Los arqueólogos que supervisan la construcción de la futura Línea 4 de metro han hallado más de 200.000 objetos de los siglos XVII, XVIII y XIX.
El frenesí constructivo que está viviendo Río de Janeiro de cara al Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 ha deparado sorprendentes hallazgos arqueológicos en la ciudad carioca.
Desde el pasado mes de marzo, un equipo de arqueólogos brasileños ha supervisado la construcción de la Línea 4 de metro -que enlazará Barra da Tijuca con Ipanema- y junto a la antigua estación de Leopoldina ha descubierto más de 200.000 objetos -fragmentos o piezas enteras- que datan de los siglos XVII, XVIII y XIX, aunque algunos podrían ser del período precolonial, cuando el territorio estaba ocupado por diferentes pueblos indígenas.
Podríamos estar frente al sitio arqueológico más importante de la ciudad. La cantidad y calidad del material hallado es impresionante, explica en un comunicado el arqueólogo Cláudio Prado de Mello, responsable de las excavaciones, del Instituto de Investigación Histórica y Arqueológica de Río de Janeiro (IPHARJ).
Un antiguo vertedero del palacio real
Las piezas -de porcelana, vidrio, cuero e incluso oro- han aparecido a una profundidad de entre 50 centímetros y 2,5 metros en un terreno de la avenida Francisco Bicalho, en Leopoldina, un sitio arqueológico cuya existencia ya se conocía pero que nunca había sido excavado.
En uno de los objetos hallados, un cepillo de dientes elaborado con marfil y hueso, se puede leer la inscripción Su Majestad, el Emperador de Brasil, escrita en francés. Los investigadores del IPHARJ creen que perteneció a Pedro II de Brasil (Río de Janeiro, 1825-París, 1891) o a algún miembro de la familia real portuguesa que residió en el Palacio Imperial de São Cristóvão, situado en las inmediaciones.
La zona de Leopoldina fue utilizada como un vertedero del palacio real. De hecho, se han hallado tazas con el escudo de armas de la familia real, frascos de perfume y joyería de época imperial.
Entre 1853 y 1881 se instaló un matadero en la zona, que fue trasladado por el olor pútrido que desprendía. Los arqueólogos también han sacado a la luz algunos artefactos de piedra de los arariboia, una tribu nativa que en 1560 intervino decisivamente en la expulsión de los franceses.