En julio de 1974, la policía detuvo a un grupo de traficantes de piezas prehispánicas. El grupo fue procesado por el delito de contrabando de patrimonio nacional. Durante el juicio, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aseguraron que las obras habían sido saqueadas de ruinas en la región de Cempoala, Veracruz. Los traficantes fueron declarados culpables. Sin embargo, uno de ellos lograría probar su inocencia, se trataba de Brígido Lara.
Desde su celda, Lara solicitó material de cerámica, con el cual probaría que las piezas con las que traficaba, en realidad eran réplicas. La obra con la que probó su inocencia fue una serie de cerámicas inspiradas en piezas totonacas. Con ello, se comprobó que no se trataba de un traficante o falsificador, sino un imitador de arte prehispánico. Su trabajo superaba las 40 mil piezas y estaba distribuido por los museos y colecciones privadas más importantes del mundo.
Durante veinte años, Brígido Lara había estado realizando piezas inspirándose en distintas culturas prehispánicas. Sin embargo, su especialidad era la cultura totonaca, una población cuyo esplendor estuvo entre los siglos VII y XII d.C.
Para que Brígido Lara obtuviera la libertad, las piezas fueron llevadas a los mismos especialistas del INAH para una prueba ciega. Los especialistas concluyeron nuevamente que las piezas eran auténticas. El fallo de los especialistas del INAH probó la inocencia de Lara, quien salió de la cárcel en 1975.
Posteriormente, Brígido fue contratado por el Museo de Antropología de Xalapa, donde se dedicó a la restauración de piezas prehispánicas y a la detección de falsificaciones. Las piezas de Brígido Lara se exponen en grandes museos como el Metropolitan Museum of New York, el Dallas Museum of Arte y otras colecciones privadas.
Tomado de mexicodesconocido.com.mx