Son las cinco y media de la mañana. El sol se asoma por encima de los 480 metros de altura de la sierra blanca y las dunas de la reserva de la biósfera de El Pinacate y gran desierto de Altar toman un color violeta. Se pueden ver los escarabajos negro azabache que le dan su nombre…
PUERTO PEÑASCO, Son.— A finales del año 1967, científicos de la Nasa encontraron en la tierra la superficie lunar en el desierto de Sonora. Y en medio de la carrera espacial enviaron a sus científicos a entrenarse en la zona que los odham, la gente del desierto, conocen como “schuk toak” o montaña sagrada.
Son las cinco y media de la mañana. El sol se asoma por encima de los 480 metros de altura de la sierra blanca y las dunas de la reserva de la biósfera de El Pinacate y gran desierto de Altar toman un color violeta. Se pueden ver los escarabajos negro azabache que le dan su nombre.
Estos paisajes, ríos solidificados de lava negra y roja, dunas y tinajas, fueron decretados como área natural protegida en 1993 por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Veinte años después, el 21 de junio pasado, la Unesco decidió nombrar a las más de 714 mil hectáreas de este desierto junto al Mar de Cortés como patrimonio natural de la humanidad.
Hoy, El Pinacate, que desde las alturas parece un corazón negro protegido por kilómetros de arena, es una de las cinco áreas con las que cuenta el país que tienen este reconocimiento; con una gran biodiversidad de cactáceas y animales como el borrego cimarrón y el berrendo, pero enfrenta retos de conservación por la violencia en la frontera norte y proyectos de ampliación carreteros.
Julián Hayden, un norteamericano, fue de los primeros investigadores en la década de los 70 en reconocer la importancia biológica del lugar y aseguraba que “se cuidaba solo” por la dificultad de cruzar las dunas y cráteres bajo temperaturas de hasta 56 grados centígrados.
Zona en peligro
Ahora, el desierto más biodiverso del mundo está amenazado por la violencia en la frontera con Estados Unidos, el paso de ilegales, la construcción de una carretera federal y la edificación de la barda entre las dos naciones.
Según el documento que la Unesco entregará a finales de este mes al presidente Enrique Peña Nieto, “la ampliación actual de ruta mexicana 2, paralela a la frontera cerca del extremo norte, puede representar el mayor factor de perturbación actual. La construcción se acompaña de extracción de material de construcción y de agua, la realización de desviaciones temporales y caminos de acceso, el ruido, el polvo y los riesgos de contaminación”.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta también que la frontera entre Sonora y Arizona ya no es un “paso suave” de ilegales y que han aumentado el tráfico de drogas.
“La nueva infraestructura física, un alto muro a lo largo de la frontera, y las actividades de seguridad han aumentado en el lado de Estados Unidos, esto ha generado impactos negativos y se ha introducido un nuevo obstáculo para los movimientos de la fauna silvestre. Se espera que el actual enfoque del gobierno en materia de seguridad ayude a las relaciones a través de la frontera”, señala.
La agricultura dentro de la reserva se extiende en casi 100 hectáreas, la ganadería extensiva se da en ocho mil.
Federico Godínez, director de la biósfera, detalla que sobre los retos que se incluirán en el nuevo plan de manejo, “aquí, dentro de la reserva hay dueños de tierras y tenemos que darles nuevas opciones productivas, una opción es que salgan o vendan los terrenos; hay 27 ejidos, no viven dentro de la reserva, pero tenemos que darles beneficios económicos, es una preocupación fundamental”.
Mariana León: mariana.leon@eluniversal.com.mx
Tomado de: http://m.eluniversal.com.mx/notas/nacion/2013/patrimonio-natural-en-riesgo-unesco-207923.html