Una fachada monstruosa

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Un equipo de arqueólogos halla los vestigios de dos ciudades mayas ocultas durante siglos en la selva tropical del centro de la península de Yucatán, al sureste de México.

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La fachada zoomorfa del sitio arqueológico de Lagunita.

En la parte inferior se ven los colmillos de la boca que representa la entrada al inframundo.

 

Los frondosos bosques tropicales de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en los que habitan el jaguar y varias especies de águilas y mariposas, han sido inscritos recientemente como un bien mixto en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El año pasado emprendimos trabajos de reconocimiento en el sector norte de la Reserva, en la vasta región que se extiende sobre casi 3.000 kilómetros cuadrados, donde no se había documentado ningún sitio arqueológico. En el extremo sur de esta área hallamos el año pasado la gran ciudad de Chactún y este año Lagunita y Tamchén, explica Ivan Šprajc, director del proyecto arqueológico, a Historia National Geographic.

Los hallazgos han sido posibles gracias a la fotografía aérea de gran escala, pero para internarse en la recóndita selva los arqueólogos han requerido un todoterreno y un machete para abrirse paso a través de la densa vegetación. Entre las ruinas de ambas ciudades, Lagunita y Tamchén, abundan los templos piramidales, los edificios palaciegos, además de plazas, altares y estelas. Los dos asentamientos seguramente eran centros importantes en la jerarquía política regional, obviamente también con funciones religiosas, al menos durante el Clásico Tardío y Terminal, aproximadamente entre los años 600 y 1000 d.C., período al que pertenece la mayor parte de los vestigios, sostiene Šprajc.

A finales del Período Clásico mesoamericano, prácticamente todos los territorios mayas del centro y sur de la península de Yucatán fueron abandonados y posteriormente devorados por la selva tropical. El colapso se atribuye a una combinación de factores, entre los que seguramente figuran el cambio climático (sequías prolongadas), la presión demográfica (sabemos que todas las tierras bajas estaban densamente pobladas), las consecuentes guerras y, en general, la incapacidad de los estratos gobernantes para enfrentar los problemas de manera constructiva, añade.

Eric von Euw, un arqueólogo norteamericano, localizó Lagunita en los años setenta, pero los dibujos que realizó del sitio y los resultados de sus trabajos nunca fueron publicados. En Lagunita hay un templo piramidal de casi 20 metros de altura, una cancha de juego de pelota, edificios palaciegos ubicados en torno a cuatro grandes plazas y otros monumentos. Destaca, sobre todo, una fachada espectacular cuya entrada representa la boca abierta de un monstruo, la deidad terrestre, que simboliza la entrada al inframundo, asociado con el agua, el maíz, la fertilidad y los ancestros.

Sobre Tamchén, en cambio, no existían referencias escritas. Situada a unos seis kilómetros al noreste de Lagunita, en esta antigua ciudad abundan las plazas rodeadas de edificios voluminosos, entre ellos un templo piramidal con un santuario en la cúspide y un altar y una estela en su base, además de una acrópolis o recinto elevado con un patio flanqueado por tres templos. Llama la atención la cantidad de chultunes o pozos excavados en la roca, que suelen tener forma de botella, de ahí el nombre de la ciudad, que en maya yucateco significa pozo profundo, pues alguno alcanza los 13 metros de profundidad. Los chultunes son característicos de los sitios mayas. Muchos servían para captar el agua de la lluvia (en la kárstica península de Yucatán casi no hay fuentes permanentes de agua dulce en la superficie), otros para almacenar víveres. En su interior a veces se encuentran restos humanos, pero nosotros no los hemos hallado porque nuestro proyecto no incluye excavaciones, concluye Šprajc, quien trabaja para el Centro de Investigación de la Academia de Artes y Ciencias de Eslovenia.

El proyecto cuenta con la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México y está financiado por la fundación benéfica de Ken y Julie Jones (Estados Unidos) y las compañías privadas Villas (Austria), Hotel Río Bec Dreams (México), Ars Longa y Adria Kombi (Eslovenia) y Martin Hobel y Aleš Obreza.

 

Tomado de: http://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/una-fachada-monstruosa_8450/6

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