Las historias sobre la torre de los cráneos que atemorizó a los conquistadores españoles han sido transmitidas durante generaciones entre los mexicanos.
Se decía que eran las cabezas de guerreros derrotados. Narraciones de la época describen como decenas de miles de calaveras amenazaban a los soldados: eran un recordatorio de lo que les podría ocurrir si fracasaban en sus esfuerzos por conquistar el territorio.
Durante los 500 años siguientes, los cráneos permanecieron enterrados bajo lo que alguna vez fue la capital azteca, Tenochtitlán, donde actualmente se erige Ciudad de México.
Así fue hasta que hace dos años un grupo de arqueólogos empezó el difícil trabajo de desentrañar sus secretos.
Lo que han encontrado hasta ahora les ha dejado conmocionados porque, entre las calaveras de los hombres jóvenes también han hallado las de mujeres y niños, lo que pone en duda todo lo que los historiadores creían saber.
“Esperábamos encontrar solamente hombres, obviamente hombres jóvenes, como se supone que serían los guerreros. Lo que pasa con las mujeres y los niños es que uno no pensaría que ellos también iban a la guerra”, comentó Rodrigo Bolaños, uno de los antropólogos que trabaja en la investigación, a la agencia Reuters.
“Algo ocurrió de lo cual no tenemos registro y esto es realmente algo novedoso, inédito”, agregó.
Hasta ahora, los arqueólogos han hallado 657 cráneos en una excavación junto a la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, la cual fue erigida encima del Templo Mayor, uno de los lugares de culto más importantes de los aztecas.
Su base todavía no ha sido desenterrada y se cree que allí encontrarán muchas más calaveras.
Se cree que estas formaban parte del Huey Tzompantli, una estructura de unos 60 metros de diámetro que se hallaba en la esquina de la capilla de Huitzilopochtli, el dios azteca del sol y de la guerra.
Los tzompantli estaban formados por postes o vigas de madera en la que se empalaban a la vista pública los cráneos perforados de quienes habían sido sacrificados para honrar a los dioses.
Los arqueólogos no tienen dudas de que esta es una de estas estructuras, descrita por el soldado Andrés Tapia, quien acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México en 1521.
Cortés desembarcó en Veracruz, en la costa oriental de México en 1519 y, dos años más tarde, con la ayuda de otras fuerzas aborígenes capturó la capital azteca.
Tomado de: http://www.bbc.com/mundo/noticias-40476321