Empezaron a salir de Costa Rica hace más de cuatro décadas, producto del tráfico ilícito, y hoy, el país vuelve a tomar posesión de lo que le pertenece: las 196 piezas precolombinas que se encontraban en Venezuela ya están en custodia del Museo Nacional.
Los objetos –que adornaban la casa en Caracas del coleccionista Harry Mannil– tocaron suelo tico el pasado 5 de enero, después de un proceso de decomisos y litigios que tardó casi ocho años, desde el 2010.
La colección está compuesta, principalmente, por artículos en piedra y algunos en cerámica, los cuales fueron esculpidos por las primeras civilizaciones indígenas de Costa Rica.
Son piezas que datan desde el 500 d. C. hasta el 1.300 d. C. y que provienen de las tres regiones arqueológicas del país: Central-Vertiente Atlántica, Pacífico Norte-Guanacaste y Díquis.
Entre estas figuran dos esferas de piedra como las características de los sitios arqueológicos del Díquis, en la zona sur del país, declarados patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el 2014.
Se trata de exponentes de 55 y 78 centímetros de diámetro, respectivamente.
El lote de objetos arqueológicos repatriados está compuesto, además, por jarrones, vasijas y ocarinas (instrumentos musicales precolombinos) de cerámica, así como guerreros y demás figuras humanas en piedra.
Parte de los artículos más representativos de la colección son los metates, también de piedra, los cuales eran usados en distintas actividades diarias por nuestros antepasados indígenas; una de ellas, para moler granos.
Algunos de estos metates se observan incompletos, pues las cabezas de jaguar que eran parte de su estética fueron desprendidas para incrustarlas como adornos en una pared de la vivienda de los Mannil, en Caracas.
Parte de las 196 piezas repatriadas se expusieron a los medios la mañana de este miércoles, en la sede de Pavas del Museo Nacional, actividad a la que asistieron el presidente de la República, Luis Guillermo Solís; la ministra de Cultura, Sylvie Durán, y el canciller, Manuel González.
Rocío Fernández, directora del museo, catalogó la colección de “extraordinaria”, no solo por su valor estético y artístico, sino por el componente documental que vive en ella.
Por su parte, Marlin Calvo, jefa del departamento de Protección del Patrimonio Cultural de esa misma entidad, aseguró que, en muchos casos, se trata de piezas “únicas”, de las cuales hay pocas en el país.
“Hay figuras de animales, de la zona del Díquis, de las que teníamos unas dos o tres en la colección, y en esta vienen como nueve. Son objetos muy bien logrados desde el punto de vista de manufactura, los cuales nos pueden dar información muy interesante, por ejemplo, del tipo de especies de animales representaban; felinos, en su mayoría”, explicó la experta.
Según Calvo, aunque los ejemplares se encuentran en buen estado en términos generales, entre un 10% y un 15% habían sido restaurados de forma incorrecta, razón por la cual será necesario intervenirlos.
Desde sus zapatos de historiador, el presidente Solís afirmó que el lote tiene un gran simbolismo no solo como patrimonio, sino también como expresión de nacionalismo.
“No son solo piezas decomisadas lo que estamos recuperando hoy; es parte del alma nacional. Es parte de lo que somos, la esencia de nuestro riquísimo acervo prehispánico que, en este caso, representa el talento, la inteligencia, la sensibilidad y las cosmogonías de los pueblos de la que hoy es Costa Rica”, dijo el mandatario.
Asimismo, para exposiciones futuras, Solís recomendó a las autoridades del museo mostrar las piezas repatriadas como una “colección recuperada”.
“Yo quisiera sugerir, con mucho respeto, señora directora (Rocío Fernández), porque esta no es mi especialidad y puede ser que esté arriesgándome mucho, pero creo que tiene un valor adicional que cuando se expongan, se muestren como un patrimonio recuperado; que recordemos que se las robaron, que las mutilaron, que se las apropiaron ilegalmente”, exhortó el gobernante.
El presidente agregó que esa sería una forma de reflejar el esfuerzo de la comunidad internacional por combatir el “crimen organizado” que supone el tráfico ilícito de bienes culturales.
Este metate es una de las piezas únicas con las que cuenta ahora el Museo Nacional. Foto: Albert Marín.
El museo no planea exponerlas durante este año, pues ya tiene lista la programación del 2018. Lo hará a partir del 2019, en muestras temporales.
Tras haber desempacado las 96 cajas en las que venía la mercancía, lo que corresponde ahora es registrar pieza por pieza en los catálogos de esta entidad cultural.
La colección, que salió en barco de Caracas el 24 de diciembre y llegó a Moín, Limón, el 5 de enero, pasó por un proceso de descarga y desempaque que tardó dos semanas.
Por: Silvia Artavia