Una misión casi imposible

Una misión casi imposible

El fin de semana [23 de marzo] se subastarán las 51 piezas prehispánicas de origen mexicano incluidas en la colección Barbier-Mueller. Expertos de AL hablan de antecedentes de reclamos fallido.Por Abida Ventura | El Universal.La escultura de una Venus Callypyge, de unos 71 centímetros de altura, de la cultura chupicuaro de Guanajuato (400 a.C.), es la estrella de la colección Barbier-Mueller que Sotheby’s ofrecerá este viernes y sábado en París. Esa pieza, adquirida en 1988 de la colección del productor de cine y coleccionista franco-canadiense Guy Joussemet -quien en sus viajes a México aprovechó para comprar piezas prehispánicas- espera un comprador dispuesto a dar más de 3 millones de euros en esa subasta que diversos países latinoamericanos, entre ellos México, han catalogado como ilegal por vender bienes culturales sacados de manera presuntamente ilícita de sus países de origen.

Para poder recuperar o comprobar la ilegalidad de la Venus Callypyge y de las otras 50 piezas que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reclama como bienes culturales de la nación, México tendría que recrear de manera detallada y respaldada por una investigación judicial el periplo que han seguido cada una de estas piezas hasta formar parte de la colección Barbier-Mueller, cuyo catálogo de venta incluye 313 lotes con piezas provenientes de México, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guatemala y Estados Unidos.

“Es una utopía pensar en recrear el periplo de todas las piezas y de cómo han llegado ahí de manera clandestina”, comenta el arqueólogo Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología del INAH, uno de los encargados de realizar el dictamen que dio pie a la denuncia presentada ante la PGR y otras instancias internacionales para pedir la repatriación de 51 piezas de origen mexicano, de un total de 130 que se incluyen en el catálogo de la subasta.

Esa documentación debe incluir desde la fecha en que las piezas salieron del país, hasta el lugar de donde fueron sacados y el responsable del saqueo:

“Es una cosa totalmente absurda ya que, como todos sabemos, los saqueos de nuestros tesoros se hacen del sitio mismo. Es imposible comprobar de qué sitio los sacaron puesto que desde ahí comienza la cadena de ilícitos que llevan a tener esas piezas en el extranjero y que las estén comercializando”, señala en entrevista Eduardo Hernández Herrera, jefe del Departamento de Prevención y Control de Tráfico Ilícito de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, país que reclama 13 piezas de la subasta.

Sin embargo, ese requisito “imposible y absurdo” es el que siempre solicitan las autoridades francesas a los países afectados cuando reclaman sus bienes culturales en venta.

Blanca Alva Guerrero, directora General de Fiscalización y Control del Ministerio de Cultura de Perú, otro de los países que reclama 67 piezas de la colección Barbier-Mueller, explica que recientemente, cuando se efectuaron dos ventas en la Galería Drouot de París, donde también figuraron objetos mexicanos, Perú emprendió las demandas correspondientes pero la respuesta de la casa de subastas fue la de siempre: se debía “sustentar contundentemente” la procedencia ilícita del bien.

“¿Cómo vamos a tener documentos sobre eso…? Es ridículo que se pretenda que digamos que fue robada y exportada con fecha tal, porque esas actividades, por ser clandestinas, no dejan rastro documental. Tendríamos que decir con documentos en mano que la pieza fue robada o ‘huaqueada’ (excavada ilegalmente) dentro de los tres años previos a la puesta en venta en subasta y no tenemos tales documentos”, comenta la especialista.

Restricciones mínimas

Una de las mayores desventajas que tienen los países latinoamericanos al momento de reclamar sus bienes culturales puestos en venta en países de la Unión Europea, como Francia, son las restricciones mínimas que existen respecto al tráfico de bienes culturales distintos a la Unión Europea: “En Francia no tipifican el delito de tráfico ilícito de bienes culturales ni tienen restricciones de importación de bienes de países distintos a los que integran la Unión Europea. Entonces una reclamación gobierno a gobierno es recibida diplomáticamente pero las autoridades francesas no intervienen. La reclamación se efectúa entonces ante las Casas de Subasta que se amparan en la ley francesa y se niegan a retirar o impedir la venta”, explica Alva Guerrero.

Añade que aunque Francia cuenta con una división policial especializada contra el tráfico ilícito de bienes culturales, la OCBC (Office Central de lutte contre le trafico des Biens Culturels), y en su territorio se halla la Sede del Secretariado General de Interpol, ninguna de las instancias efectúa investigaciones sobre los bienes culturales de otros países comercializados en suelo francés.

Por si fuera poco, aplicar la Convención de 1970 de la UNESCO, la cual impide el tráfico ilícito de bienes culturales, es imposible ya que, explica Hernández Herrera, en Francia esta convención es vigente a partir de 1997, por lo tanto sólo es aplicable a los bienes que hayan sido introducidos de manera ilícita en el territorio francés después de esa fecha. “No pueden aplicar la Convención en virtud de que estos bienes en subasta están desde hace mucho tiempo en Europa”, dice.

Más batallas perdidas que ganadas

Ante tales dificultades, los países latinoamericanos tienen más batallas perdidas que ganadas contra las casas de subastas que comercializan con sus bienes culturales.

No obstante, Blanca Alva Guerrero detalla que Perú sí ha logrado detener la venta de algunas piezas en el extranjero, como fue el caso reciente de dos bienes arqueológicos que pretendían ser subastados en la página web Time Auctioneers, por una empresa británica. “Por medio de nuestra Embajada en Londres se logró el retiro de las piezas de la subasta. Sin embargo no nos han sido restituidas al país”, comenta.

También destaca el caso de una pieza que había sido robada en Cusco y que la casa Christie’s de Nueva York puso en subasta en 2010. “Afortunadamente el arzobispado del Cusco había inventariado la pieza en 1983. Aun así, pasaron casi dos años para que nos la entregaran y aún no la repatriamos”, comenta.

Para México, el panorama reciente no ha sido alentador. En 2011, las casas de subasta parisinas Drouot y Binoche y Qiquello pusieron a la venta piezas provenientes de la colección privada del suizo Henri Law. Entre las más de 60 piezas de origen mexicano que incluía esta colección estaba una escultura de una divinidad maya, la cual fue vendida en 3 millones de euros, a pesar de que el INAH y la Secretaría de Relaciones Exteriores advirtieron que la pieza no sólo era falsa, sino que era de reciente manufactura, al igual que el resto de las piezas de origen mexicano que se pretendían vender. En respuesta, los organizadores de la subasta tacharon de ridículas las afirmaciones de las autoridades mexicanas y aseguraron que expertos franceses en la cultura maya habían realizado las pruebas de datación para probar la autenticidad de cada pieza.

Aunque México, como los otros países afectados, ha manifestado su rechazo por la subasta, el destino de la “Venus mexicana” parece ser la misma que aquella escultura maya subastada en 2011. Mientras tanto, Jean Paul Barbier-Mueller declara a la prensa suiza que, a sus 83 años y con sus problemas cardíacos, no sabía qué hacer con esa colección que fue retirada del Museo de Barcelona en septiembre pasado, por lo que decidió ponerla a la venta. La recaudación de esa colección, que podría alcanzar un precio de hasta 15 millones de euros, será para reinvertirlo en sus colecciones de África y Oceanía.

Por: Abida Ventura- El Universal

Tomado de: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/71340.html

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