Un equipo arqueológico peruano ha desenterrado tres estatuillas, entre ellas la de una sacerdotisa, dos cabezas femeninas y numerosos relieves de personajes famélicos.
La religiosidad primigenia de Perú está saliendo a la luz en el sitio arqueológico de Vichama, al norte de Lima, en la costa pacífica. Caral es la cuna de la civilización andina, tan antigua como la Menfis egipcia, y la cultura que floreció en esta ciudad sagrada está considerada la más antigua de América, al menos hasta la fecha. A lo largo del mes de junio, el Ministerio de Cultura de Perú ha anunciado una serie de hallazgos de unos 3.800 años de antigüedad que arrojan luz sobre una cultura remota, que sobrevivió en un territorio castigado por la sequía. El equipo arqueológico dirigido por Ruth Shady ha desenterrado tres estatuillas completas de barro no cocido, dos cabezas del mismo material y numerosos relieves de personajes famélicos que son una alegoría de la sequía, el hambre y la muerte que soportó esta cultura.
La expresión inquietante de las tres estatuillas no se ha borrado a lo largo de los milenios. La mayor, de unos treinta centímetros, representa a una sacerdotisa o chamana. La cabellera negra y larga le cae sobre los hombros, tiene el rostro pintado de blanco y punteado de rojo, luce un collar de cuentas, muestra los pechos y los genitales y tiene un total de 28 dedos en manos y pies. Las otras dos estatuillas, con veinte dedos cada una, representan a dos personajes de la alta jerarquía: un varón de cabellera dorada y con la pierna izquierda flexionada; y una mujer de cabellera roja, con los labios pintados de negro y en cuclillas. Las tres figurillas fueron depositadas a modo de ofrenda en dos cestas de junco encajadas y enterradas cuando se modificó la arquitectura de un edificio. Las cabezas también son de barro no cocido y representan a una deidad o un arquetipo femenino de la cultura caral. Se encontraban envueltas en un tejido con aplicaciones de plumas de color amarillo, azul y naranja, un hecho que evidencia la interacción existente entre Caral y las sociedades amazónicas, según Pedro Vargas, responsable de las excavaciones.
Por otro lado, se han excavado 34 relieves que ilustran los efectos del cambio climático ocurrido hace casi 4.000 años. “De ellos, el año pasado sólo se había encontrado una hilera de niños famélicos danzando con los estómagos vacíos. Para los arqueólogos, era una clara alusión a la escasez: no había qué comer”, explica Óscar Paz en un artículo publicado en El Comercio. “En las excavaciones se hallaron restos de peces y moluscos que los ayudaron a aplacar el hambre”, añade el mismo periodista. De las excavaciones arqueológicas en Vichama se pueden extraer dos conclusiones importantes: la mujer ejerció el poder en la civilización caral; y los vichamas resistieron a una situación de hambruna causada por un cambio climático.