El ‘Bajorrelieve olmeca de Xoc’, robado hace más de 45 años, se exhibe por primera vez al público [dic.2017] sin ocultar las huellas del hurto.
El Bajorrelieve olmeca de Xoc es todo lo contrario a una gran roca: fracturado y frágil como una hoja papel. Aunque es una gigantesca piedra de más de 400 kilos y dos metros de altura, la pieza arqueológica es apenas una parte del símbolo prehispánico que dejaba admirados a los visitantes de la Selva Lacandona (Estado de Chiapas, sur de México) en el siglo XX. Hace 45 años, un grupo de ladrones lo arrancaron sin piedad de la piedra madre donde fue labrado. Lo enviaron a Europa donde, de una forma u otra, encontró en 2015 su camino de vuelta a casa. O casi. El grabado se exhibe por primera vez al público en el Museo Nacional de Antropología en Ciudad de México sin ocultar ni una de las huellas de su expolio.
Para ver la luz, el Bajorrelieve de Xoc necesitó la construcción de una columna vertebral de metal y un proceso de restauración de casi dos años.“La pieza fue aserrada en cuatro grandes pedazos y a la parte posterior le dieron con cinceles y con marros para desprenderla. Está muy maltratada. Esto es un claro ejemplo de como no es cierto que los coleccionistas cuidan mejor que los países de donde vienen las piezas”, comenta Rebecca González Lauck, curadora de la sala de culturas del Golfo del museo. El grabado fue recuperado por México hace un par de años cuando la casa francesa de subastas Binoche et Giquello avisó de que una familia buscaba ponerlo en puja tras la muerte del patriarca.
El hombre, cuya identidad se desconoce, tenía la roca labrada por los olmecas —entre 700 y 350 años antes de Cristo— en el salón de su casa en París, incrustado en una pared. En la espalda del grabado todavía se pueden observar algunos agujeros y las manchas de resina que pretendían conservarlo. “Por el tipo de marcas que dejó la huella de herramientas podemos suponer que se usaron sierras eléctricas, sierras mecánicas. Hicieron algunos cortes finos por el frente y unión de fragmentos con pastas y resinas sintéticas”, explica Sergio González, restaurador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El Bajorrelieve de Xoc fue hallado a principios del siglo XX cerca del pueblo chiapaneco de Ocosingo por un grupo de expedicionistas que buscaban las huellas del pueblo maya y acabaron encontrando este tesoro olmeca. Un grabado de 2,20 metros de alto por 1,15 metros de ancho sobre una enorme roca. Era la representación de un hombre de la antigüedad con taparrabos, garras, un enorme penacho y un escudo en uno de sus brazos. El escritor B. Traven escribió en sus memorias haber atestiguado su descubrimiento en las profundidades de la selva. Allí permaneció durante décadas a la vista de los habitantes locales. En 1968, la arqueóloga Susana Ekholm-Miller hizo el último registro sobre la pieza y la fotografió. Cuando volvió al sitio en 1973 para ampliar su investigación, el grabado se había esfumado.
Hasta ahora se desconoce cómo una pieza de 400 kilos pudo salir de México sin que las autoridades lo notaran. “Fue un pedido especial”, asegura González Lauck. Tampoco se sabe a qué precio llegó a las manos del coleccionista francés o cómo entró a Europa. El despedazamiento de la pieza, señalan los investigadores, significó la pérdida del 90% de la información que el grabado puede aportar a la historia. Con los viejos retratos y la información de Ekholm-Miller han podido saber que en el robo se perdió parte del tocado y el escudo del hombre dibujado en el bajorrelieve. Aunque la pieza se encontraba originalmente en territorio maya, los investigadores aseguran que los olmecas labraron la roca para delimitar su sitio o comenzar un nuevo camino.
La fragilidad del Bajorrelieve de Xoc está a la vista nada más entrar al museo. La gigantesca piedra caliza rota y pendiendo de la columna de metal estará en el principal recinto arqueológico de México como un recordatorio. “No quisimos pegar los fragmentos para que la gente pudiera ver los efectos del robo de la pieza”, explica la curadora. Este es el primer bien arqueológico que México recupera desde Francia sin necesidad de un proceso judicial. Las autoridades mexicanas todavía tienen pendiente la recuperación de otros objetos que pertenecen al país, entre ellos 691 piezas de la colección del costarricense Leonardo Patterson que están retenidas en Alemania.
Por: Sonia Corona
Tomado de: https://elpais.com/internacional/2017/12/29/la_serpiente_emplumada/1514560225_627764.html?rel=mas
El misterioso grabado olmeca que maravilló a Traven
México recupera el ‘Bajorelieve olmeca de Xoc’, una extraña pieza prehispánica de 3.000 años de antigüedad que fue robada hace 40 años.
B. Traven quedó impresionado cuando vio la gran roca. Era 1926 y había viajado a la selva de Chiapas (sur de México) en una expedición arqueológica. El descubrimiento fue el “más interesante de la Selva Lacandona”, según escribió en sus memorias. Se trataba del Bajorelieve olmeca de Xoc, un grabado de más de dos metros de altura elaborado sobre una gigantesca piedra 3.000 años atrás. Traven lo fotografió y fue uno de los pocos no nativos de la región que llegó a conocerlo. Durante años fue el secreto mejor guardado de la selva chiapaneca hasta que fue robado a principios de la década de 1970.
El grabado que maravilló al autor de El tesoro de la Sierra Madre y a otros expedicionistas fue hallado la semana pasada en París. La alerta la dio la casa de subastas Binoche et Guiquello: habían recibido una pieza prehispánica de 400 kilos cortada en cuatro trozos y la familia de un coleccionista buscaba colocarla en alguna de las pujas de la galería francesa. La descripción del objeto coincidía con la que la arqueóloga Susanna Ekholm-Miller hizo en 1968 en su libro El grabado rupestre olmeca de Xoc. Tras 40 años de búsqueda, la única evidencia de que los olmecas pisaron territorio maya estaba en Francia.
Originalmente el Bajorrelieve olmeca de Xoc se encontraba tallado en una gigantesca roca cercana al pueblo chiapaneco de Ocosingo. El grabado abarcaba 2,20 metros de alto por 1,15 metros de ancho y mostraba a un hombre de la antigüedad usando una máscara de ave y garras. El hombre cargaba con el brazo izquierdo un bulto parecido al de una planta de maíz. Hasta ahora los investigadores desconocen el propósito de esta pieza y las causas que llevaron a los olmecas a labrarla allí, lejos de sus asentamientos en el Estado de Tabasco.
“Es una zona poco explorada y estos emplazamientos olmecas no son comunes, entonces habrá que interpretar por qué estaba esta pieza tan relevante en ese lugar, si era un lugar de culto, de tránsito comercial, o una avanzada de un grupo olmeca”, explica Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La pieza es una de las más grandes que el Gobierno mexicano ha recuperado en los últimos años.
El grabado en su ubicación original, en 1968. SUSANNA EKHOLM-MILLER
El último registro del grabado que se tiene es el que la arqueóloga Susanna Ekholm-Miller hizo en 1968. Entonces limpió la roca y fotografió a algunos campesinos chiapanecos al lado del grabado. Cuando Ekholm-Miller volvió en 1973 para continuar sus estudios el bajorrelieve había sido arrancado de la piedra caliza en la que se hallaba. “Es imposible describir el sobresalto y el enojo que sentimos cuando estando enfrente a la peña donde previamente habíamos contemplado la magnífica figura olmeca, el grabado ya no estaba allí. Había sido removido brutal y completamente”, escribió la investigadora en su libro sobre la pieza.
¿Cómo llegaron 400 kilos de vestigios prehispánicos a Francia? Los ladrones de la pieza desprendieron el grabado con una base de 30 centímetros de piedra y después lo cortaron en cuatro partes, casi iguales. La zona donde se encontraba originalmente el bajorrelieve está a 250 kilómetros de la frontera con Guatemala, por lo que la pieza pudo haber salido de México hacia Centroamérica sin que las autoridades lo notasen. De allí, posiblemente viajó en barco hacia Europa. Las autoridades desconocen por cuántas manos circuló el bajorrelieve o el precio que el mercado negro fijó por él.
En las próximas semanas, el Bajorrelieve olmeca de Xoc volverá a México. Las autoridades del INAH todavía no se deciden entre llevarlo al Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México o al Museo Regional de Chiapas, donde una copia del grabado espera a ser reemplazada por el original. “Una vez que sea repatriado se cerrará un círculo que seguramente nunca debió abrirse”, comenta Sánchez Nava. Después de la expedición de 1926, B. Traven volvió a Ocosingo en 1928 y 1930. Su fijación con el hallazgo del grabado fue tal que el escritor pidió que a su muerte sus cenizas fueran esparcidas en el Río Jatate, a 50 kilómetros de donde vio por primera vez la roca grabada que lo maravilló.
Por: Sonia Corona
Tomado de: https://elpais.com/cultura/2015/10/06/actualidad/1444156667_024789.html?rel=mas