“La curatoría de nuestra colección permanente está hecha en los años 80, tiene una mirada muy conservadora y sesgada de los hechos políticos y sociales.
El desafío es complejo: reflejar más de 200 años de historia en un edificio construido en 1808. Esa falta de espacio es, sin duda, una de las razones por las que el Museo Histórico Nacional, ubicado en Plaza de Armas, no es capaz de representar de manera compleja y transversal la historia del país, pero también hay otros factores. “La curatoría de nuestra colección permanente está hecha en los años 80, tiene una mirada muy conservadora y sesgada de los hechos políticos y sociales. Recién en 2003 se hizo una actualización y logró extenderse la narración hasta el Golpe de Estado, antes no estaba representado”, cuenta Pablo Andrade, director del MHN.
En 2013, la institución comenzó un proceso de reflexión en torno a cómo estaban contando la historia, a través de varias jornadas donde se reunieron historiadores, sociólogos, curadores, políticos, directores de otros museos, agentes sociales y público general. La conclusión es que el museo adolece de varias omisiones y temas abordados con poca profundidad, como los pueblos originarios, el rol de la mujer, las regiones o los movimientos sociales, entre otros.
La idea es trabajar en un nuevo guión que supla las falencias con miras a la ampliación que vivirá el museo: a fines de 2013 se dio a conocer el diseño de un nuevo edificio que se construirá en un terreno aledaño, con 2.525 metros cuadrados más para salas de exposición y depósitos. “El proceso ha estado estancado por un tema legal, falta un visto bueno a nivel ministerial, para luego ver el tema del financiamiento. En paralelo también estamos trabajando en el embalaje de nuestra colección, porque para iniciar las obras debe estar todo fuera del edificio; nuestro plazo es 2018”, dice Andrade.
En el caso de la reformulación del guión curatorial, el museo también está adelantando trabajo: hace unas semanas inició los llamados Ejercicios de Colección, intervenciones visuales que cuestionan la misma exposición permanente. El primero es Imagen mapuche contemporánea, que refleja el tema de los pueblos originarios que actualmente está representado solo en la primera sala, antes incluso de la Conquista española.
El ejercicio de colección consiste en secuencias fotográficas de adolescentes, quienes van cambiando su vestimenta tradicional mapuche por ropa actual, acompañados de fragmentos de poesía de Elicura Chihuailaf, de su libro bilingüe De sueños azules y contrasueños. “Se busca resignificar la imagen que se tiene del mapuche hoy. No es necesario usar prendas típicas mapuches para ser mapuche. Convivimos a diario con ellos y se visten igual que nosotros, pero en el imaginario colectivo siempre llevan el chamal, el cintillo y la platería típica”, dice el artista José Mela, a cargo de la intervención.
El proyecto nació en 2014, dentro del taller fotográfico que el artista realizaba con dos grupo de jóvenes mapuches entre 13 y 17 años, de las comunas de San Bernardo y Santiago. La reflexión sobre la identidad del pueblo derivó en una serie de retratos que ellos mismos tomaron. “El trabajo parte de mi autobiografía. Soy tercera generación mapuche, mi padre emigró muy joven y creció olvidando la lengua y las tradiciones; lo mismo me pasó a mí. Es una forma de reconectarme con eso, pero también de intentar conciliar esa identidad con lo chileno”, dice Mela, quien dará una charla sobre el proyecto, hoy a las 19.00 horas en el MHN.
En tanto, en noviembre, el museo inaugurará su segunda intervención, esta vez titulada Madres y huachos, inspirado en el libro homónimo de Sonia Montecino, que cumple 25 años y que aborda temas del mestizaje como lo culto y lo popular, lo femenino y lo masculino. Para Javiera Müller, coordinadora de los Ejercicios de Colección, lo importante es que esta práctica sea flexible y que llame al público a hacerse preguntas. “Estamos evidenciando nuestras falencias, pero al mismo tiempo es una oportunidad de reflexión comunitaria. Para el próximo año trabajaremos con las fracturas políticas, que aunque están representadas en el guión curatorial, su visión es débil”, dice Müller.
En ese contexto se planifican temas como la ampliación del territorio en el siglo XIX, la relación de Chile con los países vecinos o el conflicto interno con los trabajadores en el siglo XX.
Además, el museo también está realizando focus group para recoger la experiencia del público con los Ejercicios de Colección: el próximo lunes se realizará uno con estudiantes de escuelas técnicas de la comuna de Santiago. Al mismo tiempo, desde agosto se integrará a las regiones en la discusión. “Se harán jornadas de reflexión en todo el país, con grupos acotados de especialistas y la comunidad. La visión de las regiones sobre los temas es muy diferente a lo que pasa en Santiago y eso también debemos recogerlo”, resume el director Pablo Andrade.