Bruselas prescribe museos para cuidar la salud mental

Un proyecto piloto de la alcaldía de Bruselas y de un hospital psiquiátrico de la ciudad han llevado a cabo una iniciativa que permite “recetar” la visita a museos a pacientes con problemas como la ansiedad o la depresión como parte de su tratamiento.


Museos para ver arte, pero también museos para el alma y para el bienestar emocional de las personas. La alcaldía de Bruselas, junto con el reputado Hospital Brugmann de la capital belga, empezaron un proyecto piloto en septiembre en que, a los pacientes con problemas de estrés, depresión, ansiedad o burn-out se les recomienda una salida gratuita a alguno de los cinco museos públicos de la ciudad acompañados de amigos o familiares. Durante seis meses se va a probar esta medida que ya se aplica desde hace años en la región de Quebec (Canadá).

En un estudio publicado en 2019 por la Organización Mundial de la Salud, se demostró que el arte puede ayudar en el tratamiento de las enfermedades mentales y pedía una mayor colaboración entre los profesionales de cultura, las autoridades locales y regionales y profesionales de la salud, para incentivar las actividades culturales, dada la evidencia encontrada en los últimos años. También una investigación publicada en el Journal of Positive Psycology el pasado año llegaba a la conclusión de que visitar exposiciones de arte tenía un impacto en las hormonas del bienestar de las personas, como el cortisol y la serotonina.

La idea de prescribir museos a los pacientes le vino a la actual consejera municipal de Cultura, Delphine Houba, después de leer en septiembre de 2018 un artículo en el periódico francés Le Monde. En él se relataba cómo los pacientes residentes en Montréal que sufrían depresión podían visitar gratuitamente el Museo de Bellas Artes de la ciudad. Tras ser elegida y nombrada encargada de la Cultura y de Grandes Eventos de la ciudad de Bruselas, Houba decidió ir de viaje a Quebec a finales de 2019 y ver en qué consistía el proyecto.

“Me fui allí pensando que era una buena idea y volví pensando que era una idea increíble y apasionante”, cuenta Houba en una entrevista con RFI. Entonces empezaron los contactos con el Hospital Brugmann, centro médico público de Bruselas de gran reputación en el tratamiento de enfermedades mentales. Cuando ya avanzaba el proyecto, en marzo de 2020, estalló la pandemia de Covid-19. Los museos cerraron durante meses y los hospitales estaban sobrecargados de pacientes… no tenía sentido lanzar el proyecto. Tuvo que pasar casi dos años para lanzar la idea.

Houba asegura que el tiempo que les dio la pandemia les permitió estudiar un poco mejor la idea, añadir “salsa bruselense” al proyecto y cambiar algunas cosas. Así, se decidió primero empezar por trabajar con el Hospital Brugmann y que los pacientes pudieran visitar los cinco museos públicos de la ciudad.

El médico Vincent Lustygier, que dirige la unidad psiquiátrica del hospital Brugmann, explica que “todos los pacientes” son susceptibles de que se les pueda prescribir una visita al museo, aunque suelen estudiar “caso por caso”. En el caso de las personas que sufren y están en tratamiento para la depresión, ir a visitas culturales puede ser algo muy positivo para su bienestar. Personas “a las que se les debe ayudar a salir, sobre todo ayuda a la desestigmatización, ayudarles a hacer las mismas cosas que el resto del mundo”.

La novedad del proyecto piloto reside en que se puede ir de forma gratuita acompañado de amigos y/o familiares, hasta un máximo de tres personas. Es la alcaldía de Bruselas quien cubre los gastos de la entrada a los cinco museos públicos de la ciudad. En sus visitas, podrán adentrarse en los pasillos del alcantarillado de la ciudad de Bruselas, seguir el trazado del río de la ciudad, el Senne, que quedó prácticamente sellado y enterrado para evitar enfermedades y que explica muy bien la historia de la ciudad; pero también se puede ver el increíble edificio de la Maison du Roi (Casa del Rey), y que ahora es el Museo de Historia de Bruselas, con espectaculares vistas a la célebre Grand Place.

También se pueden ver los más de 1000 trajes del Manneken Pis, el pequeño monumento, símbolo de la capital belga, (y que representa a un niño orinando) y que cuenta con espectaculares trajes minuciosamente confeccionados con las mejores telas y bordados. Los pacientes pueden también visitar el pequeño —pero coqueto— museo de la Moda o el flamante Centro de Arte Contemporáneo. “La idea es poder ofrecer una variedad dentro de los diferentes perfiles de los pacientes”, defiende Houba.

La gratuidad de la actividad es especialmente importante, porque en muchos casos son personas que, en ese momento, no suelen tener trabajo al estar de baja médica y suelen recibir ayudas sociales, de ahí la importancia de que ni ellos ni sus familiares tengan que pagar por las visitas. Con tan solo un documento impreso es suficiente. En él consta el nombre del paciente y unas casillas con los nombres de los cinco museos que se pueden visitar.

Lustygier también explica que este tipo de salidas son recomendables para personas que han sufrido burn-out, trabajadores “quemados” debido a un estrés continuado en el ámbito laboral. Se trata de un síndrome que el médico destaca haber visto en los últimos años, “personas que no pueden más debido a la presión, que solo se han dedicado a trabajar”. Por ello, las visitas culturales son “muy útiles para recordarles que hay otras cosas además del trabajo y que hay cosas positivas fuera de él”, explica el médico.

El proyecto piloto lleva ya más de dos meses en marcha y según el médico la impresión es que “está siendo muy positivo” para los pacientes. Una vez han hecho su primera visita, les preguntan cómo se han sentido, si tendrían ganas de volver. “Lo que intentamos es motivarles a buscar hábitos culturales. No solo museos, también ir a conciertos, al cine o al teatro”, agrega.

Tanto Lustygier como Houba coinciden en que tras la pandemia la iniciativa cobra, además, más sentido que nunca. El psiquiatra asegura que no ha visto “un aumento” de casos, sino “una explosión” de personas que sufren más enfermedades mentales. La consejera municipal explica que tienen datos de cómo se han incrementado. En Bélgica, los problemas de salud mental “se han multiplicado por dos en los últimos diez años”, apunta Houba.

“Cuando hablamos de salud no es solo físico. Es también la salud mental. Estoy realmente preocupada por la salud mental de los ciudadanos, por eso pienso firmemente que la cultura puede formar parte de la solución”, subraya.

En el Hospital Brugmann de la capital belga llevan treinta años con tratamientos para enfermedades mentales, en que siempre se ha querido incluir la cultura como una parte de la mejora de los pacientes. Se hacían ya visitas a museos con los pacientes y los médicos, con actividades fuera del hospital, como ir a exposiciones o a conciertos. Además, también desarrollan “arte bruto” en que artistas diplomados trabajan con los pacientes para que la pintura o artes plásticos sean una parte más de su tratamiento hacia una mejora.

El próximo marzo, la alcaldía analizará el resultado del proyecto piloto y de su futuro. De momento, la respuesta ha sido muy positiva y varios museos de la ciudad ya se han mostrado interesados en sumarse en el proyecto.

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