que los guías perdían calidad en su discurso, que el visitante se sentía abandonado en la experiencia de recorrer el museo y que su página web se iba quedando rezagada en contenido y diseño.

    Así fue como el Museo del Caribe, que con gran orgullo vimos inaugurar en 2009 y que alcanzamos a soñar como el gran museo regional, se fue convirtiendo en un pesado elefante que se balanceaba sobre una frágil telaraña institucional. Por las razones que he expuesto, la red social que debía sostener el museo se adelgazó a tal punto que ya no lo pudo mantener por más tiempo y se quebró.

    Para ser justos, habría que señalar también la responsabilidad que le cabe a las administraciones distritales que prometieron mejorar el entorno inmediato del Parque Cultural del Caribe con obras de renovación urbana y no lo hicieron. Aún hoy, a pesar de las millonarias inversiones en la ampliación de las vías adyacentes, la acera de enfrente del Museo del Caribe sigue siendo una cuadra desapacible y gris, sin un café, tienda, hotel o restaurante que le dé vida; por el contrario, es una cuadra donde nadie querría estar después de las seis de la tarde.

    No insistiré en el asombro por la omisión de la oportunidad, en la pregunta del por qué no… Solo quiero recordar que el museo tiene todavía mucho más que dar, si logra la vinculación estrecha de todo el sector creativo de la ciudad y del departamento. Es una obligación, además, si se recuerda que desde las Naciones Unidad se ha propuesto una política internacional expresada en la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial (Unesco, 2003) y que en Colombia también existe desde 2009 una política pública de patrimonio enmarcada en ese instrumento internacional.

    Problemas de identidad: El museo cultural del Caribe

    En el discurso de los medios el Parque Cultural del Caribe guarda en sus instalaciones al primer museo regional de Colombia… cuando en realidad sería al contrario: son las instalaciones del Museo del Caribe, que es todo lo que vemos ahora sobre la avenida Olaya Herrera entre calles 34 y 36, las que albergan las oficinas del Parque Cultural del Caribe. La confusión es tal desde el principio -por decisión de la junta- que no es raro escuchar a las personas hablar del museo como “el Museo Cultural” o “el parque del Caribe.”  Y lo que es más diciente: si hoy se entra a la página web www.culturacaribe.org  y se elige el enlace del Museo del Caribe, la visión, misión y objetivos que se le atribuyen a este son los del Parque Cultural. ¿Es decir que el museo no tiene entonces una visión, misión ni objetivos propios?

    No es necio preguntarse, en las actuales circunstancias, por qué el Ministerio de Cultura fue tan permisivo con esta institución como para no exigirle lo mismo que le exige a las demás entidades museales de Colombia.

    ¿Entonces qué hacer?

    Así como existe una medicina basada en la evidencia y un Modelo Basado en la Evidencia para las pruebas de conocimiento, también debería de hablarse de una gestión cultural basada en la evidencia. Es evidente que, aunque todo parecía marchar bien, el modelo aplicado resultó desastroso.

    ¿Qué recomendaciones se le harían a la dirección del Museo del Caribe desde el punto de vista de la gestión cultural?

    Podría decírsele, por ejemplo, cuán importante sería para la ciudad y la región que la dirección del PCC considerara la idea de darle al Museo del Caribe, por primera vez, una verdadera estructura de museo, con sus áreas de museología y museografía, un equipo de educación reforzado, curaduría multidisciplinaria, marketing cultural y todo lo que fuera necesario para hacer bailar a ese enorme y querido edificio, para hacerlo volar y ser capaz de posarse en la más lejana barriada de Barranquilla o en el más apartado municipio de la región, llevando ese coro de voces y de imágenes de la cultura caribe en el que hoy nos reconocemos.

     

    Por: Patricia Iriarte

    Tomado de: https://www.las2orillas.co/agoniza-el-museo-del-caribe-de-barranquilla/

    Costa Rica: tiene el doble de bosques que hace 30 años, ¿cómo lo hicieron?

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    reforesta-cr.pngLa reforestación no requiere sólo de buenas intenciones, sino de acciones planeadas y bien ejecutadas. Y es que los bosques –y los habitantes que los constituyen, los árboles– son seres de inmensa complejidad, que necesitan condiciones muy específicas para sobrevivir.

    No obstante, la reforestación masiva es posible,
    y Costa Rica es un inspirador ejemplo de ello.

    Este país caribeño cuenta, hoy en día, con el doble de bosques de los que tenía en la década de los años 90 del siglo pasado. Como indica la United Nations University, en 1940 Costa Rica tenía un 75% de bosques tropicales, en áreas usualmente habitadas por indígenas, pero en las décadas subsecuentes todo desapareció. Diversas actividades agrícolas y la obtención desmedida de recursos naturales provocaron que para 1983, sólo el 26% del territorio contara aún con bosques.

    Pero Costa Rica está en camino a recuperar
    todos los bosques perdidos.

    Esta es la mayor recuperación de ecosistemas boscosos que jamás haya tenido otro país tropical, según el Banco Mundial. ¿Cómo lo hicieron? Empezaron por proteger estos ecosistemas de la deforestación, actividad cuya tasa decreció hasta llegar a cero en 1998. Esto fue posible a través de mecanismos de recompensa para quienes brindan servicios ambientales, lo que se conoce como “pagos por servicios ambientales”, lo que además ha reducido la pobreza en áreas rurales y ha fortalecido a las comunidades indígenas.

    El éxito de Costa Rica reside, según la United Nations University, en tres factores: ética, ambientalismo y políticas públicas efectivas. Tres factores que muchos gobiernos deberían adoptar como ejes centrales de toda planeación, ya que como atinadamente ha dicho el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, el cuidado del medioambiente es “la gran tarea de nuestra generación”. 

    En Costa Rica se tiene claro que la única manera de sostener un país es volviéndolo sustentable. La economía de este país gira ahora en torno a la conservación de los ecosistemas y la lucha contra el cambio climático, lo que lo ha llevado a generar toda su energía a partir de fuentes renovables, así como a implementar políticas efectivas para el cuidado de los bosques –lo que incentiva el turismo, uno de sus pilares económicos, según la FAO–. Estas, entre otras acciones, hacen ver que un futuro compartido con un medioambiente sano es posible. 

     

    Tomado de: https://ecoosfera.com/costa-rica-bosques-reforestacion-masiva-politicas-medio-ambiente/

    VIII Congreso de Educación, Museos y Patrimonio

    Captura_de_Pantalla_2019-10-03_a_las_13.39.52.png25 y 26 de noviembre, 2019, Valparaíso, Chile

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    VIII CONGRESO DE EDUCACIÓN, MUSEOS Y PATRIMONIO

     

    La asistencia no tiene ningún costo, plazo para registrarse es hasta el jueves 21 de noviembre.

     

     

    El VIII Congreso de Educación, Museos y Patrimonio, titulado “Compartir, incluir e integrar para el futuro”, que se efectuará el 25 y 26 de noviembre de 2019, en la ciudad de Valparaíso, Chile, ha abierto las inscripciones para los interesados en participar.

    La asistencia no tiene ningún costo, pero los cupos son limitados. El plazo para las inscripciones es hasta el jueves 21 de noviembre.

    El encuentro es organizado por el Comité de Educación y Acción Cultural, CECA- ICOM Chile, con el apoyo del Comité Chileno de Museos (ICOM Chile), de la Subdirección Nacional de Museos,  el Museo de Historia Natural de Valparaíso, el Instituto Duoc U y la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

    La apertura del congreso estará a cargo de la gestora cultural y curadora española Encarna Lago González, quien es actualmente gerente de la Red Museística Provincial de la Diputación de Lugo, con diecinueve años de experiencia en la dirección, programación y gestión de museos dentro de las líneas del “Movimiento Internacional para una nueva Museología” (MINOM-ICOM).

    Asimismo habrá cuatro mesas integradas por 12 ponencias de profesionales de Chile y el extranjero, y un espacio de entrevista al director del Museo de La Ligua, ganador del “Premio Grete Mostny a las Buenas Prácticas Museológicas”, Darío Aguilera.

    Para mayor información e inscripciones visitar el

    sitio web https://viiiongresoeducacionmuseosypatrimonio.home.blog o

    escribir al correo electrónico congresoeducacionmuseos@gmail.com

    XXVII ICOFOM-LAM: museos, tradiciones y construcciones colectivas en América Latina y Caribe

    71810059_2453804664904447_2457359130315194368_o.jpg25 al 28 de noviembre, 2019, Ciudad de Guatemala, Guatemala

     71823732_2452441705040743_8796009287525597184_n.jpg

     

    Contacto: ICOFOM <“>

     

     

    Memorias de un robo en la selva maya (y de tres o cuatro orquídeas extraordinarias)

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    Arqueólogos mexicanos restauran estos días la fachada del templo de Placeres, saqueada hace 50 años y enviada por contrabando al Museo Metropolitano de Nueva York

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    En 1968, una cuadrilla de saqueadores liderada por un traficante de orquídeas arrancó la fachada de un templo maya en el sur de México y la mandó en avión al Museo Metropolitano de Nueva York. Nueve metros de fachada con sus máscaras de estuco, sus glifos y sus dioses antiguos. La sacaron de la pared con sierras de leñador, la partieron en 48 pedazos, la embalaron y subieron al aeroplano. Todo eso en una pista de aterrizaje construida para la ocasión, abierta a machetazos en mitad de la selva. Nunca antes -ni después- una banda de traficantes de arte precolombino se atrevería a tanto.

     

    La doctora Donna Yates, arqueóloga experta en contrabando de arte y responsable de la web traffickingculture.com, dice que se trata probablemente de “uno de los robos de antigüedades más grandes de Mesoamérica, si no el mayor. Y me refiero en tamaño y audacia”. Yates cuenta que con este caso “los saqueadores probaron los límites del saqueo en la zona maya y se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos”.

    A 50 años de todo aquello, la fachada Placeres, así se la conoce, descansa sobre un antiguo esqueleto metálico, en una esquina de la sala Maya del Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México. Los arqueólogos preparan su restauración. Quieren quitarle el tono rojizo y devolverle su color original, eliminar las sales acumuladas en la máscara principal y rescatar su iconografía. El responsable de la sala maya, Daniel Juárez, explica que se trata de una pieza “impresionante, muy importante”. Más aún por “todo lo que implicó el saqueo”, el viaje de la fachada al Museo Metropolitano, la negociación entre traficantes y autoridades mexicanas en Nueva York, su vuelta al país y también, quizá más interesante que todo lo anterior, por la figura del capitán de los saqueadores.

    Imagen actual de la fachada, antes de la restauración.Imagen actual de la fachada, antes de la restauración. SERGIO ORTIZ

     

    Su nombre es Lee Moore, ciudadano estadounidense y amante de las orquídeas, que a estas alturas debe ser ya octogenario. Hace tiempo que nadie sabe de él. El peruano David Landa, que lo conoció en la amazonía hace más de 15 años, dice que vive en Miami y está inválido. Landa es vecino de Moyobamba, un pequeño municipio del departamento de San Martín, la puerta del Amazonas. En una llamada telefónica esta semana, Landa, que fue subprefecto de Moyobamba, dice que Moore abrió un vivero en el pueblo a finales del siglo pasado. “Cultivaba orquídeas y bromelias. Yo lo conocí porque él denunció el tráfico de una especie de orquídea que se había descubierto por aquí, la phragmipedium kovachii, que es carísima. Luego mi familia le compró el vivero. De eso hará seis o siete años”.

    La escritora estadounidense Susan Orlean dedica varias páginas a Moore en El Ladrón de Orquídeas. El libro cuenta la historia de un vecino del sur de Florida, John Laroche, obsesionado hasta tal punto con un espécimen de la planta, la orquídea fantasma, que intentó llevarse un ejemplar de contrabando de los bosques inundados del sur del estado.

    Para su investigación, Orlean quería conocer a traficantes de plantas de Florida. Todo el mundo, dice, le recomendó que buscara a Moore. Orlean dio con él justo antes de que se mudara a Perú, por su vivero, a finales de la década de 1990. La escritora da cuenta de las hazañas del traficante. Moore, escribe, descubrió y dio nombre a tres especies de orquídeas, comerció con peces tropicales desde Centroamérica y planeó un negocio de venta de veneno de serpiente para sintetizar antídotos. “En sus viajes de recolección de plantas”, narra la autora, “Lee se familiarizó con el arte precolombino (…) Pensó que la recolección de este tipo de artefactos complementaría la de plantas. Su primer proyecto fue sustraer la invaluable pared de un templo maya. Le llevó tres meses. En ese tiempo, Lee y su mujer, que estaba embarazada de siete meses, acamparon en el lugar y se alimentaron a base de palomas asadas”.

    Antes de Cortés

    En 1973, Karl Meyer, experiodista de The Washington Post, publicaba El Saqueo del Pasado, un libro sobre el auge del contrabando de obras de arte después de la Segunda Guerra Mundial. En el primer capítulo, Meyer narra al detalle por primera vez el saqueo de la fachada Placeres.

    Aspecto del templo del que sacaron la fachada, en 1968.Aspecto del templo del que sacaron la fachada, en 1968. TRAFFICKING CULTURE

     

    El autor cuenta que un traficante de arte de Nueva York supo de la fachada, descubierta en la selva que comparten Yucatán y Campeche. Organizó el saqueo y obtuvo fotos del lugar. Moore habría sido uno de sus hombres en el terreno. Con las fotos en la mano, el traficante trató de venderle la fachada a un coleccionista mexicano. Ante su negativa, mandó que la embalaran y la mandaran a Nueva York.

    En aquel entonces, el Museo Metropolitano preparaba una gran exposición de arte precolombino, Before Cortes, para celebrar su primer siglo de existencia. El traficante, un húngaro que había sido piloto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, pensó que la fachada encajaba perfectamente en los planes del museo. Se la ofreció por 400.000 dólares.

    La fachada llegó al museo y aguardó su destino en el sótano. Pasaron varios meses hasta que a finales de 1968, uno de sus directivos, escandalizado, desechó la compra. Según Meyer, el directivo opinaba que “comprar el templo -la fachada- sería como comprar un pedazo del Partenón”.

    Enseguida se pusieron en contacto con Ignacio Bernal, director del Museo Nacional De Antropología en México, y le explicaron la situación. Bernal voló a Nueva York mientras los directivos del museo le preparaban una encerrona al traficante. Esperaron a que llegara su colega de México y convocaron una reunión a tres bandas para informarle de que no sólo no compraban la fachada, sino que además le exigían su devolución. El traficante, según Meyer, se mostró de acuerdo, pero pidió que al menos le pagaran los 80.000 dólares que había costado sacar la fachada de la selva y traerla hasta allí. Bernal se negó y el traficante finalmente cedió.

    Otro de los saqueadores, junto a la máscara principal de la fachada.Otro de los saqueadores, junto a la máscara principal de la fachada. TRAFFICKING CULTURE

     

    Años después, en 2000, el arqueólogo David Freidel publicó un artículo en la revista Archaeology, en que explicaba que Bernal había amenazado al traficante húngaro con requisarle una propiedad que tenía en Cuernavaca, una hora al sur de la capital, si no devolvía las piezas robadas.

    Y ahí quedó. Por primera y última vez en la historia, una enorme fachada de un edificio maya cruzaba la frontera para luego volver. Poco después, la UNESCO aprobaría su convención de protección al patrimonio cultural y Estados Unidos su propia ley para controlar el ingreso al país de arte precolombino. El traficante de arte, Lee Moore y sus secuaces quedaron sin castigo.

    La fachada volvió a México días después de aquella reunión, ya para quedarse en la sala maya del Museo Nacional de Antropología. El arqueólogo Daniel Juárez recordaba partes de la historia este miércoles, mientras detallaba el proceso de rehabilitación que les espera, los químicos que van a usar, el tipo de imágenes que quieren tomar, etcétera.

    En cuanto a Moore, Orlean dice en su libro que el traficante nunca le pagó por el saqueo de la fachada. De todas formas, concluye, “se lo tomó como una buena experiencia, un aprendizaje”.

     

    Por: Pablo Ferri

    Tomado de: https://elpais.com/internacional/2018/04/06/la_serpiente_emplumada/1523042975_396958.html?rel=mas