No es posible imaginar el centro histórico cartagenero sin una oferta institucional que, más allá del turismo, crea tejido social.
Si algo permite que el centro histórico de Cartagena sea un activo colectivo, es decir un verdadero patrimonio, son los usos institucionales y sus puertas abiertas. Todos aquellas instituciones públicas y privadas que ofrecen actividades culturales, académicas, artísticas, de reflexión, de recreación o de formación para los cartageneros y el resto de los habitantes, facilitan el encuentro y la consolidación de una comunidad. Estas instituciones son el sostén de la sociedad, buscan mejorarla y posibilitan que sea más equilibrada e incluyente, a la vez que favorecen la integración de los locales con los visitantes.
Todas y cada una de estas instituciones que permanecen en el centro histórico merecen que les rindamos un reconocimiento: los claustros de la Universidad de Cartagena; de Bellas Artes; de la Cooperación Española; el Santuario de San Pedro Claver; las universidades y colegios; la Escuela Taller; las tres sedes del Banco de la República; los museos; la alcaldía, así como el resto de las entidades que aún desarrollan actividades en el sector amurallado para y por los cartageneros.
Permanecer en el centro histórico de Cartagena no es nada fácil, implica sufragar los altos costos de mantenimiento y gestionar las dificultades burocráticas para llevarlo a cabo. Por ejemplo: de los nueve conventos coloniales, tres son hoteles; tres sedes universitarias; uno es centro cultural y dos aún son sedes de las comunidades religiosas que los fundaron. Esta cifra positiva siempre está en riesgo por la presión inmobiliaria y turística, pues son frecuentes las propuestas para convertir en hotel los claustros y grandes inmuebles que aún no lo son.
En cuanto a edificios del gobierno local es claro el papel del Palacio de la Aduana como alcaldía, sin embargo, el Palacio de la Proclamación, uno de los edificios más emblemáticos, no ha posicionado su nuevo uso luego de la restauración. Dos importantes inmuebles como lo son la Asamblea departamental y la antigua Casa del Consulado permanecen en preocupante estado de deterioro, sin mencionar grandes inmuebles de uso privado que están en la misma situación como la Obra Pía, por ejemplo.
Para el caso de Cartagena se ha estudiado el proceso de la gentrificación y de la pérdida del tejido social referido a la permanencia o no de los residentes, los 700 que aún resisten son una minoría. En menor escala se ha discutido el vaciamiento de las actividades tradicionales como la educación básica, la salud y el comercio local, que fue promovido por el apogeo de la conservación y que garantizaban la permanencia de un vínculo entre la ciudad y su centro histórico. En cuanto al espacio público, que ya no es tan público, a excepción de las murallas, quedan pocos para la sociabilidad, para compartir y crear comunidad, pues en su mayoría son escenarios para la oferta turística.
Mantengamos presente el valor que aportan los inmuebles institucionales y detrás de ellos el personal dedicado a construir ciudad. ¿Qué sería del centro histórico de Cartagena sin estos inmuebles institucionales? ¿Qué podemos hacer para que no se vayan?
Los cartageneros estamos preocupados, las alarmas están prendidas. Pronto se vence el comodato del Centro de Formación de la Cooperación Española y sería una gran pérdida si no se lograra renovar. Valoremos esta institución antes de que sea tarde y nos toque lamentarnos como nos pasó con el traslado de la Cámara de Comercio. Aprendamos de un caso reciente: el Baluarte Santo Domingo. La ciudadanía activa en las redes sociales “se paró firme” para rechazar que este se privatizara de nuevo y hoy es una propuesta social novedosa sin cadenas ni barreras para el acceso público.
Mantengamos presente el valor que aportan los inmuebles institucionales y detrás de ellos el personal dedicado a construir ciudad. ¿Qué sería del centro histórico de Cartagena sin estos inmuebles institucionales? ¿Qué podemos hacer para que no se vayan? ¿Cómo todos los estamentos de la sociedad podemos aportar para mantenerlos? Sin ellos tendríamos finalmente el cascarón vacío, la escenografía, “el parque temático”, perderíamos definitivamente el vínculo que nos permite la relación con nuestro patrimonio. Muchos deseamos un centro histórico con algo de equilibrio social, con espacios para la cultura, la reflexión, y la construcción de una mejor sociedad con un patrimonio verdaderamente colectivo.
Isabela Restrepo
Investigadora y consultora. Vecina del centro histórico.
Rodrigo Arteaga Ruiz
Vecino del centro histórico. Profesor Asociado II de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional del Caribe.