Perú: Descubren en Perú templo de 3 mil años dedicado al culto del agua

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En la misma unión de dos ríos que bajan de los Andes hacia el océano Pacífico, un grupo de arqueólogos peruanos descubrió un templo de piedra de hasta 3 mil años de antigüedad donde se rendía culto al agua, fundamental para la vida en el desértico valle de Zaña, ubicado en el norte del país suramericano.

 

El templo, de 50 metros de largo y 40 de ancho, está formado por grandes bloques de piedra tallada de hasta tres toneladas, contó el reputado y célebre arqueólogo peruano Walter Alva, a cargo de las investigaciones de este hallazgo ubicado en la norteña región de Lambayeque, a unos 800 kilómetros al Norte de Lima.

“Para construir el templo, estos bloques han sido traídos desde por lo menos un kilómetro y medio de distancia”, detalló Alva, quien descubrió en 1987 al Señor de Sipán, el primer gran gobernante del Antiguo Perú, caudillo de la civilización moche, cuya fastuosa tumba es comparable con la del faraón egipcio Tutankamón.

Este lugar sagrado para el agua es, sin embargo, anterior al Señor de Sipán, y Alva no tiene dudas en afirmar que la construcción estuvo bajo la influencia de la cultura Chavín, la primera gran religión del Antiguo Perú que se extendió desde el gran templo de Chavín de Huántar, enclavado en el corazón de los Andes.

Entre las evidencias que apuntan a Chavín hay una vasija de cerámica que era parte del único entierro de la época que se ha encontrado en el lugar.

En total se han descubierto una veintena de entierros pero, menos ese que coincide con el templo, el resto son de muchos siglos después.

“El lugar fue utilizado para tumbas de la cultura chimú e inca. No son de dignatarios. Se trata de tumbas populares, de gente que vivía cerca del lugar cuando este ya había perdido toda importancia religiosa”, indicó Alva, quien también es director del Museo Tumbas Reales de Sipán, ubicado en la ciudad de Chiclayo.

El templo es “parte de un complejo mucho más grande” llamado huaca El Toro, que tiene la singularidad de ser la única construcción de piedra de la región de Lambayeque, pues el resto de civilizaciones que habitaron en la zona, como los moche, los chimú y los incas, utilizaron el adobe (barro) para sus construcciones.

Para Alva, que el complejo sea de piedra no se debe a que se buscara soportar la humedad del lugar, sino al patrón arquitectónico de la cultura Chavín, a semejanza de otro templo que existe en la región de Cajamarca, en el norte de los Andes peruanos.

“Todos estos templos tienen como características altares de piedra dedicados al culto al agua”, precisó el arqueólogo, quien en 2011 también estuvo en las excavaciones para sacar a la luz ese templo similar en las alturas de los Andes.

Plaza con altares

Así, el nuevo templo descubierto “tiene todo un sistema de plataformas superpuestas, y dentro de estas plataformas hay varias construcciones más antiguas, donde la última es aparentemente esta estructura de piedra, que ha significado un trabajo muy fuerte para mover sus bloques”, describió Alva.

“Delante del templo hay una plaza, y en el muro perimétrico de esta hay algunas piedras talladas que son típicos altares de culto al agua”, agregó.

La construcción cuenta, además, con una escalinata de diez metros de ancho que comunica la plaza con la parte más alta del edificio.

“El lugar debió ser especialmente importante, porque la escalera está mirando al este, donde están las montañas que son el nacimiento del agua. Eso es poco usual porque generalmente los templos miran hacia el valle y la zona productiva agrícola”, detalló Alva.

Lugar sagrado

Su localización tampoco es baladí, en la confluencia de los ríos Nanchoc y Udima, los mismos que dan inicio al río Zaña, que permite irrigar miles de hectáreas en el árido valle del mismo nombre, uno de los principales de la costa norte de Perú.

Ese río fue la fuente de vida para todas las civilizaciones del valle de Zaña, donde el recinto sagrado fue rescatado ahora gracias a los trabajos del Proyecto Arqueológico Valle de Zaña, con financiación del Patronato Sipán y la Unidad Ejecutora 005 Naylamp-Lambayeque, del Ministerio de Cultura.

Hasta ahora el agua del río Zaña es fundamental para la vida en esta parte de Perú, una de las más ricas en yacimientos arqueológicos como la huaca El Toro, donde por milenios este recinto megalítico ha sido testigo del déficit hídrico de estas tierras.

 

Tomado de: https://www.elimparcial.com/estilos/Descubren-en-Peru-templo-de-3-mil-anos-dedicado-al-culto-del-agua-20191116-0036.html

Chile: El árbol sagrado de Rapa Nui que vuelve a florecer

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Hace más de 50 años que se extinguió el último toromiro de la isla. No solo se perdió una especie nativa de la zona, su madera fue usada históricamente para tallar figuras simbólicas de la cultura, que se acabaron cuando la gente taló e incluso sacó las raíces hasta terminar con la planta. Una serie de proyectos han intentado reinsertar al árbol en Rapa Nui, pero ninguno ha tenido éxito. Hasta ahora.

 

El Rano Kau es uno de los paisajes más imponentes de Rapa Nui. Es el volcán más grande de la isla, con un impresionante cráter de un kilómetro de diámetro. Visitarlo implica aprender a escuchar el silencio, que es interrumpido solo por el viento y el lejano ruido de las olas. Eso para quienes lleguen hasta el borde del cráter, porque las sorpresas están en el fondo.

O estaban hasta hace algunos años. El último árbol de toromiro en estado silvestre fue visto al interior del volcán Rano Kau.

Un árbol particular

El primer testimonio escrito del toromiro es del naturalista y etnólogo Georg Forster, a finales del siglo XVIII. Forster fue parte de la segunda expedición alrededor del mundo de James Cook, y en esa ocasión conoció la planta. La describió como un pequeño arbusto, que crecía hasta una altura de tres metros en grandes masas boscosas. El Sophora toromiro —nombre científico de este árbol— era pequeño, con hojas de unos 45 centímetros y unas flores amarillas.

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¿Dónde se podía encontrar el toromiro? En todo Rapa Nui.

Eso hasta que en el siglo XII comenzó la colonización polinésica y hubo un drástico crecimiento de la población en la isla. Una de las consecuencias fue la degradación de la vegetación natural. En 1886 terminó el proceso de degradación del toromiro, cuando colonos europeos introdujeron conejos, cerdos, caballos, ovejas y ganado. La voracidad de 20.000 ovejas dañó el ecosistema. Fue el comienzo del fin del toromiro en Rapa Nui. Los pocos árboles que quedaban de la especie terminaron siendo talados por una de las mayores amenazas a las que se enfrenta una especie en extinción: el ser humano. La gente fue sacando madera para tallar. Sacaron incluso las raíces.

El último toromiro que sobrevivía en estado natural crecía en las laderas interiores del cráter del volcán Rano Kau. Fue derribado en 1960.

La leyenda del moai Kava Kava

Cuenta la leyenda que el primero que los vio fue el hijo mayor de Hotu Matu’a, el primer rey de Rapa Nui. Tu’u Koihu caminaba por la isla en medio de la noche cuando se encontró con dos espíritus —Aku aku, en idioma rapanui— dormidos frente a él. Eran dos cuerpos esqueléticos, que espantaron al entonces rey rapanui. Salió corriendo, pero los aku aku lo sintieron y lo siguieron por miedo a que el rey dijera lo que había visto. Aún cuando lo negó, lo vigilaron dos días y dos noches. Una vez libre de los espíritus, el rey talló las dos figuras de los aku aku que había visto. Las talló en madera, pero no en cualquiera. Lo hizo en Toromiro.

Ese fue, según la tradición, el origen de los famosos Moais Kava Kava (“estatuas con costillas”), que son representaciones de los espíritus del otro mundo. Cuando una persona rompía un “tapu” —norma sagrada—, al morir su alma deambulaba en forma de Aku aku. Las figuras se tallaban en la madera dura y de color rojizo de toromiro por los mismos isleños, quienes las colgaban en la puerta de sus casas, del lado de adentro, para espantar a los malos espíritus.

Pero ni siquiera las tradiciones ancestrales rapanui pudieron salvar al toromiro. La sobreexplotación de su madera para tallados también fue una de las causas de su desaparición. Luego de la tala del último árbol, la especie quedó identificada como “probablemente extinta”, en 1978. Y en 1994 se registró como extinta en estado silvestre. Es decir, que ya no se encuentra en la naturaleza. Lo que no quiere decir que no exista.

El milagro del Toromiro

1960. Ese fue el año en que se acabó la historia del toromiro, al menos en Rapa Nui, cuando talaron el último árbol. Sin embargo, gracias a la recolección de semillas de este último ejemplar, se logró que sobrevivieran algunas plantas, aunque solo en colecciones privadas y jardines botánicos. Uno de ellos es el Jardín Botánico de Viña del Mar, donde el primer toromiro plantado allí dio numerosas semillas antes de morir, en 1999.

Los intentos por reintroducir esta planta a su hábitat natural datan de 1965. Desde entonces, han habido múltiples pruebas, pero la mayoría de ellas ha fracasado. El cultivo en la isla no es fácil. Además de la tala sin control del toromiro, también las actividades de los habitantes de Rapa Nui degradaron las condiciones naturales que hacían posible el desarrollo de la planta. El toromiro es una especie sensible, que crece muy lento y que requiere de un suelo húmedo y materia orgánica para poder hacerlo. Depende de su entorno para vivir. Por ejemplo, de los árboles, los que protegían a los toromiros tanto de la radiación como del viento.

Fue en el año 1990 cuando un empresario decidió donar 400 ejemplares a la isla. Se entregó uno por cada casa en Rapa Nui. Las plantas eran monitoreadas por Conaf. Hace tres años murió la última.

Casi medio siglo después de la tala del último toromiro, la entrega de seis ejemplares de la casi extinta especie fueron el germen de lo que hoy podría significar su recuperación. En 2006, el Jardín Botánico de Viña del Mar se las entregó a CMPC para iniciar un programa de conservación. Con técnicas de horticultura, cultivo, injertos y generación de semillas se ha trabajado en viveros. Uno de los primeros réditos ocurrió cuando Jaime Espejo —ingeniero forestal y consultor de CMPC— logró la reproducción por clonaje del toromiro. Las semillas se cultivaron en uno de los invernaderos de la empresa, en Los Ángeles, y luego, en abril de 2012, los clones fueron plantados en la Reserva Nacional Lago Peñuelas. Así nació el primer semillero clonal de toromiro. Lamentablemente, los clones sucumbieron al ecosistema isleño cuando se trató su reintroducción en la isla.

Sin embargo, se desarrollaron otras 3.500 plantas de toromiro que se quedaron en Peñuelas. De ellas, hoy solo quedan 170. Las únicas que resistieron el tiempo y las condiciones climáticas. Aunque la mayoría de estos ejemplares están casi secos.

El trabajo de investigación del toromiro se ha extendido por más de una década. Hoy, CMPC apoya a la Universidad de Concepción, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y otras entidades que están investigando la reintroducción de la plata. Entre ellas están la Universidad Lincoln y la Universidad de Murdoch.

Durante 2018 se instalaron ensayos de plantas inoculadas con la materia orgánica que permite su crecimiento.

Actualmente, Conaf en Rapa Nui tiene 78 ejemplares de toromiro. 60 de ellos están en el cráter del Rano Kau, donde estuvo el último toromiro, y otros 18 se encuentran en un vivero. Aunque en la isla están a la espera de una nueva camada.

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“En Mataveri estamos preparando un huerto para poder tenerlos a la intemperie”, explica Ninoska Huki, Jefa Provincial de Conaf Isla de Pascua. “Tuvimos que cercar un perímetro y se plantaron algunos árboles nativos para que protejan los futuros toromiros. Este es un experimento nuevo: estos toromiros tienen la raíz fortalecida y nosotros tenemos que hacerlos crecer. Del viaje anterior no sobrevivió ninguno. Esperamos ahora que sobrevivan ahora más individuos”.

¿Cuál es el objetivo de los investigadores hoy? Encontrar las mejores cepas de toromiro. ¿Por qué? Al parecer, todas las semillas de los pocos ejemplares que quedan de toromiro vienen de una única planta, la última que se vio en el cráter del volcán Rano Kau. ¿Cómo esto afecta su reintroducción? En simple, el perfil genético para reproducir la planta es escaso.

El último árbol de toromiro en estado silvestre, que nació, creció y fue talado al interior del volcán Rano Kau, puede significar la recuperación de la especie.

 

Tomado de: https://www.latercera.com/laboratorio/noticia/arbol-sagrado-rapa-nui-vuelve-florecer/933290/?fbclid=IwAR0JwEqsWjEEN7Smk3UW2qRHJ6SeZcRr8ecEx4UNI0yOjSc1CrIPgeB0eus

Argentina: Cómo es MARCO, el nuevo museo del sur de la ciudad

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El sur de la ciudad de Buenos Aires sumó un nuevo ámbito cultural con la apertura del Museo de Arte Contemporáneo de La Boca (Marco), un espacio impulsado por Fundación Tres Pinos, que busca “fortalecer el arte argentino” sin descuidar su “mirada internacional” de la producción contemporánea.

Luego de tres años de refacciones, Marco se localiza en un bellísimo edificio histórico de combina el Art Nouveau y Art Decó (en Av. Almte Brown 1031), realizado en 1913 por el arquitecto francés Alfred Massüe, y en el que funcionó el cine Kalisay, uno de los primeros del barrio.

“Está pensado para los artistas. La idea siempre fue hacer un espacio para exposición y era importante que la restauración fuese acorde a lo que funciona para un artista. Y también que el espacio invite a pasar. Por eso lo pensamos con un bar al frente, para que el que venga a ver la muestra tome algo en un lugar diferente y el que desea tomar algo, pueda recorrer la muestra. La idea es que el museo tenga vida”, explicó a Infobae Cultura Rodrigo Cadenas, director de la Fundación Tres Pinos.

El nuevo espacio consta de 3 niveles, de los cuales dos son para muestras (Juan Batalla)

El nuevo espacio consta de 3 niveles, de los cuales dos son para muestras (Juan Batalla)

 

La Fundación, que inició sus actividades en 2006, está conformada por los miembros de la familia Cadenas, con Ricardo Cadenas y Alicia Teruel, a la cabeza. De hecho, ellos donaron su colección de más de 800 obras de arte argentino a la fundación para que en el futuro no pueda ser vendida. Hoy parte de esa colección, que incluye artistas como Adolfo Nigro, Nicolás García Uriburi, Luis Benedit, Pablo Suárez, Antonio Seguí, Marcia Schvartz León Ferrari, por nombras algunos. Por una cuestión de espacio, no toda la colección está puesta, pero sí se irán cambiando las obras en el tiempo.

“Comenzamos a coleccionar arte hace unas cuatro décadas, ahora tenemos alrededor de 850 obras y mucha producción gráfica”, dijo Ricardo Cadenas, presidente de la fundación, durante la inauguración de MARCO. Y agregó: “Es una colección de arte que está protegida: por eso decidimos donarla a la Fundación, para que en el futuro, si hay algún problema, no pueda ser vendida ni desintegrada”.

 
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El Marco está compuesto por tres pisos. En la planta baja, además del café de la entrada, se encuentra localizada al fondo una enorme sala de exposiciones; en el segundo nivel, la librería, y en el tercero el espacio que acoge a la muestra de la colección, al que se integra otra sala para exhibiciones temporarias.

Este no es el primer espacio a cargo de la Fundación, que a principio de año inauguró MArCo-Arte en foco, una residencia para artistas que se ubica frente a la Usina del Arte, en el bajoautopista, de el Paseo de Las Artes.

Las muestras

MARCO se presentó en sociedad con el site specific Rep (úb) lica, de Alexis Minkiewicz, y con Colección de Diálogos, que la conforman Bruno Del Giudice, Agustín González Goytía Lucrecia Lionti, con curaduría de Paula Carrella.

“El proyecto Rep (úb) lica comenzó hace tres años, se desprende de un proyecto que habíamos pensado para la Bienalsur. Mutó muchísimo. Al principio habíamos pensado hacer una réplica del monumento de Victor de Pol que está sobre el Congreso. Ese monumento comenzó a sufrir modificaciones. La pieza es de cera, mientras que el caballo, arcilla. La cama remite a la herrería del congreso y están ofeciéndose de manera sugestiva y distinta respecto al monumento original”, explicó a Infobae Cultura Minkiewicz.

!Rep (úb) lica!, de Alexis Minkiewicz, junto a Leandro Depietri (Juan Batalla)

!Rep (úb) lica!, de Alexis Minkiewicz, junto a Leandro Depietri (Juan Batalla)

Por su parte, Leandro Depietri, curador de la muestra, dijo: “No hay una intencionalidad política partidaria. Si bien la obra lleva la imagen de la república, es más una imagen de la decadencia, que proyecta la fantasía erótica. Por ejemplo, lleva la cara serie del monumento al éxtasis, a la tradición de la santa en un goce absoluto, sostenida por una cadena, que no es cualquier cosa, sino un juego de bondage, BDSM, y el caballo sobre la cama, antropomorfizado, de patas abiertas, ofreciéndose”. “

“Entonces, ese juego de dominación de la república con las riendas que lo lleva se convierte en una proyección de deseo y de lo erótico. Entonces lo político pasa por no pensar a la república o a los modelos sociales como una interacción ideal, del monumento lejos, sino como algo más cercano, al encuentro entre los cuerpos, de la fuerza de lo que pasa en la vida, de cómo se negocia lo que cada uno quiere”, sumó De Petri a Infobae Cultura.

Bruno Del Giudice, Lucrecia Lionti y Agustín González Goytía (Prensa MARCO)

Bruno Del Giudice, Lucrecia Lionti y Agustín González Goytía (Prensa MARCO)

En el tercer nivel la muestra Colección de Diálogos”propone un acercamiento a referentes del arte argentino a través de la mirada de jóvenes artistas, que participaron de programas y residencias de Fundación Tres Pinos y Marco Arte Foco. Así, Del Giudice (Chaco, 1987) se detiene en Monte santiagueño de Antonio BerniGonzález Goytía (Tucumán, 1981) escogió Álamo, un óleo del tucumano Alfredo Gramajo Gutiérrez, mientras que Lionti (Tucumán, 1985) interpela la historia del arte y aproxima sus propias investigaciones y modalidad de trabajo a propuestas de la geometría y la abstracción argentina a través de esculturas de Enio Iommi, Gyula Kosice y Miguel Ángel Vidal, que se articulan con un dibujo-tinta de Carlos Alonso.

*Marco, Almirante Brown 1031, de miércoles a domingos de 12 a 19, entrada gratuita.

Tomado de: https://www.infobae.com/cultura/2019/10/14/como-es-marco-el-nuevo-museo-del-sur-de-la-ciudad/

Chiapas – Yale – Ciudad de México: el viaje de una estela maya robada

1555706368_907338_1555707234_noticia_normal_recorte1.jpgLa última noticia que se tenía de la estela era una fotografía de 1900, tomada por un explorador italo-alemán en las selvas del sur de México. La vuelta a México de una pieza arqueológica saqueada evidencia los límites de las políticas de devolución del patrimonio robado.

 

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La última noticia que se tenía de la estela era una fotografía de 1900, tomada por un explorador italo-alemán en las selvas del sur de México. En la imagen aparece rota en cinco pedazos, grandes trozos de piedra labrada del siglo IX en los que dos dignatarios mayas, con taparrabos, penacho de plumas y collar, levantan la mirada hacia el cielo.

 

Algún tiempo después de aquella foto, un grupo de saqueadores limó los pedazos para luego empacarlos y venderlos fuera del país. Una esquina de la estela acabó decorando la pared del departamento de un coleccionista privado en la costa este de Estados Unidos. Hace unos tres años, el dueño supo que ese pedazo de piedra provenía en realidad de un saqueo y se comunicó con la galería de arte de la Universidad de Yale para devolverla. Este centro se demoró hasta octubre pasado para alertar a la diplomacia mexicana de la ubicación de la pieza perdida. Finalmente, el enorme trozo de piedra caliza sacada de la selva de Chiapas volvió a Ciudad de México hace poco más de una semana, en un vuelo comercial desde Nueva York. Pese al éxito de la repatriación, su retorno muestra paradójicamente los límites de la política de recuperación de patrimonio del Estado mexicano.

 

El regreso del fragmento supone un buen inicio de año para la recuperación de patrimonio robado, cuyos frutos en la última década han sido muy variables, según muestran los datos proporcionados por el INAH a EL PAÍS. En 2008 se restituyeron unas 900 piezas, pero en 2011 no hubo ninguna. Un año después, el número se disparó hasta superar las 5.000 y en 2013 volvió a caer en picado a algo más de una decena. “No es constante, depende del año”, explica el arqueólogo Alejandro Bautista, quien desde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha participado en estos esfuerzos. “Lograr que se restituya implica un proceso diplomático, judicial, administrativo, académico…”, justifica.

En el caso de la estela de La Mar, se ha tardado varias décadas. Los arqueólogos consultados no recuerdan una restitución tan importante desde el Bajorrelieve de Xoc, una piedra labrada de época olmeca interceptada en una casa de subastas en París y devuelta a México en 2015. Recuperar estelas, las lápidas conmemorativas que los antiguos mayas esculpían para dar testimonio de acontecimientos importantes, es una rareza. “Generalmente son figurillas o vasijas; nada tan espectacular como una estela”, asegura Bautista.

El explorador Teobert Maler, fotógrafo de ocasión, pudo ser uno de los últimos en verla en su hábitat original. Después de luchar para el fugaz Imperio mexicano de Maximiliano de Habsburgo, Maler se dedicó a documentar las ruinas mayas del sur del país. En 1900 visitó el yacimiento arqueológico de La Mar, en el Estado de Chiapas, donde fotografió la estela. Algunos años después de Maler, no se sabe cuántos, llegaron los saqueadores. La primera mitad del siglo XX fue una época dorada para este gremio y rica en historias de expolio gracias a la falta de protección de los yacimientos. En este contexto, las vistosas estelas mayas fueron un botín jugoso.

La estela de La Mar en 1900. 

El arqueólogo Alejandro Tovalín, de la oficina del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Chiapas, explica la mecánica del saqueo: “La piedra caliza es relativamente suave. Se usaba una sierra para sacar un corte de unos seis centímetros de grosor y los fragmentaban en pequeños cuadrados; muchas veces bajo pedido. Bastantes estelas fueron destruidas en ese momento”. Bien troceadas, acababan decorando los salones de coleccionistas europeos o estadounidenses, como fue el caso del Bajorrelieve el Xoc y del fragmento recuperado.

A pesar de la falta de registros de muchas de las piezas robadas, los esfuerzos de restitución han empezado a cosechar éxitos modestos en la última década. El azar y la buena voluntad han jugado un papel importante. Algunas piezas han sido recuperadas gracias a investigaciones policiales extranjeras -México tiene sendos acuerdos bilaterales en este ámbito que facilitan la devolución de las piezas robadas una vez encontradas-, pero lo más común es que los dueños o sus descendientes las devuelvan voluntariamente. “De las 42 piezas recuperadas en 2018, 38 fueron retornos voluntarios y cuatro decomisos policiales”, apunta como ejemplo Alejandro Bautista, del INAH.

Juntar los fragmentos

Hace unos tres años, un coleccionista estadounidense cuya identidad no ha trascendido se puso en contacto con la Galería de arte de la Universidad de Yale. Desde 1966 tenía en su domicilio particular una esquina de piedra labrada de 45 centímetros de ancho, 74 de largo y siete de grosor, que pertenecía a la estela fotografiada por Maler hacía más de 100 años. “Mientras consultaba unos archivos él vio la imagen y descubrió que formaba parte de una pieza mayor”, explica Laurence Kanter, el galerista que participó en la operación. “Entonces se comunicó con nosotros para pedirnos ayuda. Nos dijo que quería reunirla con los otros pedazos, pero que no sabía cómo hacerlo”.

La galería ya había ayudado a víctimas del Holocausto a recuperar obras de arte confiscadas por los nazis, pero era su primera experiencia con arte prehispánico. Y esta vez se trataba de devolver, no de recuperar. Kanter se comunicó con el Consulado de México en Nueva York, una mole grisácea en pleno Manhattan. La noticia pasó entonces del Consulado a la Secretaría de Relaciones Exteriores en la capital y, de allí, al INAH. El arqueólogo Alejandro Bautista viajó en octubre a Nueva York para hacer un primer diagnóstico y supervisar el embalaje de la pieza.

Cinco meses después de ese viaje de reconocimiento, la esquina de estela ha pisado tierra mexicana y ha sido inscrita en el Registro de Bienes Culturales, una especie de acta de nacimiento. El paradero de los otros cinco fragmentos sigue siendo un misterio. La forma del corte de la esquina restituida podría dar alguna pista. “Si el corte es homogéneo, el resto podría estar escondido en alguna colección. Si es irregular, es posible que hayan sido destruidos”, aventura Tovalín. ¿Pero qué posibilidad hay de una reunión de los cinco pedazos? “Es muy complicado…”.

 

 

Por: 

Tomado de: https://elpais.com/internacional/2019/04/19/la_serpiente_emplumada/1555706368_907338.html?rel=mas

Chile devuelve a Bolivia piezas fósiles de más de 400 años

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 entrega-fslies-750x400.jpgLos fósiles, desenterrados en suelo boliviano, fueron incautados en Chile hace dos años luego que un ciudadano malayo intentara ingresarlos clandestinamente a nuestro país.

Entre 390 y 420 millones de años es la data de los 42 fósiles que Chile entregó al Estado Plurinacional de Bolivia, luego de las gestiones del Servicio Nacional de Aduanas, el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural y la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores.

El proceso para que estas valiosas piezas volvieran a su país de origen se inició en 2016, cuando funcionarios del Servicio Nacional de Aduanas que fiscalizaban vehículos en el Paso Los Libertadores detectaron un contenido extraño en un equipaje que ingresaba al país. Se trataba de piezas fósiles que fueron incautadas por la Aduana en su rol de protección de las fronteras de este tipo de tráfico, y puestos a disposición del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).

Los peritajes y diligencias del Consejo, en conjunto con el Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia, permitieron establecer que las piezas paleontológicas, por sus características y data, podían corresponder a unidades geológicas bolivianas. Así lo destacó el Subsecretario de Hacienda, Francisco Moreno.

“Para nosotros como Ministerio de Hacienda y como Servicio Nacional de Aduanas es una gran noticia que hoy tengamos la oportunidad de devolver estas 42 piezas de un alto valor paleontólogico a Bolivia. El cónsul general fue quien recibió estas piezas. Recordemos la historia porque eso nos lleva aponer sobre relieve la enorme labor que realizan el servicio nacional de aduanas a lo largo y ancho de nuestro país.”

 La entrega se realiza en el marco de la Convención de la UNESCO de 1970 sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedades ilícitas de bienes culturales. El Director Nacional de Aduanas, Claudio Sepúlveda, se refirió a esta labor.

“Los funcionarios de Aduanas tienen un rol de protección de fronteras y no solamente está encaminado a lo que dice relación con la recaudación y los tributos, sino que también hay otras prioridades a las que estamos abocados y una de ellas es el patrimonio cultural de los países que conformamos parte de los acuerdos internacionales”.

 El Cónsul General Adjunto del Estado Plurinacional de Bolivia, Juan Carlos Dueñas Muñoz, afirmó que “es una satisfacción muy importante para su Gobierno el recuperar un material invaluable desde todo punto de vista”.

 “Queremos rescatar el concepto de patrimonio que sabemos que tiene mucha importancia en Chile y también en Bolivia. por eso queremos agradecer las gestiones realizadas en Chile para la entrega de estos fósiles”.

Finalmente, el Director (s) del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural y Vicepresidente Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Javier Díaz, concluyó que este es el resultado de un trabajo de coordinación que se desarrolla desde 2011 con la Mesa de Trabajo de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Bienes Patrimoniales.

 

Tomado de: https://radio.uchile.cl/2018/07/30/chile-devuelve-a-bolivia-piezas-fosiles-de-mas-de-400-anos/

Costa Rica ya tiene en su poder tesoro precolombino que estaba en Venezuela

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Empezaron a salir de Costa Rica hace más de cuatro décadas, producto del tráfico ilícito, y hoy, el país vuelve a tomar posesión de lo que le pertenece: las 196 piezas precolombinas que se encontraban en Venezuela ya están en custodia del Museo Nacional.

Los objetos –que adornaban la casa en Caracas del coleccionista Harry Mannil– tocaron suelo tico el pasado 5 de enero, después de un proceso de decomisos y litigios que tardó casi ocho años, desde el 2010.

La colección está compuesta, principalmente, por artículos en piedra y algunos en cerámica, los cuales fueron esculpidos por las primeras civilizaciones indígenas de Costa Rica.

Objetos históricos
 

Son piezas que datan desde el 500 d. C. hasta el 1.300 d. C. y que provienen de las tres regiones arqueológicas del país: Central-Vertiente Atlántica, Pacífico Norte-Guanacaste y Díquis.

Entre estas figuran dos esferas de piedra como las características de los sitios arqueológicos del Díquis, en la zona sur del país, declarados patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el 2014.

Se trata de exponentes de 55 y 78 centímetros de diámetro, respectivamente.

 
17/01/2018. Sede del Museo Nacional en Pavas. El Museo Nacional exhibió algunas de las 196 piezas arqueológicas repatriadas desde Venezuela las cuales habían salido del país producto del tráfico ilícito. En la foto: Tomas generales y detalles de algunas de las piezas que, según expertos, datan desde el año 500 d.C al 1300 d.C. Foto: Albert Marín.

El lote de objetos arqueológicos repatriados está compuesto, además, por jarrones, vasijas y ocarinas (instrumentos musicales precolombinos) de cerámica, así como guerreros y demás figuras humanas en piedra.

Parte de los artículos más representativos de la colección son los metates, también de piedra, los cuales eran usados en distintas actividades diarias por nuestros antepasados indígenas; una de ellas, para moler granos.

Algunos de estos metates se observan incompletos, pues las cabezas de jaguar que eran parte de su estética fueron desprendidas para incrustarlas como adornos en una pared de la vivienda de los Mannil, en Caracas.

Parte de las 196 piezas repatriadas se expusieron a los medios la mañana de este miércoles, en la sede de Pavas del Museo Nacional, actividad a la que asistieron el presidente de la República, Luis Guillermo Solís; la ministra de Cultura, Sylvie Durán, y el canciller, Manuel González.

Piezas exclusivas

Rocío Fernández, directora del museo, catalogó la colección de “extraordinaria”, no solo por su valor estético y artístico, sino por el componente documental que vive en ella.

Por su parte, Marlin Calvo, jefa del departamento de Protección del Patrimonio Cultural de esa misma entidad, aseguró que, en muchos casos, se trata de piezas “únicas”, de las cuales hay pocas en el país.

“Hay figuras de animales, de la zona del Díquis, de las que teníamos unas dos o tres en la colección, y en esta vienen como nueve. Son objetos muy bien logrados desde el punto de vista de manufactura, los cuales nos pueden dar información muy interesante, por ejemplo, del tipo de especies de animales representaban; felinos, en su mayoría”, explicó la experta.

 
17/01/2018. Sede del Museo Nacional en Pavas. El Museo Nacional exhibió algunas de las 196 piezas arqueológicas repatriadas desde Venezuela las cuales habían salido del país producto del tráfico ilícito. En la foto: Tomas generales y detalles de algunas de las piezas que, según expertos, datan desde el año 500 DC al 1300 DC. Foto: Albert Marín.

Según Calvo, aunque los ejemplares se encuentran en buen estado en términos generales, entre un 10% y un 15% habían sido restaurados de forma incorrecta, razón por la cual será necesario intervenirlos.

Patrimonio recuperado

Desde sus zapatos de historiador, el presidente Solís afirmó que el lote tiene un gran simbolismo no solo como patrimonio, sino también como expresión de nacionalismo.

“No son solo piezas decomisadas lo que estamos recuperando hoy; es parte del alma nacional. Es parte de lo que somos, la esencia de nuestro riquísimo acervo prehispánico que, en este caso, representa el talento, la inteligencia, la sensibilidad y las cosmogonías de los pueblos de la que hoy es Costa Rica”, dijo el mandatario.

Asimismo, para exposiciones futuras, Solís recomendó a las autoridades del museo mostrar las piezas repatriadas como una “colección recuperada”.

“Yo quisiera sugerir, con mucho respeto, señora directora (Rocío Fernández), porque esta no es mi especialidad y puede ser que esté arriesgándome mucho, pero creo que tiene un valor adicional que cuando se expongan, se muestren como un patrimonio recuperado; que recordemos que se las robaron, que las mutilaron, que se las apropiaron ilegalmente”, exhortó el gobernante.

El presidente agregó que esa sería una forma de reflejar el esfuerzo de la comunidad internacional por combatir el “crimen organizado” que supone el tráfico ilícito de bienes culturales.

 

Este metate es una de las piezas únicas con las que cuenta ahora el Museo Nacional. Foto: Albert Marín.

Este metate es una de las piezas únicas con las que cuenta ahora el Museo Nacional. Foto: Albert Marín.

¿Qué harán con ellas?

El museo no planea exponerlas durante este año, pues ya tiene lista la programación del 2018. Lo hará a partir del 2019, en muestras temporales.

Tras haber desempacado las 96 cajas en las que venía la mercancía, lo que corresponde ahora es registrar pieza por pieza en los catálogos de esta entidad cultural.

La colección, que salió en barco de Caracas el 24 de diciembre y llegó a Moín, Limón, el 5 de enero, pasó por un proceso de descarga y desempaque que tardó dos semanas.

 

Por: Silvia Artavia

Tomado de: https://www.nacion.com/el-pais/patrimonio/costa-rica-ya-tiene-en-su-poder-tesoro/6GHIP5SRUBCN7P5IGTXXOFSMRE/story/

Manuscrito de Sahuaraura, el excepcional documento de la nobleza inca que se creía perdido y que Perú recuperó después de más de un siglo

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El manuscrito de Sahuaraura es considerado una parte fundamental de la historiografía y la cultura peruana. Una parte de la historia de Perú escrita a mano estuvo perdida durante siglo y medio.

Y es que durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), un manuscrito de gran valor puesto a resguardo de la entonces Biblioteca Pública de Lima desapareció de forma inexplicable.

Se trataba de “Recuerdos de la monarquía peruana,ó bosquejo de la historia de los incas”, un tratado histórico del cura, erudito y prócer Justo Sahuaraura Inca, quien se creía que era descendiente de Huayna Capac, el antepenúltimo gobernador del imperio del Tahuantinsuyo.

Pero por casi 150 años nada se volvió a saber del documento original. Hasta 2015, cuando casi por azar, se descubrió que estaba a miles de kilómetros de allí.

Lo tenía desde hacía más de cuatro décadas una familia de Sao Paulo, que pensaba venderlo en Estados Unidos durante una subasta en Sotheby’s.

Machu Picchu

El Tahuantinsuyo floreció entre los siglos XV y XVI y su capital estaba en Cusco, Perú

Tras cuatro años de trámite, el manuscrito de Sahuaraura está de vuelta en el mismo lugar del que desapareció, la ahora Biblioteca Nacional de Perú.

Y para celebrar su regreso, las autoridades han organizado una exposición para mostrarlo por primera vez al público

La devolución del documento, que tuvo lugar esta semana, se incluyó entre otras 800 piezas arqueológicas, cerámicas incas, tejidos y material bibliográfico que fueron robados hace décadas y que el gobierno peruano localizó en seis países y logró regresar.

Pero ¿por qué entre todos esos objetos el manuscrito ocupa un lugar singular?

Historia escrita a mano

El texto de Sahuaraura es considerado parte fundacional de la historiografía peruana y un documento bibliográfico de valor cultural “incalculable”.

“Existe solamente esta copia, que nos habla, además, clarísimamente, de un periodo de nuestra historia que debemos conocer y estudiar todos”, indicó a la agencia Xinhua el ministro de Cultura peruano, Francesco Petrozzi.

Y es que por años, Sahuaraura, miembro y descendiente de la nobleza inca, consultó archivos y documentos ahora perdidos para construir su historia primigenia de Perú con datos pocas veces citados en otras fuentes sobre la llegada de los españoles a esa región del continente.

 
manuscrito de Sahuaraura

El libro incluye una genealogía inca ilustrada

El libro propone una asombrosa genealogía que cuenta la historia del imperio desde la vida de los incas, los gobernadores del vasto territorio precolombino que tuvo su capital en Cusco.

El texto parte desde Manco Cápac, quien se cree que fue el primer gobernador y fundador de la cultura inca, hasta Túpac Amaru, el caudillo indígena que lideró la mayor rebelión anticolonial que se dio en Hispanoamérica en el siglo XVIII.

¿Qué se sabe del autor?

Nacido a finales del siglo XVIII, Sahuaraura era hijo de un cacique de una de las regiones de Cusco, por lo que algunos cronistas lo emparentan en la línea de la más alta nobleza inca.

Se hizo sacerdote y la Iglesia peruana lo nombró examinador sinodal del obispado y visitador general de seis provincias de Cusco.

Su fortuna cambió con las luchas por la independencia: entregó todos sus bienes a la causa, lo que lo llevó a ser apresado y a perder todas sus propiedades cuando se restableció la autoridad de España.

Se dice que recibió en su casa a Simón Bolívar y que este le entregó una medalla por sus servicios a la libertad de Perú.

Sahuaraura

Sahuaraura es considerado un prócer de la independencia en Perú

Entre los manuscritos que dejó y que también recuperan la historia inca está una antología de la literatura del imperio, en la que se incluía el códice del drama Ollantay, considerado por algunos como la más antigua expresión de la literatura quechua.

En alguno momento no precisado, Sahuaraura desapareció de la historia de Perú. Se sabe que se retiró a una zona de Cusco y nunca más se volvió a saber de él.

Se desconoce incluso la fecha de su muerte.

 

Tomado de: https://www.elmostrador.cl/cultura/2019/11/29/manuscrito-de-sahuaraura-el-excepcional-documento-de-la-nobleza-inca-que-se-creia-perdido-y-que-peru-recupero-despues-de-mas-de-un-siglo/

La sombra nazi de Harry Mannil, el coleccionista de jaguares de piedra

Captura_de_Pantalla_2019-12-10_a_las_13.29.43.pngUna casa, en las montañas de San Rafael de Heredia, resguardó, durante décadas, dos secretos: la sombra del pasado nazi de un estonio y su gran obsesión por coleccionar cabezas de jaguar, hechas en piedra por los más antiguos habitantes de Costa Rica

 

memoria robada 18

El estonio Harry Mannil tenía una debilidad por los objetos de piedra. Decenas de cabezas de jaguar precolombinas de Costa Rica emergían de las paredes de su mansión; ahí donde dos esferas líticas de la cultura Diquís, del Pacífico Sur, flanqueaban la piscina del jardín.

Al coleccionista no le bastaba poseerlas, necesitaba ostentarlas. Por eso, transformó su propiedad en Caracas en una casa-museo llamada Casa de los Jaguares.

Sobre cómo llegaron hasta Venezuela los metates, cuyas cabezas de jaguar fueron arrancadas, se sabe poco. Lo que sí se conoce es que Mannil era “multimillonario y pagaba como nadie”, contó a La Nación José María Ramírez, hermano de un coleccionista de Turrialba, quien tuvo relación con el estonio.

“La colección de ese hombre era inmensa. Era un gran capitalista, todo lo hacía por negocio. Compraba y vendía en Estados Unidos”, recordó Jiménez, de 90 años.

La obsesión por el arte prehispánico de Mannil fue su etapa menos conocida. Fallecido en enero del 2010, a los 89 años, en San Rafael de Heredia, fue más célebre por su presunta colaboración con los nazis en la persecución de judíos en la Segunda Guerra Mundial. “Yo tengo un documento de un fiscal de Estonia diciendo que soy inocente”, dijo a este medio en el 2007.

Su colección la inició en Heredia, en los años 70, cuando un indígena le ofreció una vasija de cerámica. En esos años también comenzó a sacar piezas del país con destino a Caracas.

En aquella época, el comercio y saqueo del pasado indígena eran alarmantes. Incluso, el Museo Nacional autorizaba la salida de de reliquias del territorio nacional.

Sería hasta 1982 que una ley trataría de frenarlo, al establecer que todos los objetos arqueológicos son propiedad del Estado y deben de ser custodiados por el mismo Museo Nacional.

Sin embargo, 28 años después de publicada esa ley, Mannil conservaba en su finca 108 objetos. Algunos tan únicos y exóticos como una columna de dos metros de altura que se corona un mono tallado a mano.

Allí seguirían de no haber sido por una denuncia anónima que, en julio de 2010, conllevó a su decomiso. El Juzgado de Heredia absolvió al hijo de Mannil y ordenó regresar los bienes a la familia.

La decisión la objetó la Procuraduría General de la República. El caso está en casación y el Museo espera que los bienes queden en su poder.

Casa de los Jaguares. Se bautizó así a la casa de Harry Mannil en Caracas porque, incrustadas en sus paredes, había cabezas de piedra en forma de jaguar, las cuales habían sido arrancadas de metates. La vivienda fue allanada en 2014, cuando la Policía venezolana decomisó otro lote de 67 reliquias costarricenses.

Decomiso en Caracas

Ese centenar de objetos no sería el único que el Museo reclamaría a la familia Mannil. El operativo en San Rafael fue la antesala de uno de los mayores decomisos de los últimos años en Venezuela y de un largo proceso de repatriación que todavía no termina para Costa Rica.

En el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, principal de Venezuela, se retuvieron 56 piezas precolombinas de Costa Rica.

Ocurrió en octubre de 2010, cuando el Instituto de Patrimonio Cultural de Venezuela prohibió su traslado a Estados Unidos. Los responsables formaban parte de la sociedad comercial Casa de los Jaguares.

La famosa vivienda fue allanada en 2014, cuando la Policía venezolana decomisó un lote adicional con 67 reliquias costarricenses.

Los oficiales colocaron una cinta de seguridad policial alrededor de la casa, pero no fue obstáculo para que la familia, que presuntamente vendió la propiedad, sacara de allí otras 71 piezas. El Instituto de Patrimonio descubrió la jugada y las incautó.

En total, las antigüedades costarricenses bajo el cuido de Venezuela son 194, un conjunto de valor extraordinario que, después de seis años y tres Cartas Rogatorias, Costa Rica no ha logrado repatriar.

Mannil lamentaba no poder coleccionar todo y “se limitó” a adquirir más de 2.000 piezas precolombinas en 25 años. Ahora, el resultado de su manía de toda una vida le costará $35.000 (casi ¢20 millones) al Museo Nacional. En 53 cajas se colocarán las cinco toneladas de metates, barriles y detalladas esculturas entre las que Harry Mannil daba sus pasos en Caracas. Algún día, los jaguares también volverán a casa.

 

Tomado de: https://www.nacion.com/data/la-sombra-nazi-de-harry-mannil-el-coleccionista-de-jaguares-de-piedra/LGASZU7YINHR7AS5FBTUAMZSTE/story/

¿Por qué México se escribe con “X” y no con “J”?

mejico.jpgEs muy común en las redes sociales que surjan disputas entre mexicanos y otros hispanohablantes por la forma de escribir México. ¿Cómo empezó la discrepancia?

 

¿Por qué México se escribe con “X” y no con “J”?

 

Es muy común que en las redes sociales surjan disputas entre mexicanos y otros hispanohablantes por la forma de escribir México. Para sorpresa y disgusto de muchos, según la Real Academia Española, escribir “Méjico” o “México” es correcto. Sin embargo, actualmente se desaconseja el uso de la jota.

¿Cómo empezó la discrepancia?

Dado al sonido de la palabra México lo más natural es que se escribiera “Méjico”. Sin embargo, esta forma de escribir el nombre de nuestro país tiene su origen en la raíz de la palabra y principalmente a cómo se escribía el castellano en el siglo XVI (siglo en que llegó Hernán Cortés).

Inicialmente tenemos que saber que el topónimo México proviene de la voz náhuatl “Méshico”. A su vez, Méshico quiere decir “lugar en el ombligo de la luna” (existen varias versiones). El vocablo “metzi” quiere decir luna, “xictli” significa centro u ombligo, y el sufijo “co” indica que se trata de un lugar. A su vez, los mexicas o aztecas fundaron en el lago de Texcoco (lago de la luna) la ciudad de México-Tenochtitlán y, posteriormente, su hermana gemela México-Tlatelolco.

La antigua ciudad de México-Tenochtitlán

La voz náhuatl para México actualmente se escucha “Méshico”, es decir, la “x” se pronunciaría como “sh”. Ahora bien, ¿por qué no se escribe con “sh”?

De acuerdo al filológo Juan Nadal, el español de antaño o castellano medieval existía el sonido fricativo prepalatal sordo que suena como “sh”. Posteriormente el rey Alfonso X de Castilla, mejor conocido “El Sabio”, instauró la Norma Alfonsí de la escritura en el siglo XIII. En ella se estableció que el “sh” debería escribirse con “x”.

 

¿Y qué paso con la “sh”?

Cuando llegaron los españoles adoptaron la palabra Méshico para escribirla bajo la Norma Alfonsí, con ello nació el topónimo “México”. Sin embargo, antes del siglo XVI el castellano había sufrido algunas mutaciones, entre ellas se estaba la pérdida del sonido fricativo prepalatal sordo o “sh”, mismo que terminó por desaparecer un siglo más tarde. Aún con ello, debido a su gran herencia prehispánica, en nuestro país aún es muy amplio su uso.

De forma simultánea en el castellano del siglo XVI existía el sonido fricativo velar sordo, mismo que suena como “j”. Cuando en el siglo XVII se dejó de pronunciar la “sh”, la “j” fungió como remplazo. Así nació finalmente la palabra Méjico, misma que comenzó una acalorada batalla contra México pronunciada con “j” o “g”.

México un vocablo que resistencia ante el colonialismo

En 1815 la RAE instauró la Ortografía de la Lengua Castellana, en ella se estableció la norma de que todas las palabras que se escribían con “x” y se pronunciaran con “j” tenían que escribirse con jota”.

Sin embargo, en la Nueva España no fue bien recibida dicha instrucción, ya que para entonces había comenzado el movimiento independentista.

Como resultado, escribir el nombre de nuestro país con equis se transformó en un símbolo de resistencia y nacionalismo. Por su parte la Academia Mexicana de la Lengua jamás admitió el uso de la jota.

No fue hasta 1992 que la RAE aceptó que México puede escribirse con “x” o “j”. Finalmente en 2011 la RAE recomendó el uso de la “x”, aunque aún falta que reconozca que éste es su uso correcto. Así que ya sabes, escribir “Méjico” es correcto a nivel institucional, sin embargo no honra la historia de una palabra, de una nación.

 

 

Por : 

Tomado de: https://www.mexicodesconocido.com.mx/por-que-mexico-se-escribe-con-x-y-no-con-j.html

Viringo Peruano: cómo este perro sin pelo se convirtió en patrimonio cultural de Perú

_108499704_pic_28.jpgEl llamado Viringo Peruano aparecía con frecuencia en las pinturas, la cerámica y la iconografía de las culturas inca, moche, wari y chimú, siempre retratado como compañero y tan calvo como un águila.

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Aunque el nombre de Sumac significa “bonita” en el idioma quechua, nativo de Perú, hay algo que no se puede negar: es fea.

Es una “perra peruano sin pelo”, de piel arrugada y algunos mechones dispersos.

Sumac y su otro amigo sin pelo, Munay -que significa “amado por todos”-, pasan sus días deambulando por su hogar: la antigua pirámide de Huaca Pucllana, en Lima.

Esta singular raza canina -que hace unas décadas estuvo al borde de la extinción- hoy habita algunos de los lugares más importantes e históricos de Perú. Esto es así gracias a que en el año 2000 el gobierno de ese país declaró a los perros sin pelaje parte del patrimonio cultural nacional.

Un año después, el gobierno anunció que al menos un perro de esta raza -también llamada Viringo Peruano-, tenía que vivir en cada uno de los museos arqueológicos a lo largo de la costa peruana.

El objetivo, asegura la arqueóloga de Huaca Pucllana, Mirella Ganoza, era recuperar un pedazo de cultura peruana antes de que se desvaneciera por completo.

“Lo que comenzamos a darnos cuenta es que tenerlos aquí era tener algo propio”, dice ella.

“Es una forma de mostrar nuestra identidad”, agrega.

“Criaturas satánicas”

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El perro sin pelo fue alguna vez parte esencial de la cultura de Perú que se remonta a miles de años atrás, a la época precolombina.

El llamado Viringo Peruano aparecía con frecuencia en las pinturas, la cerámica y la iconografía de las culturas inca, moche, wari y chimú, siempre retratado como compañero y tan calvo como un águila.

Los criadores los llaman “perros primitivos” porque se encuentran entre un pequeño conjunto de razas cuyas características genéticas no han cambiado durante miles de años de existencia.

Tanto es así que, incluso, se ha llegado a decir que son “tan importantes como Machu Picchu” para la cultura peruana.

Cuando los conquistadores españoles llegaron a las costas de Perú en 1532, estos perros eran muy comunes.

Con sus dientes y lenguas sobresalientes, y su piel negra y manchada, cuando los españoles vieron a estos animales sin pelaje creyeron que eran muy feos, y decidieron que eran malignos y que debían eliminarse.

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“Ellos (los españoles) pensaban que eran satánicos, así los llamaban los católicos”, dice Mirella Ganoza. “Creían que estos perros tenían algo siniestro dentro de ellos porque eran muy extraños”.

A lo largo de los siglos, los perros murieron lentamente y desaparecieron de la conciencia pública.

Ya no eran queridas mascotas peruanas, sino perros callejeros calvos ignorados y desvinculados de la cultura. La arqueóloga recuerda que cuando era niña le dijeron que eran “perros chinos” traídos por una ola de inmigrantes en los siglos XIX y XX.

Punto de retorno

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Pero eso comenzó a cambiar en la década de 1990 cuando algunas organizaciones empezaron a defender a los perros y, así, ingresaron nuevamente en los hogares y a los corazones de los peruanos.

Luego, cuando el gobierno peruano estableció la ley que exige que perros como Sumac y Munay vivan en los sitios de museos arqueológicos, se marcó un punto de inflexión.

Hoy, la raza es ampliamente adorada en todo Perú.

El país estableció el Comité Nacional para la Protección del Perro Peruano sin Pelo y el 12 de junio -fecha en que este can fue reconocido como raza oficial-, se celebra oficialmente su día.

“Me quieren mucho”

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En la antigua pirámide de Huaca Pucllana, Sumac y Munay son amados por los turistas y por los trabajadores del parque.

Los perros deambulan por esta enorme pirámide de arcilla y adobe, construida alrededor del año 500 después de Cristo por una civilización indígena preincaica. Corren a lo largo de su cerca, ladrando a los perros y a las personas que pasan.

Los perros usan camisetas con los colores de la bandera peruana. Sumac, de tres años, salta alrededor de los trabajadores del parque, mientras que Munay, de 10 años, se acerca a los turistas pidiendo amor, con la cola nerviosa entre las piernas.

Siguen a los arqueólogos mientras ellos continúan excavando las ruinas y los guías turísticos ocasionalmente se detienen para explicar la historia de la raza.

Incluso, Sumac y Munay han adoptado a una “madre”: la trabajadora del parque Delia Zyomee Huemon, de 53 años, que abraza a Sumac mientras el perro mastica juguetonamente la manga de su chaqueta.

“Por la mañana limpio sus camas y preparo su comida. También tengo que limpiar los corrales de otros animales y ellos siempre me siguen”, dice, mirando al perro. “Me quieren mucho”.

Si bien los perros a veces pueden ser traviesos, encarnan algo más grande para el parque, argumenta Mirella Ganoza.

“La idea era transmitir esta información sobre nuestra cultura”, dice Ganoza. “Al tener a los perros presentes aquí, con el simple hecho de que las personas los vean, transmitimos su historia”.

 

Por: Megan Janetsky

Tomado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-49565684