Edward Herbert Thompson murió el 11 de mayo de 1935. Llegó a Mérida en 1855 y tras 30 años logró enviar a Estados Unidos 30 mil piezas arqueológicas. Aquí te contamos los detalles.
El 11 de mayo murió el arqueólogo estadounidense Edward Herbert Thompson. Su pasión fueron los mayas y en sus vestigios invirtió 40 años de su vida.
Si estás leyendo esta nota es porque te importa el patrimonio y sabes de la importancia que tiene a nivel cultural y como parte de la identidad que permea a los pueblos.
Lamentablemente, era una época en la que la identidad mexicana estaba en formación —finales del siglo XIX— por lo que la protección de las piezas arqueológicas no tenía una regulación.
Recordemos que el Instituto Nacional de Antropología e Historia nació en los albores del siglo XX.
En este contexto, quizá sea posible entender que un estadounidense haya podido comprar un terreno que incluía el Cenote Sagrado de Chichén Itzá por solo 300 pesos.
Luego, que haya construido una draga para sacar los tesoros que se arrojaban con fines rituales al fondo de dichas aguas.
Con este artefacto sacó durante 30 años, lo que se estima serían 30 mil piezas arqueológicas mayas, mismas que envío (regaladas o vendidas) a los Estados Unidos.
Muchas de estas piezas forman parte de acervos de estos museos en Estados Unidos, otras de colecciones particulares y, algunas, fueron repatriadas gracias a las gestiones del INAH.
Sin embargo, esta historia tiene varias voces: una de ellas, quizá una de las más críticas, es la del historiador Pedro Castro Martínez quien publicó El fabuloso saqueo del cenote sagrado (2016, Tirant Humanidades/UAM Iztapalapa). En su obra realiza una fuerte crítica al estado mexicano en la tarea de repatriar las piezas y cuenta con detalle las acciones que el diplomático estadounidense realizó durante los 30 años de estadía en Yucatán.
En un tono más mesurado, tenemos el documental narrado por el escritor Juan Villoro producido por el UNAH y Canal 22 el cual da cuenta de cómo varias de las piezas fueron rescatadas. En todo caso, ambas voces resultan valiosas para tomar conciencia sobre la importancia de respetar las piezas arqueológicas cuando estamos de visita en los lugares. Y esto es igualmente importante para las conchas de mar o las piedras que, a veces, nos atraen tanto y queremos llevarnos a casa.
Thompson y su pasión por la arqueología
En 1893 el Thompson adquirió la hacienda Chichén Itzá, que está a un lado de la zona arqueológica. Ese mismo año y durante 30 más Edward dragó el Cenote Sagrado de Chichén Itzá.Se estima que en total el diplomático estadounidense saqueó 30 mil piezas de la cultura maya.
El rescate del trono jaguar rojo
De acuerdo con el arqueólogo Rafael Cobos, la fascinante pieza maya ya estaba lista para ser embarcada y sacada del país, cuando Teoberto Maler, arqueólogo austriaco que vivía en Yucatán, dio la alerta a las autoridades mexicanas quienes impidieron que Thompson robara el trono rojo.
Maler fue uno de los principales críticos del saqueo de Thompson, a tal grado que se dedicó a denunciarlo en medios de comunicación y ante las autoridades de México.
Afortunadamente varias de las piezas robadas por Thompson ya fueron repatriadas.