Las memorias siempre se están rearticulando. En este sentido, es importante la conservación de los objetos del pasado…De otra forma siempre estaríamos comenzando una y otra vez.
Las memorias siempre se están rearticulando. En este sentido, para nuestras dimensiones culturales, es importante la conservación de los objetos del pasado y su puesta en diálogo con los del presente. De otra forma siempre estaríamos comenzando una y otra vez. Sin embargo, esta conservación siempre está mediada por lo ideológico, es decir, políticas históricas o coyunturales que determinan el valor vertical de las transmisiones culturales.
Una de las convenciones generalizadas, en ciencias, sobre la diferencia entre los animales humanos y el resto de los que se han podido conocer, es la capacidad que tenemos los primeros en la retención, acumulación y asociación de la memoria. De alguna manera esta retención fue importante en nuestro desarrollo y evolución, pues se inventaron maneras técnicas de acumulación para su transmisión. Uno de los principios ápices de este proceso fue la creación del lenguaje para transmitirnos experiencias, las que comenzaron con la tradición oral.
La complejidad de esta necesidad derivó en la sofisticación de aparatos y dispositivos culturales para la retención de las memorias. Los grupos, colectividades, y luego las culturas seleccionaron y guardaron los vestigios materiales para dar un sentido y coherencia al aprendizaje de un momento histórico a otro, es decir, para la transmisión de las memorias y el resguardo de estas (el archivo), las que hoy sabemos que no son perennes ni objetivas.
Las memorias siempre se están rearticulando. En este sentido, para nuestras dimensiones culturales, es importante la conservación de los objetos del pasado y su puesta en diálogo con los del presente. De otra forma siempre estaríamos comenzando una y otra vez. Sin embargo, esta conservación siempre está mediada por lo ideológico, es decir, políticas históricas o coyunturales que determinan el valor vertical de las transmisiones culturales.
Los museos, desde el Renacimiento hasta nuestros días, han tenido la importante y polémica compulsión sobre la retención de los saberes, conocimientos y manifestaciones estéticas. Nos conocemos y reconocemos a través de estas retenciones de memoria a través de la convención que se establece con respecto a los problemas críticos relacionados con “el archivo”. Entonces ¿Qué ocurre cuando este tipo de “resguardo” de las memorias se pierde?
Podríamos determinar o entender, tal vez, que los archivos y las memorias que se intentan contener, según Derrida, se construyen para su propia destrucción, para comenzar desde las cenizas. Son esas cenizas los antecedentes del archivo derridiano; la pérdida inevitable de la jerarquización de los saberes acumulados, pues el mantenimiento del museo es, inevitablemente, el mantenimiento de coyunturas e historias políticas de las victorias sobre la subjetividad.
A pesar de las manipulaciones de archivos para intereses ideológicos, políticos o económicos, es, sin embargo, gracias a la conservación de estos que, tarde o temprano, las tergiversaciones han podido ser conocidas. La conservación de los archivos de nuestras memorias en términos culturales (pensados en siglos) acarrea mayor subjetividad que las de develación coyuntural, pero son el baluarte para las presentes y futuras investigaciones de nuestros principios culturales y sociales.
Cuando millones de piezas (arqueológicas, científicas, paleontológicas, artísticas, etc.) arden en las llamas y se extinguen ¿es parte de nuestro anuncio para recordar que no seremos eternos, aun resguardando todo lo que creemos e intentamos tener? ¿Qué perdemos cuando se extinguen los archivos sobre lo que hemos construido para creer lo que somos?
Podríamos determinar o entender, tal vez, que los archivos y las memorias que se intentan contener, según Derrida, se construyen para su propia destrucción, para comenzar desde las cenizas. Son esas cenizas los antecedentes del archivo derridiano; la pérdida inevitable de la jerarquización de los saberes acumulados, pues el mantenimiento del museo es, inevitablemente, el mantenimiento de coyunturas e historias políticas de las victorias sobre la subjetividad.
En Chile, desde la creación del Museo de Bellas Artes (1880) en el gobierno de Aníbal Pinto, como proyecto republicano, ya podemos “observar” el predominio transcultural ilustrado que acarreaba lo oligárquico en el país, y que aún perdura con su desplazamiento hacia la aspiración burguesa en relación al conocimiento.
Tendemos a creer que siempre tendremos algún recurso para resguardarnos en el intento de un creciente conocimiento (y esto sin debatir, por el momento, para qué lo usamos). ¿La gran mayoría de los archivos de la Antigua Biblioteca de Alejandría no tuvieron nuestra suerte tecnológica?
El incendio del Museo Nacional de Brasil es la terrible metáfora viva de nuestra caducidad institucional, histórica y material en lo que concierne al enriquecimiento cultural a través de los múltiples conocimientos que hemos aprendido, y continuamos haciéndolo, a través de lo que nos configura como especie: la memoria.
Por: Samuel Toro
Indignación en Río por el incendio del Museo Nacional
Fue primero casa real, después residencia imperial y, por último, hogar de una de las mayores colecciones de historia natural de todo el mundo.
Pero desde este domingo, el Museo Nacional de Brasil es un palacio en llamas.
Un fuego de grandes proporciones, cuyas causas se desconocen, cubrió la mayor parte del edificio de más de 200 años de antigüedad.
El incendio comenzó a las 19:30 hora local (2230 GMT), cuando ya el museo estaba cerrado y solo había cuatro vigilantes en su interior, por lo que no se reportan víctimas.
Era tan amplia su colección que, de acuerdo al catálogo, solo el 1% de los objetos en su acervo estaba expuesto.
Muchas de las piezas de sus colecciones eran ejemplares únicos de su tipo e iban desde huesos de dinosaurios y momias egipcias hasta miles de utensilios producidos por las civilizaciones amerindias durante la era precolombina.
En sus instalaciones se encontraba la mayor biblioteca científica de Río de Janeiro y su acervo de arqueología estaba compuesto por más de 100.000 objetos provenientes de diversas civilizaciones de América, Europa y África, desde el Paleolítico hasta el siglo XIX.
“La pérdida del acervo del Museo Nacional es incalculable para Brasil . Se perdieron 200 años de trabajo, investigación y conocimiento“, aseguró en su Twitter el presidente Michel Temer quien agregó que era “día triste para todos los brasileños”.
De acuerdo con medios brasileños, desde 2014 la institución no recibía los más de US$128.000 dólares anuales destinados por el gobierno para su conservación y restauración, lo que conllevó a que algunas paredes del edificio estuvieran agrietadas y descaradas y que muchas conexiones eléctricas estuvieran al descubierto.
En BBC Mundo te contamos algunos de los objetos más valiosos que se conservaban en el museo. Solo cinco, de los más de 20 millones que había allí.
1-El esqueleto de Luzia
Un grupo de científicos franco-brasileños encabezados por la renombrada arqueóloga Annette Laming-Emperaire encontraron en 1975 en la cueva de la Lapa Vermelha en el estado de Minas Gerais, los restos de una mujer primitiva.
UNA RECONSTRUCCIÓN DEL ROSTRO DE LUZIA, LA “PRIMERA HABITANTE” DE AMÉRICA. CICERO MORAES
Las pruebas con radiocarbono de los huesos permitieron datarlos en al menos 11.400 años, lo que los convirtió en el esqueleto humano más antiguo de todo el continente y en los restos más antiguos de una mujer americana.
Las particularidades de su cráneo, diferente a todos los restos humanos encontrados hasta entonces en el continente, generaron nuevas teorías y cuestionamientos acerca del origen del hombre americano.
Se cree que tenía entre 20 y 25 años en el momento de morir y los arqueólogos la llamaron Luzia. Era una de las principales atracciones del museo.
2-El meteorito de Bendegó
Este gigantesco meteorito fue encontrado en 1784 en el estado de Bahía y pesa 5.260 kg.
EL METEORITO FUE LLEVADO AL MUSEO EN 1888. MUSEO NACIONAL DE BRASIL
Tiene más de dos metros de largo y más de uno de ancho y en el momento de su hallazgo, era el segundo meteorito más grande encontrado en el mundo.
Como es un objeto metálico y pesado tal vez sea una de las pocas piezas del museo que pase la prueba de las llamas.
Sin embargo, el diario Folha de São Paulo reportó que gran parte del edificio se había derrumbado, por lo que la localización de este objeto entre los escombros podría dificultarse.
3-La mayor colección de arqueología egipcia de América Latina
Con más de 700 piezas, la colección de arqueología egipcia del Museo Nacional estaba considerada la más grande de América Latina y la más antigua del continente.
La mayor parte de las piezas ingresó en el acervo del museo en 1826, cuando el comerciante Nicolau Fiengo trajo de Marsella una colección de antigüedades egipcias que perteneció al famoso explorador italiano Giovanni Battista Belzoni, responsable de excavar la Necrópolis de Tebas (actual Luxor) y el Templo de Karnak.
LA MOMIA CONOCIDA COMO DAMA SHA-AMUN-EN-SU ERA UNO DE LOS OBJETOS MÁS VISITADOS. MUSEO NACIONAL DE BRASIL
Además de numerosas momias humanas, el museo conservaba también una pequeña colección de momias de animales (gatos, ibis, peces y cachorros de cocodrilo).
4-De los mayores acervos paleontológicos del continente
De acuerdo con sus catálogos, el Museo Nacional poseía uno de los más significativos acervos paleontológicos de América Latina para un total de 56.000 ejemplares y 18.900 registros, divididos en núcleos de paleobotánica, paleoinvertebrados y paleovertebrados.
EL MUSEO NACIONAL POSEÍA UNO DE LOS MÁS SIGNIFICATIVOS ACERVOS PALEONTOLÓGICOS DE AMÉRICA LATINA. DERECHOS DE AUTOR DE LA IMAGENMUSEO NACIONAL DE BRASIL
Su colección se componía mayoritariamente por fósiles de plantas y animales, provenientes de Brasil y de otros países, además de reconstituciones, réplicas, modelos y moldes.
5-La mayor colección de arqueología clásica en Latinoamérica
Una de las colecciones más valoradas del museo era la de arqueología clásica, integrada por 750 piezas de las civilizaciones griega, romana y etrusca.
Por su número y valor, estaba considerada la mayor en su género en América Latina.
EN EL MUSEO SE ENCONTRABA LA MAYOR COLECCIÓN DE ARTE GRECOLATINO DE AMÉRICA LATINA. GETTY IMAGES
Gran parte de ese acervo corresponde a la colección grecorromana de la emperatriz Teresa Cristina y de la colección de la reina Carolina Murat, hermana de Napoleón Bonaparte y esposa del rey de Nápoles, Joaquim Murat.
“Años de negligencia”
De acuerdo con medios brasileños, desde 2014 la institución no recibía los más de US$128.000 dólares anuales destinados por el gobierno para la conservación y restauración del museo, lo que conllevó a que algunas paredes del edificio estuvieran agrietadas y descaradas y que muchas conexiones eléctricas estuvieran al descubierto.
En declaraciones a la prensa local, el vicedirector de la institución, Luis Fernando Duarte, criticó que la “falta de apoyo y la falta de conciencia” de las autoridades condujeron a esa “trágica situación”.
“Luchábamos desde hace años, en distintos gobiernos, para lograr recursos para preservar adecuadamente todo lo que fue destruido hoy”, agregó.
Según los informes, los empleados habían expresado anteriormente su preocupación por los recortes de fondos y el estado ruinoso del edificio.
El ministro de Cultura de Brasil, Sérgio Sá Leitao, consideró que el incendio había sido resultado de “años de negligencia” y que se trataba de un “día de luto” para su país.
“Que esto sirva de alerta para que tragedias como esa no se repitan en otros museos y otras instituciones”, declaró a la televisión local.
El museo
El Museo Nacional, el más antiguo del Brasil, es administrado por la Universidad Federal de Río de Janeiro y fue fundado por Juan VI, rey de Portugal, el 6 de junio de 1818.
Desde 1802, la edificación sirvió de residencia a la familia real portuguesa y, tras la independencia, a la familia imperial brasileña.
Debido a su gran patrimonio, que incluye colecciones de geología, botánica, paleontología y arqueología, es considerado uno de los más importantes de América Latina.
Era tan amplia su colección que, de acuerdo al catálogo, solo el 1% de los objetos en su acervo estaba expuesto.
Indignación en Río de Janeiro por incendio que destruyó Museo Nacional
Miles de estudiantes se han congregado a las fueras del ya casi destruido Museo Nacional de Brasil para protestar por la falta de mantención y exigir que se encuentre a los responsables.
De acuerdo a la agencia Reuters, el edificio histórico no tenía un sistema de rociadores hídricos y hace años que recibía no financiamiento, lo que convirtió este hecho en una “tragedia anunciada”.
Un grupo de estudiantes se enfrentó con la policía al intentar entrar por la fuerza al recinto. Lo que terminó en disturbios donde fueron usados gases lacrimógenos.
“Nuestra comunidad está muy movilizada y muy indignada”, dijo Roberto Leher, rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro, que administra el museo. “Todos sabíamos que el edificio era vulnerable”, agregó.
Por ahora, las autoridades no han informado cuál fue la causa del incendio del domingo, aunque se manejan algunas teorías. Por ejemplo, el ministro de Cultura, Sergio Leitao, dijo al diario Estado de S.Paulo que es probable que las llamas fueran provocadas por un cortocircuito eléctrico o un farolillo de papel casero que podría haber aterrizado ardiendo en el tejado.
La fachada amarillo pastel del otrora Palacio Imperial seguía en pie en la mañana del lunes, pero un vistazo a través de sus gigantes ventanales revelaba un interior sin techo, con pasillos ennegrecidos y vigas carbonizadas y humeantes. De vez en cuando, los bomberos salían con una vasija o un cuadro que habían logrado rescatar.
Investigadores, estudiantes y trabajadores del museo, temen que hayan sido destruidos 20 millones de archivos.
El subdirector del museo, Luiz Duarte, dijo a Globo TV que la institución fue descuidada por los sucesivos gobiernos federales y que un plan de financiación por 21,6 millones de reales (5,23 millones de dólares) con el banco de desarrollo estatal BNDES anunciado en junio incluía, irónicamente, la instalación de un moderno equipo antiincendios.
Roberto Robadey, comandante del departamento de bomberos de Río, dijo a periodistas el lunes que los dos hidrantes al exterior del edificio estaban secos. Esto obligó a los bomberos a usar agua de un lago cercano y de camiones cisterna. Sin embargo, el edificio ardió demasiado rápido para poder salvarlo.
La destrucción del edificio, en el que vivieron emperadores, fue una “pérdida incalculable para Brasil”, dijo el presidente Michel Temer en un comunicado. “Se perdieron 200 años de trabajo, investigación y conocimiento”, agregó.
Su oficina no respondió de inmediato a las solicitudes de comentarios sobre denuncias generalizadas de negligencia.
El aporte de Unesco
A raíz del siniestro, Unesco dijo que está “a disposición de las autoridades brasileñas para movilizar toda su experiencia”.
La directora general de la organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Audrey Azoulay, expresó en un comunicado su “solidaridad al pueblo brasileño frente a esta pérdida de herencia cultural incalculable para el conjunto de la humanidad”
“Este museo universitario era también un símbolo de la intensidad de los vínculos entre la cultura y la investigación y de la memoria brasileña”, subrayó Azoulay.
“La Unesco está a disposición de las autoridades brasileñas para movilizar toda su experiencia – especialmente en el terreno de la protección y la conservación del patrimonio cultural – para intentar atenuar las consecuencias de este drama”, añadió.
Tomado de:
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45380592