Investigadores de dos proyectos utilizan equipo de escaneo en construcciones y objetos de una antigüedad de mil años en Tajín
Por: Antimio Cruz
La misma tecnología que se usó en la Guerra del Golfo Pérsico para localizar tanques y vehículos ocultos bajo lonas y arena fue aplicada en México para descubrir al menos 1,000 construcciones y caminos hasta ahora ocultos en la selva totonaca donde está la zona arqueológica de El Tajín.
Con el uso del escáner aéreo LIDAR, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron edificaciones y la entrada original a Tajín, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1992.
LIDAR funciona como una nube de puntos láser proyectados por metro cuadrado que rebotan a diferente altura informando de la presencia de diversos materiales y el nivel al que se encuentran, explicó en entrevista la arqueóloga del INAH, Patricia Castillo
Los hallazgos en Tajín, la ciudad prehispánica de Mesoamérica más importante de la costa norte de Veracruz, son resultado de un mes de levantamiento de información con LIDAR y su posterior procesamiento, que duró unos tres meses.
“Registramos desde la parte más alta de las copas de los árboles hasta el subsuelo, porque vamos separando por capas, con excelentes resultados. Hemos encontrado los caminos originales y la entrada original al sitio”, explicó Castillo.
El trabajo consiste en recrear en 3D distintas áreas para hacer estudios de microcuencas dentro de Tajín y ver los edificios que en la antigüedad fueron afectados en inundaciones. La arqueóloga detallo que “todos los hallazgos fueron 100% comprobados en campo. Llevamos un año de estar haciendo este ejercicio y este es el resultado del trabajo final”.
‘No tocar’
En la Ciudad de México, otro grupo científico usa radiación láser para redescubrir el pasado. La investigación es encabezada por el físico José Luis Ruvalcaba, del Instituto de Física de la UNAM, y lleva por nombre Análisis No Destructivo para Estudios en Arte, Arqueología e Historia (ANDREAH).
Desde 2005, los investigadores estudian piezas antiguas tan únicas y frágiles que incluso tocarlas podría dañarlas. Por ejemplo, los códices prehispánicos, que son el equivalente a los actuales libros, ya que están hechos en piel de venado con delgadas cubiertas de cal y pigmentos extraídos de plantas e insectos.
La técnica usada en el proyecto ANDREAH consiste en lanzar diferentes haces de luz, láser y rayos X sobre los objetos antiguos y captar las ondas que se generan de rebote para identificar los materiales de los cuales están hechas las piezas arqueológicas.
Ruvalcaba creó la técnica de trabajo que denominó Secuencia de Métodos y que consiste en identificar cada pieza con técnicas que van creciendo en complejidad: empieza con registros fotográficos y termina con la Espectrografía Raman, que es un haz láser que analiza la composición de sólidos, líquidos y regiones que solo se detectan en microscopio.
Los investigadores descubrieron que toda la joyería de oro encontrada en la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca, no tiene soldaduras y fue fundida en complejos moldes. También descubrieron que la antigua Máscara de Malinaltepec es una pieza teotihuacana antigua con más de 1,000 años de antigüedad, hecha con piedra, pero que fue reutilizada por indígenas mixtecos cientos de años y redecorada con piezas de piedra amazonita y concha.
“Sabemos que muchas de las piezas que estudiamos no las volveremos a ver, por eso que antes de llegar directamente con los equipos hasta las piezas hacemos muchas pruebas en laboratorio con materiales similares o materiales de referencia para poder conocer bien las características de los materiales con los que vamos a trabajar y cuando estamos ahí no nos permitimos ni siquiera un pequeño error”, dijo Ruvalcaba.