El Ministerio de Cultura informó que han recuperado bienes culturales en una intervención realizada en el Mercado Artesanal de Aguas Calientes, Cusco.
El Ministerio de Cultura informó que han recuperado bienes culturales en una intervención realizada en el Mercado Artesanal de Aguas Calientes, Cusco.
Belo Horizonte (08/11/2019) Traducido del portugués.
Agentes de Ibama y la Policía Federal de Carreteras (PRF) incautaron a 39 animales salvajes en la mañana del jueves (07/11) en Sete Lagoas (MG): 23 loros, 6 tucanes, 3 guacamayos araras-canindé, 5 pájaros negros y 2 hombres sabios . La medida es parte de la Operación Bocaiúva, que apunta al tráfico de vida silvestre.
La persona responsable del transporte ilegal de animales fue contactada en el km 471 de BR-040. El nerviosismo del conductor llamó la atención de los agentes, quienes realizaron una inspección exhaustiva del vehículo. En el maletero había cajas de animales.
Los avisos de infracción emitidos contra el total investigado R $ 229.8 mil. El vehículo utilizado para transportar a los animales también fue incautado.
La operación se mantendrá hasta diciembre de este año.
Por su biodiversidad y los servicios ecosistémicos que entregan a las comunidades localidades donde está emplazados, los icónicos humedales de Río Maipo y Maullín, serán ungidos como santuarios de la naturaleza.
Así lo determinó este jueves el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, presidido por la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, al realizar la votación de la propuesta.
“Con la aprobación seguimos avanzando con convicción con el compromiso del Gobierno de cuidar de forma efectiva nuestros recursos naturales, no sólo por la relevancia de la biodiversidad que albergan sino que también por el bienestar social de todas las comunidades que viven cerca de estos humedales y que se ven beneficiadas por su cercanía”, afirmó la autoridad.
Ubicado en el límite de las comunas de San Antonio y Santo Domingo, en la Región de Valparaíso, el humedal costero del Río Maipo, cuya declaración de santuario abarca 60 hectáreas, es uno de los más importantes de Chile central en términos ecológicos, albergando gran cantidad y diversidad de aves migratorias.
Por su parte, los humedales del río Maullín, tienen una extensión de 8.152 hectáreas, en la Región de Los Lagos y constituye un importante corredor biológico natural que conecta por medio de la red hídrica ecosistemas lacustres (lago Llanquihue) con el Océano Pacifico.
Además, acoge una gran diversidad de ecosistemas y genera las condiciones necesarias de hábitat para una gran variedad de aves, como por ejemplo el zarapito de pico recto (Limosa haemastica) que migra cada año desde el Ártico para llegar a Maullín.
La ministra valoró la decisión del consejo, señalando además que “los humedales son un ecosistema natural, pero también social, ya que no sólo acogen biodiversidad, sino que son fuente de agua para las comunidades, además de ser espacios de recreación. Por lo que la protección de estos humedales aporta dignidad al territorio donde se ubican, mejorando la calidad de vida de las personas”.
Ambos humedales son parte del Plan Nacional de Protección de Humedales que tiene como meta proteger, al menos, 40 humedales prioritarios al 2022, sumando un total de 250 mil hectáreas.
Este hito se suma a la reciente aprobación de la Ley de Humedales Urbanos que está pronta a promulgarse siendo otra iniciativa para dar protección a este tipo de ecosistemas social y ambientalmente relevantes.
“El verdadero viaje de un descubrimiento no está en la búsqueda de nuevos países, sino en el ver con nuevos ojos.” Marcel Proust (1871 – 1922)
En este estudio he analizado un manto de la cultura Paracas como ejemplar, demostrando su complejidad estructural y numérica asociada a los ciclos astronómicos. Las investigaciones de William Burns (2010) acerca de los códices en los artes pre-colombinos guiaron mi mirada hacia los textiles originarios con un énfasis matemático, buscando la lógica del diseño, de las agrupaciones y repeticiones de sus componentes.
Tom Zuidema (2015) analizó los textiles Chuquibamba de la época Inca, examinando los múltiples calendarios precisos que están representados en ellos. Partiendo de los conclusiones de William Burns y Tom Zuidema, empecé a examinar los mantos de la cultura Paracas, encontrando un arte fascinante e impresionante que emplearon los paracas para visualizar ciclos solares, lunares y planetarios, hasta ciclos más complejos y largos como el gran ciclo Ahau y la Cuenta Larga, que se encuentran en los calendarios Mayas.
In this study I have analyzed a mantle from the Paracas Culture as a sample, demonstrating its structural and numerical complexity associated to the astronomical cycles. The research by William Burns (2010) on codices in pre-Colombian arts, guided my attention towards the original textiles with a mathematical emphasis, as I sought the design´s logics, as well as that of its components´ associations and repetitions.
Also, Tom Zuidema (2015) analyzed Chuquibamba textiles from the Incan time period, as he examined the multiple precise calendars represented in them.
Parting from the conclusions obtained by William Burns Glynn and Tom Zuidema, I started to examine the Paracas Culture´s mantles, and found a fascinating and impressive art the Paracas people used to visualize solar, lunar and planetary cycles, and even more complex and long cycles, such as the Great Cycle ‘Ahau’ and the “Long Count Calendar”, found in the Maya calendars.
En la lengua quechua, el término “pacha” es traducido como “tiempo, suelo, lugar” (Gonzalez Holguín 1952 [1608]: 268), dando a entender que es un término tanto espacial como temporal. El análisis de las derivaciones de la categoría “pacha” según el diccionario de Diego Gonzalez Holguín, nos muestra su complejidad semántica:
Gon?alez Holguín (1560 – 1620) varía la ortografía de pacha, lo cual era común en esta época. En el quechua actual se pronuncia estos términos como pacha o p’acha.
Vemos que la estructura espacial siempre lo es también temporal, y es en la astrofísica donde se utiliza el término “espacio-tiempo”, que en realidad es la expresión más adecuada para el término “pacha”.
Los estudios arqueo-astronómicos realizados en el Santuario pre-hispánico de Pachacamac, situado al sur de Lima, nos muestran una astro-arquitectura precisa, donde el tiempo está integrado en el diseño espacial arquitectónico de manera inseparable:
“Pachacamac” es también un gran santuario astronómico: El territorio y los templos registran el ciclo anual del Sol y el gran ciclo de la luna (18 años), la salida de la Cruz del sur hacía Pucusana, el Inti Raymi hacía Lomo de corvina… El templo del Sol además del solsticio de verano señala la constelación de Escorpio llamada Amaru por los Incas… la gran serpiente celestial. Sus ocupantes ritualizaron el ciclo de las estaciones y los astros… armonizaron su vida con la naturaleza” (Pinasco, 2013).
Partiendo del término “pacha”, se nos abre una vista fascinante hacía los textiles pre-hispánicos, en los cuales las civilizaciones andinas plasmaron el espacio con su tiempo. Estos textiles formaron parte de una mnemotécnica altamente desarrollada, aplicando un arte científico de visualizar los períodos temporales-espaciales. Observar sus textiles, es acceder a un conocimiento visualmente, donde la matemática es introducida de manera artística y estética, donde el cálculo es movimiento, ritmo, diseño y color.
En mis análisis de los textiles paracas he aplicado la numerología del calendario Maya, lo que resultó exitoso y afirma la conclusión de Wiliam Burns en su análisis de una clavina paracas: “Fijaron un calendario de 360 días y conocieron también un período de 260 días recuerda al Año Sagrado o Año Mágico de los Zapotecas y los Mayas” (Burns 2010: 316).
Entendí que la numerología Maya es la base de una metodología para encontrar el pulso y los ritmos del cosmos, dando paso a las celebraciones del calendario. Así, he concluido que el denominado calendario Maya no solo fue utilizado en centro-américa, sino, esta numerología fue aplicada también en el antiguo Perú, tal como vamos a ver con el análisis de este textil de Paracas, que expongo como un ejemplar de un sistema matemático-astronómico, lo cual, según mis análisis, es aplicable para la mayoría o quizás para todos los mantos de la cultura paracas.
El manto expuesto es de la fase Paracas Necrópolis (ver fig. 1).Es un tejido llano de urdimbre y trama discontinua, anillado cruzado y bordado en estilo Bloque de color, hecho de fibra de camélido. Tiene una extensión de 252 x 109 cm. (Museo Chileno de Arte Precolombino 2015: 83).
Esta relación de tamaño que se representa en este textil es muy interesante, porque coincide exactamente con la relación geométrica-astronómica del espacio-tiempo solar, que consiste en la representación de los “ángulos” solsticiales que son provocados por la declinación del eje terrestre de 23.5 °:
Comparamos con el manto:
Fig. 3: Manto paracas, aplicando el ángulo de 23.5°.
Retomando el término “pacha” en su contexto espacio-tiempo y de plenitud, esta forma rectangular representa esta geometría astronómica que nos da el tiempo, proyectada en el espacio, suelo, tierra, donde uno se encuentra, y al mismo tiempo, alzando la mirada hacia el movimiento de los astros, en el espacio celeste. Para integrar el tiempo en el espacio (lo denomino Astro-arquitectura), la observación del calendario paisajista (landscape calendar) surge entre los puntos solsticiales de las salidas y bajadas del sol, y son la base para la reconstrucción del pacha en el que vivimos y nos movemos.
La visualización de los cálculos astronómicos
Es fascinante, como los paracas empleaban todo una matemática astronómica en el arte textil, partiendo de esta forma rectangular básica:
Empezaremos el análisis desde el borde, llegando paso por paso al centro. Todos los mantos de Paracas tienen una estructura particular respecto a los bordes: Siempre son dos bordes que rodean un textil, sin interrupciones a los lados largos, pero pausando en el medio de los lados cortos (ver imagen N° 1)Supongo que los bordes pausados tienen que ver con los movimientos y la visibilidad de los astros, que aparecen, desaparecen y reaparecen, en un ritmo constante e infinito.
Examinando los flecos, vemos que están estructurados en grupos de 8 colores (fig. 4): Rojo, verde, blanco, negro, marrón, violeta, ocre y azul. Esta sucesión se repite en los dos bordes. Podemos contar a un lado 154 grupos de flecos, y al otro lado 160 grupos a 8 colores. En total son 314 grupos de flecos. Son repartidos en dos bordes, pero no divididos entre dos lados iguales. Como cada grupo tiene 8 colores, podemos hacer los siguientes cálculos:
154 x 8 = 1232 = 14 ciclos siderales de Mercurio, exactos. (1 ciclo sideral es de 88 días: 88 días x 14 = 1232 días)
160 x 8 = 1280 = 11 ciclos sinódicos de Mercurio +4 días
(1 ciclo sinódico es de 116 días)
Es sorprendente que ambos cálculos están claramente vinculados con el planeta Mercurio. Mercurio es el planeta más cercano al sol, dibujando la primera órbita en el sistema solar, y observando desde la tierra, sigue al sol, por estar tan cerca de él, dejándose ver solo en raras oportunidades matutinas u ocasos. Obviamente, los flecos nos introducen a los ciclos siderales y sinódicos de Mercurio, pero lo fascinante es la distribución de dichos flecos:
Mientras que el borde superior tiene un número exacto de 14 ciclos siderales mercurianos, el borde inferior marca 11 ciclos sinódicos, con un aumento de 4 días. Sin embargo hay en este borde una parte, que siempre me deja en duda, y es la que está situado bajo la sexta figura antropomorfa contando desde el lado derecho. No tiene la secuencia común de los colores en los grupos, parece simétrico, y carece del fleco blanco. A pesar que la foto proporcionada por el Museo Chileno de Arte Precolombino tiene una alta resolución, no puedo distinguir esta irregularidad con certeza. Seria increíble, si se hubiera hecho esta corrección allí misma para alcanzar el número exacto, ya que con un múltiplo de 8 no se llega a los 11 ciclos sinódicos exactamente.
Partiendo de los 11 ciclos sinódicos de Mercurio, llegamos exactamente a 14.5 ciclos siderales de Mercurio, y a 3.5 años solares menos un día y medio:
160 x 8 = 1280 = 11 x 116 + 4
11 x 116 = 1276
1276 días = 14,5 x 88 días = 11 x 116 días = 3,5 x 365 días – 1,5 días
1276 días = 14,5 Mercurio sid. = 11 Mercurio sin. = 3,5 Años solares – 1,5 días
Duplicamos estos números, pensando que un borde es solo la mitad de una plenitud, ya que el manto está dividido en dos bordes, llegamos al siguiente ciclo expresado en números enteros:
29 Ciclos Mercurio sideral = 22 Ciclos Mercurio sinódico = 7 Años Solares – 3 días
Es muy interesante que se muestre en este borde de flecos un tiempo de 7 años solares, relacionados con los ciclos de Mercurio. Examinando la sincronización entre el ciclo sinódico de Mercurio de 116 días y su ciclo sideral de 88 días, vemos que cada 7 años solares concuerdan exactamente con un número entero, con una diferencia de 3 días enteros para ajustar a los años solares (ver Tabla 2).
Esta tabla se puede continuar infinitamente, pero con 28 años solares hay un juego interesante con los números de los ciclos sinódicos y siderales mercurianos, ya que sus números de ciclos y sus días de los ciclos se invierten, y se reflejan el sideral y el sinódico.
Retomando el borde superior de los flecos, tenemos 154 grupos de flecos de 8 colores. También con estos números se puede realizar interesantes cálculos, pero en este caso son relacionados con los ciclos del mercurio y el calendario lunar sinódico. Un año lunar sinódico de 12 meses (un mes a 29.5 días) es 354 días. En este año lunar entran 4 ciclos siderales de mercurio (4 x 88 días = 352 días), sumando tan solo 2 días para completar al año lunar (Tabla 3). Retomamos los cálculos de los dos bordes arriba mencionados, y duplicamos también este borde:
154 x 8 = 1232 días = 14 ciclos siderales de Mercurio = 3.5 años lunares sinódicos – 7 días
154 x 8 x 2 = 2464 días = 28 ciclos siderales de Mercurio = 7 años lunares sinódicos – 14 días
Concluyo que los flecos de un lado del borde relacionan los ciclos de mercurio con 7 años solares, mientras al otro lado, los flecos señalan los ciclos de Mercurio con 7 años lunares.
Y para concluir el tema de los flecos, otros juegos de cálculos con estos números:
11 x 14 = 154
14 años solares – 14 años lunares = 154 días
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A continuación de los flecos sigue un borde tejido con diminutos aves (ver fig. N° 5)
Contamos a un lado 146 unidades, y al otro lado 169, en total son 315 figuritas. Pensando que los flecos representan días, supongo que los avecitas tendrían que expresar otro número. Apoyándome en el calendario Maya, remplazo cada figurita con 20 días, que se denomina Uinal en el sistema numérico Maya:
Borde superior: 146 Uinales = 146 x 20 días = 2920 días.
Es sorprendente, que tan solo adicionando 2 días, tenemos el ciclo pentagonal de Mercurio – Tierra – Venus:
“Si eliminamos“ la excentricidad y convertimos la órbita de Mercurio en un círculo racional perfectamente equidistante del Sol, resulta que la órbita de Mercurio inscribe a un pentágono (inscrita en la órbita “perfeccionada” de Mercurio), y este pentágono es la figura interior que resulta de la estrella de 5 puntos formada por la Tierra y Venus durante 8 orbitas de la Tierra y 13 de Venus (8 años), lo cual es el ciclo Pentagonal.” (Rivas 2017)
Aquí se puede observar la secuencia que muestra los 5 ciclos sinódicos de Venus que ocurrieron durante los dos tránsitos del 2004 y del 2012:
La habilidad matemática que empleaba el autor o la autora de este textil para calcular con más facilidad usando números enteros es interesante y nos muestra que el número 2920 es cómodo e igualmente exacto. Comparamos los números exactos astronómicos con los números aplicados en el manto:
El otro borde contiene 169 figuritas:
169 Uinales = 169 x 20 días = 3380 días
3380 días : 225 días = 15.0222 ? 15 años Venus sid.
Sumando los dos bordes nos da el siguiente cálculo:
146 Uinales = 2920 días = 13 años Venus sid= 5 años Venus sin= 8 años Tierra= Ciclo Pentagonal
169 Uinales = 3380 días = 15 años Venus sid
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315 Uinales = 6300 días = 28 años Venus sid = 8 años Marte sin. = 17 ¼ años Tierra = 17.5 Tunes
Estos 28 años de Venus sideral nos guían al próximo planeta, el Marte:
En 17 ¼ años de la tierra hay 8 periodos de Marte. Vemos que en todo este borde, la guía son los ciclos siderales de Venus, para conducir a las alineaciones de ciclos mayores, como al ciclo pentagonal en un borde, y completando en el otro borde con los 15 periodos de Venus sideral, al ciclo Venus – Tierra – Marte, dando un preludio a la Cuenta Larga de 1 872 000 días, que son 5125 años:
En sincronía con el Tzolkin, la unidad cíclica mínima es 18 720 dias (= 51,25 años), en los que sincronizan 72 Tzolkines y 24 ciclos sinódicos de Marte (e incluso 52 Tunes de 360 Kines y 936 Uinales de 20 Kines). Es de observar que 18 720 días (72 Tzolkines, 24 ciclos sinodicos Marte y 52 Tunes) es la centésima parte de la Cuenta Larga. (Rivas 2017).
Lo representado en este borde con las aves son los 8 ciclos sinódicos de Marte, que es la tercera parte de los 24 ciclos marcianos, y 17 años solares terrestres que es el tercio de los 51 años. Así se nos muestra la tercera parte de la unidad cíclica mínima que es la centésima parte de la Cuenta Larga. He cuestionado porque no representaban este ciclo con 312 Uinales, sino con 315 Uinales. Resulta que si tomamos como constante el ciclo sideral de Venus, se requiere emplear el número 315. Estos números finalmente nos guían a los cálculos y números de la Cuenta Larga.
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Seguimos analizando los bordes, examinando los seres antropomorfos que siguen a las avecillas (Ver fig. 5 y fig. 7). El cuerpo de estos seres me recuerdan a pallares o habas, y las figuras permiten una trampa visual al voltear la posición.
Dichas figuras están rodeando el textil caminando al sentido del reloj, o visto diferente, circulando naciendo en el sentido contrario del reloj, claramente están dando un movimiento circular. Podemos contar los “brotes” del “pallar” antropomorfo:
Estos números permiten un juego de cálculos muy interesante:
La proporción de 26 a 10 es lo mismo como la proporción del ciclo sinódico de Venus con su ciclo sideral:
26 : 10 = 2.6
585 : 225 = 2.6
También se puede expresar que 26 ciclos Venus sideral son igual a 10 ciclos de Venus sinódico:
26 x 225 días = 10 x 585 días
26 Venus sideral = 10 Venus sinódico
Y otro cálculo surge, si substraemos del ciclo sinódico de Venus el sideral:
585 dias – 225 dias = 360 dias. Aquí vemos la relación de los dos ciclos venusinos con los números 26 y 36, y finalmente con el ciclo Ahau:
26 x 36 = 936 = un centésimo Ahau
La magia de la matemática paracas aumenta cuando consideramos las unidades de los “pallares antropomorfos”. Cada lado contiene 16 unidades, en total hay 32 “pallares” en el manto (ver fig. N°1). Examinando los posibles cálculos, surgen los siguientes variantes:
16 x 225 días = 3600 días = 10 Tunes / 32 x 225 días = 7200 días = un Katun
16 x 585 días = 9360 días = un décimo Ahau / 32 x 585 = 18 720 días = un quinto Ahau
Un Ahau es un ciclo grande del calendario Maya de 93 600 días (?256 años). Este ciclo une los años Tzolkin y Tun, y los ciclos de Venus y Marte:
1 AHAU = 260 Tunes = 360 Tzolkines = 160 Venus sin. = 416 Venus sid. = 120 Marte sin
Multiplicamos un Ahau con 20 recibimos la “Cuenta Larga” de 1 872 000 días, que son más de 5125 años.
Cuenta Larga =5200 Tun =7200 Tzolkin = 3200 Venus sin.= 8320 Venus sid.= 2400 Marte sin.
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De esa manera llegamos al diseño escalonado que predomina en el manto (ver fig. N° 9):
Examinando los cuadrados ?, podemos observar la siguiente estructura:
Vemos que los resultados predominantes son 72, 80 y 82.
Fig. 10: Detalle
Pero un cuadrado tiene una estructura dual, con 5 escalones, lo que se puede asociar con los siguientes números:
1 cuadrado
2 colores
5 escalones por color
10 escalones por cuadrado
Si tomamos la cifra 72 y jugamos con estos números, nos da los siguientes resultados:
72 x 2 = 144 / 72 : 2 = 36
Mendoza es considerada la cuna de la libertad de América. Y, bajo esta concepción, hay un motivo más para celebrar el legado del General Don José de San Martín. Desde ahora, locales y turistas pueden disfrutar de un nuevo museo histórico: la casa donde vivió el prócer argentino, pero sobre todo, donde nació su única hija, Merceditas, el 24 de agosto de 1816. Por eso en Mendoza, por ley, esa fecha se celebra el Día del Padre y ese fue el día elegido para la inauguración.
Se trata de un complejo edilicio de dos plantas, ubicado en la calle Corrientes 343, en la Cuarta Sección, a pocos minutos del microcentro de la capital provincial, que permite visitar los trabajos arqueológicos que dejaron al descubier-to y expuesta la sucesión de pisos de ocupación del lugar. Las visitas a estas excavaciones son acompañadas por un relato interpretativo del proceso histórico. En la segunda planta del edificio, un espacio acondicionado para tal fin, permite conocer algunos aspectos de la vida del General en Mendoza por medio de un recorrido audiovisual.
La casa del prócer es un lugar histórico puesto en valor que se integra al circuito Sanmartiniano de la Ciudad de Mendoza. De acuerdo con la memoria histórica y la historiografía se logró localizar la vivienda donde residió el general entre 1814 y 1817. En 1975 el lugar fue declarado Sitio Histórico Nacional y se colocaron placas conmemorativas.
En el museo de la Casa de San Martín quedan a la vista los trabajos de excavación arqueológica que se hicieron en la propiedad
Recién en 2014 comenzó un proceso de investigación que permitió certificar la existencia de la casa en la vereda sur de la calle Corrientes. “Allí se analizaron documentos de transferencias inmobiliarias, planos y censos que permitieron conocer el proceso que nos lleva hasta el momento en que la casa pertenecía a la familia que originalmente la alquiló al Cabildo para residencia familiar de San Martín. Aquí residió José de San Martín con su esposa Remedios de Escalada, la que dio a luz a su hija Mercedes en este mismo lugar el 24 de agosto de 1816”, comentó el arqueólogo Horacio Chiavazza, encargado de las excavaciones.
Las tareas de reacondicionamiento comenzaron hace seis años, con labores arqueológicas, verificación de procesos de ocupación del predio desde tiempos prehispánicos hasta la actualidad, la detección de pisos que corresponden a una construcción propia del siglo XIX, con evidencias de haber sucumbido por el terremoto de 1861. “Este sería justamente el contexto que se atribuye al de la vivienda que ocupó José de San Martín y su familia, en la Ciudad de Mendoza”, agregó.
La Casa Museo de san Martín, con entrada gratuita hasta fin de año
El visitante se encontrará bajo los pisos vidriados también con objetos de la época hallados en el lugar durante las excavaciones. Asimismo, se pueden ver documentos gráficos sobre la vida familiar y militar de San Martín pero también sobre el desempeño político como Gobernador Intendente de Cuyo, más allá de lo que fue la organización del Ejército de los Andes. También, se puede acceder a reproducciones gráficas y fichas documentales de las tareas arqueológicas realizadas, a través de códigos QR. Asimismo, en la planta alta se proyecta un video artístico en una pantalla gigante sobre el general, con una historia novelada, y producciones musicales de la época. Además, se pueden observar recreaciones en imágenes y pinturas sobre su gesta libertadora.
La inauguración del Museo de Sitio y Centro de Interpretación del hogar que habitó San Martín fue una verdadera fiesta. Con una multitud en las calles, hubo un acto en la Plaza San Martín, donde existe uno de los monumentos más importantes del General, y un megadesfile hasta el Parque O’Higgins, con la presencia del Regimiento de Granaderos a Caballo y Fanfarria del Alto Perú. En el medio del recorrido, la parada obligada fue para cortar las cintas de la histórica vivienda que ya está abierta al público.
En la inauguración estuvo presente, Mirtha Palmira Archi “Tita”, viuda de Marcovecchio, que fue dueña de la casa de San Martín.
Bajo los vidrios del piso de la Casa Museo de San Martín se ven los trabajos de excavación arqueológica
“Es un día histórico para la Ciudad y la provincia porque aquí vivió el General San Martín. Una mañana él se levantó y salió de aquí a libertar América y eso es realmente emocionante. Por eso, propusimos en la Ciudad destacar muchos espacios que tienen que ver con infraestructura, pero quisimos rescatar esta casa para hacer un museo, un centro de interpretación, porque fundamentalmente queremos rescatar los valores del General San Martín. Esos valores son los de unidad, de trabajar juntos, como trabajamos para rescatar esta casa con aportes del gobierno nacional, el gobierno de la provincia y del municipio”, expresó el intendente Rodolfo Suarez.
Cuánto cuesta: Durante este año la entrada es gratuita. Los grupos, para visitas guiadas, deben solicitar turno.
Por: Pablo Mannino
El uso ritual de este potente enteógeno quedó sepultado tras la colonización y ha emergido en años recientes con fines terapéuticos
La entrada al recinto más sagrado de Tenochtitlan, la majestuosa capital del imperio mexica, está flanqueada por dos ranas sonrientes esculpidas en basalto. Otro sapo de piedra, orondo, de más de un metro de altura, aparece tumbado entre un temascal y la pista del juego de pelota en un yacimiento olmeca de la costa de Veracruz. El friso de los Cuatro Reyes, en un templo maya en Campeche, tiene como imagen central una monstruosa y gigantesca figura con la base de un sapo sentado a dos patas, del que se superponen serpientes, brazos y cabezas humanas.
¿Se trata siempre del mismo animal? ¿Existe algún significado común entre las grandes culturas mesoamericanas? Todas estas representaciones de batracios estarían conectadas y remitirían a una especie en concreto: el Bufo alvarius, un sapo endémico del desierto de Sonora cuyo veneno tiene unos potentes efectos alucinógenos. Esta es la tesis de Octavio Rettig un cirujano de Jalisco que desde 2011 trabaja en su uso terapéutico para casos de adicciones y que ha llevado a cabo una investigación independiente, junto con el cienasta mexicanoamericano Leonardo Bondani, plasmada en el documental OTAC & The Ancient Sacred Medicine Ceremony.
El Bufo alvarius, o sapo del río Colorado, una de las 400 especies de ranas mexicanas, almacena en unas glándulas detrás de la cabeza una secreción que, deshidratada y después fumada, contiene un explosivo coctel de alcaloides psicoactivos, sobre todo, el 5-MeO-DMT. Una molécula, presente en dosis bajas en el propio cerebro humano, que al circular por los receptores de la serotonina provoca breves pero agudísimos estados de alteración o rapto de la conciencia.
“Hoy en día solo tenemos remanentes de esta tradición, porque la colonización exterminó su práctica, pero debió haber sido muy importante para los humanos de la antigüedad. Se trata de la fuente más importante de triptaminas en la cadena de experiencias con enteógenos de los pueblos prehispánicos”, apunta Rettig en la cinta. Bajo esta premisa, su investigación rastrea en las representaciones artísticas y restos arqueológicos el hipotético uso ritual de esta sustancia en las principales culturas mesoamericanas.
En El Cuajilote, el yacimiento religioso veracruzano atribuido a los olmecas ?considerada la cultura madre de la zona norte y centro del altiplano?, la colocación precisa del sapo de piedra hace pensar al arqueólogo e investigador del INAH Jaime Cortez que pudiera estar vinculado con prácticas místicas. “Como parte del centro ceremonial, el espacio entre el temascal [una especie de sauna de vapor] y el juego de pelota, hablan de pasos rituales de iniciación o de transición. El propio temascal, que favorece la inhalación de estas sustancias, está ligado además al inframundo y de cierta manera es también la matriz que da luz a un nuevo guerrero”.
El uso de psicoactivos alucinógenos está bien documentado por los antropólogos. La representación por ejemplo de Xochipilli, la deidad mexica de las flores, tiene el pedestal y el cuerpo decorado con motivos vegetales que han sido identificadas como distintas variedades de hongos. La tesis de Rettig va más allá y asocia alguno de estos símbolos al Bufo alvarius. Figuras elípticas con rombos en su interior que corresponderían a la estructura de las glándulas dorsales de la rana.
Tlaltecuhtli, la diosa mexica de la tierra, también conocida como la diosa sapo, es representada como una figura entre animal y antropomorfa con las piernas abiertas a horcajadas en posición de parto, pero también como una posición análoga a la fisionomía de los batracios. Una de sus estatuas, expuesta en el Templo Mayor tras ser hallada en 2006 en una excavación en la capital, está acompañada de conchas y restos marinos, un indicio, según la investigación independiente, de que hubo contacto con la zona costera de Sonora.
La iconografía de ranas ha estado tradicionalmente vinculada a símbolos de fertilidad, por su asociación al agua. El texto explicativo que acompaña las dos sapos sonrientes del Templo Mayor señala que “el croar de estos anfibios anunciaba la llegada de las lluvias. Durante la fiesta de la veintena de Tozoztontli, celebración relacionada con el maíz, las ranas eran vestidas de azul, para después ser sacrificadas y asadas”.
Rettig por su parte ha prestado atención a las dos serpientes, decoradas con plumas, que acompañan a los dos batracios en la entrada del recinto. “Quetzalcóatl –del náhuatl, serpiente emplumada– es el mayor símbolo de la espiritualidad en todas las culturas mesoamericanas. El mito dice que sus rayos de luz atraviesan la piel sin causar dolor y salvan a la humanidad. Le permiten al hombre conectarse con esa divinidad que lleva dentro, que simboliza a Dios. Estas leyendas cobran nuevos sentidos al relacionarlas con la experiencia mística de reconexión de la que hablamos cuando tomamos la medicina”, apunta en relación al consumo de la secreción del sapo.
El mito del Quinto Sol da forma inaugural a toda la cosmovisión mesoamericana. En su versión mexica, registrada en el siglo XVI por fray Bernandino de Sahagún, una asamblea de dioses se reunió alrededor de una hoguera en Teotihuacán para decidir quien iluminaría el mundo. Tras cuatro intentos fallidos, Nanahuatzin, el dios de las llagas, pequeño, amorfo, humilde, se ofreció a morir sacrificado en la hoguera para reencarnarse después en Tontiuh, el quinto sol con el que da comienzo el mundo de los humanos. Antes, había presentado como ofrenda unas espinas de maguey bañadas en la secreción de sus llagas. Más reminiscencias a una supuesta divinidad originaria relacionada con batracios, líquidos mágicos y fuego.
En el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, Rettig profundizó su hipótesis. Unas pinturas sobre unas vasijas mayas del 1000 a. C. muestran el siguiente pasaje: una figura humana tiene la boca pegada a una especie de artilugio en espiral (que correspondería a una pipa de fumar) que conecta a una animal con forma de sapo. La siguiente secuencia es la transmutación del humano en jaguar, el símbolo tradicional asociado al chamanismo. En la misma sala encontró más utensilios con formas de ranas y posibles usos para fumar.
El uso de psicodélicos procedentes de batracios en zonas mayas también ha sido registrado con anterioridad. Pero con un matiz importante. Según el antropólogo y etnobotánico Edmund Wade Davis se trataría de otra especie: el Bufo marinus, propia de las costas de Yucatán y de una morfología casi idéntica a su hermano alvarius. Con la diferencia de que ni el modo de consumo, ni la sustancia lisérgica que segrega esta especie corresponde específicamente con la del sapo objeto de la investigación: el 5-MeO-DMT. Retting argumenta a su favor que las grandes capitales olmecas, mexicas o mayas funcionaban como centros de peregrinación y comercio dentro del territorio mesoamericano, con una constante circulación de personas y productos, como indicaría el hallazgo de conchas marinas en Tenochtitlan.
Su proyecto se fundamenta también en llevar de regreso este supuesto conocimiento ancestral perdido a su lugar de origen: las comunidades seris del norte de Sonora. “Tanto ellos como el resto de los pueblos del desierto están íntimamente ligados con el Bufo alvarius desde que conocimos el fuego y comenzamos a cocinar los alimentos”. Tras encontrarse con la medicina de la mano de un artesano californiano a mediados de la década pasada, este cirujano mexicano se instaló en la comunidad seri y comenzó a aplicarla en adictos a la metanfetamina. “La comunidad me abrió la puerta al demostrar su efectividad. A la vez, ellos fueron enriqueciendo con su conocimiento ancestral y sus cánticos la metodología que yo venía aplicando”.
Hoy, los chamanes seris recolectan, tratan y consumen la secreción del alvarius como parte de sus rituales, integrando por ejemplo uno de sus cantos antiguos, llamado “rezo del sapo”, o el mito originario del cuacöj cuasol, el hombre amarillo, el primer habitante del desierto que les confirió el conocimiento de la tierra por medio de sus cantos y sus rezos.
Por: DAVID MARCIAL PÉREZ
Tomado de: https://elpais.com/internacional/2018/08/12/la_serpiente_emplumada/1534032108_084120.html
El ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, firmó un decreto en el que prohíbe el uso y el ingreso de plásticos en el sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
Bolsas plásticas utilizadas para cargar o transportar alimentos, paquetes y mercancías, envases, empaques y recipientes, botellas personales plásticas, vasos, platos, bandejas, cubiertos, cuchillos, hisopos flexibles con puntas de algodón, entre otros elementos referentes al plástico de un solo uso, quedarán prohibidos en estas áreas de reserva.
“…Se entiende por plásticos de un solo uso, los productos fabricados total o parcialmente con plástico que no han sido diseñados para usos múltiples, sin perjuicios a que puedan ser sometidos a nuevos procesos de transformación física o química para reincorporarlos en el ciclo productivo”, indica la resolución.
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Las excepciones de esta norma está contemplada para los plásticos con fines médicos, razones de asepsia e higiene. El incumplimiento de las obligaciones “dará lugar a sanciones” establecidas en la ley 1333 de 2009.
Sin embargo, algunas organizaciones ambientales han pedido en reiteradas ocasiones al Ministerio de Ambiente la prohibición del plástico de un solo uso no solo en las áreas de Parques Nacionales sino a nivel nacional.
De interés: El reclamo de Greenpeace Colombia al ministro de Ambiente
“El país enfrenta un verdadero tsunami plástico y resulta insólito que el ministro Ricardo Lozano no esté tomando medidas contundentes para frenarlo”, dijo en su momento Silvia Gómez, directora de Greenpeace Colombia.
Mamos llegaron a Bogotá para denunciar los drásticos cambios de ecosistemas y especies de su territorio por más de 150 proyectos mineros sin consulta previa.
Piensan los indígenas de las comunidades arhuaco, kogui, wiwa y kankuamo que cuando los padres creadores dieron origen al mundo decidieron que el corazón estaba en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Este miércoles se reunieron en Bogotá miembros de esas cuatro comunidades. Bajaron por la Sierra, en un largo camino que duró una semana, hasta llegar a un punto donde pudieron tomar transporte hasta Bogotá para hacer una serie de graves denuncias.
Todos adultos sabios, en la fría capital, afirman que su territorio ya no es igual. Los 35 ríos que bajan de la alta montaña ya no dan el agua transparente y el clima cada vez está más extraño. Desde que se firmó el Decreto 1500 de 2018, una esperanza para los pueblos originarios, se pensó que este inmenso territorio sería protegido de la extracción minera. Sin embargo, afirma el gobernador indígena Jaime Arias, “hay más de 150 concesiones mineras sin consulta previa”.
Lo que quiere decir que no ha sido respetado el decreto firmado por el entonces presidente Juan Manuel Santos. Los mamos, guardianes de la palabra que conserva la tradición ancestral de los pueblos, coinciden en que el gobierno de Iván Duque no ha tenido la mayor intención de proteger el ‘Corazón del mundo’.
“Ellos creen que si hacen extracción abajo, no bien arriba en la montaña, donde estamos nosotros, pues no nos va a afectar. Pero se equivocan. Porque la Sierra funciona bajo un equilibrio. Si extraen el carbón del suelo bajo eso afecta lo que pasa más arriba en la montaña. Todo está conectado, las especies de animales, los ríos, todo ha cambiado y estamos preocupados”, dice el mamo Vicencio Torres, un anciano cuya sabiduría se le nota en el cuerpo y en el timbre de su voz cuando habla en iku o arhuaco.
“Si extraen el carbón -los minerales calientes- deja de nevar. Funciona como una nevera. Sin el motor no puede producirse el frío”, hace la analogía el sabio mamo.
“No hay voluntad política para la implementación (del decreto 1500), a lo que se le suma la inestabilidad jurídica en la que se encuentran los pueblos indígenas por la demanda de nulidad (a ese decreto) realizada principalmente por gremios económicos y que hoy se encuentra ante el Consejo de Estado”, escribieron en un documento donde manifiestan su inconformidad.
La Línea Negra es el espacio que les pertenece a los pueblos de la Sierra Nevada y que debe ser devuelto en su totalidad para la permanencia cultural, el ecosistema de la Sierra Nevada y el equilibrio del planeta en general.
“No estamos en contra del desarrollo”, afirma el gobernador indígena Arias. Pero aclara que hay megaproyectos que no van en armonía con la importancia ambiental y cultural que significa este territorio, la Línea Negra. Los indígenas han perdido la mayor parte de su territorio demarcado no porque lo hayan entregado de alguna manera, sino porque han sido despojados y desplazados hacia los sitios más difíciles de la geografía de la Sierra. Las guerrillas, los paramilitares y el mismo ejército crearon presión sobre los pueblos originarios para que se movieran y así expandir los cultivos ilícitos o los combates.
© Luis Nuitiva, fotógrafo del pueblo Kogui
Actualmente, en el contexto en el que se encuentra el país, vuelven a estar preocupados por su seguridad, pues aseguran que la guerra “quiere volver”.
Los problemas de extracción no solo les han traído a los indígenas problemas ambientales sino también culturales. Juan Villafañia, mamo kogui, habla de que al territorio le dejaron elementos espirituales donde se hacían ofrendas. Para ofrendar al padre Awa, al padre Río, padre de los pájaros y padre de las montañas. Según su cosmología ellos dan los elementos para buscar a la madre naturaleza, pero cuando ejercen la minería como el saqueo de carbón se pierden estos elementos para ofrendar.
Por: Stephen Ferry
A él mismo le tocó (Jorge Angulo), en los años 60, participar en el descubrimiento de un aeropuerto clandestino en la zona maya, donde salían en avioneta lotes enteros de objetos prehispánicos.
En la historia de la migración del patrimonio arqueológico de México desfilan grandes personajes, como Manuel Gamio, Diego Rivera o William Spratling. Y no es que fueran traficantes, desde luego, pero al mismo tiempo que contribuían a una mayor apreciación universal del arte precolombino alimentaban un mercado global de piezas, tema que, desde la subasta del pasado 18 de septiembre en París, se encendió de nuevo. Dada la complejidad del asunto y porque va más allá de víctimas y villanos, es deseable mayor autocrítica y congruencia de parte del Estado.
Un día, el reconocido arqueólogo del INAH Jorge Angulo me contó esta historia: En los años 20, uno de los pilares de la arqueología y la antropología cultural mexicana, Manuel Gamio, trabaja en Teotihuacán. Además de zoólogos, botánicos, biólogos y colegas, busca que las comunidades locales participen y se beneficien de sus investigaciones. Así, cuando encuentra los moldes de las piezas originales de los teotihuacanos, en un gesto noble y altruista, se los regala a los habitantes de San Juan. Es decir, él no sólo se preocupa por el objeto arqueológico como pieza de museo, sino que va más allá y concibe que quienes tienen en sus manos ese patrimonio puedan mejorar su economía utilizando su creatividad. No imaginó que, desde entonces, habría una altísima producción de piezas de barro idénticas a las antiguas y de gran calidad, que estimulan el comercio de falsos cuyo destino es principalmente Estados Unidos.
Maestro en Ciencias Antropológicas, Angulo me contó más: “Uno de los artistas que sin quererlo promueve en México el mercado de arqueología es Diego Rivera. En su afán de revalorar las obras de nuestros antepasados, empieza a comprar, por lotes, todas las piezas que llegan a sus manos cuando esto aún no está prohibido. Se corre la voz entre grupos indígenas y todo lo que encuentran en su labranza del campo lo traen a la ciudad. Así se inicia el saqueo masivo que tiene lugar en los años 30.”
Otro caso: William Spratling, por quien renace la industria de la plata en México, arquitecto amigo de Rivera, se instala en Taxco y hace su colección de arte prehispánico que, como al muralista, le sirve de inspiración en sus diseños. Ambos adquieren piezas arqueológicas con las mejores intenciones, pero el resultado es la llegada de cientos de estadounidenses que quieren coleccionar también. Ya hay un reglamento en México, pero no una vigilancia estricta, por lo que emigran miles de objetos.
Se dispara el saqueo. Y lo más triste, como me dijo Angulo, es que siempre hay un mexicano involucrado: “Desde el campesino, el comisariado ejidal, los presidentes municipales, algunos gobernadores, directores de instituciones culturales y museos, hasta agentes judiciales y funcionarios de la policía federal…” Aunque, entre éstos últimos “hay también quienes han colaborado valientemente en la recuperación”.
A él mismo le tocó, en los años 60, participar en el descubrimiento de un aeropuerto clandestino en la zona maya, donde salían en avioneta lotes enteros de objetos prehispánicos. La investigación reveló que los que sacaban las piezas eran narcotraficantes. Así, pues, mientras haya cabezas coludidas “y las hay de muy alto nivel político y económico”, me decía, el saqueo continuará.
A la luz del siglo XXI, hay que preguntarse si la ley de 1972, que rige la custodia del patrimonio, aún funciona. Pero también, si no resulta contradictorio indignarse cada vez que hay una subasta en el extranjero, mientras aquí se recorta drásticamente el presupuesto al sector que vela por su seguridad. O solicitar la repatriación de las piezas, mientras aquí museos y proyectos como el del Templo Mayor advierten que podrían “cerrar la cortina” si los recortes continúan. La capacidad profesional en el INAH es indiscutible. Pero sin recursos es difícil que se proteja, se difunda y se despierte amor por el patrimonio. Para que conservarlo tenga sentido en la vida de los ciudadanos y las comunidades.
Por: Adriana Malvido
Cuarenta años después se confirma su veracidad: el Códice Maya de México es auténtico. Se dijo que era feo, que carecía de estilo y que no era más que una copia del siglo XX. Este mes, tras una investigación de año y medio cuya clave han sido los rastros de color azul, el códice ha salido del armario como lo que es: no solo un incunable, sino también como el manuscrito legible más antiguo del continente americano. Y sale a lo grande. Durante el mes de octubre estará expuesto en el Museo Nacional de Antropología (MNA), el templo mayor de la arqueología mexicana.
El análisis de colores practicado durante la reciente investigación fue clave, al concluir que se habían utilizado materiales de la época: una combinación de arcilla y cochinilla, un insecto que vive en el nopal, para el rojo; el mineral paligorskita, el índigo, para el azul. La presencia de paligorskita fue particularmente importante, ya que se dejó de utilizar para fabricar el azul a partir del siglo XVII. Quedaba, por tanto, descartada la teoría de que se trataba de una copia del siglo XX.
El calendario que plantea el códice también ha resultado esencial. El movimiento de Venus plasmado en el papel coincide con la horquilla temporal señalada por el método del radiocarbono. Es decir, que la danza planetaria descrita coincide con la antigüedad del papel.
Con este descubrimiento se zanja uno de los debates más vetustos de la arqueología americana: es auténtico, el más antiguo de los cuatro códices mayas que existen en el mundo (los otros tres son los Códices de París, Dresde y Madrid, llamados así por las ciudades donde se conservan).
La historia del manuscrito empezó con misterio. En 1964 el coleccionista de antigüedades Josué Sáenz recibió una llamada de un individuo que aseguraba haber heredado algunos libros con dibujos antiguos. A la llamada le siguió un romántico viaje en avioneta hasta la selva de Chiapas, en el sur de México, donde el códice le fue vendido junto con otros artefactos supuestamente mayas.
El saqueo de arte prehispánico era común en aquella época. Uno de los casos más espectaculares fue el robo en 1968 de la fachada de un templo maya. Un grupo de saqueadores la arrancó, troceó en 48 pedazos y envió en avión al Museo Metropolitano de Nueva York. Antes, se la habían ofrecido a Josué Sáenz, dueño del códice maya, pero éste rechazó el ofrecimiento. En Nueva York, uno de los directivos de la institución se negó, escandalizado, a hacer efectiva la compra de la fachada. El MNA consiguió entonces que fuera devuelta a México.
El Códice Maya de México vivió un viaje de ida y vuelta parecido. En 1971 entró en contacto con las altas esferas neoyorquinas. Fue expuesto en el Club Grolier; de allí que, en un principio, se bautizara como Códice Grolier. “Es una verdadera patata caliente”, declaró en aquella ocasión Michael D. Coe, antropólogo de la Universidad de Yale y un temprano defensor del manuscrito. “Muchos de mis compañeros rechazarán la autenticidad antes de siquiera verlo, pero apostaré mi reputación profesional a que lo es”.
Como bien anticipó el doctor Coe, no toda la comunidad académica creería en su autenticidad. Además de haber sido descubierto en circunstancias extrañas, los detractores señalaron que su diseño era demasiado sencillo: un patito feo, comparado con los otros tres códices supervivientes, de dibujo más sofisticado y colorido.
El arqueólogo británico Eric S. Thompson, una de las principales eminencias de la época en este campo, sostuvo que se trataba de dibujos contemporáneos, hechos sobre papel arqueológico.“Los dibujos esquemáticos resultaban muy extraños comparados con la naturalidad del periodo clásico maya”, explica Sofía Martínez del Campo, una de las coordinadoras del proyecto que ha probado de manera definitiva su autenticidad.
En 1974, Sáenz donó el cuestionado códice al MNA, que lo guardó en la cámara de seguridad, y, a partir de entonces, se sucedieron los estudios. ¿Por qué se tarda tanto en probar que es verdadero? “Es el códice más estudiado hasta la fecha”, dice Baltazar Brito, historiador de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y otro de los coordinadores del equipo. “Pero ningún estudio había utilizado tecnología tan moderna ni había sido tan completo”.
En el último año y medio de investigación, un equipo formado, entre otros, por arqueólogos, historiadores y especialistas en epigrafía maya, le ha practicado una decena pruebas. “Al iniciarse el proyecto, los investigadores guardamos un cierto escepticismo por todos los prejuicios creados durante años”, reconoce Martínez del Campo.
Probada su autenticidad, el códice merecía un nuevo nombre. “Grolier no nos dice mucho identitariamente; no nos es cercano”, explica Brito, uno de los encargados de rebautizarlo. El nuevo nombre, en cambio, afirma a bombo y platillo cuáles son los orígenes del manuscrito. Mexicano es y en México se queda. Después del mes de exposición en el MNA, el manuscrito pasará a la cámara de seguridad de la Biblioteca Nacional y es poco probable que se vuelva a exponer al público debido a su fragilidad. Regresará, por tanto, al armario pero, esta vez, con etiqueta de Made in Mexico.
Por: JON MARTÍN CULLELL
Tomado de: https://elpais.com/internacional/2018/10/04/la_serpiente_emplumada/1538604480_034404.html?rel=mas