Un equipo de expertos localizó vestigios del navío hundido en 1852 en aguas brasileñas. La exploración busca recuperar fragmentos de su historia y dar visibilidad a la memoria de los esclavizados, informa The New Yorker
Por siglos, el océano Atlántico fue testigo y cómplice del comercio transatlántico de esclavos, una de las tragedias humanas más devastadoras de la historia.
Millones de africanos fueron capturados, transportados en condiciones inhumanas y vendidos en América. Sin embargo, hasta hace pocos años, la arqueología marítima no había logrado identificar ningún barco hundido durante la travesía conocida como el Medio Pasaje.
Hoy -como cuenta un artículo de la prestigiosa The New Yorker- un grupo de arqueólogos trabaja en la recuperación de estos naufragios para reconstruir su historia y devolver a las comunidades afrodescendientes parte de su memoria.
La exploración del Camargo
Uno de los hallazgos más recientes es el del Camargo, un barco esclavista de dos mástiles que se hundió en 1852 en Angra dos Reis, Brasil. Un equipo de arqueólogos ha localizado el pecio, sumergido en el lodo marino, donde aún se pueden encontrar restos de madera calcinada.
Las condiciones de la exploración son extremas: el agua es turbia y la visibilidad, casi nula, lo que obliga a los arqueólogos a trabajar guiándose por el tacto en lo que denominan “arqueología en braille”.
Además, cuentan con recursos limitados y han recurrido incluso al préstamo de tecnología de embarcaciones privadas para mejorar sus herramientas de búsqueda.
El auge de la arqueología de barcos esclavistas
Hasta hace menos de una década, no se conocía la ubicación de ningún barco hundido durante la travesía forzada de esclavos. Sin embargo, desde 2015, varias embarcaciones han sido identificadas:
- São José, un barco portugués que se hundió frente a Sudáfrica con 200 africanos a bordo.
- Clotilda, el último barco esclavista que llegó a Estados Unidos, hallado en 2018 en el río Mobile, Alabama.
- L’Aurore, una nave francesa que naufragó frente a Mozambique tras un motín de esclavizados.
- Sénégal, un barco británico destruido en 1781 en aguas de Dakar.
Estos descubrimientos han sido posibles gracias al Proyecto de Naufragios de Esclavistas (Slave Wrecks Project, SWP), una iniciativa liderada por el Smithsonian en colaboración con museos y universidades de distintos países.
Su objetivo no es solo la exploración científica, sino también la reparación histórica y la formación de arqueólogos afrodescendientes.
El Camargo y la historia de su capitán
El Camargo tiene una historia particular dentro del tráfico de esclavos. Fue el último barco esclavista en llegar a Brasil tras la prohibición de la trata en 1850. Su capitán, Nathaniel Gordon, un estadounidense de Portland, Maine, logró desembarcar su cargamento humano en Brasil y luego incendió el barco para borrar la evidencia.
Gordon realizó varias travesías hasta que fue capturado por la marina de Estados Unidos en 1860. Aunque el comercio de esclavos estaba prohibido desde hacía décadas, la ley rara vez se aplicaba.
Sin embargo, en un contexto de Guerra Civil y presiones abolicionistas, el gobierno de Abraham Lincoln decidió hacer de Gordon un ejemplo. En 1862, fue ejecutado, convirtiéndose en el único estadounidense condenado a muerte por tráfico de esclavos.
El quilombo de Santa Rita (y una aclaración necesaria)
El hallazgo del Camargo ha sido particularmente significativo para la comunidad del Quilombo Santa Rita do Bracuí, un asentamiento de descendientes de esclavizados cerca del lugar donde el barco desembarcó su carga humana.
La tradición oral del quilombo sostiene que muchos de sus antepasados llegaron a Brasil en el Camargo.
(Y aquí se impone una aclaración, especialmente necesaria para lectores argentinos: si bien en Argentina el término “quilombo” es considerado una mala palabra, sinónimo de “desorden”, originalmente el término denomina a los centros de resistencia de los esclavos afrobrasileños).
Los quilombos han convertido el descubrimiento en un símbolo de lucha por el reconocimiento y la reparación histórica. Buscan que el Estado brasileño les otorgue títulos de propiedad sobre las tierras que habitan, un derecho garantizado por la Constitución pero pocas veces cumplido. Además, esperan que la excavación del Camargo impulse el turismo histórico y la formación de jóvenes en arqueología submarina.
El caso de la Clotilda y la reconstrucción de la memoria en EE.UU.
La historia del Camargo tiene un paralelo en Estados Unidos con la Clotilda, el último barco esclavista que llegó a Alabama en 1860. Tras desembarcar a sus cautivos, el capitán incendió el barco para ocultar su crimen.
Más de un siglo después, los descendientes de aquellos esclavizados fundaron Africatown, una comunidad que aún conserva su identidad africana.
El hallazgo del pecio en 2018 generó un renovado interés en la historia de Africatown, atrayendo inversionistas y turistas. Sin embargo, también abrió un debate: ¿el barco debe ser exhibido o permanecer bajo el agua para su conservación?
Mientras algunos creen que el pecio debe convertirse en un museo flotante, otros argumentan que el dinero debería destinarse a mejorar las condiciones de vida de los descendientes de los esclavizados.
¿Cómo conmemorar estos naufragios?
Los naufragios de barcos esclavistas no solo son vestigios arqueológicos, sino testigos de la historia de la diáspora africana. Sin embargo, su conmemoración sigue siendo objeto de debate.
En Brasil, el hallazgo del Camargo ha inspirado la idea de construir un memorial flotante. En Mozambique, la excavación de L’Aurore ha llevado a la identificación de antiguos barracones de esclavos en islas cercanas.
En Benín, el gobierno ha impulsado la construcción de un museo sobre la trata que incluirá una réplica de un barco negrero con figuras de esclavizados en su interior, una iniciativa que algunos críticos consideran demasiado cercana al espectáculo.
Para muchas comunidades afrodescendientes, la verdadera reparación no está en los museos ni en los monumentos, sino en la restitución de tierras, el acceso a educación y el reconocimiento de los traumas heredados de la esclavitud.
El agua como tumba y como resistencia
En la cosmovisión de muchas culturas africanas, el océano es una frontera entre el mundo de los vivos y el de los ancestros. En la tradición de algunas religiones afroamericanas, las almas de los esclavizados ahogados en la travesía siguen habitando las aguas.
En el sitio del Camargo, un sacerdote de candomblé realizó un ritual en honor a los muertos, depositando una pequeña urna en el fondo marino como símbolo de su entierro simbólico.
Para muchos, estos gestos son tan importantes como los hallazgos arqueológicos, porque reconocen la humanidad de aquellos que fueron reducidos a mercancía.