Durante la XX Cátedra Anual de Historia Ernesto Restrepo Tirado del Museo Nacional, participó el director de museos de Liverpool, David Fleming, quien revolucionó las instituciones culturales de su ciudad. Nos contó algunos de sus secretos.
Por: Sergio Rodriguez
¿Cómo pasaron los museos de Liverpool de 700.000 visitantes anuales a 3,5 millones desde 2001, cuando usted asume su cargo como director?
Bien, lo primero fue reconocer que los museos son para la gente de Liverpool. Todo lo que hicimos fue sobre Liverpool, promoviendo a Liverpool en los medios locales y reconocimos que debemos apelar a las familias y los jóvenes. Le dije al equipo que necesitamos aumentar a dos millones de visitantes por año en nueve años, y en realidad logramos llegar a tres millones por año en estos años, que es una mezcla de gente local, que son visitantes constantes, y turistas. Pero principalmente es para visitantes locales porque comenzamos a contar historias sobre la vida cotidiana de la gente. Ese es el verdadero secreto, porque es importante que los visitantes locales se vean a sí mismo en el museo, si se ven vienen más y más. Le recomiendan la experiencia a sus amigos y familiares y terminan enamorados de los museos. Ese es el secreto para crear y consolidar una gran audiencia.
¿Cuál es el papel de los museos en la construcción de memoria?
Creo que es el único lugar al que la gente puede ir y dos cosas pasan: encuentran cosas que conocen pero también cosas que no. Mucha gente tiene un conocimiento muy limitado del pasado, su propio pasado y su lugar. Los museos hacen ambas cosas , explican el pasado de forma interesante y también el presente. Si se hacen las dos cosas la gente responde de forma muy positiva. Es importante recordar que no es solo un lugar para la historia y que la memoria puede ser sobre la identidad actual.
Desde hace años se habla de democratizar los museos, ¿cómo lograrlo?
Si quieres ser popular, tienes que ser democrático y, como dije antes, la gente se debe ver a sí mismos en los museos, no solo a artistas famosos, tesoros antiguos, armería. El museo es parte de mi historia y todos los museos en el mundo pueden hacer más en este sentido. No es la historia de la élite, es de la mayoría. La élite es una minoría en todas las naciones y con mucha frecuencia los museos cometen el error de concentrar sus esfuerzos en este pequeño grupo. Eso podría ser aceptable hace 50 años, pero no ahora.
¿Cómo desvirtuar el estereotipo del museo como un sitio aburrido y para las élites?
Toma varios años, nada de esto sucede rápido, requiere tiempo. No pasará mañana. En Liverpool decidimos que fuera en 10 años y durante ese periodo comenzamos con muchas iniciativas, que la gente ve y comienza a creer que este es un museo democrático. No por medio de una exposición o de un proyecto, sino con una serie de exposiciones y proyectos. Muchas veces tienes que ser paciente y muchos políticos, que proveen los recursos, no lo son. Quieren éxito instantáneo. En Liverpool hay dos ejemplos de esto: uno fue que creamos un par de galerías con espacios enormes para niños, para que los pequeños aprendieran de arte, y eso fue un gran choque. La sala fue transformada y pasó de ser una galería sin niños a una sala saturada de niños. El otro ejemplo es que, en otro museo, el espacio para exposiciones especiales lo usamos para albergar proyectos riesgosos. Estas ganancias rápidas han incrementado la confianza de los políticos y demuestran que vamos en la dirección correcta. Mi rol fue importante porque me tocó persuadir al equipo de los museos de que los cambios que estábamos haciendo funcionarían.
¿Por qué el Estado debería invertir más en los museos?
Por muchas razones. Una de ellas es que los museos pueden ahorrar dinero para los gobiernos. Por ejemplo, la demencia senil y la pérdida de memoria son muy costosas para luchar contra ellas y todas las naciones del mundo, Reino Unido, Colombia, Estados Unidos, Japón, Alemania… en todas partes la gente está viviendo más y la demencia senil se convierte en un problema mucho más grande y costoso. Los museos son los espacios perfectos para lidiar con la pérdida de memoria. Entonces, si los gobiernos invierten una pequeña cantidad de dinero en los museos ahorrarán grandes sumas de dinero en salud mental. De forma similar, puede ayudar a disminuir crímenes de odio, el racismo, y se pueden ahorrar mucho dinero invertido para mitigar los crímenes raciales. También los museos son valiosos en términos de educación y es una razón más para invertir en ellos. Si fuéramos mejor educados podríamos vivir juntos en mayor armonía como ciudadanos responsables. Todo sería pan comido.
Algunos políticos pensarán que los museos son buenos para la identidad nacional, para el nacionalismo -que puede ser bueno- y creen que esa es una buena razón para gastar dinero. El alcalde de Bogotá debería estar interesado en construirle a la ciudad reputación como una ciudad cultural para que los turistas vengan, por ejemplo. En Europa, si vas a Barcelona, Munich, Manchester o Liverpool todos necesitan mostrar sus atracciones culturales y no solo su lado industrial. Esa es otra razón por la que los gobiernos deberían invertir en los museos. Y porque por lo general generan mucho más dinero que el que cuestan, muchos políticos deberían escuchar y saber esto: el museo es una buena inversión, tal como sería invertir en una nueva fábrica.
¿Cómo evidenciar la lucha por los derechos humanos en los museos?
Necesitamos dejar de subestimar la inteligencia del visitante. A ellos les gustan esas historias oscuras y las historias emocionales, y los derechos humanos son muy emocionales y de historias. Creo que es fácil que los museos logren atraer a la gente a los derechos humanos. La gente se preocupa por la reputación de la ciudad. Hace tres años hablaba con la Embajada mejicana pues proponían enviar una exhibición a Liverpool, a lo que les dije que sería muy bueno pero que deberían hacer que los niños de Liverpool puedan hablar con los niños de México sobre drogas, porque son comunes en ambos países, todos saben de ellas y es ridículo tratar de ocultar esta realidad. Hay que mostrar la verdad, explorar las historias y lo mismo para todas las formas de violencia, como las guerras y los abusos de los derechos humanos. Estos son los temas para un museo y el público quiere verlos explorados con inteligencia.
En Liverpool exploramos la esclavitud, no solo la histórica, también la esclavitud moderna y en la actualidad. El público amó esto. No debemos tener miedo de dar estas discusiones sobre los derechos humanos en los museos, todos los países tienen problemas, veamos estos problemas en los museos de forma inteligente y el público nos agradecerá.
Con lo que se está viviendo hoy en el Colombia, ¿qué papel deben jugar los museos?
Es como la elección en Estados Unidos o el Brexit en el Reino Unido: debemos invitar a la discusión y enfrentar con análisis la discusión, ese es nuestro rol. No ignorarlo porque es muy difícil, o porque no encaja con la historia antigua. Mi visión de los museos es que deberían estar involucrados en los asuntos controversiales y complejos como la guerra civil. Hablemos de esto y entendamos qué está pasando, viendo qué es lo que dicen unos, qué dicen otros, para poder preguntarle al espectador: ¿usted qué piensa? Esto requiere un liderazgo valiente del museo, alguien que sea determinado para hablar de estos temas. No digo que sea fácil pero tiene que hacerse, escudriñar en las minas no es fácil, ser soldado tampoco, trabajar en McDonald‘s tampoco lo es, dejemos de buscar una vida fácil.
¿Cree que entre más museos tenga una ciudad será mejor?
Una ciudad grande necesita muchos y diferentes museos. Esta es una ciudad grande. Liverpool es una ciudad de 500.000 habitantes y tenemos cerca de 16 museos. Bogotá es 12 veces más grande, debería tener por lo menos 50, ¿no? Sé que suena a que son muchos, pero pueden haber museos que traten temas muy diversos. Mi preocupación con este museo -el Museo Nacional- es que trata de abarcar muchas cosas y no es posible explorar la complejidad de la historia colombiana en un solo edificio. Mucho se queda por fuera. Es una buena introducción pero no es toda la historia del país. Y si yo fuera asesor de la alcaldía le diría al alcalde que deben tener más museos y explorar diferentes cosas en diferentes espacios, porque en los grandes museos -y este es un gran museo- la gente se cansa, hay mucho por ver y se vuelve imposible explorar todas las historias.