En busca de la Cultura Bato: el abandono de un hito milenario, el caso Kandinsky y el Museo de Concón

Excavación
Excavación, Hernán Ávalos, Museo de Concón

Los socavones en Concón son una consecuencia de la falta de conocimiento, negligencia y desinterés por nuestra cultura, raíces e identidad. La destrucción provocada por la ambición desmedida tiene, sin embargo, a ciudadanos y científicos activos por proteger la naturaleza y sitios arqueológicos.

Hace 2.000 años atrás, los Bato vivieron en la zona central de Chile entre los ríos Petorca y Maipo. Estos cazadores recolectores, que se especializaron en la recolección de moluscos, dejaron numerosos vestigios llamados “conchales”. En las dunas de Concón quedan 7 de estos sitios arqueológicos que aún hoy luchan por sobrevivir.

Bato
Los Bato fueron bautizados por arqueólogos en la década de los 80, quienes en excavaciones cerca de Quintero se dieron cuenta que estaban en presencia de un grupo diferente a los ya conocidos. (Los Llolleo que fueron contemporáneos, y los Aconcagua más recientes).

Los Bato -hombres, mujeres y niños- usaban tembetás (piercing labial de piedra o cerámica), decoraban su cerámica con líneas y campos punteados y enterraban a sus muertos en posición flextada (flexionada), en pequeñas fosas cerca de la superficie.

Su historia parte hace unos 4 mil años, cuando grupos de cazadores recolectores se establecieron en la desembocadura del rio Aconcagua, en lo que hoy es Concón. Con los siglos se transformaron en expertos pescadores y mariscadores, y obtuvieron de la naturaleza los recursos que necesitaron para su subsistencia.

En el año 300 a. C. comienzan a utilizar la cerámica, lo que revoluciona sus vidas y las de todo el Chile central. Lo que se conoce como período Alfarero Temprano marca un punto de inflexión en sus vidas: desde ese momento pueden cocer o tostar sus alimentos en ollas y vasijas lo que cambia completamente sus dietas. Además, ya no necesitan ir y venir a los cursos de agua, ahora pueden almacenarla en jarrones y servirla en cuencos.

Los Bato elaboraron una sofisticada alfarería, usaron adornos corporales en señal de identidad (tembetá y orejeras), tenían prácticas rituales y enterraban a sus muertos en ceremonias funerarias. Practicaron el cultivo de muchísimas especies de plantas, de las que algunas llegaron a ser expertos.

Se han descubierto decenas de sitios Bato en todo Concón, en la refinería de Enap, que fue una antigua laguna, en la construcción del camino internacional, en plazas, casas particulares, varias calles, en la caleta, canchas de fútbol, etc.

Problemas pasados, problemas presentes
El llamado “polvorazo” de 1917, fue la detonación que logró despejar el último obstáculo para abrir un camino costero entre Viña del Mar y Concón. Fue un gran avance en muchos aspectos, pero se destruyó un importante sitio que durante milenios se usó para bajar desde las dunas hasta la “roca oceánica”, un lugar importante sin duda.

El actual problema de los socavones, en cambio, abrió un profundo debate nacional de hasta donde está permitido destruir la naturaleza por el enriquecimiento de unos pocos. Y, posiblemente, seguiremos debatiendo hasta que ya no quede duna. Lo de los sitios arqueológicos parece ser lo de menos.

La Destrucción del Campo Dunar
El célebre edificio Kandinsky está construido en la última línea de edificios que ha engullido la duna. Su vecino, el “Alto Santorini”, quedó a medio terminar y destruyó el 50 por ciento del sitio arqueológico “Las Abejas”. Se trata de un conchal de la cultura Bato que fue descubierto por el arqueólogo Hernán Ávalos en el año 2012, junto a otros 6 adscritos a la misma cultura. Es imposible cuantificar lo que ha sido destruido por la cantidad de edificios que hay, muchos de los cuales no tuvieron estudios de impacto ambiental antes de su construcción.

Empresarios inmobiliarios hablan de “basura arqueológica” para poder arrasar con todo. En rigor, los conchales si son basureros, pero con una información valiosísima. Talvez a nuestros nietos si les interese reconstruir su pasado y aprender de él, o a alguien en 500 o 1000 años más. Lo cierto es que son sitios protegidos por ley y tienen que seguir siéndolo. En pocos años, debido a malas decisiones y, sobre todo, a corrupción, hemos destruido lo que se mantuvo inalterable durante milenios.

Hace mucho tiempo que aparecieron con fuerza movimientos ambientalistas, de privados y vecinos, que claman por detener una catástrofe medioambiental, la perdida irreversible de hábitat para la flora y fauna, y la amenaza de perder un lugar de belleza escénica única, que es patrimonio de todos y que debiera estar protegido.

Trekking Dunar
Lo más recomendable es ir en la semana. Los visitantes son muchísimos menos y uno puede tener la sensación, por unos minutos, de estar caminando en un remoto desierto. Después aparecen los edificios y se vuelve a la realidad.

Lejos lo más popular es subir a lo alto de las dunas a ver el atardecer. Ciertamente es una vista impresionante y soberbia, pero la vertiente poniente es poco visitada, hay muchísima vegetación y es donde están los sitios arqueológicos. Caminar por esa ladera es sentirse completamente imbuido en el mundo natural. Ahí se puede recibir lo que da el trekking: una desconexión con el mundo, y la posibilidad de entrar en uno mismo.

Muchas generaciones han disfrutado de estas dunas y sus vistas de ensueño. Es importante generar un turismo consciente, que las huellas en la arena sean lo único que quede del visitante. No es mala idea llevarse algo de basura que lamentablemente es abundante. Gente sube al punto más alto de las dunas a ver los atardeceres, pero se olvida de sus desperdicios. Otros no encuentran nada mejor que hacer fogatas. Lo que hace falta, y que mucha gente exige, es detener la construcción de edificios y diseñar un plan de manejo. Prohibir los vehículos motorizados y tener pasarelas son algunas de las ideas.

Museo de Historia y Arqueología de Concón
El Museo de Concón a primera vista parece pequeño, pero está muy bien montado y el trato es casi personalizado. Sus profesionales se sienten orgullosos de hacer investigación, algo poco común en el mundo de los museos. El arqueólogo Hernán Ávalos, después de excavar más de 20 años en los alrededores nos explica:

“Hacia fines del primer milenio, se inicia un cambio climático extremo que se extiende durante varios siglos. Esto marca una abrupta diferencia y la definición de una nueva entidad cultural posterior al año 900 d. C.

“La constante presencia de la cultura Aconcagua en los niveles de ocupación por encima de los conchales Bato, sumado a las evidencias paleoclimáticas recopiladas, nos permiten sostener que los pueblos Llolleo y Bato, claramente distinguibles, se unieron o fusionaron para formar lo que los arqueólogos llamamos cultura Aconcagua, y los historiadores, cultura Picunche. Es decir, decidieron unirse para hacer frente a estos drásticos cambios ambientales y así poder sobrevivir. Tal vez nosotros debiéramos aprender de ellos”.

En el Museo de Concón se sigue investigando y excavando a pocos metros. Porque Concón entero fue un gran asentamiento humano, todo un sistema interconectado de cementerios, conchales y sitios habitacionales, muchos de los cuales, cómo muy bien saben ellos, suelen aparecer después de fuertes lluvias, deslizamientos y socavones.

Desde 2023 el Museo de Concón celebra el día de la cultura Bato, conmemorando el 20 de octubre de 2000, cuando se descubrió el primer individuo en Concón de esta ancestral cultura.

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