Gracias a un convenio suscrito entre el Instituto Colombiano de Antropología e Historia —ICANH— y la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales —FIAN— del Banco de la República, se proyectó, diseñó y realizó un nuevo guión museográfico para la Casa Museo Luis Duque Gómez del Parque Arqueológico de San Agustín, cumpliendo con…
Gracias a un convenio suscrito entre el Instituto Colombiano de Antropología e Historia —ICANH— y la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales —FIAN— del Banco de la República, se proyectó, diseñó y realizó un nuevo guión museográfico para la Casa Museo Luis Duque Gómez del Parque Arqueológico de San Agustín, cumpliendo con los más altos estándares internacionales, por medio de ayudas didácticas y audiovisuales que permiten una toma de consciencia por parte de los visitantes del gran legado cultural para la humanidad del pueblo escultor del Alto Magdalena, que dejara un testimonio vivo capaz de engalanar la fertilidad y la vida hacia el futuro.
¿Cuál es el mayor atractivo de este nuevo museo?
Los vestigios arqueológicos que se exhiben dan testimonio de la existencia de diversos grupos que habitaron la región, en diferentes periodos, a lo largo de casi seis mil años. Lo primero que el visitante encuentra es un mapa tridimensional del Macizo Colombiano, donde se hallan los municipios de San Agustín e Isnos que albergan los vestigios de las sociedades que pensaron, habitaron y organizaron ese entorno natural a fin de perdurar en el futuro. Aquí nacen cinco de los ríos más importantes del país: Patía, Caquetá, Putumayo, Cauca y el Gran Río de la Magdalena, que recorre a Colombia de sur a norte a lo largo de 1.540 kilómetros de curso. Complejas redes de caminos y corredores naturales posibilitaron el intercambio económico y cultural entre distantes y diversas sociedades que se comunicaron con el Amazonas y los Andes, lo que ha permitido inferir a los arqueólogos que el pueblo escultor de este gran testimonio de la humanidad lo constituyó un grupo de caminantes. Enseguida, el visitante descubre los trazos de más de cien años de investigaciones arqueológicas, a través de los cuales los científicos se han preguntado cómo surgió y desapareció esa gran civilización que dedicó tanto tiempo y trabajo para construir tumbas y estatuas a sus muertos. Posteriormente, se entiende qué significan los montículos funerarios, construidos hace más de dos mil años, cuya reconstrucción e interpretaciónfue posible en gran medida gracias al conocimiento y trabajo de los habitantes de la región.
Durante muchos años, viajeros y exploradores dejaron numerosas representaciones de seres que escapaban a la comprensión de nuestras realidades…
Efectivamente, divinidades, imágenes de hombres en trance y seres que se comunicaban con el mundo natural, han sido talladas a través del tiempo. Sobresalen las figuras con tocado, y aquellas que presentan dientes de felino; peces, aves, anfibios, reptiles, monos y roedores que habitaron zonas montañosas, bosques húmedos, ríos y quebradas del Alto Magdalena, rigurosamente esculpidos en piedra y asociados a mitos y rituales, cultos y creencias.
A propósito de la fauna, ¿se trata sobre todo de felinos, monos o lagartos?
Sobresalen seres con garras, ojos saltones o rasgados y prominentes y afilados colmillos, particularmente en las figuras que combinan rasgos humanos y animales. Los científicos argumentamos que las representaciones realizadas en la estatuaria están relacionadas con la importancia de los animales en los mitos indígenas de América acerca del origen de los grupos humanos, clanes o individuos poseedores de conocimiento y saberes ancestrales. De igual forma surgen figuras relacionadas con el agua y su flujo,especialmente ligadas a la gran fuente ceremonial del Lavapatas, cuya relación con lo sagrado conmueve siempre a nuestros visitantes.
Desde el centenario de las primeras investigaciones arqueológicas, el ICANH quiso rendirle un homenaje al maestro Luis Duque Gómez. ¿Cuál fue su magna labor?
Indudablemente el ICANH tiene una deuda enorme con la persona a cuya memoria consagramos este museo. Durante cuarenta años, acompañado desde la década de los setenta por el arqueólogo Julio César Cubillos, Luis Duque Gómez se interesó por excavar, analizar y entender la forma como se enterraba y rendía culto a los muertos. Él estudió las más grandes tumbas y sus contextos, del mismo modo que los enterramientos más sencillos y austeros. Posteriormente llevó a cabo investigaciones en sitios de vivienda, análisis de los objetos de cerámica y piedra allí encontrados, buscando reconstruir y entender la vida cotidiana y la organización social de hombres y mujeres que habitaron esta región en el pasado. El mayor aporte de este arqueólogo fue comprender los procesos de transformación de los grupos humanos a través del tiempo y plantear la hipótesis de que una misma cultura habitó la región de manera continua durante cerca de dos mil años. A él se deben las mejores reconstrucciones de los parques arqueológicos de San Agustín e Ídolos, así como las casas-museo, incluida la de Tierradentro, cuya herencia aún perdura. Él fue un visionario que tras varias décadas soñó los parques arqueológicos de Colombia como “grandes estaciones culturales” donde adultos y niños pudieran apreciar y disfrutar del patrimonio. Hoy día su obra permanece y, al lado de los parques, Patrimonio de la Humanidad, hay escuelas donde se imparte educación y se benefician cientos de niños, gozando de este magnífico legado.
Pero también ha habido otras investigaciones e interpretaciones para explicar el pasado…
Eso es lo grato de la ciencia: nadie tiene en ella una verdad absoluta; sólo confrontamos tesis y formulamos hipótesis de trabajo. En la década de los sesenta, el arqueólogo y antropólogo austriaco Gerardo Reichel-Dolmatoff desarrolló investigaciones en San Agustín y planteó que el poblamiento de la zona se realizó por tres diferentes culturas que se sucedieron en el tiempo, en contraposición a la tesis de Luis Duque Gómez. En el nuevo guion museográfico, se presenten estas dos grandes vertientes interpretativas.Siguiendo el legado de dichos arqueólogos, numerosos investigadores se han preocupado por investigar aspectos diferentes a la monumentalidad y comprender cómo cambiaron las sociedades que ocuparon la región del Alto Magdalena hasta hoy. En las últimas décadas, los arqueólogos han desarrollado investigaciones sobre la vida cotidiana de hombres y mujeres del pasado, la adaptación y transformación del entorno natural, el desarrollo de la agricultura en los diferentes pisos térmicos, la consolidación de una economía regional, los flujos poblacionales y la conformación de unidades políticas lideradas por personajes representativosen esta basta área arqueológica.
¿De ahí los monumentales entierros para poderosos señores?
A partir de investigaciones arqueológicas y pruebas de carbono 14 se ha comprobado que hace dos mil años, durante el periodo denominado Clásico Regional, que va del año Uno al Novecientos de Nuestra Era, se construyeron centros funerarios con grandes tumbas para enterrar a personajes importantes, de gran poderío religioso y político. Las tumbas estaban construidas con lajas dispuestas como columnas y corredores, estatuas y sarcófagos de piedra, construcciones que eran posteriormente cubiertas de tierra formando montículos artificiales de hasta cuatro metros de altura, a lo largo y ancho del basto mundo del Alto Magdalena, de los cuales los más grandes y pesados se encuentran en el magnífico parque del Alto de los Ídolos. En la mayoría de sarcófagos había ofrendas tales como vasijas de cerámica, instrumentos musicales y algunos objetos en oro que desafortunadamente fueron saqueados y vendidos ilegalmente, pero otros han sido excavados y recuperados por el Museo del Oro del Banco de la República.
¿Cómo vivía la gente del pasado?
Durante más de seis mil años diferentes grupos humanos se asentaron en el Alto Magdalena y emplearon diferentes estrategias de supervivencia. En el periodo denominado Formativo, entre el Mil A.C. y el año uno de Nuestra Era, estas sociedades adecuaron las cimas de las lomas que descienden hacia los cañones del río Magdalena construyendo viviendas y terrazas de cultivo, donde llevaron a cabo labores agrícolas fundamentales para su sustento. Después del periodo Clásico Regional—de la monumentalidad—, en el periodo Reciente, hace mil años, se construyeron elaborados sistemas de drenaje adaptando la accidentada topografía para canalizar las aguas lluvias. Las evidencias arqueológicas sugieren que hombres y mujeres vivieron en casas pequeñas y circulares, usualmente con un fogón al interior, y construyeron caminos, viviendas y poblados que conectaban territorios distantes; igualmente se dedicaron al hilado o a la fabricación de textiles, a la alfarería y orfebrería, y a la talla de utensilios en piedra para cazar, cultivar y procesar alimentos.
¿Por qué llama tanto la atención la monumentalidad?
Lo que llama la atención es que las personas vivieron y desarrollaron su cotidianidad alrededor de los grandes centros funerarios. Durante el periodo Clásico Regional, los espacios donde se ubicaron las viviendas no estaban separados de las tumbas; había una convivencia con la fertilidad y con la muerte. Del mismo modo, las familias de alto rango habitaron las zonas colindantes a los monumentos funerarios, y al final del periodo se construyeron bohíos circulares, y los enterramientos se volvieron más sencillos.
¿Sigue habiendo excavaciones en San Agustín?
En el sitio arqueológico conocido como La Estación, se hallaron vestigios de una aldea que existió hace quinientos años —del periodo Reciente—, poco antes de la Conquista española. Allí se hallaron siete casas de forma ovalada, gran cantidad de fragmentos cerámicos, además de quince tumbas. La interpretación que se ha dado de este sitio corresponde con la idea de una vivienda ceremonial o la residencia de un personaje importante. Del mismo modo, el ICANH tiene pensado realizar nuevas exploraciones y excavaciones tratando de seguir la huella amazónica de los antiguos pobladores de estas zonas.
¿Qué otros elementos se destacan en el nuevo museo?
Se sigue una línea de tiempo que pretenderendir homenaje a los distintos viajeros y exploradores del Alto Magdalena, así como a los diferentes arqueólogos nacionales y extranjeros que han pasado por San Agustín. Más allá de la monumentalidad, el Museo es un gran preámbulo a aquello que los visitantes van a encontrar en los parques de San Agustín e Ídolos, hoy Patrimonio de la Humanidad. La pregunta que ejemplarmente trataron de problematizar, tanto Margarita Reyes —curadora de la posición— como Carlos Betancourt —museógrafo—, y sus respectivos equipos científicos de trabajo, hizo énfasis en la cotidianidad, y en esa relación tan cercana con la muerte del antiguo pueblo escultor del Alto Magdalena, que quizá es el mejor modo de preguntarnos por la vida, en un país que desafortunadamente para mostrarse vivo sólo ha dejado rastros de muerte.
En múltiples escenarios usted ha hablado de querer transformar los parques arqueológicos de Colombia en estaciones culturales de postconflicto. ¿En qué consiste esto?
Conscientes, el Ministerio de Cultura, en cabeza de la experta Mariana Garcés y la actual administración del ICANH que desde hace tres años presido, de que el patrimonio no es una herencia anquilosada en el pasado sino un don que nos puede ayudar a construir un mejor futuro, y sabiendo que no podemos ser ajenos al conflicto que nos rodea, tanto en San Agustín e Isnos, como en Tierradentro y Ciudad Perdida, deseamos en los próximos años que nuestros parque arqueológicos sean verdaderas Estaciones Culturales de Postconflicto, para querer, creer y vislumbrar un país distinto, capaz de legarle un mejor futuro a las nuevas generaciones.
Tomado de: http://diariodelhuila.com/regional/un-nuevo-museo-para-san-agustin-cdgint20141221121140133