Día de los Archivos: ¿Cómo el patrimonio nos ayuda a recordar?

El patrimonio, ya sea material o inmaterial, en sus variantes cultural, natural, arquitectónica, entre otras, no solo trae al presente momentos considerados “trascendentales” o “relevantes” de nuestra historia como país o sociedad. También nos habla de sucesos sumamente complejos y dolorosos. En este capítulo, y con motivo de un nuevo Día Internacional de los Archivos, nos preguntamos por los patrimonios de nuestro país, sus distintas categorías y expresiones, cómo protegerlos y qué tensiones encarnan.

“El patrimonio no existe per se, no hay nada que sea patrimonio por sí mismo en su materialidad o en su existencia en la sociedad. Lo que valoramos como patrimonio, es decir, como una herencia, sean objetos, prácticas, sonidos, textos, lenguajes, que valen la pena conservar y transmitir a otras generaciones, como una herencia o heritage en inglés, es algo que se define socialmente, subjetivamente, y por lo tanto es conflictivo también. Porque en un mismo tiempo, un mismo presente, nos podemos encontrar con que ciertos grupos definen algo como patrimonio, y otros grupos no”, explica Azun Candina, académica del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

Se consideran patrimonios materiales aquellos bienes muebles e inmuebles de carácter tangible que son “inestimables e irremplazables” por su valor histórico-cultural que aportan, tales como patrimonios arquitectónicos, arqueológicos, artísticos e históricos, industriales y naturales. Por otro lado, aquel patrimonio intangible se denomina “inmaterial”, y trata de un conjunto de tradiciones, técnicas, costumbres, rituales y saberes, estilos de vida heredados de una generación a otra.

Cuidarlos, indiferente de las distintas posturas que se tenga de ellos, es de suma relevancia para nuestro país. Así señala Fernanda Vera, Directora del Archivo Central Andrés Bello, uno de los núcleos patrimoniales de la U. de Chile dependiente de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, y que en 2024 cumplió 30 años desde su creación.

“Cuidar los archivos de un país es crucial para poder preservar la memoria colectiva de la comunidad, para proteger también los derechos de los ciudadanos en cuanto al acceso a su propia cultura y de sus construcciones identitarias. Y también es muy importante para garantizar este resguardo de la documentación y así como también favorecer, por supuesto, el acceso a la información de todas y todos. En ese sentido yo pienso que documentar la historia y la cultura permitiendo conservar los legados hacia el futuro va a enriquecer los distintos acervos para poder comprender tanto el pasado como el presente, pero también para ayudarnos a pensar el futuro”.

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos por proteger dichos archivos, no todos los objetos y sitios patrimoniales del país se encuentran en las mismas condiciones, nos comenta Constanza Machuca, arquitecta egresada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

“Chile es un país super grande y posee un montón de patrimonios de diferentes categorías. Existen inmuebles que están protegidos bajo normativas, bajo leyes, que pueden estar en un grado de conservación muy bueno y pueden estar siendo gestionados hasta el día de hoy. Pero esa no es la situación de todos los inmuebles de carácter patrimonial. Existen muchos que no están protegidos con ninguna normativa, existen muchos que lamentablemente ya no existen hoy, que a través del tiempo se fueron desmantelando, quedando en la obsolescencia. Hay otros que están en estado de deterioro a punto de desaparecer. Es una mezcla de distintas situaciones”, señala la egresada de nuestro plantel.

¿Qué tensiones encarnan los patrimonios?

Muchos de estos sitios u objetos que son protegidos encarnan distintas tensiones en torno a sus significados y valor cultural, que pueden incluso llegar a incomodar, destaca Daniella Jofré, académica del Departamento de Antropología U. de Chile.

La palabra ‘patrimonio’ ya genera una tensión porque ocupa el ‘patri’ del ‘padre’ y del ‘patriarcado’, entonces muchas veces es difícil identificarse. De por sí la palabra ya genera cierta distancia, y gracias a lo dinámico de la cultura se van generando redes que se van apropiando de estos patrimonios. El caso de tensionar depende de los territorios y los lugares donde se ocupe porque se van ocupando según el contexto histórico político de cada lugar”. 

Y en esta discusión, ¿qué pasa cuando agregamos un factor étnico y/o territorial? Profundiza la arqueóloga de nuestro plantel: “En ese caso, igual depende del contexto. Mi experiencia y trayectoria con comunidades indígenas, por ejemplo, es que es un concepto ajeno, no hay traducción al aymara o mapuche. Y en ese sentido, si uno pregunta dónde está el patrimonio, qué considera usted como patrimonio, te van a decir “la iglesia” o “el fundo”. Entonces, es completamente ajeno a lo que nosotros identificamos desde una visión más moderna y urbana”. 

Para la profesora Azun Candina, es un hecho que nuestra relación con el patrimonio es compleja y conflictiva. Una situación que observa a partir de un cambio en la forma de estudiar el patrimonio y que lo ha convertido en un terreno de disputa.

“Hasta este siglo, estudios patrimoniales y de memoria eran campos separados, sin mayor relación. Y en el siglo XXI en América Latina ocurre algo muy interesante: por primera vez sitios de memoria empiezan a ser declarados sitios nacionales o monumentos históricos, es decir, entran en este campo de lo patrimonial. Esto ha provocado conflicto en nuestras sociedades porque hay actores que no han estado de acuerdo. Entonces sí, es un campo de disputa, mucho más de lo que parece desde fuera”.

Desmonumentalización de los patrimonios

Hemos hablado de aquellos objetos y espacios patrimoniales que, de alguna forma, siguen estando de pie. Pero, ¿qué pasa con aquello que ya no está, que se ha perdido? Según el Consejo de Monumentos Nacionales, entre diciembre de 2019 y febrero de 2020 hubo más de 400 monumentos públicos afectados. ¿Cómo esta “desmonumentalización” está resignificando la historia y aquello que queremos recordar? Preguntas que explora Luis Montes Rojas, escultor, académico y vicedecano de la Facultad de Artes U. de Chile.

“El monumento evidentemente participa de la construcción identitaria. Nosotros somos capaces de identificar las historias que están contenidas pero al mismo tiempo, a través de esa identificación, entender quiénes somos: como sociedad, al tener una historia común y una memoria común. Yo diría que, lo interesante del asunto sería poder analizar la historia críticamente. La historia puede ser efectivamente una escritura y pensar que eso ha quedado inmovilizado, pero me parece que es interesante cruzar miradas porque la historia no es solo una, son muchas, muchos relatos, que deben ser analizados con la consciencia de estar en un tiempo distinto”, señala el académico. 

Ante este escenario que analizan especialistas de la Casa de Bello, queda preguntarse en qué tenemos que seguir avanzando para proteger el patrimonio de nuestro país. Una pregunta que abordan la académica Daniella Jofré: “Yo creo que el currículum escolar debiese integrar un trabajo más profundo con el patrimonio que conocemos en Chile, de los pueblos originarios y también de la historia más reciente, porque no es lo mismo hablar de 500 años de colonialismo que los últimos 50 años después de la dictadura cívico militar. Entonces, cuando empezamos a ver y a darle profundidad a nuestra también estamos conociéndonos como sociedad chilena y las distintas mezclas que tenemos, ya sean indígenas, europeas. Trabajar con el patrimonio y la memoria implica hacerle frente a eso y es parte de lo que debiera trabajarse en las escuelas y los colegios”.

Temas:
submarcas_HR-03
submarcas_HR-04
submarcas_HR-01
submarcas_HR-02