Investigadores reaccionan contra “machetazo” presupuestal al INAH

Entregan al presidente de México una carta con 6,152 firmas de apoyo de destacados académicos nacionales y del extranjero.

Ante el recorte presupuestal de 75% decretado por el presidente de México para toda la administración pública federal, más de 6,000 investigadores y académicos de instituciones de prestigios nacionales e internacionales expresaron su solidaridad con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que con la disminución de esa cifra quedaría prácticamente paralizado y en franca agonía, manifiestan algunos entrevistados que accedieron a conversar con El Economista.

Entre los 6,152 firmantes que alcanzó una carta dirigida al presidente Andrés Manuel López Obrador; con copia al secretario de Hacienda, Arturo Herrera; a la secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro; y al director general del INAH, Diego Prieto, entregada este lunes 8 de junio -de manera presencial en Palacio Nacional y por correo electrónico en el INAH y Cultura-  figuran personas como los arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma, Nelly Robles, Leonardo López Luján; los historiadores Antonio García de León, Clementina Battcock; el antropólogo Bolfy Cottom, la restauradora Ximena Rojas, entre otros, donde “humildemente pero de manera contundente, le pedimos al presidente que nos escuche y que revierta este recorte presupuestario, que obstaculiza las actividades fundamentales del INAH y vulnera los derechos  laborales de muchos de nuestros compañeros”, dice Clementina Battcock, investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.

A esta demanda se sumaron investigadores de otras instituciones académicas públicas y privadas, como la UNAM, El Colegio de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, El Centro de Investigación y Docencia Académica, El Instituto Mora, la Universidad Veracruzana, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Iberoamericana, la Universidad Autónoma de Campeche, la Universidad Autónoma de Zacatecas, la Universidad de Guanajuato, entre otras.

Y desde Europa, Asia, América del Sur y Estados Unidos, llegó el respaldo de investigadores de las universidades de Harvard, Berkeley, Princeton, Georgetown, Columbia NY, el King College de Londres, El Colegio de Francia, París I-Pantheón-Sorbonne, la Sapienza de Roma, Leiden de Países Bajos, la Autónoma de Barcelona, la Complutense de Madrid, la London School of Economics and Political Science, la Real Academia de Historia de Madrid, de la Universidad Nacional de Buenos Aires, la Universidad de Colombia, el Museo Nacional de Etnografía de Osaka, el Museo de Arqueología y Etnología de Sao Paulo, de donde reunieron más de 400 firmas de apoyo, confirmó Battcock.

Alcance del recorte

“El año 2020 pintaba mejor que el 2019. Estábamos en la ruta del despegue institucional”, dijo el antropólogo Diego Prieto Hernández en un video difundido el pasado 26 de mayo.

En el mensaje, el director general comunica a la comunidad del INAH que el recorte presupuestal rondará en 750 millones de pesos, de los 3,918 que le fueron asignados en el PEF 2020. Aunado a ello, el INAH esperaba tener de regreso por lo menos 800 millones de pesos, producto de sus ingresos autogenerados, pero según su cálculo, Hacienda le dará menos de 500 millones, y eso, está por verse.

“Con estas medidas, el presupuesto del INAH quedó para 2020 en 3,171 millones de pesos”, confirmó el director, menos 1,500 millones ya ejercidos en el primer tramo del año.

El antropólogo aclaró que atendiendo al decreto presidencial no se despedirá a ningún trabajador, incluyendo a los contratados por Capítulo 3000, pero no se contratará más personal.

Es bien sabido que en el INAH,  la mayor parte de los trabajos de excavación, restauración, investigación, museografía, peritaje urbano, salvamento arqueológico y hasta la custodia de museos y sitios arqueológicos se paga mediante la contratación “eventual”, es decir por Capítulo 3000, y aquí  las comillas se hacen indispensables, porque algunos de esos trabajadores “eventuales” tienen más de 30 años de antigüedad en el instituto, pero sin las prestaciones laborales correspondientes a un trabajo de planta o de base, como lo denunció en 2019, megáfono en mano frente al Palacio Nacional, el doctor Leonardo López Luján, responsable del Proyecto Templo Mayor, cuando las máximas autoridades culturales de este país celebraban los 80 años de la fundación del INAH con un gigantesco pastel y sonrisas muy amplias. 

Algunos de esos trabajadores del Capítulo 3000 no han cobrado desde diciembre de 2019, y apenas hace quince días en algunos centros de trabajo se les convocó para iniciar los trámites de regularización sus contratos, porque estaban trabajando sin contrato, confío una fuente al interior del instituto.

El INAH en “INAHnición”

Nelly Robles, doctora en Arqueología y maestra en Restauración de Monumentos, quien fue presidenta del Consejo de Arqueología del INAH del 2009 al 2012, y Premio a la Excelencia en el Manejo de Recursos Culturales que le otorgó la Society for American Archaeology de Estados Unidos en 2011, dice en entrevista: “A un año del 80 aniversario de la institución, se nos está anunciando una reducción de 75% del presupuesto y la desaparición de los fideicomisos, lo que significa una “tácita cancelación de la institución que conocemos y hemos ayudado a forjar”

“Sin un presupuesto decoroso a la altura de la responsabilidad del INAH, quedarán en el desamparo las tareas de investigar, conservar y difundir nuestro patrimonio arqueológico e histórico”.

Añade, además, que la escasez de recursos pone en riesgo el cumplimiento de los compromisos que México ha asumido en las convenciones internacionales en materia de salvaguardia de los 29, y en los sitios que son patrimonio mundial, “que simplemente no se alcanzarán a mantener e investiga”, y los acuerdos que se refieren a patrimonio cultural subacuático, patrimonio cultural inmaterial y tráfico ilícito de bienes culturales.

Nelly Robles glosa que “históricamente y sin tener presupuestos grandiosos, el INAH es una institución que ha asegurado la salvaguardia del patrimonio cultural de los mexicanos, mediante la investigación, la restauración, el salvamento, la formación de profesionales especializados en patrimonio cultural y antropología, a través de tres escuelas de educación superior (la ENAH, EANM Chihuahua y la ENCRyM), y que ha sido un referente en el mundo.

Por su parte, el doctor en Arqueología Leonardo López Luján, director del Proyecto Arqueológico Templo Mayor y miembro de El Colegio Nacional, coincide con Nelly Robles y expresa: Es dramático que se experimente en este país lo que ya se conoce como “INAHnición” cuando somos el sexto lugar del mundo en sitios inscritos en la lista de Patrimonio de la Humanidad”.

“A partir de las recientes disposiciones de la Presidencia y las secretarías de la Función Pública y Hacienda, nuestro director general nos transmitió a historiadores, antropólogos sociales, lingüistas, etnólogos, antropólogos físicos, arqueólogos, conservadores, museógrafos y arquitectos la instrucción de detener casi todas nuestras actividades habituales”, dice

“Nos pidió recalendarizar para una fecha incierta trabajos de campo, participación y organización de congresos, publicaciones, exposiciones, presentaciones de libros y estancias internacionales, es decir, todas las tareas que son la esencia misma de nuestro quehacer como científicos y servidores públicos”, detalla a este diario.

López Luján, señala que prácticamente los confinan a mantenerse “hasta nuevo aviso” en “modo de hibernación”, y “limitarnos al trabajo de escritorio, las conferencias por zoom y lo que no implique gasto de insumos ni servicios, ya que se han suspendido viáticos y nuevas contrataciones de personal”.

“Imagínate lo que eso implica para una plantilla de 800 investigadores, 160 restauradores y cientos de eventuales a cargo de la investigación, la conservación y la difusión de nuestro patrimonio tangible e intangible. Igualmente, alarmantes son los recortes del 75% a los más de 120 museos y las 194 zonas arqueológicas abiertas al público, lo que pone en jaque el mantenimiento, la conservación y la seguridad de sus instalaciones y bienes muebles e inmuebles”, remató López Luján, a quien en 2015 la Academia China de Ciencias Sociales le otorgó el Shanghai Archaeology Forum Award por dirigir uno de los diez mejores proyectos de investigación arqueológica a nivel mundial.

Precarización del patrimonio

Por su parte, la restauradora Ximena Rojas compartió: “Los restauradores tenemos a nuestro cargo, proyectos de atención técnica y legal, conservación en museos, conservación de material arqueológico (in situ y en taller). También somos responsables de proyectos enfocados a registro de bienes muebles, difusión, investigación especializada, restauración de bienes siniestrados, proyectos enfocados al trabajo en comunidades y de formación académica, así como atención al tráfico ilícito. Asimismo, su escuela de restauración (ENCRyM), la más antigua en el país y cuyo renombre es internacional, no podrá ejecutar proyectos en campo”.

Los restauradores que trabajan al interior de la república son quienes en su mayoría laboran bajo las circunstancias más adversas, pues muchos no reciben recursos para desarrollar proyectos y sus fondos se limitan al gasto básico corriente con el que cuentan los Centros INAH de los estados o proyectos con cantidades mínimas (de entre 1,000.00 y hasta $4,000 pesos). Por tal motivo, los recortes que el gobierno federal está implementando aniquilarían gran parte de las actividades de conservación y los bienes culturales sufrirían un deterioro irrecuperable.

En Facebook, Miguel Ángel Echegaray Zúñiga, historiador del arte y exsecretario técnico del INAH, escribió: no se trata de subsidios ni complacencias presupuestales; se trata, en el mejor sentido del término de ‘inversión’; solo eso, ni explotación, ni lucro ni rentabilidades superlativas. El retorno de la inversión en patrimonio es en gran medida autosustentable, no entenderlo es precarizar dicho patrimonio, dejarlo a merced de la incuria, el robo y la indiferencia. Sin restauración, investigación y reivindicación histórica es dejar de llamarlo patrimonio”.

Finalmente, dice Clementina Battcock, dice que se trata de un llamado respetuoso, y no solo en favor del INAH, sino de todas las instituciones en México que se dedican a la academia, a la ciencia y a la cultura.

“Estamos consciente de que vivimos un momento de emergencia, nosotros mismos estamos padeciendo también la crisis del Covid-19, y estamos resistiendo, haciendo nuestro mayor esfuerzo, trabajando en las condiciones precarias en las que ya estábamos antes de la pandemia, y que se recrudecieron aún más, y podemos entender eso y ser solidarios en este momento, pero la resultante de un recorte de esa naturaleza (75%) letal para la institución y muy difícil para muchos compañeros”.

Antes que el INAH fueron otros institutos, afectados también por el recorte presupuestal, quienes se manifestaron: El CIDE, el Instituto Mora, los centros de investigación Conacyt, y Hacienda dio marcha atrás.

La carta de los investigadores al presidente de México en defensa del INAH concluye: “Tomando en cuenta que su gobierno a través de la SHCP ha exentado de la aplicación del recorte presupuestal a otras instituciones de docencia e investigación de reconocido prestigio, entre las cuales también debiera estar el INAH, le solicitamos atender el caso de nuestro Instituto, bajo los mismos criterios aplicados a otros centros académicos públicos, con el fin de revertir el recorte presupuestario que obstaculiza el cumplimiento de las funciones esenciales del INAH y que vulnera la situación laboral de sus trabajadores”.

 

Por: J. Francisco De Anda Corral

Tomado de: https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Investigadores-reaccionan-contra-machetazo-presupuestal-al-INAH-20200608-0084.html

 

 

 

   

Zoos humanos, racismo disfrazado de ciencia para las masas

El emperador de Brasil, Pedro II, inauguró un sábado de julio de 1882 una exposición antropológica en el Museo Nacional de Río de Janeiro en la que fueron exhibidos siete indígenas traídos para la ocasión que inmediatamente se convirtieron en la sensación del evento.

Llegaba a América, con boato y la bendición de un rey ilustrado, la moda de los zoos humanos. Unos espectáculos alumbrados por la colonización que fueron muy populares en la Europa del XIX. Servían un doble propósito: saciar la curiosidad del público y ser objeto de investigaciones que dieron sustento teórico al racismo científico, la creencia de que los blancos eran superiores al resto de los humanos.

Un siglo antes de que España descubriera que el Museo de Banyoles exponía a un africano disecado en una vitrina, las capitales europeas celebraron grandes exhibiciones de personas vivas presentadas como exóticos salvajes. Una de las principales atracciones de la Exposición Universal de París en 1889 fue su Village Nègre, que reunió a unos 400 nativos trasladados desde las colonias al corazón de la modernidad.

Recibió 28 millones de visitantes en seis meses. Reputados antropólogos y parisinos de a pie escrutaron a “representantes de razas amarillas, ricas negras, árabes, beréberes (…) y pieles rojas, 13 de ellos, un mestizo y un cowboy”, según el relato de un antropólogo de la época recogido por el biólogo Juanma Sánchez Arteaga en un artículo publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que analiza también la exhibición carioca.

Aunque más documentados, también los zoos humanos europeos están sepultados en una especie de amnesia colectiva. Las recientes protestas antirracistas en Estados Unidos y medio mundo han puesto un potente foco en la esclavitud, la construcción del racismo y su reflejo actual en la desigualdad que desgarra sociedades como la brasileña.

Cartel anunciante de una exposición de seres humanos.
Cartel anunciante de una exposición de seres humanos.

“Esos eventos exponen la forma brutal en que Occidente construyó su otro, cómo se transformó en espectáculo a poblaciones que él mismo definió como “salvajes” o “incivilizados”, explica Marina Cavalcante Vieira, doctora en Ciencias Sociales de la universidad estatal de Río de Janeiro y autora de una tesis sobre lo primitivo y exótico en los museos, el cine y los zoos humanos. “Son testimonio de una cara vergonzosa del pasado de la ciencia antropológica y las prácticas museísticas”, añade. Y cuenta que eran habituales giras de uno o dos años con paradas en exposiciones universales o coloniales, circos, museos, teatros y zoológicos. “La tasa de mortalidad entre los integrantes de esas troupes era bastante alta”.

Además de ser utilizados para investigar y entretener, servían para afianzar y popularizar las teorías racistas. Esas exposiciones “tuvieron un papel muy relevante en la diseminación del racismo, a pesar de que hoy hayamos olvidado en buena medida estos eventos, como si no formaran parte de nuestro pasado cultural y científico no tan remoto”, afirma Sánchez Arteaga, ahora en la Universidad Federal de Bahía.

Ambos han investigado el episodio poco conocido, incluso en Brasil, en el que siete indígenas fueron convertidos en las estrellas de la exposición organizada por el Museo Nacional, a la vanguardia de la ciencia brasileña entonces y que en 2018 ardió casi completamente.

Para preparar el grandioso evento de 1882 el director de la institución publica una circular en la prensa en la que pide aportaciones en forma de momias, collares, instrumentos de caza… Y entre las ofertas destaca la del presidente de la provincia de Espirito Santo. Ofrece enviar “una familia” de indígenas del río Doce “un anciano casado con dos muchachas, una anciana, un mozalbete y dos niños” y precisa que las mujeres lucen un vistoso adorno labial, que saben bailar y cantar, y que un intérprete los acompaña, como relata Cavalcante. Lo que no dice es que los envía con engaños a la entonces capital de Brasil. Fueron conocidos como los indios botocudos (como los colonizadores portugueses denominaban el plato con el que se alargan los labios). Mientras dura el evento, estos se fugan varias veces lo que, según los relatos de entonces, aumenta la curiosidad popular. “Los investigadores del museo brasileño afirmaban que los botocudos eran el grupo primitivo más inferior en la escala evolutiva”, según Cavalcante, que añade: “La idea de exponer a los siete indígenas (en 1882) nos puede parecer absurda hoy, pero fue pensada precisamente como una manera de popularización científica”.

El pigmeo Ota Benga, exhibido a finales del siglo XIX, en  Nueva York con un orangután.
El pigmeo Ota Benga, exhibido a finales del siglo XIX, en Nueva York con un orangután.

La exposición antropológica brasileña se presenta como una fiesta de la ciencia en un país que todavía tardaría seis años en abolir la esclavitud de los negros.

Una de las protagonistas (más bien víctima) más famosas de los zoos humanos fue la africana Saartjie Baartman. Bautizada como La venus de Hotentote, fue expuesta en un teatro de Londres en 1810. Las masas podían ver con sus propios ojos lo exótico, y por un pequeño extra, incluso tocarlo. Científicos reputados la estudiaron en el Museo Nacional de Historia Natural de París.

Los zoos humanos llegaron hasta bien entrado el XX. El último fue probablemente el de varios adultos y niños llevados desde el Congo belga a la metrópoli con motivo de la exposición universal de 1958, en Bruselas. El embrión de la Unión Europea nació años antes.

Lo que durante siglos había sido un espectáculo alcance de la élite se tornó un espectáculo de masas. Los Reyes Católicos tuvieron el privilegio de ver a los seis indígenas que Cristóbal Colón, ahora objeto de la ira antirracista en EEUU, se llevó de América en su regreso a España. En los siglos posteriores el comercio de esclavos se convertiría en un lucrativo negocio que abastecía a las colonias de la necesaria mano de obra. Doce millones de los africanos llevados a la fuerza sobrevivieron a la travesía. Todavía hoy sus descendientes viven menos y son más pobres que sus compatriotas blancos.

Los espectáculos se celebraron incluso en zoológicos, cuenta Sánchez Arteaga. Tras una gira por Estados Unidos, el pigmeo Ota Benga fue exhibido a principios del XX junto a un orangután en el zoo del Bronx (Nueva York), donde colgó su hamaca y debía hacer exhibiciones de tiro con arco para los visitantes. Unas protestas lideradas por un pastor negro lograron sacarlo de allí. Tras deambular unos años, Benga se pegó un tiro. El negro de Banyoles está enterrado en Botsuana; y Saartjie Baartman en Sudáfrica. El presidente Nelson Mandela tuvo que negociar duro con Francia para que entregara los restos de La Venus.

 

Por: NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR

 

El flagelo del tráfico de bienes culturales

Interpol de Argentina busca actualmente 5262 piezas que tienen pedido de secuestro. Entre ellas, se encuentra el único objeto de valor que poseía el general Manuel Belgrano al momento de su muerte: un reloj de bolsillo de oro y esmalte…Nunca se recuperó.

La cultura corresponde a un elemento fundamental en la identidad de los pueblos. Resultaría inconcebible un pueblo donde no exista vestigio alguno de representaciones propias del ser, de la vida pasada (o presente) que identifique al lugar o a las personas que forman parte de lo que se conoce como sociedad. 

El término cultura está directamente relacionado con el “Patrimonio cultural”, que de acuerdo a Askerud y Clément corresponde a “una gran gama de objetos o artefactos que constituyen la expresión de una cultura específica y que destacan sea porque no hay muchos, sea por la artesanía con la cual fueron elaborados, o porque poseen características únicas de tal cultura”. (1)

La importancia atribuida a los bienes culturales y la protección del patrimonio cultural no es un fenómeno reciente. Hugo Grocio, en su obra maestra “Sobre la ley de la guerra y la paz”, cita al historiador Polibio (c. 203 AC – 120 AC), que se refiere a la destrucción innecesaria de objetos como pórticos, templos, estatuas y todas las demás obras elegantes. 

Situación reciente

Hasta el siglo XIX, las herramientas legales relacionadas con los bienes culturales estaban limitadas a acuerdos bilaterales aislados o multilaterales regionales.

Pero en el siglo XX, a partir de 1972, la Unesco en su convención “Sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales” (2), genera un giro mundial extraordinario, clarifica los conceptos y adopta la expresión “Patrimonio Cultural” para referirse a la propiedad que para cada Estado, con base en motivos religiosos o seculares, posee valor arqueológico, prehistórico, literario, artístico o científico.

Como ejemplo, se cuentan: colecciones y ejemplares raros de zoología, botánica, mineralogía o anatomía, objetos de interés paleontológicos, bienes relacionados con la historia, antigüedades que tengan más de 100 años, material etnológico, bienes de interés artístico (cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte y en cualquier material, escultura, grabados, estampas y litografías originales, manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicaciones antiguos, objetos de mobiliario que tengan más de cien años e instrumentos de música antiguos), y además se incluyen edificios, monumentos y arte elaborado.

Ilícitos

Asimismo, resulta de particularmente relevante el artículo 3° de la Convención: la importación, exportación o transferencia de propiedad de bienes culturales efectuados en contra de las disposiciones de la Convención son ilícitos.

De esta forma, no sólo se criminaliza la conducta del exportador (traficante que habitualmente sustrae la mercadería), sino que criminaliza asimismo a quien pretenda importarla legalmente cuando no puede demostrar su origen legítimo, con lo cual, se suministra una herramienta de control adicional para los países receptores.

En tal sentido, la Convención propicia que los Estados Parte establezcan un “Certificado de Exportación” que debe acompañar a los bienes culturales al salir del país de origen.

En 1995 se dio otro paso importante con el “Convenio de UNIDROIT (Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado, en inglés) sobre los bienes culturales robados o exportados ilícitamente”, con el fin de promover la armonización y unificación del derecho privado a nivel internacional.

Por este Convenio, los Estados se centran en un tratamiento uniforme en cuanto a la restitución de objetos culturales robados o ilícitamente exportados y permite que se proceda con las demandas directamente a través de tribunales nacionales.

Además, este Convenio concierne todos los bienes culturales, no sólo aquellos inventariados, y declara que todo bien cultural robado debe ser restituido. UNIDROIT reconoce la importancia del comercio privado en el tráfico de bienes culturales y establece la obligación fundamental de que los compradores actúen con “diligencia debida” y tomen las medidas que estén razonablemente a su alcance para determinar la procedencia lícita de los objetos que adquieren.

Mercado negro

Sin perjuicio de las medidas de prevención establecidas, y debido a las particularidades de estos objetos, existe un poderoso mercado negro (hoy favorecido por las diversas opciones de difusión y comercialización que ofrecen las tecnologías de la información) (3) donde estos bienes se comercializan de forma ilegal.

Cada año, miles de artefactos desaparecen de museos, monumentos, templos religiosos, etc., desde armas antiguas, pinturas, monedas, relojes, objetos religiosos hasta hallazgos arqueológicos, siendo estos últimos un porcentaje importante de los objetos robados.

El saqueo de estos bienes es una de las formas más antiguas de delincuencia organizada transfronteriza, extendida mundialmente, que ocupa un lugar destacado en la lista de preocupaciones prioritarias para organismos internacionales como la Unesco, la Interpol, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), el UNIDROIT, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) y la Organización Mundial de Aduanas (OMA).

La OMA, en el marco del Convenio de Nairobi sobre asistencia administrativa mutua para la prevención, investigación y represión de delitos aduaneros del año 1977, en su anexo 11 (Asistencia en la acción contra el contrabando de obras de arte, antigüedades y otros bienes culturales), establece medidas para prevenir y reprimir la exportación fraudulenta de obras de arte, antigüedades y otros bienes culturales.

La OMA se encuentra especialmente preocupada y ocupada en este aspecto, (4) ya que las fronteras internacionales se han configurado como escenarios ideales para interceptar los objetos culturales robados, por lo que las aduanas desempeñan un papel protagónico en la lucha contra la exportación no autorizada de estos artículos. La Institución ha observado con especial atención los vínculos claros que existen entre el tráfico ilícito de bienes culturales, la delincuencia organizada, la evasión de impuestos y el lavado de dinero.

Esto es consecuencia de la rentabilidad existente en los mercados negros en obras de arte saqueadas, robadas o contrabandeadas, donde existen compradores y coleccionistas de arte ávidos de obras y nuevos objetos para su colección.

El comercio de obras de arte

El volumen exportado de obras de arte, según Trademap, superó los US$ 37.000 millones en 2019, y ha crecido de manera fuerte en los últimos años, ya que en 2017 fue de 27.000 millones.

La Argentina exportó obras de arte (capítulo 97) por US$ 500.000, aunque no están incluidas allí lo que se exporta por el régimen simplificado de exportación de obras de arte. 

La Argentina es un interesante exportador de este tipo de bienes y posee un régimen especial que impulsa ese comercio.

El régimen de exportación de obras de arte está definido por la ley 24.633 que estableció fundamentalmente que la exportación definitiva y temporaria estarán exentas del pago de todo recargo o tasa aduanera o portuaria, incluyendo la tasa estadística o de almacenaje, el impuesto sobre fletes y los gastos consulares.

La importación definitiva y la importación temporal para exhibición en el país estarán exentas del pago de todo recargo y/o tasa aduanera o portuaria, incluyendo las tasas estadísticas o almacenaje, impuestos sobre fletes y gastos consulares. 

Categorías

La ley fue reglamentada por el Decreto 217/18 que estableció el procedimiento para exportar obras de arte, y divide a las obras de arte en dos categorías:

  1. Obras de arte de artistas argentinos o extranjeros vivos o fallecidos hasta el término de 50 años a contar desde la fecha de deceso del autor.
  2. Obras de arte de artistas desconocidos, anónimos, argentinos o extranjeros fallecidos hace más de 50 años contados desde la fecha de presentación de la solicitud de licencia de exportación.

En el caso del primero grupo, esas obras podrán ser exportadas libremente por su propietarios o tenedores de buena fe, debiendo completar una declaración jurada que se puede efectuar como un trámite a distancia (TAD) completamente electrónico ante el Ministerio de Cultura. 

Sobre las obras del segundo grupo, podrán ser exportadas por sus propietarios, poseedores o tenedores de buena fe una vez obtenida la licencia de exportación expedida por la Dirección Nacional de Bienes y sitios Culturales (Ministerio de Cultura).

El Ministerio de Cultura mediante la Resolución 323/18 determinó el procedimiento de exportación de obras de arte. 

Establece que para las obras de arte de artistas vivos o fallecidos hasta el término de 50 años, se deberá completar una declaración jurada en formato electrónico. Los controles sobre esa declaración jurada los realiza la autoridad de aplicación (Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales).

Transcurridos los 2 días hábiles de presentada la solicitud, en caso de silencio de la autoridad de aplicación, se considera otorgado el aviso de exportación.

Para el otro grupo, las obras de artistas fallecidos hace más de 50 años se debe solicitar la licencia de Exportación en formato electrónico (www.tramitesadistancia.gob.ar).

Esta licencia incluye datos del propietario, de la obra, fotos y valor. 

Prevención y lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales en Argentina

El 11 de enero de 1973, la Argentina ratificó la “Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de Bienes Culturales“, aprobada por la Conferencia General de la Unesco el 14 de noviembre de 1970. Y el 3 de mayo de 2002, mediante la ley 25.568, ratificó la “Convención sobre defensa del patrimonio arqueológico, histórico y artístico de las naciones americanas – Convención de San Salvador“, aprobada por la OEA el 16 de junio de 1976 en San Salvador.

En este marco normativo, el 14 de mayo de 2003, se creó en el ámbito de la Secretaría de Cultura de la Nación, el Comité Argentino de Lucha Contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales (decreto 1166/2003), con la finalidad de establecer los procedimientos y mecanismos adecuados para prevenir y luchar contra este flagelo internacional que, al decir de sus integrantes, constituye el tercer delito luego del tráfico de armas y drogas.

Este Comité, es un cuerpo colegiado interministerial integrado por organismos que, por sus competencias y atribuciones, son actores fundamentales para una efectiva protección de los bienes culturales, entre los cuales se encuentra la Aduana.

Interpol de Argentina busca actualmente 5262 piezas que tienen pedido de secuestro, dentro de ellas, se encuentra el único objeto de valor que poseía el general Manuel Belgrano al momento de su muerte: un reloj de bolsillo de oro y esmalte, con cadena de cuatro eslabones con pasador, que le había regalado el rey Jorge III de Inglaterra, y que fue robado el 30 de junio de 2007 del Museo Histórico Nacional.

Nunca se recuperó. 


Héctor H. Juárez Allende es Vocal (Juez) del Tribunal Fiscal de la Nación Argentina, profesor universitario y miembro del del Grupo de Redacción del Código Aduanero del Mercosur. E-mail: [email protected]

Gustavo Scarpetta  es contador público, Magister en Administración Tributaria y Hacienda Pública y profesor universitario. E-mail: [email protected] 

Tomado de: https://tradenews.com.ar/el-flagelo-del-trafico-de-bienes-culturales/