La curaduría, el museo y la comunidad ¿Quién decide sobre qué coleccionar?
En la dinámica de musealización convergen tres instancias:
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- la directiva experta del museo o institución patrimonial,
- la curaduría (expertos del museo o independientes) y
- la comunidad y los terceros involucrados.
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¿Pero cuál debe ser el peso de decisión de cada instancia?
¿Reformulando la Colección permanente del museo?
Las colecciones de museos hoy. ¿Qué, por qué, para qué y cómo coleccionan? ¿Objetos o costumbres? ¿Curadores o etnógrafos? (PARTE V)
Mantenemos viva nuestra expectativa para que dinámicas museísticas y de patrimonialización como las referidas, desarrolladas principalmente en Europa, sigan teniendo su expresión en nuestras regiones latinoamericanas, con su particular dimensión sociocultural y su pertinencia. Un ejemplo de ello lo tratamos en la parte final del presente trabajo.
Vimos quiénes se involucran (curadores, museólogos y comunidades) dando su opinión sobre si incorporar o no a sus colecciones determinados objetos de valor y significación sociocultural. Profundizamos también el rol de la curaduría, con su ampliado ejercicio que incorpora las metodologías etnográficas. Este enfoque resulta indispensable, pues todo objeto coleccionable y museable debe ser visto, entendido e incorporado a las colecciones patrimoniales atendiendo al contexto sociocultural del que surgió y a su sentido actual, a su presencia en el presente.
Resumiendo, en la dinámica de musealización o patrimonialización convergen tres instancias:
- la directiva experta del museo o institución patrimonial,
- la curaduría (expertos del museo o independientes) y
- la comunidad y los terceros involucrados.
Las unifica la valoración y asignación de significados con valor social y cultural de los objetos a coleccionar. Ahora bien, se mantiene la discusión sobre el peso de decisión que cada instancia pueda o no poseer. Hay varias tendencias, cada una con sus pros y contras. Demos una mirada panorámica al estado de esa discusión.
La opinión del experto
Los holandeses consideran la existencia de dos métodos y procedimientos dominantes en la valoración y significados del patrimonio cultural: el modelo holandés Deltaplan Criteria (una normativa nacional que estandariza procedimientos y buenas prácticas), fuertemente marcado por los criterios científicos del siglo XIX, y el modelo australiano Significance 2.0. Ambos se centran y dan importancia al aspecto informacional del objeto en su dimensión material, y a la preponderancia del experto. Ambos modelos buscan un método estándar para la asignación de valores culturales, generada por expertos, siendo eso el centro de toda decisión acerca de las colecciones del patrimonio cultural: la decisión final queda en manos de éstos.En el caso de los museos holandeses, su Agencia de Patrimonio Cultural desarrolla un nuevo método de valoración de los patrimonios culturales. Esta institución está considerando las consecuencias y dificultades que podría tener el involucramiento de terceros y de las comunidades, pues implica la necesidad de capacitación y soporte de quienes están involucrados directamente con estos patrimonios, y un riguroso cambio en la conceptualización de los mismos. Sin embargo, otorga preponderancia a la fuerte influencia de los expertos museísticos.
La opinión de la comunidad |
Pero quienes estructuran este tipo de acciones se han dado cuenta de que la valoración cultural de los patrimonios no puede limitarse a la opinión de expertos, pues se debe considerar el proceso social en el que ese patrimonio surgió y es recreado en su significación contemporánea, involucrando tanto al experto, a la visión etnográfica y al público. Eso implica un cambio radical en la estructura de ese método y su marco teórico.
La opinión de la comunidad: un caso latinoamericano
Hay un caso brasileño que se expresa en términos diferentes en cuanto a la valoración de sus patrimonios y quienes la llevan a cabo. El Museu da Maré, inaugurado en 2006 en Río de Janeiro, funciona en una favela, y su proceso de patrimonialización se basa en las experiencias y recuerdos de los habitantes del lugar, que son parte vital de la ciudad. La experiencia de quienes no han sido valorados por la historia oficial es la que asigna el valor a los objetos.
Dado que este museo tiene una fuerte y orgánica relación con la comunidad local, ésta se involucra directamente incluso con la documentación y archivos fotográficos de sus colecciones. La política de sus colecciones queda así marcada por esta participación comunitaria, donde el criterio del académico o curador experto no es condición indispensable. Así, los objetos de su colección, mayoritariamente donados, se valoran por las significaciones que tienen para los habitantes y para las prácticas sociales de la comunidad, con las cuales el museo se involucra simbióticamente.
Integración entre experticia y comunidad
Suele suceder que el involucramiento de una comunidad al decidir acerca de la valoración de patrimonios, pasa por alto el necesario estudio socio-antropológico y etnográfico (en la entrega III reflexionamos sobre la importancia del curador como etnógrafo). Ya vimos que este estudio es indispensable para entender no solo el entorno en el cual el objeto surgió, sino la valoración del mismo en la contemporaneidad. Sin embargo, esto no niega la apertura y aceptación de la comunidad en este asunto; tal es el caso del Humboldt Forum en Berlín, Alemania. Sus colecciones incorporan manifestaciones culturales de África, Asia, América y Oceanía.
Resulta interesante el criterio abierto e inclusivo de este museo (que recuerda las prácticas de más pequeña escala del Museu da Maré brasileño). Sus principios básicos atienden lo que denominan el continuo y simultáneo cambio de las narraciones y diálogos sobre los objetos valorados y coleccionados. Esa interacción se mueve entre las regiones de origen del objeto coleccionado, sus épocas de surgimiento y sus temas representados o simbolizados.
En el Humboldt Forum se da importancia al rol y a las visiones, opiniones y participación de los indígenas contemporáneos, así como a los de las comunidades de origen (o comunidades fuente). En las colecciones del Humboldt Forum conviven, incluso contradictoriamente, y hacen una gran diferencia con los museos e instituciones patrimoniales de corte tradicional.
La comunidad cercana al museo
Criterios como los señalados arriba encuentran similitud con otro desarrollado también en Holanda. Tal es el caso del Proyecto de tiendas de la vecindad (The Neighbourhood shop project) del Museo de Amsterdam, desarrollado entre marzo y agosto de 2011. El mismo fue un experimento a gran escala que relacionó al museo con su vecindad inmediata, especialmente la conformada por la población trabajadora inmigrante.
Este proyecto examinaba el diario vivir en los aspectos socioeconómicos de sus tenderos y comerciantes, quienes generalmente no visitan el museo. Se buscó integrar, a manera de patrimonio intangible, las vivencias de estas personas en sus comercios y comunidades. El logro consistió en aprender de la experiencia de estos comerciantes como una manera de enriquecer las colecciones del museo y la consideración de la relevancia que tenía el mismo para la ciudad, y viceversa. Nótese que el museo mismo deviene en objeto de valoración cultural y etnográfica.
Coleccionar el presente, para el futuro.
La curadora alemana Elisabeth Tietmeyer (a quien referíamos en la entrega III de la presente serie) aborda nuevamente esto con su lineamiento de “Coleccionar el presente” en términos de la incorporación, etnográficamente hablando, del diario vivir de las culturas y su arte popular a las colecciones museísticas del Museo de las Culturas Europeas de Berlín.
Tietmeyer considera de vital importancia el contacto cultural dentro de su propia sociedad alemana, atendiendo su diversidad y el respeto por la gente de culturas diferentes. Por ello, la cooperación directa de los protagonistas de estos intercambios es vital, junto con la inclusividad implícita, todo como parte esencial de los lineamientos de su colección permanente. Es la opinión y cooperación de los expertos y de la comunidad.
En la integración de la comunidad extranjera inmigrante a la vida alemana, se otorga gran importancia al aspecto de la comida, entre otros asuntos. Resulta interesante y simpática la valoración que se da a la aceptada presencia, por parte de los alemanes, de manifestaciones culinarias extranjeras. Un ejemplo de ello es el sándwich (de cordero o cerdo) de origen turco llamado kebab, tan presente hoy como comida rápida en la población alemana. Vale decir que este sándwich está presente en casi todo el mundo, incluyendo su fuerte aceptación en los países latinoamericanos.
Así, el museo se abre a la expectativa sobre la positiva reacción del inmigrante extranjero que visita al museo y ve expuestos en las vitrinas aquellos objetos de su diario vivir. Esto abre incluso la interrogante sobre los límites de la participación colectiva, y su lugar en el proceso de valoración de significados de objetos a coleccionar.
El criterio y campo de investigación de estas prácticas de valoración del patrimonio y su musealización, es “coleccionar el presente” en su perspectiva histórica y como objetivo de las colecciones de los museos hoy. Este concepto desarrollado por Tietmeyer, surgido desde los años 70 pasados en el Museo Nordiska Samdok de Suecia, plantea sus propias interrogantes relacionadas, como la de qué tipo de documentación debe incluir este estudio del presente.
De lo anterior se desprende la conciencia de su preservación para las generaciones futuras, lo que evidencia también un fuerte carácter de sostenibilidad o sustentabilidad, término no ceñido exclusivamente a la esfera biológica y ecológica, pues en el enfoque patrimonial amplio puede abarcar lo cultural y lo natural. Este concepto está fuertemente relacionado con las actuales prácticas integradoras entre museo y comunidad, sea con la preponderancia de la opinión experta de la curaduría o no. Sin embargo, las experiencias que referimos arriba (salvo la brasileña) mantienen una fuerte guía y dirección preponderante por parte de la curaduría experta, aunque desarrollando un rol integrador de las voces y objetos culturales en su proceso de patrimonialización.
Una expresión de adelanto integrador entre el ejercicio del museo y la comunidad se desarrolla adicionalmente en nuestras tierras latinoamericanas.
La reflexión latinoamericana. Comunidad y museo sostenible
Georgina DeCarli, antropóloga especialista en patrimonio cultural y Directora del Instituto Latinoamericano de Museos ILAM, de Costa Rica, ha desarrollado en profundidad el concepto de Museo Sostenible. Dice DeCarli en su libro Un museo Sostenible que
Un Museo Sostenible es toda institución que realiza actividades de investigación, preservación, comunicación y reactivación del patrimonio a través de una moderna gestión museológica adecuada a los requerimientos de su entorno; y que con el fin de generar un desarrollo local sostenible y beneficios para el museo, lleva a cabo conjuntamente con miembros de las comunidades, proyectos y actividades de preservación activa ejerciendo un usufructo responsable de los recursos patrimoniales. (2006, 15).
La concepción y definición de Museo Sostenible integra diversos niveles de acción museística, enfocada hacia la comunidad, a partir de firmes recursos teóricos como los de la Nueva Museología. Esta propuesta de sostenibilidad también considera de primordial importancia a la comunidad, y propone más amplios criterios de integración de sus componentes: museo, comunidad, entorno natural y cultural. De aquí la importancia de la capacitación de la comunidad a los efectos de un ejercicio de gestión evolucionado, y el consiguiente mejor aprovechamiento de esos patrimonios.
DeCarli parte de que en Latinoamérica las comunidades no han estado posibilitadas de generar beneficios propios por medio de la utilización e integración de sus patrimonios naturales y culturales; sus carencias educativas y socio-culturales han sido un factor limitante para la bien entendida apropiación responsable y sostenible de aquellas. De allí que el Museo Sostenible se apoye en el ejercicio de recursos educativos y didácticos para la concientización, capacitación, investigación y organización comunitaria a los efectos del ejercicio responsable de sus procesos de patrimonialización. En esto muestra grandes diferencias con las acciones de integración comunitaria de los referidos ejemplos museísticos de Europa.
La razón principal de que los museos sean las organizaciones idóneas para esta conciencia patrimonial radica, según DeCarli- en que “los museos reconocen que su responsabilidad prioritaria es la preservación del patrimonio integral y que esto sólo es posible involucrando a los miembros de la comunidad en acciones de preservación conjunta; acompañándolos en un proceso de apropiación y capacitación que les posibilite ejercer un uso responsable de sus recursos patrimoniales para lograr un desarrollo local y sostenible”. (DeCarli: 2006, 11).
El Museo Sostenible se apoya fuertemente en los postulados de la Nueva Museología, cuyos desarrollos y criterios en evolución plantean un perfil eco-museístico, entendido como el desarrollo integral hombre-naturaleza-patrimonio cultural. En tal sentido, el concepto que maneja del término Comunidad se expresa ampliadamente: como grupos sociales que comparten valores, intereses y actividades integradas: sentimientos, actitudes, intereses colectivos, espacios permanentes de contacto y unidades físico-económicas de producción específica.
Entonces, en una propuesta teórico-práctica que no necesariamente se contrapone con las experiencias referidas en los casos holandeses, australianos, alemanes y brasileño, el nuevo perfil que implica el Museo Sostenible define que el objeto a coleccionar tiene un significado y simbolización que le da el hombre al confrontarse con su realidad natural y cultural.
Esa visión asume al museo como una región, a su colección como patrimonio regional contextualizado, y a su público como una comunidad participativa de alta conciencia patrimonial, activa en involucrada con su uso, aprovechamiento y difusión, integrada en su ámbito y contexto original natural y cultural. Su temática es la integración, y su gestión es la participación y responsabilidad compartida, puente comunicador y compromiso con la comunidad interrelacionada con su medio ambiente natural, su historia y herencia cultural. (cfr. DeCarli, 20-23). DeCarli aporta una clara definición de patrimonio integral, clave para el ejercicio del Museo Sostenible: “entendemos por patrimonio integral (…) el conjunto de bienes culturales y naturales, tangibles e intangibles, generados localmente y que una generación hereda / transmite a la siguiente con el propósito de preservar, continuar y acrecentar dicha herencia.” (cit., 57).
Todo lo anterior implica
que el museo debe involucrar a la comunidad en forma participativa en la preservación, investigación y comunicación de su propio patrimonio. Es aquí donde se encuentra el punto de desacuerdo más crítico con la museología tradicional, pues para poder trabajar con el patrimonio integral y la comunidad, el museo debe realizar grandes cambios en sus funciones y en la concepción de su misión. Podemos comprender entonces, que la fuente de controversia entre la museología tradicional y la Nueva Museología, radica en la concepción sobre la misión del museo en su sociedad y en la coparticipación de la comunidad en el museo. (cit., 25-26).
Algunas correspondencias entre Europa y Latinoamérica
Lo que hemos referido nos hace ver que, tanto en las referidas iniciativas europeas como en las latinoamericanas, más la que propone y desarrolla DeCarli, existe un denominador común: la incorporación de las comunidades en la gestión museística patrimonial. Pero, sus variantes radican en el grado de decisión de las comunidades en relación con las de la curaduría experta, y en la presencia de las primeras en todos los pasos de la gestión museística integral. En las iniciativas europeas este último detalle parece estar ausente, mientras que en las referidas latinoamericanas, la brasileña y la desarrollada por DeCarli, es parte integral. En los ejemplos latinoamericanos, la figura del cultor popular está muy presente en la gestión del museo, pero no hay evidencias de que esté presente (al menos su equivalente) en los referidos ejemplos holandeses y alemanes.
Entonces, nos interrogamos
Ahora, cabría la pregunta: ¿Cuánto de museo comunitario tienen los museos europeos referidos?, o ¿Cuánta integración natural-cultural hay en estos ejemplos europeos? Entendemos que la propuesta de DeCarli se asienta en las circunstancias específicas latinoamericanas, en gran medida diferentes a las europeas, obviamente. En todo caso, DeCarli reconoce las dificultades en el proceso de desarrollo de su propuesta, y la implícita redimensión de la función social del museo, con una visión optimista de su logro, aun a largo plazo, para lo cual propone un cuerpo de claras y bien estructuradas estrategias tendentes a ello.
Entonces, ¿hay algún punto medio o ideal para una equilibrada participación de las comunidades populares, junto con la opinión experta de la curaduría, en las gestiones del museo? ¿Necesitan las comunidades gestoras del museo sostenible el respaldo de la opinión experta, que las canalice y estructure en un cuerpo de acción museológica de nuevos y adelantados términos?
Referencias bibliográficas
COMCOL International Committee for Collecting. (2011). COMCOL NEWSLETTER. N° 16 December 2011. http://www.comcol-icom.org. Estocolmo, Dublin, Sidney.
DECARLI, Georgina. (2006). Un museo sostenible Museo y comunidad en la preservación activa de su patrimonio. Universidad Nacional de Costa Rica, UNESCO, Fundación ILAM. San José
*Fernando Almarza Rísquez
fernando@ilam.org