Wirikuta: lucha huichol por salvar su lugar sagrado de la presencia de una minera canadiense

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En México también se presentan conflictos entre comunidades nativas y mineras trasnacionales –particularmente canadienses–, uno de ellos es el caso de Wirikuta, en el estado de San Luis Potosí. La empresa canadiense Firs Majestic es la concesionaria de 70 por ciento del territorio sagrado del pueblo wixárika.

huichol.JPGEn México también se presentan conflictos entre comunidades nativas y mineras trasnacionales –particularmente canadienses–, uno de ellos es el caso de Wirikuta, en el estado de San Luis Potosí.

Wirikuta es, dentro de la cosmogonía de los indígenas wixárika (huicholes), uno de los sitios más sagrados de su cultura, pues consideran que la creación del mundo ocurrió en ese sitio.

Wirikuta se encuentra en el cerro El Quemado, un espacio de aproximadamente 140 mil hectáreas que se ubica entre los municipios de Real de Catorce, Charcas, Matehuala, Villa de Guadalupe, Villa de La Paz y Villa de Ramos. Es desde 1998 parte de la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El altiplano potosino se encuentra amenazado por 38 concesiones de explotación minera, la mayor parte de ellas en Wirikuta, otorgadas por el gobierno a empresas canadienses. De acuerdo con las comunidades el denominado Proyecto Universo podría destruir 50 por ciento del territorio sagrado para la extracción de oro y plata a cielo abierto.

Por ello, con el lema de ¡Wirikuta no se vende, se ama y se defiende! 20 comunidades del pueblo wixárika han emprendido la lucha por la defensa de su sitio ceremonial y sostienen que al otorgar los permisos para la explotación minera en el cerro El Quemado las autoridades (locales y federales) no han tomado en cuenta adecuadamente ni el valor ambiental ni el valor cultural de la región de Wirikuta.

“¿Qué pasará si encontramos oro o zinc en otro cerro, por decir, en el Cerro del Tepeyac? ¿Justificaría la actividad minera la destrucción del Cerro del Tepeyac y eliminar las tradiciones culturales en torno al Santuario de la Virgen de Guadalupe? ¿Qué tal si el oro se encuentra en otro cerro, el de Chapultepec? ¿Vamos removiendo el Castillo de Chapultepec y lo colocamos en otro lado? ¿Sería tan fácil destruir el Cerro del Tepeyac o el Cerro de Chapultepec como se está destruyendo Wirikuta?, planteó un grupo de wixárika, perteneciente al Frente de Defensa de Wirikuta ante el Senado de la República, durante el foro de análisis para una propuesta legislativa, que se realizó los días 18 y 19 de abril.

Ofrecemos y pedimos trato respetuoso a las comunidades que habitan en el área de Wirikuta, señalaron y exigieron al gobierno mayor sensibilidad mediante una consulta previa, misma que,señalaron, no se ha hecho y ahora la tierra está concesionada a trasnacionales que realizan una abusiva presión sobre ejidos y centros urbanos del altiplano para que permitan la explotación de sus tierras ejidales y los escasos recursos hídricos, a cambio de sumas irrisorias y vagas promesas de empleo, denunciaron.

La empresa canadiense Firs Majestic es la concesionaria de 70 por ciento del territorio sagrado del pueblo wixárika.

Tomado de: http://www.jornada.unam.mx/2012/05/13/economia/025n2eco


La lucha del pueblo huichol por salvar su tierra sagrada

En los últimos años los indígenas han luchado por salvar legado, el cual se vería afectado por la contaminación de las empresas.

Los indígenas del pueblo huichol luchan en los últimos años por salvar supatrimonio cultural, que corre peligro de ser destruido por las compañías mineras extranjeras.

Los ecologistas, que alertan de que la apertura de las minas de plata supondría una contaminación dañina para la naturaleza de la región, son los únicos que apoyan a los huicholes.

Para el pueblo huichol, Wirikuta es una zona sagrada que ocupa aproximadamente 141 mil hectáreas de la mexicana Sierra de Catorce, situada en el estado de San Luis Potosí, según publica el sitio web actualidad.rt.com.

Según la película documental Huicholes: Los Últimos Guardianes del Peyote, que fue estrenada hace unos días, cada año los peregrinos indígenas del pueblo huichol (o wixárica) cruzan el desierto para llegar al lugar sagrado de Wirikuta, en el Cerro del Quemado, de donde, de acuerdo con sus leyendas, el sol salió por primera vez.

La tierra sagrada de los huicholes, además de ser patrimonio cultural de los indígenas, está protegida por el Gobierno mexicano como reserva de la biosfera.

El Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) otorgó a las compañías mineras de esa zona, entre cuales hay extranjeras, 78 concesiones para explotar los yacimientos de plata. First Majestic Silver, una empresa canadiense, posee más del 25 por ciento de las concesiones.

La mitad de la población de San Luis Potosí vive en situación de pobreza y para muchos de los habitantes del estado mexicano la explotación de las vetas de plata sería la oportunidad de conseguir un empleo.

Sin embargo, los huicholes están luchando contra la posible apertura de las minas en las montañas sagradas. Para ellos la intervención en la tierra sagrada de Wirikuta sería un acto de blasfemia que conduciría al fin del mundo. Solo los ecologistas les apoyan en su lucha.

Los líderes del pueblo huichol discutieron el año pasado con representantes de First Majestic Silver con el fin de convencer a la compañía para que abandone sus planes de abrir las minas en el Cerro del Quemado.

En respuesta la empresa canadiense ofreció la venta del terreno a los huicholes. Pero la tierra sagrada no se compra, eso sería otra blasfemia, según los indígenas. Además, es evidente que al pueblo huichol le faltarían recursos económicos para la adquisición de estas tierras.

Tomado de: http://sipse.com/mexico/patrimonio-cultural-huichol-peligro-mineras-extranjeras-165227.html


El pueblo huichol, una de las comunidades indígenas más antiguas de México

Luchan contra grandes multinacionales mineras. Quieren mantener a salvo los lugares sagrados que dan sentido a su vida espiritual y sus tradiciones. Viven en el centro-oeste del país, en algunas zonas de la Sierra Madre Occidental (Sierra Huichola) entre los estados de Jalisco, Nayarit y Durango.

El pueblo huichol es una de las comunidades indígenas más antiguas de México. Su población puede calcularse en la actualidad alrededor de las 44.000 personas, que habitan mayoritariamente en el centro-oeste del país, en algunas zonas de la Sierra Madre Occidental (Sierra Huichola) entre los estados de Jalisco, Nayarit y Durango. Aunque en lengua castellana son conocidos como huicholes, palabra que posiblemente es una derivación del término con que se les nombraba en idioma nahuatl, en su propia lengua –que conservan viva como un tesoro– se llaman a sí mismos wixárika (pronúnciese ‘virárica’).

El pueblo huichol (o wixárika) es ampliamente reconocido por haber conservado su identidad espiritual y por continuar practicando sus tradiciones culturales y religiosas desde hace miles de años. Dos representantes de este pueblo orgulloso y sencillo –Don José Ramírez Uxamuire un reconocido marakame (chamán) de una comunidad huichola de Jalisco, y su hijo Enrique Ramírez Haikuka– recorren desde hace varios meses el continente europeo vestidos con sus ropas tradicionales.

Forman parte del equipo que está exhibiendo por Occidente un documental –Huicholes, los últimos guardianes del peyote– que muestra y analiza la lucha de este pueblo contra la amenaza que se cierne sobre uno de los sitios sagrados naturales más importantes de su cultura: Wirikuta. Se han presentado ante audiencias de la República Checa, Inglaterra, Escocia, Bélgica, los Países Bajos, Francia, Italia, Alemania, Suiza, Austria y España con un mismo mensaje: un llamado urgente a cuidar el planeta antes de que sea demasiado tarde. La génesis del documental se remite al  año 2011.

Su director, el argentino Hernán Vílchez, asistió a una reunión del Consejo de Ancianos para pedir permiso para hacer una película sobre la cultura huichola. Los ancianos le dieron su autorización, pero con una condición: «Queremos que usted haga un documental sobre nuestra lucha para salvar Wirikuta, la tierra sagrada del peyote, la fuente de nuestra existencia como cultura». Vílchez aceptó, y durante tres años acompañó a la familia Ramírez y al Movimiento de Defensa de Wirikuta por las salas de Justicia y las calles de la Ciudad de México. Más de 30 personas fueron entrevistadas, desde geólogos, antropólogos y científicos del medio ambiente hasta agricultores y mineros cuyas vidas se verían afectadas por el proyecto minero propuesto.

El resultado final es una película de algo más de dos horas que no deja al espectador indiferente. Antes de nada, ¿qué es Wirikuta? El territorio  de Wirikuta es una zona semidesértica al noreste del Estado de San Luis Potosí con una superficie de más de 140.000 hectáreas. Los huicholes –cuyas comunidades de residencia distan de Wirikuta entre 700 y 900 kilómetros– lo consideran un territorio sagrado indivisible y continuo. 

En 1988, la UNESCO incorporó la zona de Wirikuta a la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales. Diez años después, Wirikuta fue declarada Reserva Ecológica Natural y Cultural del Estado mexicano. Wirikuta fue incorporada en 1988 por la UNESCO a la Red Mundial de Sitios Sagrados NaturalesWirikuta posee un ecosistema único en el mundo. Forma parte de una porción del desierto de Chihuahua, en donde se concentra la mayor biodiversidad y riqueza de plantas cactáceas por metro cuadrado del planeta. Es mucho más que un desierto: es un jardín. La mayor parte de las cactáceas de Wirikuta figuran en la Norma Oficial Mexicana de Plantas Amenazadas y en Peligro de Extinción. Una gran proporción de su flora y fauna es endémica, es decir que se da solamente allí. En Wirikuta se encuentran también águilas reales, símbolo de México, que encabezan la lista del programa nacional de conservación de especies prioritarias.

La zona es rica en oro, plata y otros minerales valiosos, y fue explotada en diversas épocas por comunidades mineras tradicionales que dejaron su huella en los pueblos de la zona. Pueblos que ya hace tiempo cambiaron el duro trabajo de la mina por el de la explotación turística. Real de Catorce, el pueblo más importante de la región y que da nombre al desierto de Wirikuta, es un ejemplo de ello.

Según las tradiciones huicholas, en Wirikuta se originó la Creación. Es, pues, el territorio a donde peregrinan las distintas comunidades del pueblo huichol, recreando el recorrido que hicieron sus antepasados espirituales. Allí se teje y se sostiene la esencia de la vida del planeta. Y es en este desierto del estado de San Luis Potosí donde brota el peyote (o jícuri, en lengua huichola), un cactus que los miembros de esta comunidad ingieren ritualmente para recibir el ‘don de ver’. Solo ellos y los tarahumara mantienen esta tradición. Dentro del territorio de Wirikuta se alza un monte abrupto y simbólico: el Cerro Quemado. Es el punto donde nació el sol por primera vez, y supone un altar muy importante dentro de ese territorio sagrado ahora en peligro. Wirikuta se conforma, pues, como un elemento fundamental, material y cultural, sobre el que se basa la identidad del pueblo huichol. La destrucción de Wirikuta implicaría la destrucción del pueblo huichol como tal. ¿Qué está pasando entonces en Wirikuta?

El Reglamento de la Reserva de Wirikuta establece que dentro de sus más de 140.000 hectáreas de territorio sagrado están prohibidas las actividades contaminantes. La megaminería, al ser la actividad industrial humana más contaminante que existe, quedaría por lo tanto excluida de Wirikuta. Este reglamento, elaborado conjuntamente con el pueblo huichol, establece la protección del agua, la tierra, la flora y la fauna del sitio sagrado, y un uso tradicional del suelo. Se prohíbe, por ejemplo, “verter o descargar contaminantes en el suelo, subsuelo y cualquier clase de cauce, vaso o acuífero; interrumpir, rellenar, desecar o desviar los flujos hidráulicos; así como modificar de forma sustancial el paisaje”.

El método de extracción del oro de los yacimientos de Wirikuta sería la cianuración, una técnica muy peligrosaEn 2010, el Gobierno mexicano otorgó sorpresivamente 22 concesiones mineras a la empresa canadiense First Majestic Silver Corp en el área de Real de Catorce, a través de la empresa mexicana Real Bonanza SA de CV. El 70% de las 6. 326 hectáreas de superficie concesionada está dentro de la Reserva de Wirikuta. Un año después, en diciembre del 2011, se anunció otro megaproyecto minero de la empresa canadiense Revolution Resources, un proyecto monstruo que deja las 6.326 hectáreas de First Majestic como algo insignificante.

El Proyecto Universo pretende explotar recursos minerales en 59.678 hectáreas dentro del Área Natural Protegida de Wirikuta, lo que representa nada menos que el 42,56% de la superficie total de Wirikuta. Por el tipo de yacimientos, el método idóneo para su explotación sería a cielo abierto, y la técnica para la extracción del oro sería la cianuración, una técnica muy controvertida y peligrosa, prohibida en muchos países y territorios. Algunos subproductos, como cianatos y tiocianatos, pueden persistir durante varios años en el medio ambiente, y los derrames de cianuro pueden tener un efecto devastador sobre ríos y acuíferos, matando toda forma de vida acuática y colapsando la cadena alimentaria. Además, las grandes cantidades de agua utilizadas por la megaminería, provocarían el desecamiento de cuencas hídricas que, de acuerdo con informes de la Comisión Nacional del Agua, se encuentran ya sobreexplotadas y tienen muy poca capacidad de recuperación en esta región.

Además, los manantiales sagrados donde el pueblo wixárika recolecta sus aguas benditas, corren riesgo de ser contaminados.

Una lucha desigual y polémica Para el pueblo huichol y sus partidarios (conocidos activistas, artistas y científicos mexicanos y de otras partes del mundo), la minería implica una mortal amenaza a la delicada biodiversidad del ecosistema único que supone Wirikuta. Y, por lo tanto, para la supervivencia de esta antigua cultura. Es un asunto de atropello a los derechos humanos y ambientales tanto de los huicholes como de los pobladores de la zona, en franca violación a tratados internacionales suscritos por México. De acuerdo con la visión del mundo huichol, Wirikuta mantiene el balance energético de la región y el conjunto del planeta.

Según el doctor Alfredo López Austin, historiador mexicano experto en los pueblos indígenas de México, el conflicto de Wirikuta es un conflicto entre el interés económico y el derecho a existir de un pueblo originario: “Mientras la cosmovisión huichola no daña a nadie por existir en el mundo, la cosmovisión que hipervalora la concentración de riqueza en unas manos  está acabando con el planeta. Esa es, básicamente, la diferencia entre dos formas de pensar”.

Cuando un cactus puede ser simplemente dios

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El peyote (Lophophora williamsii) es un cactus endémico de México, que solo se halla en ciertas regiones desérticas. De entre 2 y 12 cm de diámetro y 5 cm de tallo, es muy conocido por contener alcaloides psicoactivos, entre ellos la mescalina, responsable de sus efectos psicodélicos. Posee una larga tradición de uso medicinal y ritual entre los pueblos americanos, especialmente los huicholes y los tarahumara, y está considerado como enteógeno, o sea, que provoca un estado modificado de conciencia. Los huicholes lo consideran un dios (junto al Sol y el Venado) y lo utilizan, seco, en sus ceremonias espirituales y chamánicas. Una vez al año, los llamados ‘peyoteros’ (personas con intereses espirituales) se desplazan ritualmente desde sus comunidades de residencia (Nayarit, Jalisco) a Wirikuta (Real de Catorce) para ‘cazar’ los cactus que utilizarán en sus ceremonias al año siguiente. En una procesión de varias semanas, en completo ayuno, recorren cientos de kilómetros andando hasta llegar al desierto en total limpieza interior. Allí se reúnen con sus familias y amigos, desplazados en camionetas, para proceder a la ‘caza’. La realización, durante varios años seguidos, de este ritual, convierte al ‘peyotero’ en hombre de conocimiento o marakame, un líder espiritual y sanador.

Por: A.P. SCHROEDEL

Tomado de: http://www.20minutos.com/noticia/25026/0/huicholes/guardianes/peyote/

 

 

El pueblo huichol es una de las comunidades indígenas más antiguas de México. Su población puede calcularse en la actualidad alrededor de las 44.000 personas, que habitan mayoritariamente en el centro-oeste del país, en algunas zonas de la Sierra Madre Occidental (Sierra Huichola) entre los estados de Jalisco, Nayarit y Durango. Aunque en lengua castellana son conocidos como huicholes, palabra que posiblemente es una derivación del término con que se les nombraba en idioma nahuatl, en su propia lengua –que conservan viva como un tesoro– se llaman a sí mismos wixárika (pronúnciese ‘virárica’). El pueblo huichol (o wixárika) es ampliamente reconocido por haber conservado su identidad espiritual y por continuar practicando sus tradiciones culturales y religiosas desde hace miles de años. Dos representantes de este pueblo orgulloso y sencillo –Don José Ramírez Uxamuire un reconocido marakame (chamán) de una comunidad huichola de Jalisco, y su hijo Enrique Ramírez Haikuka– recorren desde hace varios meses el continente europeo vestidos con sus ropas tradicionales. Forman parte del equipo que está exhibiendo por Occidente un documental –Huicholes, los últimos guardianes del peyote– que muestra y analiza la lucha de este pueblo contra la amenaza que se cierne sobre uno de los sitios sagrados naturales más importantes de su cultura: Wirikuta. Se han presentado ante audiencias de la República Checa, Inglaterra, Escocia, Bélgica, los Países Bajos, Francia, Italia, Alemania, Suiza, Austria y España con un mismo mensaje: un llamado urgente a cuidar el planeta antes de que sea demasiado tarde. La génesis del documental se remite al  año 2011. Su director, el argentino Hernán Vílchez, asistió a una reunión del Consejo de Ancianos para pedir permiso para hacer una película sobre la cultura huichola. Los ancianos le dieron su autorización, pero con una condición: «Queremos que usted haga un documental sobre nuestra lucha para salvar Wirikuta, la tierra sagrada del peyote, la fuente de nuestra existencia como cultura». Vílchez aceptó, y durante tres años acompañó a la familia Ramírez y al Movimiento de Defensa de Wirikuta por las salas de Justicia y las calles de la Ciudad de México. Más de 30 personas fueron entrevistadas, desde geólogos, antropólogos y científicos del medio ambiente hasta agricultores y mineros cuyas vidas se verían afectadas por el proyecto minero propuesto. El resultado final es una película de algo más de dos horas que no deja al espectador indiferente. Antes de nada, ¿qué es Wirikuta? El territorio  de Wirikuta es una zona semidesértica al noreste del Estado de San Luis Potosí con una superficie de más de 140.000 hectáreas. Los huicholes –cuyas comunidades de residencia distan de Wirikuta entre 700 y 900 kilómetros– lo consideran un territorio sagrado indivisible y continuo.  En 1988, la UNESCO incorporó la zona de Wirikuta a la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales. Diez años después, Wirikuta fue declarada Reserva Ecológica Natural y Cultural del Estado mexicano. Wirikuta fue incorporada en 1988 por la UNESCO a la Red Mundial de Sitios Sagrados NaturalesWirikuta posee un ecosistema único en el mundo. Forma parte de una porción del desierto de Chihuahua, en donde se concentra la mayor biodiversidad y riqueza de plantas cactáceas por metro cuadrado del planeta. Es mucho más que un desierto: es un jardín. La mayor parte de las cactáceas de Wirikuta figuran en la Norma Oficial Mexicana de Plantas Amenazadas y en Peligro de Extinción. Una gran proporción de su flora y fauna es endémica, es decir que se da solamente allí. En Wirikuta se encuentran también águilas reales, símbolo de México, que encabezan la lista del programa nacional de conservación de especies prioritarias. La zona es rica en oro, plata y otros minerales valiosos, y fue explotada en diversas épocas por comunidades mineras tradicionales que dejaron su huella en los pueblos de la zona. Pueblos que ya hace tiempo cambiaron el duro trabajo de la mina por el de la explotación turística. Real de Catorce, el pueblo más importante de la región y que da nombre al desierto de Wirikuta, es un ejemplo de ello. Según las tradiciones huicholas, en Wirikuta se originó la Creación. Es, pues, el territorio a donde peregrinan las distintas comunidades del pueblo huichol, recreando el recorrido que hicieron sus antepasados espirituales. Allí se teje y se sostiene la esencia de la vida del planeta. Y es en este desierto del estado de San Luis Potosí donde brota el peyote (o jícuri, en lengua huichola), un cactus que los miembros de esta comunidad ingieren ritualmente para recibir el ‘don de ver’. Solo ellos y los tarahumara mantienen esta tradición. Dentro del territorio de Wirikuta se alza un monte abrupto y simbólico: el Cerro Quemado. Es el punto donde nació el sol por primera vez, y supone un altar muy importante dentro de ese territorio sagrado ahora en peligro. Wirikuta se conforma, pues, como un elemento fundamental, material y cultural, sobre el que se basa la identidad del pueblo huichol. La destrucción de Wirikuta implicaría la destrucción del pueblo huichol como tal. ¿Qué está pasando entonces en Wirikuta? El Reglamento de la Reserva de Wirikuta establece que dentro de sus más de 140.000 hectáreas de territorio sagrado están prohibidas las actividades contaminantes. La megaminería, al ser la actividad industrial humana más contaminante que existe, quedaría por lo tanto excluida de Wirikuta. Este reglamento, elaborado conjuntamente con el pueblo huichol, establece la protección del agua, la tierra, la flora y la fauna del sitio sagrado, y un uso tradicional del suelo. Se prohíbe, por ejemplo, “verter o descargar contaminantes en el suelo, subsuelo y cualquier clase de cauce, vaso o acuífero; interrumpir, rellenar, desecar o desviar los flujos hidráulicos; así como modificar de forma sustancial el paisaje”. El método de extracción del oro de los yacimientos de Wirikuta sería la cianuración, una técnica muy peligrosaEn 2010, el Gobierno mexicano otorgó sorpresivamente 22 concesiones mineras a la empresa canadiense First Majestic Silver Corp en el área de Real de Catorce, a través de la empresa mexicana Real Bonanza SA de CV. El 70% de las 6. 326 hectáreas de superficie concesionada está dentro de la Reserva de Wirikuta. Un año después, en diciembre del 2011, se anunció otro megaproyecto minero de la empresa canadiense Revolution Resources, un proyecto monstruo que deja las 6.326 hectáreas de First Majestic como algo insignificante. El Proyecto Universo pretende explotar recursos minerales en 59.678 hectáreas dentro del Área Natural Protegida de Wirikuta, lo que representa nada menos que el 42,56% de la superficie total de Wirikuta. Por el tipo de yacimientos, el método idóneo para su explotación sería a cielo abierto, y la técnica para la extracción del oro sería la cianuración, una técnica muy controvertida y peligrosa, prohibida en muchos países y territorios. Algunos subproductos, como cianatos y tiocianatos, pueden persistir durante varios años en el medio ambiente, y los derrames de cianuro pueden tener un efecto devastador sobre ríos y acuíferos, matando toda forma de vida acuática y colapsando la cadena alimentaria. Además, las grandes cantidades de agua utilizadas por la megaminería, provocarían el desecamiento de cuencas hídricas que, de acuerdo con informes de la Comisión Nacional del Agua, se encuentran ya sobreexplotadas y tienen muy poca capacidad de recuperación en esta región. Además, los manantiales sagrados donde el pueblo wixárika recolecta sus aguas benditas, corren riesgo de ser contaminados. Una lucha desigual y polémica Para el pueblo huichol y sus partidarios (conocidos activistas, artistas y científicos mexicanos y de otras partes del mundo), la minería implica una mortal amenaza a la delicada biodiversidad del ecosistema único que supone Wirikuta. Y, por lo tanto, para la supervivencia de esta antigua cultura. Es un asunto de atropello a los derechos humanos y ambientales tanto de los huicholes como de los pobladores de la zona, en franca violación a tratados internacionales suscritos por México. De acuerdo con la visión del mundo huichol, Wirikuta mantiene el balance energético de la región y el conjunto del planeta. Según el doctor Alfredo López Austin, historiador mexicano experto en los pueblos indígenas de México, el conflicto de Wirikuta es un conflicto entre el interés económico y el derecho a existir de un pueblo originario: “Mientras la cosmovisión huichola no daña a nadie por existir en el mundo, la cosmovisión que hipervalora la concentración de riqueza en unas manos  está acabando con el planeta. Esa es, básicamente, la diferencia entre dos formas de pensar”. Cuando un cactus puede ser simplemente dios El peyote (Lophophora williamsii) es un cactus endémico de México, que solo se halla en ciertas regiones desérticas. De entre 2 y 12 cm de diámetro y 5 cm de tallo, es muy conocido por contener alcaloides psicoactivos, entre ellos la mescalina, responsable de sus efectos psicodélicos. Posee una larga tradición de uso medicinal y ritual entre los pueblos americanos, especialmente los huicholes y los tarahumara, y está considerado como enteógeno, o sea, que provoca un estado modificado de conciencia. Los huicholes lo consideran un dios (junto al Sol y el Venado) y lo utilizan, seco, en sus ceremonias espirituales y chamánicas. Una vez al año, los llamados ‘peyoteros’ (personas con intereses espirituales) se desplazan ritualmente desde sus comunidades de residencia (Nayarit, Jalisco) a Wirikuta (Real de Catorce) para ‘cazar’ los cactus que utilizarán en sus ceremonias al año siguiente. En una procesión de varias semanas, en completo ayuno, recorren cientos de kilómetros andando hasta llegar al desierto en total limpieza interior. Allí se reúnen con sus familias y amigos, desplazados en camionetas, para proceder a la ‘caza’. La realización, durante varios años seguidos, de este ritual, convierte al ‘peyotero’ en hombre de conocimiento o marakame, un líder espiritual y sanador.

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