Las sociedades humanas tienen una relación esencial y fundamental con los humedales. Nuestra ciudad no es la excepción, ya que el 2 de febrero de 1536 Pedro de Mendoza estableció el primer asentamiento de “Buenos Ayres” a orillas del Mar Dulce (actual Río de la Plata) que es un gran humedal.
Los humedales poseen un importante valor cultural y recreativo para muchas comunidades y suelen estar vinculados con prácticas culturales que utilizan la Naturaleza de forma sostenible, lo que permite a las sociedades prosperar a través de la contribución a las economías locales y nacionales, apoyando los medios de vida a través de la pesca, la agricultura, el turismo y actividades recreativas.
Potencian la resiliencia y mitigan los efectos del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, ya que sus servicios hacen que el ambiente sea más resiliente, adaptable al calentamiento global y contribuyen a estabilizar el clima al almacenar más carbono que cualquier otro ecosistema, así como ayudan a proteger contra las inundaciones y las sequías. Un humedal de unos 4.000 m2 absorbe hasta 5,7 millones de litros de agua de crecida. Además ayudan a controlar las enfermedades zoonóticas emergentes.
La laguna del parque, parte del Patrimonio Cultural de la Ciudad y del patrimonio natural del Museo, es un humedal artificial que nos invita a poner en práctica las consignas de protección y restauración de estos ecosistemas.
Nuestras acciones de hoy en favor de los humedales conformarán el mañana de las generaciones futuras. Proteger los humedales requiere esfuerzos coordinados a escala global, para garantizar su uso sostenible, gestionándolos racionalmente y buscando modos de atraer las inversiones necesarias para conservarlos y restaurarlos.