Un centro de arte de San Francisco descubre que el 96% de su colección prehispánica es irrelevante o falsa.
Lo malo de encargar un informe es que te lo hacen, se suele decir en política. Algo así debieron de pensar los responsables del Museo Mexicano de San Francisco cuando recibieron en junio un informe de un experto en arte maya sobre su colección de arte prehispánico. Solo 83 de las más de 2.000 piezas que poseen tienen calidad para ser expuestas en un museo de ámbito nacional. El resto (casi el 96% de la colección) son irrelevantes o son directamente falsas.
Estas son las conclusiones del arqueólogo Eduardo Pérez de Heredia, experto en el mundo maya cuyo informe de 14 de páginas es citado por el diario local San Francisco Chronicle, que a su vez recogió la historia de un diario de barrio, Mission Local. Se trata del primero de los estudios que el museo va a hacer para verificar el origen y la calidad de sus más de 16.000 piezas, según este diario.
“Me quedé sorprendido”, dijo al Chronicle Andrew Kluger, responsable del Museo Mexicano. “Creí que teníamos más piezas de calidad”. Este informe era una condición del instituto Smithsonian, con el que el pequeño museo tiene un acuerdo desde 2012.
Figura clasificada como zapoteca por el Museo Mexicano de San Francisco.
El Museo Mexicano de San Francisco empezó con una pequeña colección en 1975 y a lo largo de los años se ha nutrido de donaciones particulares. Actualmente, planea mudarse a una nueva localización. Esta nueva sede ha costado 86 millones de dólares (75 millones de euros) que han tardado cuatro años en reunir. “Esta espectacular colección es única en el país e incluye arte prehispánico, colonial, popular, arte mexicano y latino moderno y contemporáneo, y arte chicano”, según su web.
Respecto a la colección prehispánica, la web añade que “comprende las culturas mesoamericana, centroamericana y peruana, que se extienden por 2.500 años de historia”. Se trata de “más de 2.000 piezas que ofrecen buenos ejemplos de vasijas, objetos ceremoniales, herramientas, ornamentos personales y relieves de grandes culturas antiguas, que incluyen las civilizaciones teotihuacana, maya, zapoteca, colima e inca”.
Esa colección, el 96% de la cual es falsa o imposible de verificar, se ha construido en las últimas cuatro décadas a base de donaciones hasta de 50 fuentes distintas que no se han autentificado, explica Kluger. “Pasa constantemente que los museos aceptan piezas de hijos que no las quieren”. El museo nunca funcionó como un verdadero museo de nivel internacional. “Aceptaban todo”.
Esa política de no mirar, sin embargo, se acabó con la colaboración con el Smithsonian. Los museos pequeños afiliados a esta institución pueden recibir obras en préstamo y, a su vez, prestarlas al Smithsonian, por lo que se les exige un nivel internacional. La política del Mexican Museum de San Francisco ha cambiado y ahora ya rechazan algunas donaciones, declara Kluger.
A las 83 piezas auténticas (jarras, vasijas, ornamentos…) se suman otras 87 de una reciente donación particular que sí han sido verificadas. “La buena noticia es que tenemos 170 piezas prehispánicas con calidad para un museo”, explicó Kluger al diario de San Francisco. “La mala es que tenemos que decidir qué hacemos con las que no dan el nivel”.
Huancavelicanos celebran una vez más por los reconocimientos que da el Ministerio de Cultura al folclore de la región, ya que en esta ocasión, la tradición del “Yarqa Aspiy” puso en alto a Huancavelica al ser declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
A esto, las autoridades locales y regionales expresaron su respaldo a esta tradición y afirmaron que es necesario impulsar el folclore huancavelicano dentro y fuera de la región.
YARQA ASPIY. Es una faena colectiva, un ritual agrícola, que se realiza en el centro poblado de Carcosi, distrito de Congalla, provincia de Angaraes.
Yarqa Aspiy es una manifestación andina que tiene sus antecedentes en los sistemas de regadío de antaño, y que con resolución fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
Dicho documento fue entregado por la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, María Elena Córdova Burga, al alcalde de Carcosi, Raúl Contreras Carpio.
“Constituye una ancestral forma de organización del trabajo comunal, cuyo ordenamiento basado en el principio de dualidad y ritualidad refleja una concepción del mundo que permite mantener una forma eficiente y sostenible del manejo del agua”, dijo Contreras.
“Consiste en la limpieza y reparación del sistema de regadío para permitir y facilitar el flujo natural del agua para regar los campos”, expresó Jaime Dávila, alcalde de Angaraes.
“Cultura somos todos, tenemos que transmitir a nuestras generaciones las riquezas del Perú, un país diverso en costumbres, como es el Yarqa Aspiy”, dijo Guillermo Quispe, vicegobernador.
“Es una de las actividades centrales de la vida productiva de los pueblos andinos, y ahora, esta expresión les pertenece a todos los peruanos”, comentó la viceministra.
El gobernador Maciste Díaz respaldó las tradiciones afirmando que el floclore huancavelicano es uno de los atractivos turísticos de la región y que se debe promover.
Con Resolución Viceministerial N° 104-2019-VMPCIC-MC, Yarqa Aspiy es declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Cuarenta años después se confirma su veracidad: el Códice Maya de México es auténtico. Se dijo que era feo, que carecía de estilo y que no era más que una copia del siglo XX. Este mes, tras una investigación de año y medio cuya clave han sido los rastros de color azul, el códice ha salido del armario como lo que es: no solo un incunable, sino también como el manuscrito legible más antiguo del continente americano. Y sale a lo grande. Durante el mes de octubre estará expuesto en el Museo Nacional de Antropología (MNA), el templo mayor de la arqueología mexicana.
“El Códice Maya de México es auténtico”, sentenció Diego Prieto Hernández, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al inicio de un simposio dedicado al manuscrito a principios de septiembre. Concretamente, una autenticidad de casi mil años: los 10 folios de dibujos sobre corteza de amate que narran el movimiento de Venus datan de un periodo que va del 1021 al 1154, según el método de estudio del radiocarbono.
El análisis de colores practicado durante la reciente investigación fue clave, al concluir que se habían utilizado materiales de la época: una combinación de arcilla y cochinilla, un insecto que vive en el nopal, para el rojo; el mineral paligorskita, el índigo, para el azul. La presencia de paligorskita fue particularmente importante, ya que se dejó de utilizar para fabricar el azul a partir del siglo XVII. Quedaba, por tanto, descartada la teoría de que se trataba de una copia del siglo XX.
El calendario que plantea el códice también ha resultado esencial. El movimiento de Venus plasmado en el papel coincide con la horquilla temporal señalada por el método del radiocarbono. Es decir, que la danza planetaria descrita coincide con la antigüedad del papel.
Con este descubrimiento se zanja uno de los debates más vetustos de la arqueología americana: es auténtico, el más antiguo de los cuatro códices mayas que existen en el mundo (los otros tres son los Códices de París, Dresde y Madrid, llamados así por las ciudades donde se conservan).
La historia del manuscrito empezó con misterio. En 1964 el coleccionista de antigüedades Josué Sáenz recibió una llamada de un individuo que aseguraba haber heredado algunos libros con dibujos antiguos. A la llamada le siguió un romántico viaje en avioneta hasta la selva de Chiapas, en el sur de México, donde el códice le fue vendido junto con otros artefactos supuestamente mayas.
El saqueo de arte prehispánico era común en aquella época. Uno de los casos más espectaculares fue el robo en 1968 de la fachada de un templo maya. Un grupo de saqueadores la arrancó, troceó en 48 pedazos y envió en avión al Museo Metropolitano de Nueva York. Antes, se la habían ofrecido a Josué Sáenz, dueño del códice maya, pero éste rechazó el ofrecimiento. En Nueva York, uno de los directivos de la institución se negó, escandalizado, a hacer efectiva la compra de la fachada. El MNA consiguió entonces que fuera devuelta a México.
El Códice Maya de México vivió un viaje de ida y vuelta parecido. En 1971 entró en contacto con las altas esferas neoyorquinas. Fue expuesto en el Club Grolier; de allí que, en un principio, se bautizara como Códice Grolier. “Es una verdadera patata caliente”, declaró en aquella ocasión Michael D. Coe, antropólogo de la Universidad de Yale y un temprano defensor del manuscrito. “Muchos de mis compañeros rechazarán la autenticidad antes de siquiera verlo, pero apostaré mi reputación profesional a que lo es”.
Como bien anticipó el doctor Coe, no toda la comunidad académica creería en su autenticidad. Además de haber sido descubierto en circunstancias extrañas, los detractores señalaron que su diseño era demasiado sencillo: un patito feo, comparado con los otros tres códices supervivientes, de dibujo más sofisticado y colorido.
El arqueólogo británico Eric S. Thompson, una de las principales eminencias de la época en este campo, sostuvo que se trataba de dibujos contemporáneos, hechos sobre papel arqueológico.“Los dibujos esquemáticos resultaban muy extraños comparados con la naturalidad del periodo clásico maya”, explica Sofía Martínez del Campo, una de las coordinadoras del proyecto que ha probado de manera definitiva su autenticidad.
En 1974, Sáenz donó el cuestionado códice al MNA, que lo guardó en la cámara de seguridad, y, a partir de entonces, se sucedieron los estudios. ¿Por qué se tarda tanto en probar que es verdadero? “Es el códice más estudiado hasta la fecha”, dice Baltazar Brito, historiador de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y otro de los coordinadores del equipo. “Pero ningún estudio había utilizado tecnología tan moderna ni había sido tan completo”.
En el último año y medio de investigación, un equipo formado, entre otros, por arqueólogos, historiadores y especialistas en epigrafía maya, le ha practicado una decena pruebas. “Al iniciarse el proyecto, los investigadores guardamos un cierto escepticismo por todos los prejuicios creados durante años”, reconoce Martínez del Campo.
Probada su autenticidad, el códice merecía un nuevo nombre. “Grolier no nos dice mucho identitariamente; no nos es cercano”, explica Brito, uno de los encargados de rebautizarlo. El nuevo nombre, en cambio, afirma a bombo y platillo cuáles son los orígenes del manuscrito. Mexicano es y en México se queda. Después del mes de exposición en el MNA, el manuscrito pasará a la cámara de seguridad de la Biblioteca Nacional y es poco probable que se vuelva a exponer al público debido a su fragilidad. Regresará, por tanto, al armario pero, esta vez, con etiqueta de Made in Mexico.
En el poblado de San Antonio Xahuento (Tultepec, Estado de México), la administración local comenzó a trabajar en la cuarta celda para el confinamiento de basura.
Los trabajos para ese relleno sanitario iniciaron en enero de este año. Sin embargo, mientras realizaban una serie de excavaciones tuvieron que detenerse, porque encontraron restos.
Los empleados pararon las obras, pues en su memoria reciente se encontraba el hallazgo de una osamenta casi completa de un mamut (2016), por lo que alertaron a sus superiores, además se percataron de que no era sólo un par de restos, sino que había en diferentes puntos del predio municipal, ubicado a unos 10 kilómetros de Santa Lucía.
La administración, encabezada por Armando Portuguez Fuentes, comunicó el hallazgo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Entonces un grupo de especialistas del Instituto comenzó a trabajar en el sitio y encontró 800 huesos que corresponden a por lo menos 14 mamuts, aunque el hallazgo representa un aporte histórico mundial más importante: los restos se encuentran en un contexto de cacería y destazamiento.
La misión
Durante nueve meses, un grupo de especialistas comandados por el arqueólogo Luis Córdoba Barradas realizó diferentes excavaciones y encontraron además de los restos de mamuts, dos vértebras y una mandíbula de camello, así como un molar de un caballo.
Córdoba Barradas señaló que los restos son de hace aproximadamente 14 mil 700 años y que entre ellos hay ocho cráneos, cinco mandíbulas, 100 vértebras, 179 costillas, 11 escápulas, cinco húmeros, siete pelvis, 11 fémures y seis tibias, así como una serie de ulnas (cúbitos de un hueso largo).
Algunos restos fueron trasladados a las bodegas del Museo del Mamut, en Tultepec.
Los huesos fueron ubicados por los especialistas en tres secciones, sin embargo, el aporte científico va más allá, porque todos se encuentran en una “línea de trampa”, es decir, en un contexto de cacería.
“Se trata de dos fosas con paredes de casi 90 grados, de 1.70 metros de profundidad y 25 metros de diámetro, que fueron utilizadas como trampas. Por el momento, solamente hemos podido confirmar dos trampas aunque estamos por confirmar otras tres (trampas). Lo interesante es que los restos se caracterizan porque los mamuts eran destezados en el sitio”, declaró.
La aseveración de que en ese territorio los mamuts fueron objeto de caza se debe a las señales que encontraron en algunos huesos, como por ejemplo en un cráneo. En uno de los cráneos de mamut, explicó Córdoba Barradas, se halló una marca al frente que aparentemente fue provocada por un ataque con lanza por parte de seres a quienes denominó cazadores recolectores.
La marca en el cráneo mide poco más de 15 centímetros de largo, es decir, se ve que la lanza pegó de frente, no se clavó en el hueso, sino que resbaló y marcó un zurco.
“De acuerdo a las teorías que hay, existen pocas evidencias sobre la posibilidad de que los cazadores atacaran a los mamuts. Más bien, se ha dicho que los mamuts eran espantados para que cayeran a un pantano y esperaban a que murieran. Por ello, esto es una prueba de un ataque directo al mamut. En Tultepec sí había la intensión de cazar y aprovechar a los mamuts”, señaló.
El cráneo no fue el único hueso con marcas; esas señales también estaban en costillas: “Pero este hueso fue usado más bien como una tabla de carnicero, esto quiere decir que donde moría el mamut, ahí mismo los destazaban y se llevaban las partes útiles”.
El futuro
Luis Córdoba Barradas indicó que aún quedan muchos estudios por realizarle a los huesos, uno de ellos consiste en la datación exacta, pues de momento creen que son de hace 14 mil 700 años porque en el sitio encontraron ceniza volcánica del Popocatepetl, que está ubicado a 75 kilómetros de Tultepec.
Para poder fechar con precisión, estos restos serán sometidos a pruebas como la de Carbono 14, aunque, dijo el especialista, aún no ha sido seleccionada la institución que realizará los estudios.
Otro análisis son, por ejemplo, los de las escápulas, porque consideran que tenían cierta utilidad, pues de las seis que se han encontrado, todas son derechas, “faltan las izquierdas, ¿por qué?”, se pregunta.
Algunos de los restos ya fueron trasladados al Museo del Mamut (Tultepec), otros siguen en el vertedero, pero, reconoció el arqueólogo, hacen falta recursos. Su equipo está conformado por sólo cinco personas.
Una especie idéntica a la ‘ardilla’ de la película La Era de Hielo, que vivió hace 231 millones de años, fue hallada en Ischigualasto, noroeste de Argentina, por investigadores de la Universidad de San Juan (IMCN), informó hoy la Agencia Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTyS) de la Universidad Nacional de la Matanza.
La nueva especie que medía unos 25 cm de longitud fue encontrada junto a dos de los dinosaurios más antiguos de los que se tienen conocimiento, y fue bautizada Pseudotherium argentinus aunque los paleontólogos habían pensado llamarla ‘Scrat’ en alusión al personaje con dientes de sable de la película de animación.
Pero a diferencia de esa ‘ardilla’, este mamiferoide vivió en un ambiente más cálido que el actual, con abundante flora, compuesto mayormente por helechos y coníferas, ya que todavía no existían las plantas con flores.
El doctor Ricardo Martínez, investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales (IMCN) de la Universidad de San Juan, comentó que el ‘animal habría tenido unos 25 centímetros de longitud y una alimentación distinta a la del personaje de la película creada por Blue Sky Studios ya que no se alimentaba de bellotas, sino que seguramente comía insectos o animales más pequeños’.
Ya que no precisaba sus dientes de sable para abrir bellotas, el paleontólogo estimó que sus colmillos largos podrían haberle servido ‘por un lado, para clavar y atrapar los insectos o presas’.
‘Pero otra opción es que este animal haya sido un macho y estemos en presencia de dimorfismo sexual, es decir, que los machos de esta especie hubieran desarrollado esos grandes colmillos como modo de atraer a las hembras’, acotó.
‘Pero, a esta altura, no se puede saber mucho, porque solo contamos con un espécimen’, aclaró a la Agencia CtyS-UNLaM Martínez, quien encontró este pequeño animalito junto a dos nuevas especies de dinosaurios primitivos.
Más de 230 millones de años tuvo que esperar este pequeño roedor para ser descubierto en las rocas multicolores del famoso yacimiento Ischigualasto ubicado al noroeste de Argentina.
En este sitio, también conocido como Valle de la Luna, este ‘Scrat’ del Triásico esperó a ser rescatado junto al dinosaurio Panphagia protos, uno de los sauropodomorfos más antiguos conocidos hasta hoy, y al fémur del primer y único protodinosaurio lagerpétido descubierto en San Juan.
De estos tres restos, dos pudieron ser nominados como nuevas especies. En tanto, la preservación del cráneo de la ardilla fue tan buena que se pudo realizar un estudio detallado de su estructura interna con un escáner de última generación en la Universidad de Texas.
‘Con estas imágenes se pudo observar el desarrollado oído interno, la pérdida de la barra posorbitaria, como así también se detectó la presencia de los turbinales que son como tabiques que le permitieron a este animalito calentar el aire que ingresaba a su sistema respiratorio, lo que nos indicaría que tenía sangre caliente’, explicó Martínez.
En 2011 los investigadores Guillermo Rougier, Sebastián Apesteguía y Leandro Gaetano ya habían dado a conocer a otro animalito al que nombraron como Cronopio dentiacus, en tributo al escritor Julio Cortázar y en alusión al pequeño tamaño de esta especie que medía entre 10 y 15 centímetros.
En aquel momento, también destacaron las similitudes que tenía con Scrat y, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Apesteguía había destacado la imaginación de los creadores de la película que se anticiparon a la existencia de un animalito con colmillos de sable antes de que se conociera una especie así.
Lo sorprendente es que la naturaleza creó a ‘dos Scrats’ en tiempos muy distintos, porque mientras el protomamífero de Ischigualasto tiene 231 millones de años de antigüedad, Cronopio fue encontrado en La Buitrera, un yacimiento ubicado en Río Negro que tiene una antigüedad de 95 millones de años.
Se abre la puerta del jaulón de presuelta en lo alto de una de las sierras de Pailemán, en Río Negro. Son más de las 13.30. Luego de unos instantes, salen tres cóndores. Lo hacen con timidez. Son juveniles y crecieron en cautiverio. Miran hacia un lado y al otro.
Karut, el primero que se animó a volar Crédito: Gza Fernando Mariño
SIERRAS DE PAILEMÁN, Río Negro.- Se abre la puerta del jaulón de presuelta en lo alto de una de las sierras de Pailemán, en Río Negro. Son más de las 13.30. Luego de unos instantes, salen tres cóndores. Lo hacen con timidez. Son juveniles y crecieron en cautiverio. Miran hacia un lado y al otro. El que sale primero sacude sus alas y saborea el viento que lo acaricia. Da dos pasitos, temeroso. Se detiene. Finalmente, se lanza al vacío. Aletea, se eleva y planea con señorío por el nublado cielo patagónico. En su hipnótico primer vuelo, que cientos de personas admiran desde la base de la sierra, el ave ha arribado al lugar más trascendente al que puede llegar un animal alado: su libertad.
La ceremonia corresponde a la liberación de seis ejemplares de cóndor -vultur gryphus- realizada el viernes pasado y que es el eje del proyecto “El retorno del Cóndor al mar” del “Programa de conservación del Cóndor Andino” (PCCA) que coordinan la Fundación Bioandina Argentina y el Eco Parque Buenos Aires y del que participan en red la Fundación Temaikén y múltiples entidades que trabajan por el medio ambiente. El objetivo es reinsertar a estas majestuosas aves, consideradas bajo amenaza en Argentina, a su hábitat natural.
Los cóndores, en el momento en que les abrieron la puerta del refugio de presuelta Crédito: Gza Gabriela Gurtner
“Les aseguro que esto que estamos viviendo es único, es fabuloso”, dice Luis Jácome, Director del PCCA y de la Fundación Bioandina, a las 2000 personas que se acercaron a ver la suelta. Sucede que, si bien el proyecto lleva liberados en el lugar unos 57 ejemplares en 16 años, esta es la primera vez que se sueltan seis de ellos juntos.
Los estudiantes realizaron una ceremonia de suelta de plumas desde lo alto de la sierra Crédito: Gza Fernando Mariño
Los seis cóndores liberados
El refugio de presuelta es una especie de jaula amplia ubicada en lo alto de la sierra donde convivieron los seis cóndores desde el mes de abril. Todos ellos vienen de un largo período de cautiverio en el que, merced a la intervención humana, pudieron quedar (casi) listos para volver a la vida silvestre. “En el refugio se adaptan a otra altura, en la que van a vivir, y también a las corrientes de viento del lugar. Todo eso lo tienen que hacer todavía bajo cuidado humano”, señala a LA NACION Juan Ignacio Kabur, el cuidador de Amancay (significa “flor” en lengua quechua), una hembra liberada el viernes, que nació y creció en el bioparque Temaikén.
Wichi llegó al lugar de la suelta, en la que sería liberada su hija Paqarina Crédito: Gza. Fernando Mariño
Amancay es la hija de dos ejemplares que viven en el citado parque, nació en noviembre de 2016 y fue criada por sus padres, con escaso contacto con sus cuidadores. La historia de los otros cinco ejemplares también es digna de contar. Karut (“Trueno”, en lenguaje aoniken), que fue el primero que voló en la liberación, nació en el Ecoparque de Buenos Aires, fue incubado artificialmente y para su crianza entre los de “su especie”, sus cuidadores diseñaron dos títeres de látex con la fisonomía de cóndores. Ñorquinquera (“Sonido de agua”, en mapuche) era una pichona desvalida cuando la recogieron en Ñorquinco, Río Negro, y la llevaron al Ecoparque porteño para su rehabiltación.
Suyán (“Esperanza”, en Quechua) nació en el parque Faunístico ecológico de Yastay, en La Rioja, y Takiyewe (“Libertad”, e huarpe) proviene del Parque Faunístico de San Juan. Paqarina “Generadora de vida”, en Tehuelche), en tanto, nació libre en Pailemán, pero se cayó del nido, se rompió la pata y tuvo que ser trasladada al Ecoparque porteño para su recuperación.
Los pichones tiene otro color de plumaje y todavía no tienen el cuello blanco como los ejemplares adultos Crédito: Gza Gabriela Gurtner
Los peligros que acechan al cóndor
El lugar de la liberación es el mismo cada año: las sierras de Pailemán, un sitio árido y ventoso, en el departamento de Valcheta, en la provincia de Río Negro, a unos 300 kilómetros de Viedma. Y el nombre del proyecto, “el retorno del cóndor al mar”, tiene que ver con que estas sierras se encuentran a tan solo 50 kilómetros del océano Atlántico, en cuyas costas, según registraron naturalistas como Charles Darwin o el Perito Moreno, era posible ver a estos mayestáticos animales volando.
Amacay fue criada en el Bioparque Temaikén Crédito: Fernando Mariño
Antiguos pobladores del lugar afirman también que sus antepasados habían visto “condoritos” en la zona. Luego se extinguieron. Quizás por los mismos motivos por los que,este magnífico carroñero continúa en peligro hoy: comer animales salvajes como pumas o, zorros envenenados con cebos preparados por el hombre para proteger su ganado; alimentarse de otros animales cazados con balas de plomo, que contaminan al cadáver; o directamente porque les disparan, con la errónea creencia de que son un peligro para los animales de cría.
La reinserción continúa
Entre los espectadores, hay estudiantes y docentes de diferentes escuelas de la zona, concientizados en la necesidad de la conservación del cóndor andino. Minutos antes de la suelta, algunos de estos estudiantes realizan una ceremonia que consiste en lanzar, desde lo atlto de la sierra, a un costado del refugio, plumas de cóndores. Lo hacen para honrara a los ejemplares de estas aves que no tienen la posibilidad de vivir en libertad.
También los pueblos originarios estuvieron presentes. Un grupo de mapuches realizaron una ceremonia ritual previa a la suelta, con oraciones en su idioma y haciendo sonar instrumentos ancestrales. “Necesitamos darle fuerza al manke (cóndor). Es un animal sagrado que se lleva el alma de nuestros muertos y conecta el cielo con la tierra”, dice a LA NACION Jesús Martínez, Mapuche de la comunidad Neuencú, de Valcheta.
Karut fue el primero que voló en la ceremonia de liberación Crédito: Gza. Silvia Peralta
Los cóndores que salen del refugio reaccionan cada uno de manera diferente. Unos dan un vuelo corto y vuelven a la sierra. Otros se animan y cruzan hasta la masa montañosa de enfrente. Dos no se atreven aún a pegar el salto. Los espectadores contemplan todo desde abajo, en silencio y con expectación. Antes de la suelta, llega al lugar y se posa cerca del refugio Wichi, un cóndor liberado en 2003. “Fue muy emotivo que Wichi viniera en ese momento, porque allí estaba su hija, Paqarina, que volvió recuperada”, cuenta Jacome a LA NACION.
Tras la liberación, el trabajo de reinserción continúa. Existe una base cerca de las sierras donde se hace el seguimiento de las aves. “Los animales tienen rastreadores. Nuestro trabajo diario va a ser ubicar al animal, asegurarnos de que vuele, que encuentre un reparo para pasar la noche, llevarle una carcasa (alimento) al lugar que esté, dejarla sin que nos vea, para que el animal no relacione al ser humano con la dieta”, cuenta Kabur, que se quedará en la zona para seguir el proceso de Amancay.
Los animales van a ser rastreados luego de la liberación Crédito: Gza. Silvia Peralta
El acto de la suelta, más allá de su belleza y su épica, sirve para crear conciencia sobre la importancia de que cada animal sea soberano de su propio hábitat. Es una batalla que hay que dar, desde el conservacionismo, aunque parezca perdida. “Nosotros sabemos que no estamos salvando al cóndor, porque en los últimos ocho meses envenenaron a 90 en el país. Sí, es simbólico; sí, hoy estas 2000 personas son 2000 corazones que se fueron cambiados, gente que entendió que hay otra manera de relacionarse con la vida, con la naturaleza, y creo que eso es lo valioso de lo que estamos haciendo”, concluye Jácome.
Cuando un infierno arrasó el antiguo palacio que albergó el Museo Nacional de Brasil en el 2018, dañó millones de artefactos valiosos, incluidos muchos fósiles de importancia mundial. Pero ahora, un hueso de 70 millones de años recuperado de los escombros está ofreciendo a los científicos una rayo de esperanza.
Junto con un segundo hueso que estaba en un edificio no afectado por el fuego, este fósil representa la primera evidencia de que los pterosaurios gobernaron los cielos sobre la Antártida cuando la edad de los dinosaurios llegó a su fin.
“Es fabuloso escuchar que al menos parte de la colección de pterosaurios no solo se está recuperando, sino que está en buenas condiciones y con suficientes registros, que puede continuar informando a la ciencia”, dice Mark Witton, un experto en pterosaurios de la Universidad de Portsmouth en el Reino Unido que no participó en la investigación.
Recogido de la isla Vega en la Península Antártica, el fósil rescatado pertenecía a un pterosaurio azdárquido o pteranodontiano, dos variedades que fueron comunes durante el período Cretácico tardío. Pero mientras que la Antártida era mucho más cálida y estaba cubierta de exuberantes bosques de coníferas que aparentemente eran el hábitat ideal de los pterosaurios, la evidencia de estos aviadores reptiles en la masa continental del sur ha sido difícil de rastrear. Los huesos del pterosaurio tienen paredes increíblemente delgadas y están llenos de bolsas de aire que los hacen reconocibles al instante, pero que también son muy delicados y es poco probable que resistan la prueba del tiempo como fósiles.
Con los huesos recuperados en la mano, los paleontólogos finalmente han presentado un caso convincente de que esos pterosaurios impresionantemente grandes alguna vez volaron sobre la región: se cree que el hueso que sobrevivió al incendio del museo proviene de una criatura con una envergadura de 4,9 metros.
“Hay muchos fósiles importantes y otros artículos recuperados del palacio, pero el hueso ennegrecido es el primero de cualquier tipo que se estudie después del incendio”, dice el paleontólogo y director del Museu Nacional, Alexander Kellner, quien reveló el descubrimiento a fines de la semana pasada en la reunión de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados en Brisbane, Australia.
“Cualquier historia sobre fósiles o especímenes que sobrevivieron es genial”, comenta Liz Martin-Silverstone, quien trabaja en pterosaurios en la Universidad de Bristol en el Reino Unido. “No contrarresta la inmensa tristeza y devastación de todo lo que se perdió, pero en al menos sabemos que algunas cosas sobrevivieron”.
De hielo y fuego
Hasta ahora, la única evidencia de pterosaurios conocida de la Antártida era el pequeño hueso de la parte superior del brazo de una criatura del tamaño de un cuervo que se encontró en la década de 1990. Ese hueso mostró que los pterosaurios habían estado presentes en lo que ahora son las Montañas Transantárticas hace unos 190 millones de años, a principios del Jurásico.
Los nuevos descubrimientos se encuentran entre cientos de fósiles diversos recuperados por un equipo brasileño que visitó la Península Antártica en cuatro expediciones entre el 2006 y el 2019. Esta región del continente, que se extiende hacia Sudamérica, es la única parte de la Antártida que la marina brasileña puede tenerlos a salvo, dice Kellner. Incluso entonces, cada expedición implica muchas semanas de caza infructuosa de fósiles en condiciones muy difíciles.
“La Antártida es uno de esos lugares donde el clima cambia abruptamente”, dice Kellner. “Puedes tener este día realmente hermoso, y en menos de una hora, puede convertirse en una gran pesadilla donde puedes estar encerrado durante una semana o más en la carpa”.
El equipo descubrió sus primeros restos de pterosaurios allí en la isla James Ross en el 2016, desenterrando dos partes de un hueso del ala de un pterosaurio que probablemente tenía una envergadura de 3 a 4 metros. Luego encontraron el fósil de la isla Vega, de un pterosaurio aún más grande, en el 2017. Ambos grupos de fósiles datan de 70 a 80 millones de años, a fines del Cretácico.
Después de las expediciones, los fósiles fueron llevados a las colecciones del Museo Nacional de Río de Janeiro. Afortunadamente, al menos la mitad del espécimen de la isla James Ross estaba en un laboratorio separado en el 2018 y escapó del incendio, mientras que la ubicación de la otra mitad aún no se ha determinado.
“Los hallazgos son particularmente significativos, ya que se ha descrito muy poco material de la Antártida, principalmente debido a que está cubierto en gran parte de hielo y nieve”, dice Adele Pentland, paleontólogo de la Universidad de Swinburne en Melbourne, quien recientemente describió un pterosaurio cretáceo tardío de Australia.
Rayo de esperanza
Australia todavía estaba conectada a la Antártida en ese entonces, como el último vestigio restante del supercontinente meridional de Gondwana. Los fósiles recientemente descritos aumentan un registro muy irregular de los pterosaurios de ambas regiones, lo que nos ayuda a comprender cuándo y por qué los pterosaurios se extinguieron, dice Witton.
No está claro si los pterosaurios ya estaban disminuyendo en el Cretácico tardío y simplemente fueron aniquilados por el impacto del asteroide Chicxulub hace 66 millones de años, o si “eran un grupo saludable y relativamente exitoso hasta el final”, dice. Estos nuevos registros de la Antártida indican que los pterosaurios estuvieron presentes en todo el planeta en los últimos días del Cretáceo, un signo a favor de este último caso.
“Estamos viendo muchos indicios de que los pterosaurios estaban en mejor forma a medida que se acercaban a la extinción final del Mesozoico de lo que se había dado cuenta anteriormente”, dice Witton.
Con los últimos hallazgos descritos, los investigadores esperan obtener fondos para las expediciones en curso a la Antártida para encontrar más fósiles de pterosaurios que darán vida al capítulo final de su historia.
“Ahora que sabemos que están allí”, dice Kellner, “es solo cuestión de tiempo hasta que salgan a la luz más especímenes”.
La reforestación no requiere sólo de buenas intenciones, sino de acciones planeadas y bien ejecutadas. Y es que los bosques –y los habitantes que los constituyen, los árboles– son seres de inmensa complejidad, que necesitan condiciones muy específicas para sobrevivir.
No obstante, la reforestación masiva es posible, y Costa Rica es un inspirador ejemplo de ello.
Este país caribeño cuenta, hoy en día, con el doble de bosques de los que tenía en la década de los años 90 del siglo pasado. Como indica la United Nations University, en 1940 Costa Rica tenía un 75% de bosques tropicales, en áreas usualmente habitadas por indígenas, pero en las décadas subsecuentes todo desapareció. Diversas actividades agrícolas y la obtención desmedida de recursos naturales provocaron que para 1983, sólo el 26% del territorio contara aún con bosques.
Pero Costa Rica está en camino a recuperar todos los bosques perdidos.
Esta es la mayor recuperación de ecosistemas boscosos que jamás haya tenido otro país tropical, según el Banco Mundial. ¿Cómo lo hicieron? Empezaron por proteger estos ecosistemas de la deforestación, actividad cuya tasa decreció hasta llegar a cero en 1998. Esto fue posible a través de mecanismos de recompensa para quienes brindan servicios ambientales, lo que se conoce como “pagos por servicios ambientales”, lo que además ha reducido la pobreza en áreas rurales y ha fortalecido a las comunidades indígenas.
El éxito de Costa Rica reside, según la United Nations University, en tres factores: ética, ambientalismo y políticas públicas efectivas. Tres factores que muchos gobiernos deberían adoptar como ejes centrales de toda planeación, ya que como atinadamente ha dicho el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, el cuidado del medioambiente es “la gran tarea de nuestra generación”.
En Costa Rica se tiene claro que la única manera de sostener un país es volviéndolo sustentable. La economía de este país gira ahora en torno a la conservación de los ecosistemas y la lucha contra el cambio climático, lo que lo ha llevado a generar toda su energía a partir de fuentes renovables, así como a implementar políticas efectivas para el cuidado de los bosques –lo que incentiva el turismo, uno de sus pilares económicos, según la FAO–. Estas, entre otras acciones, hacen ver que un futuro compartido con un medioambiente sano es posible.
La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), a través de la Dirección General de Aduanas, impidió en las últimas horas el contrabando de 230 piezas de bienes culturales que intentaban ser trasladadas desde el Paso Internacional Río Futaleufú hacia Chile.
Se trata de piedras y madera petrificadas que no fueron declaradas por un grupo de viajeros chilenos y que, como pertenecen al bosque petrificado Sarmiento, en la provincia de Chubut, no pueden ser retiradas del país.
Todo salió a la luz cuando personal aduanero que realizaba sus tareas habituales de control en el paso efectuó la revisión de una camioneta 4X4 que egresaba del territorio argentino.
Las piedras que intentaron sacar del país
A los agentes les resultó sospechosa la cantidad de equipaje que llevaban la conductora del vehículo y sus acompañantes, todos de nacionalidad chilena, por lo que comenzaron a observar con detenimiento los distintos bultos que transportaban.
Con la utilización del escáner, funcionarios de la Aduana visualizaron unos objetos dentro de los bolsos de mano que llamaron su atención. Los abrieron y encontraron piedras y partes de árboles petrificados.
A continuación, prosiguieron con la revisión física del automotor y detectaron más piedras ocultas debajo de los asientos. Dentro del equipaje, también había piedras envueltas en ropa y escondidas en el calzado.
La maniobra fue advertida a través del uso de escáneres
Todo este material, valuado en USD 1.400, no puede ser trasladado por los viajeros como equipaje. Por lo tanto, se determinó el secuestro de las piezas porque incumplía con el régimen de equipaje.
El procedimiento se llevó a cabo en conjunto con personal de Gendarmería Nacional, que dio aviso al Juzgado Federal de Esquel y solicitó la ayuda de agentes especializados en bienes culturales.
Los turistas fueron acusados por infracción a la Ley 25.743 (Protección del patrimonio arqueológico y paleontológico) y al régimen de equipaje.
Con este tipo de tareas, la AFIP refuerza su compromiso con el cuidado y protección del patrimonio argentino, a través del control de entrada y salida de restos fósiles, bienes arqueológicos, obras de arte y materiales históricos, entre otros elementos.
México parece derrotado en la lucha por la recuperación de arte precolombino. El Gobierno del país norteamericano ha perdido una nueva batalla por la venta en Francia de una colección con piezas de las culturas maya, olmeca, azteca, zapoteca y teotihuacana.
La casa Sotheby’s ha subastado la noche del miércoles 44 objetos, solo el 60% de la colección que era ofrecida en París. Suficientes para intensificar la brecha diplomática abierta entre los dos países a partir de la disputa por permitir la comercialización de los objetos prehispánicos. La secretaria de Cultura mexicana, Alejandra Frausto, ha calificado la legislación francesa como “muy hostil” a la recuperación de patrimonio cultural y ha insistido en la necesidad de transmitir a la comunidad internacional el mensaje de que “el valor de los bienes que se expropian, no es económico, sino cultural”.
Una cuchara olmeca vendida en 8.400 dólares, una vasija maya de 110.000 y una máscara de piedra de la cultura teotihuacana a 153.000, fueron algunas de las piezas subastadas. El catálogo contenía desde estatuas hasta una urna funeraria. “Este gran conjunto de arte precolombino es un testimonio del refinado gusto de un coleccionista francés cuya vida estaba definida por la estética y la integridad del arte”, anunció Sotheby’s, que no quiso difundir el nombre del antiguo propietario.
La colección estaba compuesta por 74 objetos procedentes en su mayoría del patrimonio cultural mexicano, según aseguran las autoridades de este país. Algunos habían sido puestos bajo sospecha. De las 57 piezas que México ha reclamado como propias, 35 han sido señaladas como auténticamente prehispánicas. 22 fueron calificadas como imitaciones de reciente manufactura. Pese a eso, la venta ha dejado una recaudación de 1,9 millones de dólares. “Esta colección encarna la belleza y el alma de estas grandes civilizaciones”, promocionó la casa británica.
La inacción de las autoridades francesas ante la comercialización de estos objetos genera poca simpatía en el Gobierno mexicano. “La Embajada de México en Francia y la Secretaría de Relaciones Exteriores reprueban la subasta de piezas de arte prehispánico organizada por Sotheby’s en París”, publicó este miércoles la cancillería en un comunicado. El ministerio de Relaciones Exteriores hizo la solicitud de manera formal a la empresa británica de no subastar las piezas, pero la respuesta fue negativa.
“Esas culturas no están muertas, sus herederos están vivos”, reclamó Frausto este miércoles. De manera simultánea a la subasta, la secretaria de Cultura se encontraba compareciendo en el Senado sobre los avances en su área desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador al Gobierno. Uno de los puntos a debatir en el Congreso fue lo que el Ejecutivo ha denominado como “lucha contra el tráfico de patrimonio histórico”. “Hay 85 piezas en trámite de repatriación. Reconocemos la estrecha colaboración de Estados Unidos, Italia y Alemania, que son acordes a esta política, pero por desgracia no todo es así”, dijo la funcionaria antes de anunciar lo que sucedía en París. “Es una de las cosas que más nos lastiman”, insistió.
Las autoridades mexicanas aún se relamen las heridas dejadas por un episodio similar el pasado septiembre en el que no pudieron frenar la subasta, también en Francia, de 120 piezas precolombinas. Así como lo hicieron en esa ocasión, el Instituto Nacional de Antropología e Historia elevó el asunto e interpuso quejas ante el Ministerio de Justicia francés. En ninguno de los dos casos México recibió respuesta.
La posibilidad de México para recuperar el patrimonio que se encuentra en el exterior naufraga ante la falta de acuerdos que faciliten el traspaso de los bienes entre los diferentes países. Una limitación que rebaja la cifra de logros del Gobierno mexicano. “Es necesario avanzar para la ratificación de convenios internacionales que fortalezcan los mecanismos para reclamar la recuperación de las piezas”, aseguró Frausto.