“No tenía ni idea de que estaba descubriendo el propio Stonehenge de la Amazonia”, comenta actualmente Da Silva, de 65 años, que sigue custodiando este lugar tan especial. “Hace tiempo que me pregunté: ¿Qué otros secretos de nuestro pasado siguen ocultos en las selvas de Brasil?”.
Algunos académicos aseveran ahora que la selva tropical húmeda más grande del mundo fue muchísimo menos “edénica” de lo que antes se había imaginado y que la Amazonia sostuvo a una población de más o menos 10 millones de habitantes, antes de las epidemias y las matanzas a gran escala que se desataron tras la llegada de población europea.
Mucho por descubrir
En lo que hoy es el escasamente poblado estado de Amapá, en el norte de Brasil, las piedras del sol que encontró Da Silva cerca del río llamado Rego Grande están proporcionando importantes evidencias sobre cómo los pueblos indígenas de la Amazonia pudieron haber sido muchísimo más sofisticados de lo que habían supuesto los arqueólogos en el siglo XX.
“Estamos empezando a resolver el rompecabezas de la historia humana de la cuenca del Amazonas y lo que estamos encontrando en Amapá es absolutamente fascinante”, afirma Mariana Cabral, arqueóloga de la Universidad Federal de Minas Gerais, quien, junto con su esposo, Joao Saldanha, también arqueólogo, ha estudiado el yacimiento de Rego Grande desde 2005, donde aún continúan las excavaciones arqueológicas.
Ya en el siglo XIX, el zoólogo suizo Emilio Goeldi había detectado megalitos durante una expedición por la frontera de Brasil con la Guayana Francesa. Otros académicos, incluida la pionera arqueóloga estadounidense Betty ,también se toparon con ese tipo de yacimientos, pero estaban convencidos de que la Amazonia es un lugar inhóspito para los asentamientos humanos complejos.
Hasta que Da Silva, el ex capataz de rancho, se topó con las piedras en Rego Grande mientras deforestaba la selva a su alrededor, los académicos no concentraron mayor atención en el descubrimiento. Da Silva ya de adolescente se había topado con el lugar, cuando cazaba jabalíes en la década de 1960, pero después había evitado la zona.
“Al principio, el sitio parecía sagrado, como si nosotros no perteneciéramos allí”, comentó Da Silva, quien ahora vigila el sitio como su custodio. “Pero era imposible no verlo durante la campaña de deforestación en los 1990, cuando la prioridad era quemar los árboles”.
Hace alrededor de 10 años, tras conseguir los fondos públicos necesarios para acordonar las piedras, los arqueólogos brasileños, coordinados por Cabral y Saldanha, empezaron a excavar el yacimiento, cuya forma es, más o menos, la de un círculo. Pronto identificaron una parte de un río a unas dos millas de distancia de donde es posible que procedan los bloques de granito.
También encontraron vasijas cerámicas para enterramientos, lo que indica que al menos una parte del sitio Rego Grande pudo haber sido un cementerio, en tanto que colegas del Instituto de Investigación Científica y Tecnológica de Amapá descubrieron que una de las piedras altas parecía estar alineada con la ruta del sol durante el solsticio de invierno.
Los arqueólogos han constatado que ese bloque de piedra fue posicionado de forma que no proyectase ninguna sombra durante el solsticio de invierno. Ese alineamiento lleva a pensar que este conjunto megalítico formase posiblemente un observatorio astronómico, quizá incluso un calendario solar.
Otra interpretación para este y otros conjuntos megalíticos menos elaborados de la zona es que se tratase de marcas de territorio utilizadas por cazadores y pescadores de la zona hace aproximadamente mil años, cuando se cree que fue erigido Rego Grande.
Los investigadores siguen tratando de determinar cómo encaja Rego Grande en la visión que se está elaborando sobre la historia humana de la Amazonia.
Representantes de los palikures, un pueblo indígena que vive en Amapá y en la Guyana Francesa, han declarado que sus antepasados habían frecuentado Rego Grande. No obstante, los arqueólogos manifiestan cautela para establecer tales relaciones y enfatizan cuánto pueden cambiar las sociedades humanas en un lapso de mil años.
Cabral ha declarado que sigue siendo esquiva la evidencia de grandes asentamientos, en comparación con otros sitios en la Amazonia, como Kuhikugu, en el nacimiento del río Xingu.
De cualquier forma, John McKim Malville, un físico solar en la Universidad de Colorado que escribe extensamente sobre arqueoastronomía, enfatiza cómo las interpretaciones de Rego Grande han pasado del campo meramente astronómico a las interpretaciones más holísticas, incluyendo a las ceremonias y los rituales de las culturas antiguas.
“Las piedras de Rego Grande son bastante extraordinarias y su irregularidad puede tener su propio y único significado, diferente de otros sitios megalíticos en todo el mundo”, dice Malville, planteando la posibilidad de que Rego Grande refleje la importancia del animismo -que es la atribución de un alma a entidades en la naturaleza e, incluso, a objetos inanimados- en las culturas amazónicas. Y agrega: “Solo podemos especular acerca de lo que significan sus piedras”.
Tomado de: http://arqueologiaenred.paleorama.es/2016/12/rego-grande-circulo-megalitico-en-el.html