Descubren el monumento maya más antiguo y grande: un cosmograma de 3.000 años que es un mapa del cosmos

Aguada Fénix se extiende kilómetros en todas direcciones. Takeshi Inomata

Un estudio sugiere que la enorme estructura representaba el orden del universo y altera la escala y la antigüedad de la arquitectura ceremonial de la civilización maya.

Un descubrimiento arqueológico sin precedentes está reescribiendo la historia de la civilización maya y desafiando las ideas preconcebidas sobre cómo las sociedades antiguas organizaban su mundo. En el estado de Tabasco, al sureste de México, un equipo internacional de arqueólogos ha identificado en el yacimiento de Aguada Fénix -gracias a la tecnología LIDAR- el monumento más antiguo y grande conocido de la cultura maya. Pero hay más: se trata de un cosmograma, una representación monumental del orden del universo, según los expertos.

Con una antigüedad estimada de 3.000 años (fue construido entre el 1050 y el 700 a.C.), Aguada Fénix no solo antecede a grandes ciudades como Tikal o Teotihuacán, sino que redefine por completo los orígenes del urbanismo mesoamericano.

“Lo que estamos descubriendo es que hubo una gran actividad constructiva a principios del año 1000 a. C., de la que prácticamente nadie sabía”, afirmó Takeshi Inomata, arqueólogo y antropólogo investigador de la Escuela de Antropología y uno de los líderes del proyecto. “Una planificación y construcción a gran escala tuvo lugar desde el principio”.

Una ciudad con visión astronómica

Aguada Fénix es una plataforma central de 1.400 metros de largo por 400 metros de ancho, y una extensión total de 9 x 7,5 kilómetros que fue planificada y construida en forma de cruz y con una intención totalmente simbólica. Sus ejes se alinean con los puntos cardinales y con eventos astronómicos clave, como el amanecer en fechas específicas del calendario ritual mesoamericano: el 17 de octubre y el 24 de febrero.

Estos dos días están separados por 130 días, la mitad exacta del calendario ritual de 260 días (Tzolk’in) que usaban tanto los mayas como otras culturas mesoamericanas. Esta alineación refuerza la idea de que Aguada Fénix no era simplemente un centro cívico o residencial, sino un espacio ritual y cosmológico, donde el paisaje representaba de forma absolutamente literal, el universo.

Los pigmentos minerales del escondite cruciforme estaban dispuestos según los puntos cardinales.

Ofrendas de jade y colores cardinales

En el corazón del monumento, los arqueólogos descubrieron una fosa con forma de cruz que albergaba una ofrenda ceremonial extraordinaria. Dentro de esta estructura habían colocado hachas de jade, cerámica ritual, conchas marinas y ornamentos tallados que representan animales simbólicos como un cocodrilo, un ave y una figura femenina que podría representar un parto.

Pero el hallazgo más sorprendente fue el depósito de pigmentos minerales cuidadosamente organizados según los puntos cardinales: azul (azurita) al norte, verde (malaquita) al este, amarillo (ocre con goethita) al sur, y tierra rojiza al oeste. Esta disposición codifica la cosmovisión maya y representa la primera evidencia física conocida de la asociación de los colores con las direcciones en Mesoamérica.

“Sabíamos que existen colores específicos asociados a direcciones específicas, y eso es importante para todos los pueblos mesoamericanos, incluso para los pueblos nativos americanos de Norteamérica”, aclara Inomata. “Pero nunca habíamos encontrado pigmentos aplicados de esta manera. Este es el primer caso en el que hallamos esos pigmentos asociados a cada dirección específica. Así que fue muy emocionante”.

Sin reyes ni palacios

Tal y como explican los arqueólogos en su investigación, Aguada Fénix no muestra huellas de una élite dominante. No hay estatuas de gobernantes, palacios ni tumbas reales; todo apunta a una sociedad relativamente igualitaria, donde la construcción de obras como esta fue resultado de la cooperación comunitaria y no de la imposición de una clase dominante.

“La gente tiene la idea de que ciertas cosas sucedieron en el pasado: que había reyes, y que los reyes construyeron las pirámides, y que, por lo tanto, en la actualidad se necesitan personas poderosas para lograr grandes cosas. Pero una vez que se observan los datos reales del pasado, no fue así. Por lo tanto, no necesitamos una gran desigualdad social para lograr cosas importantes”, concluye Xanti S. Ceballos Pesina, estudiante de doctorado en la Escuela de Antropología y coautor del estudio que recoge la revista Science Advances.

Este hallazgo desafía la narrativa dominante acerca de que solo las sociedades con reyes podían emprender proyectos de esta magnitud, como las pirámides egipcias o las ciudades imperiales romanas. Aguada Fénix es la prueba de que una comunidad sin poder centralizado fue capaz de movilizar a miles de personas para construir un monumento que requirió una abrumadora cantidad de jornadas laborales.

De la misma forma, este descubrimiento apunta a un estallido de actividad constructiva mucho antes de lo que se creía, lo que implica que las raíces del pensamiento cosmológico o del urbanismo ritual son mucho más tempranas de lo que los expertos imaginaban.

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