Del Bien Patrimonial al Recurso Patrimonial

Del Bien Patrimonial al Recurso Patrimonial (culturales y naturales)

 

Los bienes patrimoniales, ya sean culturales o naturales, son en sí mismos únicos, frágiles y no renovables.

¿Cuales son los Bienes Culturales?

Son los bienes muebles, inmuebles e intangibles que constituyen una base importante de la identidad de las comunidades y que posterior a una responsable y adecuada estrategia para su uso y aprovechamiento se convierten en potenciales fuentes de desarrollo local.

¿Cuales son los Bienes Naturales?

Son las fuentes naturales que se encuentran en un territorio determinado que han sido preservadas, y que mediante una responsable y adecuada estrategia para su uso pueden eventualmente constituirse en un apoyo (a veces incluso en la base) del avance y el desarrollo sostenible de las comunidades que allí se encuentran.

¿Cuál es la diferencia entre un bien patrimonial y un recurso patrimonial?

El concepto de recurso lo entenderemos tal y como una de las acepciones del DRAE: Conjunto de elementos disponibles para resolver una necesidad o llevar a cabo una empresa. Esto quiere decir que el otrora bien patrimonial (carente de una arista económica) al ser convertido en recurso patrimonial adquiere carácter de activo económico.

Para llegar a contar con un recurso patrimonial (natural y/o cultural) tenemos como primer paso, que el bien patrimonial deberá ser objeto de alguna iniciativa de puesta en valor, normalmente a instancia de las instituciones estatales (al ser el Estado el custodio legal de dichos bienes).

Este proceso de puesta en valor comprenderá pasos como la detección, el registro y documentación, la investigación e intervención y la difusión / comunicación del bien patrimonial y puede aplicarse trátese de una catarata de asombrosa caída o de una casa histórica otrora perteneciente a un prócer de la patria.

Tengamos en cuenta que en relación con el patrimonio intangible, el Estado no es el custodio de estos bienes, la gente lo es. Si bien el Estado puede realizar propuestas de rescate y puesta en valor de tradiciones, serán las personas que las viven en su cotidianidad las únicas que podrán materializar y responsabilizarse de cualquier iniciativa.

La culminación de este proceso de puesta en valor lleva a tener como resultado que el bien patrimonial en cuestión se transforme en un recurso patrimonial.

¿Porqué es peligroso el uso de estos conceptos como “sinónimos”?

Con base en lo anteriormente expuesto y conociendo la situación en que se encuentran los bienes culturales y naturales en los países de América Latina y el Caribe, podemos concluir que la región es sumamente rica en bienes patrimoniales (culturales y naturales en su manifestación tangible o intangible), pero -comparativamente- los recursos patrimoniales de los que se disponen son escasos, lo cual limita seriamente las posibilidades de una oferta cultural.

Las posibilidades de generación de ingresos, creadas a partir de las oportunidades y presiones que abre el turismo cultural y el ecoturismo (y las variantes del turismo alternativo), hace que el proceso de puesta en valor para convertir un bien en un recurso patrimonial sea en muchos casos solo un proceso “de nombre”. Esto significa, que no se han seguido los pasos adecuados en el proceso de puesta en valor del bien -registro, documentación, la investigación e intervención y la difusión / comunicación-, lo cual lleva a acciones de intervención básicas (pero no suficientes) para poder comercializarlo (por ej. arreglar caminos de acceso, construir batería de baños y alguien para el cobro de la entrada), o por el contrario, de acciones de intervención que llegan a modificar / cambiar elbien patrimonial para hacerlo más accesible o confortable al turista (por ej. pistas de aterrizaje en zonas arqueológicas o mega estructuras cubriendo los bienes y modificando su apreciasión visual).

Debemos tener claro, entonces, que es sobre el recurso patrimonial -como resultado de un serio proceso de intervención del bien patrimonial-, que podemos llevar a cabo su gestión, promoción y comercialización, en otras palabras, convertir este recurso en parte de una oferta cultural.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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