Entrevista con Miguel Ángel Espadas, jefe de grupo de la Brigada Central de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional.
En Fenicia, la ficción sonora de Radio Cádiz, el inspector Roberto Alonso, perteneciente a la Brigada Central de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional ha viajado hasta la capital gaditana para tratar de ayudar a resolver el misterioso robo del tercer sarcófago fenicio. Roberto Alonso es un personaje de ficción, pero esta brigada es real. Sus agentes llevan desde 1986 cuidando del patrimonio histórico de España, el segundo más importante del mundo. Lo hacen frente a expoliadores, estafadores, falsificadores y ladrones… Una realidad que, muchas veces, supera la ficción como bien conoce Miguel Ángel Espadas, que es jefe del grupo segundo de esta brigada, con sede en Madrid.
Pregunta. ¿Cuál es su función? ¿Qué buscar proteger esta brigada?
Respuesta. La Constitución Española recoge en el artículo 46 que los poderes públicos garantizarán la protección y promoverán el enriquecimiento de nuestro patrimonio cultural. A raíz de este mandato constitucional se crea como brigada en 1986 esta unidad, cuya función principal es la investigación de todas aquellas agresiones contra bienes muebles o inmuebles de interés artístico, histórico, arqueológico, documental, biográfico o etnográfico, independientemente de la antigüedad que tengan estos bienes.
P. ¿A qué tipo de actividades delictivas se enfrentan más a menudo?
R. El abanico es bastante amplio. Robos, hurtos, estafas, apropiaciones indebidas, daños, exportaciones ilícitas, contrabando, contra la propiedad intelectual, expolios de yacimientos arqueológicos, además de otras infracciones que tienen carácter administrativo sobre bienes de interés artístico y cultural. Abarcamos infracciones penales y administrativas.
P. Ya sabemos que la Guardia Civil también tiene competencias en esta materia. ¿De qué depende que intervenga un cuerpo de seguridad u otro?
R. La intervención de unos u otros es indistinta. La ley de fuerzas y cuerpos de seguridad del estado sí que delimita en qué partes del territorio tiene la prioridad de competencia un cuerpo u otro, pero a la hora de llevar a cabo una investigación trabajamos indistintamente.
P. Hoy en día, ¿hay más expolio sobre obras de arte o sobre piezas arqueológicas?
R. La verdad es que el expolio de piezas arqueológicas es mayor que otro tipo de objetos de arte. Esto viene motivado porque la mayorías de piezas que se extraen del subsuelo no están catalogadas. Los responsables de estos hechos acceden libremente a yacimientos conocidos y desconocidos por la administración. Es tan vasto el patrimonio arqueológico que darle garantía en toda su extensión es muy complicado. Por eso, es más el expolio arqueológico que otro tipo de obras de arte.
P. ¿Qué buscan los que roban piezas arqueológicas? ¿Existe un mercado negro que rentabiliza estas sustracciones?
R. La principal motivación, aunque hay varias, es el beneficio económico. Este tipo de negocio ilícito está entre los más rentables del mundo. Existe un mercado negro y, gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más rentable que antes. Los delincuentes acceden a más clientes en España y otros países, gracias a las redes sociales, los canales de Internet… y se suprime la figura del intermediario, con lo que los beneficios crecen. Además, mediante el comercio electrónico aumenta la seguridad para los expoliadores. No necesitan mostrar sus hallazgos para venderlos. Antes, la gente se tenía que desplazar y eso conllevaba muchos riesgos.
P. ¿Por qué dice que es uno de los negocios ilícitos más rentables?
R. Porque el beneficio es muy grande. Hay un comercio en línea de monedas, por ejemplo, que se extraen con detectores de metales que es tremendo. Al ser piezas no catalogadas, la facilidad en su comercio es mucho mayor. Y están muy cotizadas. Hay mucho mercado de compraventa, muchos aficionados, y hay piezas por las que pagan auténticas fortunas.
P. Estos mercados negros, ¿son locales, nacionales, internacionales? ¿Funcionan los tres a la vez?
R. Hay de todo. Funcionan todos. Hay que tener en cuenta que el robo y tráfico ilícito de bienes culturales se ha globalizado. Se han eliminado las fronteras. Las redes de delincuencia organizada, el auge, la impunidad del comercio con nuevas tecnologías, la baja penalidad de este tipo de delitos y la inestabilidad que hay en algunos lugares del planeta provocada por conflictos bélicos hacen que este tipo de delitos esté en auge. El tráfico ilícito de bienes culturales, según Interpol, ocupa uno de los primeros delitos en escala mundial. Es una de las principales actividades delictivas del mundo.
P. ¿Y cómo funciona este mercado negro? ¿Ha desaparecido del todo la figura del intermediario?
R. No. No es que haya desaparecido del todo la figura del intermediario. Todavía hay un comercio presencial, en el que esa figura es muy importante. El mercado negro va a depender del tipo de delitos. Te encuentras el típico delincuente, que tiene la oportunidad de aprovechar un descuido de robar algún objeto de arte, o en una salida al campo ha oído que en determinadas zonas puede encontrar algo y se lo queda. Luego tienes otro tipo de delincuente habitual, gente que está en el mundo de las drogas y puede conseguir dinero fácil mediante este método. Roban objetos que se puedan vender fácilmente para conseguir la sustancia que necesitan. Y después hay delincuentes más profesionalizados, que forman grupos que ya estudian lo que buscan, para qué tipo de personas buscan determinados objetos y buscan un beneficio grande. La figura del intermediario en muchos casos es fundamental. No roban. Pueden obtener un beneficio más elevado a la hora de vender una pieza. También existe la figura del falsificador. Tiene la pieza, se ha conseguido una pieza importante, hay un posible comprador, pero a esa pieza hay que darle un resguardo legal, para conseguir su trazabilidad… y ese falsificador crea una documentación falsa para darle legalidad.
P. Entendemos que los que venden buscan un beneficio económico. Pero, ¿qué buscan los que compran estas piezas?
R. En general, suelen ser gente apasionada. Son coleccionistas. Buscan la pieza única. Son piezas que, en circunstancias normales, acabarían en museos. Hay que recordar que tras la entrada en vigor de la ley de patrimonio histórico en España los objetos que se encuentran en el subsuelo, las piezas arqueológicas, son de dominio público. No pueden pertenecer a la propiedad privada. Deben ir a museos, que es donde deben estar. Hay compradores que tienen contactos con otros y las revenden, y así obtienen un beneficio aún mayor. Nos movemos en una horquilla de apasionados coleccionistas a compradores que buscan enriquecerse más.
P. ¿Y se ha podido comprobar si existe relación entre este negocio ilícito con otros, por ejemplo, el de sustancias estupefacientes?
R. En algunos casos, sí que hemos detectado una relación vinculada con el intento de blanquear dinero procedente de la droga con la salida de alguna de estas piezas. Este negocio en los últimos años lo hemos visto conectado, y tenemos una operación en fase de instrucción, con el tema de la financiación de terrorismo islamista en zonas castigadas por conflictos bélicos, sobre todo, de Oriente Medio.
P. ¿Y cómo suelen comenzar estas operaciones? ¿Denuncias de las víctimas? ¿Testigos?
R. La verdad es que pueden venir por diferentes vías. Hay veces que nos llegan denuncias de víctimas de robos o de estafas. Cualquier denuncia que interpongan ante la Policía sirve para iniciar una investigación. También nos llegan anónimos a través de correos electrónicos sobre hechos que se producen en zonas determinadas. Muchas investigaciones también arrancan por nuestra colaboración con las administraciones, por ejemplo, desde el Ministerio de Cultura o las comunidades autónomas. Una vía para investigar son los expedientes de exportación para sacar piezas fuera de nuestro país. Pasan unos filtros y, a veces, se ven cosas extrañas, y ahí es donde entramos nosotros a analizar esas solicitudes. E intervenimos si vemos indicios de delito.
P. En Internet existen muchos portales donde se anuncian de forma impune la compraventa de piezas arqueológicas, documentos históricos… ¿Todo está siempre tan a la luz o llegan a usarse también sistemas más encriptados, por ejemplo, la deep web?
R. Internet se ha convertido en el medio más usado para la compraventa de piezas de arte o piezas arqueológicas, sobre todo, de valor medio-bajo. La alta demanda de este tipo de bienes provoca que el valor en el mercado suba. Y esto hace que los estafadores ofrezcan piezas que fabrican expresamente para su venta. Ahí entra en juego la falsificación de este tipo de piezas. Sobre la red oscura (deep web) no tenemos constancia de prácticamente nada. Porque este tipo de piezas ya tiene una salida habitual en la web de acceso para todos. Y piezas de gran valor generalmente no se ofrecen de esa manera. Van por otra vía. Normalmente, cuando se roba una pieza importante de un yacimiento se suele “dormir” (ocultarla durante un tiempo) antes de ponerla en el mercado y ofrecérsela al comprador.
P. ¿Y qué precios se pueden alcanzar con este tipo de piezas?
R. Es muy variado. Hablando de arqueología. Hay piezas que nosotros hemos investigado sobre las que se ha pagado alrededor del millón de euros. Pero ponerle valor a una pieza es muy difícil. Es que su valor cultural es incalculable. Hay otras piezas, como las monedas, que son más habituales, que tienen menos valor.
P. En Cádiz está la sede del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía. ¿También protegen el patrimonio sumergido?
R. Bueno, nosotros estamos preparados para proteger todo el patrimonio, para llevar a cabo investigaciones de todo tipo. De momento, no hemos intervenido en muchos casos. La Guardia Civil lleva más asuntos porque tiene competencias en el litoral. Pero sí que contamos con la colaboración de la Armada para determinadas investigaciones en altamar. En este caso, todo depende de la naturaleza de la investigación. Estamos facultados para ello.
P. En Cádiz existe un rico patrimonio arqueológico e histórico. ¿Ha intervenido la unidad central de la brigada en nuestra provincia recientemente?
R. No es de las provincias donde más hemos trabajado, pero sí. Recientemente, investigamos a un expoliador que salía periódicamente al campo con el detector de metales y subía a Internet las piezas que conseguía. Las enseñaba, preguntaba en foros, y todo eso se fue investigando y terminó con su detención. Se consiguió un gran número de piezas.
P. ¿Y en qué casos agentes de la brigada central se desplazan a otras provincias?
R. Orgánicamente somos un servicio central con capacidad operativa en todo el territorio nacional donde se haya cometido un delito de este tipo. Eso es lo que nos mueve. En principio, estamos en cada una de las provincias con un delegado provincial asignado, que son los responsables de este tipo de investigaciones y a los que asesoramos ante cualquier necesidad. Pero de las investigaciones que nosotros iniciamos no tenemos en cuenta su origen. Tenemos capacidad operativa para movernos a cualquier punto del país.
P. De detectores de metales a submarinos… ¿hasta qué punto los expoliadores se están sofisticando?
Submarinos son palabras mayores. Esta tecnología no la puede tener cualquiera, es carísima, requiere de muchos medios. Un ejemplo fue el Odyssey con las monedas de Nuestra Señora de las Mercedes. Eso es un expolio en pecios a gran nivel. Lo más común son inmersiones con buceadores.
P. ¿Cómo puede un ciudadano ayudarles en vuestra labor?
La labor ciudadana es fundamental para la labor que realiza nuestra brigada. A la gente le cuesta creer que el problema sea tan importante. Se muestran incrédulos. Fíjese que nuestro patrimonio, tras el italiano, es el segundo en importancia en el mundo. Quizá no se realiza una difusión con profundidad del problema. Las campañas de concienciación sobre la importancia de nuestro patrimonio son escasas y, en muchos casos, se limitan al entorno local. Desde la brigada ya llevamos años colaborando con muchas instituciones, con conferencias, coloquios… para todo tipo de personas y círculos. Y siempre exponemos el problema existente y damos unas pautas de cómo deben actuar si son conocedores de una práctica irregular en torno a nuestro patrimonio.
Recuperado de Cadena Ser (2021).